Esta jornada era de transición, ya que cambiamos nuestra base de operaciones desde la periferia de Liubliana a Izola, en la costa eslovena. Quizás por ese motivo las visitas del día se presentaban como las menos interesantes del viaje. Y así resultaron.
Itinerario del día según Google Maps, unos 200 kilómetros en total.
Monasterio de Kostanjevica.
Después de desayunar temprano, nos despedimos de las montañas y comenzamos nuestro viaje hacia la costa. El cielo, algo cubierto al partir, se fue despejando según nos íbamos acercando al sur. La primera parada la hicimos en el Monasterio franciscano de Kostanjevica y su Iglesia de la Anunciación, situados a 143 metros de altitud, en una colina de Pristava, cerca de Nova Gorica, a menos de un kilómetro de la frontera italiana. Pese al sol que nos caía encima de lleno, haciéndonos sudar tinta, las vistas que contemplamos desde el acceso eran fantásticas, destacando en lo alto de un cerro las almenas del castillo de la ciudad italiana de Gorizia.
Fuera de los límites de Gorizia, en 1623 se construyó un pequeño santuario que se amplió un siglo después con un monasterio, cuya capilla se convirtió en centro de peregrinación. Disuelto en 1781 por el emperador José II tras la expulsión de los carmelitas, tres décadas después, los franciscanos se hicieron cargo del monasterio, al que dotaron de una valiosa biblioteca compuesta por 1800 libros escritos a mano, procedentes del monasterio de Sveta Gora, y que fue enriqueciéndose posteriormente. Tras resultar muy dañado en la I Guerra Mundial, fue reconstruido en el primer tercio del siglo XX. En 1947, quedó ligado a la ciudad de Nova Gorica, dentro de las fronteras de Yugoslavia. Actualmente, su estado es impecable tras la restauración llevaba a cabo durante la pasada década.
Hicimos una visita guiada empezando por la Iglesia, que conserva algunos estucos originales del siglo XVII en la parte del presbiterio. También recorrimos la magnífica biblioteca, que cuenta con 17.000 ejemplares, de los cuales hay que destacar 30 incunables anteriores al año 1500. No obstante, el más querido y valioso es la primera gramática de la lengua eslovena, publicada en 1584, con dedicatoria manuscrita de Adam Bohorič, su autor.
Igualmente, estuvimos en los jardines, donde se cultivan unas rosas originarias de la Isla Reunión, muy apreciadas por su perfume. Aunque ya había pasado su mejor momento, todavía pudimos contemplar y oler algunas.
Sin embargo, la cuestión más curiosa en torno a este sitio es que aquí está enterrado junto a varios miembros de su familia Carlos X de Borbón, el último rey de Francia, quien, tras un exilio que le llevó por varias ciudades europeas, murió de cólera en 1836 en Gorizia.
Después, bajamos a Nova Gorica (Nueva Gorizia), en una de cuyas plazas pudimos ver una placa en el suelo que señala la frontera entre Italia y Eslovenia según el acuerdo de 1947, que dejaba la ciudad de Gorizia en territorio italiano, mientras que en la zona eslovena (dentro de Yugoslavia) se creaba esta nueva ciudad, que actualmente cuenta con unos 20.000 habitantes.
No había mucho que hacer allí, puesto que los lugares más interesantes están en Gorizia o en los monasterios de las colinas próximas o incluso el castillo, aunque la verdad es que no sé si pueden visitar. En cualquier caso, nos limitamos a dar una vuelta y sentarnos a tomar un refresco en la cafetería de la estación. Bueno, que hubiésemos tenido de sobra con una parada de cinco minutos -si acaso- para hacer la típica foto de un pie en Italia y otro en Eslovenia.
Stanjel.
Después del almuerzo, la siguiente visita fue Stanjel, uno de los pueblos más antiguos y con más historia del Karst esloveno, situado en lo alto de un cerro del valle Vipana, al este de Nova Gorica y al norte de la ciudad italiana de Trieste. El municipio está organizado en forma de terrazas que ascienden a la cima del pico Turn, de 363 metros de altitud.
Su población actual es de unos 400 habitantes y algunas mujeres se dedican al trenzado de flores para hacer coronitas que venden a los turistas. A nuestra llegada, el cielo pintaba un poco negro. Fue una falsa alarma porque no cayó ni una gota.
Tras subir una cuesta, enseguida traspasamos una puerta coronada por un escudo que nos introdujo en un recinto de fuerte reminiscencia gótica, formado por calles estrechas y empedradas sobre terreno kárstico y casas de piedra con elementos de cantería.
Habitado desde tiempos remotos, fue fortificado sucesivamente en los siglos XI, XII y, finalmente en el XV para su defensa frente a los turcos. Aunque parte de su patrimonio medieval resultó destruido por los bombardeos de la II Guerra Mundial, todavía siguen en pie bastantes edificios antiguos y varios lienzos de la muralla.
Stanjel es pequeño y se recorre en poco tiempo. Entre los lugares más interesantes están el Castillo, cuyo aspecto actual data del siglo XVII, la torre defensiva románica en lo alto del monte Turn, la Torre de Kobdilj y la Galería de Lojze Spacal. Además, la Casa Carsa, que es el edificio más viejo, que refleja las características de las construcciones de estilo románico y gótico.
La Iglesia de San Daniel fue construida en 1609 en estilo gótico tardío, aunque lo que más llama la atención es su campanario típico en forma de limón alargado.
Me gustó bastante el Jardín Ferrari, construido en el espacio de entre guerras y que cuenta con un gran significado a nivel nacional. Aparte del jardín en sí, las vistas panorámicas me parecieron muy bonitas.
En fin, aunque hubo opiniones encontradas sobre esta visita, a mí, particularmente, el paseo me resultó agradable e hice algunas fotos resultonas, de esas que a mí me gustan en los pueblos; no obstante, también admito que no será uno de los pueblos medievales de los que conserve un recuerdo imborrable.
Y unos tres cuartos de hora después, recorriendo un paisaje sembrado de viñas, llegamos a nuestro hotel de la costa eslovena, pero eso queda para la siguiente etapa.