Ritual mañanero con el desayuno y con Uber no vamos a Guiza, estábamos allí a las 7:30 de la mañana para evitar en la medida de lo posible el calor. Entramos en cuanto abrieron con nuestra Cairo pass, nos asaltaron los camelleros, los señores de las calesas, etc. Un simple no y dejaban de insistir, los esperaba mucho más pesados.
La imagen de las pirámides de Keops, Kefrén y Micerinos, las hemos visto todos un millón de veces, pero estar allí delante de esas moles es impresionante, su tamaño y perfección te sobrecogen, tienen un poder de atracción increíble, te quedas ensimismado preguntándote como se pudieron construir hace mas de 4500 años, no puedes evitar que por la cabeza te pasen las teorías mas estrafalarias.


Probablemente fue el sitio en el que coincidimos con mas gente, para entrar en la gran pirámide había una cola significativa por lo que decidimos no entrar.
Recorrimos la zona con toda la tranquilidad del mundo, el calor tampoco permitía correr demasiado, vimos todo con calma e hicimos un millón de fotos, todas excepto las de coger la punta de la pirámide o la de besar a la esfinge, somos un poco raros, jajajaja.
Terminamos por el Templo del valle de Kefrén y la Esfinge que ante el tamaño de lo que la rodea parece pequeña.
El barco solar ya no está allí, lo han trasladado al MEC, pero aún no han abierto esta zona del museo.
Al salir nos tomados algo fresquito, Uber y al MEC, el nuevo museo del Cairo. El edificio está en un sitio un tanto desangelado, realmente está en medio de la nada y continúa en obras solo está abierta una pequeña parte; la entrada es muy cara 1000 libras (20€) para lo que es Egipto, pero hay que pagar las obras faraónicas del siglo XXI.
El edificio es impresionante, todo un alarde de arquitectura contemporánea, desde la fachada con alabastro hasta el hall interior y la gran escalera. No hay un gran número de piezas expuestas, pero las que hay son muy buenas, la gran escalera es magnífica y la vista de las pirámides desde lo alto es preciosa, quedan enmarcadas en el gran ventanal y parecen un cuadro.




Decidimos comer en uno de los restaurantes del museo, el Zooba, todo rico y muy bien servido, coliflor con harissa, ganoush, un shawarma de pollo en plato, otro en sandwich , y dos limonadas con menta fueron 466,14 libras (9,14). Hay unos cuantos sitios donde comer o tomar algo y un par de muy buenas tiendas.
Al salir nos costó un rarito encontrar un Uber y el calor era duro, pero en un rato lo conseguimos y nos fuimos al hotel a la piscina.
Cenamos en otro sitio cercano al hotel, el Octa café, servicio lento, pero comida rica y a buen precio.