Una vez más amaneció un día perfecto. Mucho sol, poquísimas nubes, buena temperatura. Esa mañana y hasta las 13h había programado visitar la península de Railay. Queríamos ir a pasear a la playa de Phra Nang, visitar la cueva de Phra Nang, subir al miradero de Railay y ver la laguna escondida, así que nos dimos apresamos a desayunar y allá fuimos… caminando claro, que está todo muy cerca unas cosas de las otras y del hotel.
Primero la playa de Phra Nang, donde ya habíamos estado dos días antes, cuando paseamos en kayak, pero esta vez, por la hora temprana, pudimos pasear por toda la playa y disfrutar de la misma solos. Al fondo de la playa estaba la cueva de Phra Nang, que contiene un pequeño santuario rudimentario, creado por los pescadores de la zona que allí depositan figuras de falos de varios tamaños. No es que sea imprescindible la visita, porque realmente no lo es, pero me gusto la cueva en sí, muy bonita la “construcción” natural.
Finalmente volvimos por el mismo camino que habíamos realizado para llegar a la playa, y es que no encontrábamos el camino para el miradero, y la razón era muy simple… buscábamos un camino y la realidad no es un camino… es una subida alucinante sobre rocas, peñascos, mucho barro y todo eso con la ayuda de un par de cuerda que cuelgan de los árboles. Os advierto… es extremadamente peligroso y agotador! De verdad, mucho pero mucho cuidado. No nos hicimos daño en el camino pero lo vi muy peligroso, y esto que me gusta una buena aventura. La gente volvía de arriba sudando la gota gorda… les preguntaba si faltaba mucho y me miraban como… estás empezando tío! Nos recomendaban no ir a la laguna porque el peligro era aun más grande. Bueno… subimos, subimos y subimos… llegamos al miradero sudando que ni os cuento… La vista no es tan espectacular como me lo imaginaba… bonito, pero no espectacular, aunque creo que diga lo que diga, si sois como yo, no va a servir de nada… subiréis igual, por lo menos para verlo con vuestros propios ojos. Tras sacar un par de fotos en el miradero (que ya que estábamos…) nos dirigimos a la laguna (contra todo lo que nos decían las personas con las que nos cruzábamos). El camino era abajo, aun más barro si posible (el calzado es muy importante en esta “escalada” y llevad agua, bebimos como locos durante la caminada!!!!)… Bueno resumiendo, después de una dura caminada llegamos a un punto que dije hasta aquí e no más! Y es que teníamos que literalmente bajar en pico hasta la laguna que estaba justo delante de nosotros. Le dije a mi compañero que ni pensarlo… con tanto barro nos podríamos romper el cuello. Volvimos atrás… una caminada nuevamente muy dura pero al final llegamos y nos tocó a nosotros advertir a nuevos incautos. Resumiendo, como os comenté, diga lo que diga, si sois como yo, vais a querer ir… pero también me daréis razón (digo yo jejejeje), y mucho ojo, de verdad, no descuidéis esta advertencia, principalmente si no sois muy dados al deporte o si tenéis algún malestar físico (niños y personas mayores, ya ni comento).
Volvimos a la habitación, metidos de barro hasta la punta de los cabellos y nos dimos una ducha de aquellas!! De la ropa las manchas de barro no salían ni soñando.
Tras esto ya podíamos realizar el check out, pues no volveríamos a la habitación. Sacamos todo, nos dirigimos a la recepción, pagamos y nos guardaron las maletas hasta que nos fuéramos. Aprovechamos para comer e relajar un poco en el restaurante, aprovechando los últimos momentos de aquella magnifica visión de la bahía de Railay.
A la hora correcta nos fueron a buscar para irnos al puerto de Ao Nang, y cuando allí llegamos se empezó a poner muy nublado y para cuando llegó el transporte del hotel (una van de lujo!) empezó a llover torrencialmente… esto duró todo el viaje hasta llegar a uno de los puertos que hay en la provincia de Trang (donde se encuentra Koh Kradan, la isla), casi dos horas en coche pero que pasaron muy rápido, estábamos cansado y dormimos mitad del viaje y la otra mitad disfrutando de las vistas.
Al llegar al atracadero teníamos una barca esperando, había parado de llover… por 5 min al menos, hasta entrar en la barca jejejej. Lo veíamos todo muy gris, no hacia frio y no nos incomodaba la lluvia aunque estaríamos en una playa que según lo que había pesquisado era un autentico paraíso.
Al cabo de 30 minutos se veía la islita que nos acogería por 3 noches… y es que no me creeréis… pero el sol iluminaba esa isla, la única que recibía sol esa tarde… todo lo demás nublado… lluvia. Al llegar a la playa fuimos acogido por el personal del hotel (Reef Resort), nos recibieron muy bien! (el hotel es de gerencia italiana), gente muy simpática, el hotel fantástico para lo que habíamos pagado (50 Euros por noche con desayuno). Hotel limpio, justo en la playa, buenas habitaciones (creo que solo tenía unas 20) todas térreas al estilo villa con vista para la piscina y la playa. No perdimos mucho tiempo y en seguida nos fuimos a explorar un poco la isla que es de tamaño muy pequeño. Apenas había gente y durante nuestra estancia nos comentó Genta (la hija del gerente del hotel) que en la isla debería estar una 40 personas, contando con los empleados de los hoteles, y la verdad es que eso se notó. Fuimos a ver la playa a la que llaman “sunset beach”… no nos gustó… muchas rocas y no se veía la puesta del sol tan espectacular como lo pintaban. Así que volvimos al hotel, cuya que estaba situado en el lado de la isla con la mejor playa.
Esa noche comimos en un pequeño restaurante italiano que acaban de abrir esa temporada!!! Y es que estaba riquísima la comido… tanto la Thai como la italiana. Lo recomiendo mucho, las pizzas fueron las mejores que comí en mi vida (al igual que en Croacia).
Primero la playa de Phra Nang, donde ya habíamos estado dos días antes, cuando paseamos en kayak, pero esta vez, por la hora temprana, pudimos pasear por toda la playa y disfrutar de la misma solos. Al fondo de la playa estaba la cueva de Phra Nang, que contiene un pequeño santuario rudimentario, creado por los pescadores de la zona que allí depositan figuras de falos de varios tamaños. No es que sea imprescindible la visita, porque realmente no lo es, pero me gusto la cueva en sí, muy bonita la “construcción” natural.
Finalmente volvimos por el mismo camino que habíamos realizado para llegar a la playa, y es que no encontrábamos el camino para el miradero, y la razón era muy simple… buscábamos un camino y la realidad no es un camino… es una subida alucinante sobre rocas, peñascos, mucho barro y todo eso con la ayuda de un par de cuerda que cuelgan de los árboles. Os advierto… es extremadamente peligroso y agotador! De verdad, mucho pero mucho cuidado. No nos hicimos daño en el camino pero lo vi muy peligroso, y esto que me gusta una buena aventura. La gente volvía de arriba sudando la gota gorda… les preguntaba si faltaba mucho y me miraban como… estás empezando tío! Nos recomendaban no ir a la laguna porque el peligro era aun más grande. Bueno… subimos, subimos y subimos… llegamos al miradero sudando que ni os cuento… La vista no es tan espectacular como me lo imaginaba… bonito, pero no espectacular, aunque creo que diga lo que diga, si sois como yo, no va a servir de nada… subiréis igual, por lo menos para verlo con vuestros propios ojos. Tras sacar un par de fotos en el miradero (que ya que estábamos…) nos dirigimos a la laguna (contra todo lo que nos decían las personas con las que nos cruzábamos). El camino era abajo, aun más barro si posible (el calzado es muy importante en esta “escalada” y llevad agua, bebimos como locos durante la caminada!!!!)… Bueno resumiendo, después de una dura caminada llegamos a un punto que dije hasta aquí e no más! Y es que teníamos que literalmente bajar en pico hasta la laguna que estaba justo delante de nosotros. Le dije a mi compañero que ni pensarlo… con tanto barro nos podríamos romper el cuello. Volvimos atrás… una caminada nuevamente muy dura pero al final llegamos y nos tocó a nosotros advertir a nuevos incautos. Resumiendo, como os comenté, diga lo que diga, si sois como yo, vais a querer ir… pero también me daréis razón (digo yo jejejeje), y mucho ojo, de verdad, no descuidéis esta advertencia, principalmente si no sois muy dados al deporte o si tenéis algún malestar físico (niños y personas mayores, ya ni comento).
Volvimos a la habitación, metidos de barro hasta la punta de los cabellos y nos dimos una ducha de aquellas!! De la ropa las manchas de barro no salían ni soñando.
Tras esto ya podíamos realizar el check out, pues no volveríamos a la habitación. Sacamos todo, nos dirigimos a la recepción, pagamos y nos guardaron las maletas hasta que nos fuéramos. Aprovechamos para comer e relajar un poco en el restaurante, aprovechando los últimos momentos de aquella magnifica visión de la bahía de Railay.
A la hora correcta nos fueron a buscar para irnos al puerto de Ao Nang, y cuando allí llegamos se empezó a poner muy nublado y para cuando llegó el transporte del hotel (una van de lujo!) empezó a llover torrencialmente… esto duró todo el viaje hasta llegar a uno de los puertos que hay en la provincia de Trang (donde se encuentra Koh Kradan, la isla), casi dos horas en coche pero que pasaron muy rápido, estábamos cansado y dormimos mitad del viaje y la otra mitad disfrutando de las vistas.
Al llegar al atracadero teníamos una barca esperando, había parado de llover… por 5 min al menos, hasta entrar en la barca jejejej. Lo veíamos todo muy gris, no hacia frio y no nos incomodaba la lluvia aunque estaríamos en una playa que según lo que había pesquisado era un autentico paraíso.
Al cabo de 30 minutos se veía la islita que nos acogería por 3 noches… y es que no me creeréis… pero el sol iluminaba esa isla, la única que recibía sol esa tarde… todo lo demás nublado… lluvia. Al llegar a la playa fuimos acogido por el personal del hotel (Reef Resort), nos recibieron muy bien! (el hotel es de gerencia italiana), gente muy simpática, el hotel fantástico para lo que habíamos pagado (50 Euros por noche con desayuno). Hotel limpio, justo en la playa, buenas habitaciones (creo que solo tenía unas 20) todas térreas al estilo villa con vista para la piscina y la playa. No perdimos mucho tiempo y en seguida nos fuimos a explorar un poco la isla que es de tamaño muy pequeño. Apenas había gente y durante nuestra estancia nos comentó Genta (la hija del gerente del hotel) que en la isla debería estar una 40 personas, contando con los empleados de los hoteles, y la verdad es que eso se notó. Fuimos a ver la playa a la que llaman “sunset beach”… no nos gustó… muchas rocas y no se veía la puesta del sol tan espectacular como lo pintaban. Así que volvimos al hotel, cuya que estaba situado en el lado de la isla con la mejor playa.
Esa noche comimos en un pequeño restaurante italiano que acaban de abrir esa temporada!!! Y es que estaba riquísima la comido… tanto la Thai como la italiana. Lo recomiendo mucho, las pizzas fueron las mejores que comí en mi vida (al igual que en Croacia).