Esto se acaba. Aquel día poníamos rumbo a nuestro último destino en Tailandia: Ao Nang, que se convertiría en nuestra base de operaciones para conocer paraísos como las Islas Hong o Railay. En temporada baja no hay tantos ferrys como en otras épocas del año sobre todo a Ao Nang; a Krabi y Phuket son más frecuentes. Nosotros cogimos uno que no ofertaban todas las agencias y dentro de las que sí, lo hicimos con la más barata, por 350 THB. Queríamos coger el de las 10:30 de las mañana para poder aprovechar el día en nuestro nuevo destino.
Hicimos el check out y antes de partir paramos a desayunar en una cafetería con horno artesanal en la que le había estado fijando esos días. Pedimos una napolitana de almendras, un par de croissants y un delicioso banana bread acompañado por un té matcha latte helado. Todo nos costó 200 THB.

A las 10:20 llegamos al puerto y nos quedamos alucinados con lo que vimos. El ferry estaba a rebosar. No quedaba apenas espacio libre, todos los asientos estaban ocupados, cualquier espacio del suelo y la cubierta también, así que nos apoyamos sobre la enorme montaña de mochilas y fuimos entre de pie y “sentados” sobre una maleta todo el trayecto. No creo que la compañía supiera lo que significa el concepto “condiciones de seguridad”, pero el caso es que tras hora y media de trayecto llegamos al puerto de Krabi sanos y salvos y nos indicaron a los que íbamos a Ao Nang que teníamos un autobús esperando fuera para el traslado.
Justo en ese momento se desató una buena tormenta. Fuimos de los primeros en entrar en el autobús, que más bien era una camioneta con toldo en la parte trasera y una vez llenos, partimos hacia Ao Nang dando gracias por haber decidido coger ese ferry y no el siguiente. No nos hubiera gustado nada que la tormenta nos hubiera pillado en medio del mar.
Llegamos a Ao Nang y el autobús nos dejó en el “puerto”. Como habíamos seleccionado los hoteles por su cercanía a ellos, no tardamos mucho en llegar y menos mal que así fue porque la lluvia no paraba. Al principio nos lo tomamos con filosofía, pero cuando vimos que el agua no dejaba de caer y no tenía pinta de que fuera a hacerlo, ya nos iba haciendo menos gracia.
En el hotel hicimos algo de tiempo a que escampara… pero tampoco lo hizo. En el armario descubrimos un par de paraguas del Krabi Heritage y salimos a buscar algún sitio para comer y dar una vuelta por la zona. Fuimos comprando precios y la verdad es que aquello era infinitamente más caro que Koh Phi Phi y que por supuesto que el resto de Tailandia. Finalmente vimos que todos más o menos nos ofrecían los mismos precios y nos sentamos en un restaurante hindú, Rasoi.

Nos pusieron en la parte más cercana al exterior y cuando el viento cambió de dirección tuvimos que movernos porque nos empapábamos. En fin… Pedimos unos pollo tandorii, pan hindú y unos noodles anchos y de postre, mango sticky rice. El total con bebidas fue de 700 THB.
Con nuestros paraguas fuimos paseando por algunas agencias para tantear el precio de las excursiones y también del transporte a Phuket el último día y viendo que el aguacero no paraba no nos quedó más remedio que marcharnos al hotel a descansar.

La lluvia no cesó hasta por la noche y el pronóstico para los siguientes días no era nada halagüeño. Cuando salimos vimos que las agencias habían rebajado sustancialmente el precio de las excursiones de mar y por el contrario habían hasta triplicado el de las de interior. A nosotros estas últimas no nos interesaban y decidimos quemar todos los cartuchos y apostar hasta el último momento por las de playa. El problema era que ninguna agencia nos aseguraba la devolución del dinero en caso de mal tiempo. El hecho de que llueva no es para ellos sinónimo de cancelación. Debe haber viento y olas para que se cancele y había leído que en algunos casos ni siquiera eso les detiene y han tenido algún que otro disgusto con turistas. Nosotros no queríamos llegar a pasarlo mal así que lo más sensato a nuestro modo de ver fue esperar a ver como amanecía al día siguiente y decidir sobre la marcha. Teníamos además pensadas otras alternativas para hacer por nuestra cuenta si el tiempo no acompañaba, como la visita al Tiger Cave Temple. En el hotel, nos dijeron que la excursión a las Hong salía a las 8:30 y nos permitían apuntarnos media hora antes así que decidimos hacer eso teniendo en cuenta que además era la más barata.
Con paraguas pero sin lluvia, nos lanzamos a disfrutar de uno de los placeres de los que se puede disfrutar en Tailandia independientemente del tiempo: La comida. Nos alejamos de los restaurantes más cercanos a la playa hasta que terminamos uno que nos ofrecía buenos precios. Su nombre era Temple Flower. Pedimos una sopa Tom Kha, una piña rellena de arroz y frutos secos y de postre, plátano en leche de coco.

Estaba todo bastante bueno. El sabor de la sopa, muy peculiar, a medio camino entre lo cítrico y lo dulzón. El total con las bebidas fue de 320 THB ya con un 20% de descuento aplicado, mucho mejor que la comida.
Volvimos paseando a nuestro hotel y haciendo varias reflexiones por el camino. Yo tenía un bajón monumental porque nos habíamos visto obligados a tirar un día a la basura, pero al menos nos habíamos salvado de pasar un mal rato en el mar. De hecho aquel día hablé con la pareja con la que compartimos Long Tail en Koh Phi Phi y me comentaron que ellos cogieron el ferry siguiente al nuestro y el trayecto había sido una odisea. Tanto, que iban a ir a las islas del golfo y prefirieron marcharse directamente a Bangkok porque además el pronóstico tampoco era bueno para aquella zona. No querían saber nada de mar.
Nosotros aún teníamos ganas de más , no nos queríamos ir de Tailandia conese mal sabor de boca y nos dormimos invocando al buen tiempo.
GASTOS DEL DÍA PARA 2 PERSONAS
Desayuno: 200 THB
Comida: 700 THB
Cena: 320 THB
TOTAL: 1220 THB