Desde Solitaire, la carretera en algunos tramos es una auténtica tortura. El coche bota y bota a ritmo de los baches. A veces da la impresión de que se va a desarmar. Este tipo de carretera tiene una curiosidad, si vas muy despacio sufres aún más los saltos. Si vas a velocidad adecuada lo sientes menos y si vas demasiado rápido te puedes salir matarte. Como en el centro está la virtud, intentamos llevar una velocidad adecuada para no sufrir el bumpy-bumpy.

Paramos a hacernos la foto junto al cartel del Trópico de Capricornio, esa rallita horizontal que tiene los mapas mundi. Pero se nos olvida dejar un imán-chapa de LosViajeros pegada al cartel.
El paisaje es muy duro y árido, apenas hay hierba, si no es en el cruce de los ríos (secos como siempre).

Llegamos a Walvis Bay justo cuando cae el sol, pero vamos tan rápido, que ni nos damos cuenta que a nuestra derecha queda la duna 7, la más alta del mundo (380m).
Nos acercamos corriendo hacía el Bird Sanctuary, unas charcas con abundante vida acuática, junto a la ciudad. Por desgracia llegamos después de que el sol caiga con lo cual las fotos no valen la pena. El viento es frío, intenso y desagradable, con lo que solo aguanto unos minutos haciendo fotos.

Pasamos por las afueras de la ciudad. Es una ciudad industrial y puerto de embarque de la minería de la zona, muy rica por cierto en numerosos minerales. Al fondo se ven las enormes grúas del puerto, pues no haya edificios altos que tapen la vista. Las ciudades de Namibia están construidas a lo ancho y no a lo alto.
Se ven numerosas casas unifamiliares pese a tener un pequeño porche para él o garaje para el coche, no suelen tener jardín se nota que el agua es el bien más preciado.
Continuamos por una carretera completamente recta hacia Swakopmund. Aparece la luna enorme y preciosa a nuestra derecha, nos vamos cruzando con bastantes coches y una tenue estela de arena cruza de un lado al otro la carretera. Es una imagen desconcertante a la que no estamos acostumbrados.

Llegamos a Swakopmund, ya de noche. Nos cuesta mucho encontrar nuestros bed and breakfast y luego cuando vamos a comer al centro, está ya todo cerrado.
Al final encontramos un lugar de comida rápida abierto (un Spurs), pero cuando intentamos tomarnos el postre nos dicen que la cocina ya ha cerrado. A mí me da la impresión de que los horarios de Namibia se parece más a los alemanes que a los españoles.

Volvemos en taxi, no por la sensación de inseguridad o de mal ambiente, sino por el cansancio y porque la ciudad parece el escenario de un bombardeo de la Tercera Guerra Mundial. No se ve ni un alma por la calle. Es sobrecogedor.
Nos vamos a dormir. Hemos recorrido una barbaridad de kilómetros, 650 de los que 450 por tierra. Las piernas ya me hormigueaban en los últimos kilómetros de la ruta, pero era necesaria la paliza, para poder recuperar la programación que teníamos.
Al menos mañana tenemos programado un día tranquilo, puesto que nuestra ruta es muy "corta". O eso creo.

Swakopmund B&B Pebble Stone House
9 Namib Street, Kramersdorf, Swakopmund
1600 N$ habitación familiar 4 personas con desayuno.
www.terra-africa.com
El barrio parece tranquilo y las calles son muy amplias, pero de tierra. El B&B esta decorado elegantemente en sus zonas comunes. El coche lo hemos dejado en el jardín del alojamiento. A los lados del patio salen habitaciones, con aspecto de cabina, que supongo se llenan en temporada alta, pero hoy parecen todas vacías. Me da la impresión de que son ampliaciones que se han ido comiendo el jardín. Abajo hay también una zona común, que es como una terraza acristalada, ideal para leer.
Sin embargo, en el alargado jardín que rodea la casa, hay algo que nos llama mucho la atención: un arbusto de metro y medio, cuyo tronco recto se trenza y descompone en ramas a su final. Puede ser de la familia del ficus, pero no estoy seguro. Parece sacado de un cuento de niños. Le damos varias vueltas intentando discernir si es natural o es alguna aberración forzada por la mano del jardinero.
Los jardines de Namibia son muy diferentes a los nuestros: como el agua es el bien mas preciado, las plantas suelen ser resistentes y que necesiten poca agua. Muchos cactus (como la euphorbia virosa) y el césped, avaro consumidor de agua, brilla por su ausencia. Es sustituido frecuentemente por grava gorda que hacen que el conjunto nos recuerde a los jardines japoneses.
Nuestra habitación es amplia, sin ser lujosa está bastante bien. Está situada en la planta alta y como el barrio son casitas bajas unifamiliares, tiene vistas y es muy tranquila. Es el lugar perfecto porque lo que necesitamos es descansar.
Tenemos suerte porque al menos uno de los enchufes es de doble patilla como los europeos así que pongo el ladrón y me pongo a cargar todas las cámaras y los cachivaches electrónicos.
De las cosas que nos llama la atención es que el lavabo está en el dormitorio y no en el cuarto de baño.
Le explico a la mujer que regenta el B&B el problema que tengo con las tarjetas SIM, que no puedo conectarme a Internet y me dice que mañana intentará ayudarme a configurarla.
Al menos, esta noche me he descargado el mapa de Namibia en el móvil, lo que me da mucha mas tranquilidad, porque sospecho que los próximos días cruzando el Damaraland, aunque tenga SIM la conexión va a ser muy pobre.
