Hoy tocaba despertar tempranito. Nos recogerían sobre las 7:15 y deberíamos ya estar desayunados. No nos costó, realmente nunca nos costó despertar antes de las 7:00 de la mañana, por muy tarde que nos acostáramos.
Para este día había realizado una pesquisa exhaustiva sobre el tema de los elefantes. Miro todas las actividades que existen y que envuelvan elefantes. Las actividades de elefantes en un circo paso automáticamente. Ver a un elefante pintar? Realizar acrobacias? Bailar? Pero que le pasa a la gente para gustarle algo así??? Montar en un elefante con una silla, paso también. No fue difícil encontrar buenos comentario (y algunos malos claro) sobre algunos tours más privados y a la vez naturistas. Tenía claro, cuidar a un elefante durante todo el día me parecía una idea estupenda.
Encontré 3 sitios que me parecían bien (por los comentarios y la filosofía. El Woodys, el nature y el Pattara. Los dos últimos el doble del precio del primero, lo que significa que el Woodys cobraba 75 Eur y los otros dos 150 Eur por persona. Las diferencias: el woodys eran dos personas por elefante, el nature era un grupo de personas y el Pattara un elefante una persona. En el Nature no podías montar el elefante. Ahora bien, aunque no es que me hiciera gran ilusión montar un elefante, no quería estar con un grupo tan grande de gente para un solo animal (aunque la filosofía de este parque me parece, de todas las más correctas): en este parque observas los elefantes, la interacción, por lo que he entendido, no es tan estrecha. Lo descarté… lo sé, lo sé… confieso que por egoísmo, porque quería algo más personal. Al final elegí pagar más caro, un elefante por persona, porque en Woodys era un elefante para cada dos, lo que significaba que montarían dos personas al animal. La idea de este parque es cuidar a un elefante por un día (de 8.00 a 16.00), crear lazos con el animal, aprender a cuidarlo, señales de enfermedad, bañarlo, alimentarlo y claro montarlo para darte una vuelta.
No recogieron en el hotel, y debo de decirlo bastante puntuales (para lo que estábamos acostumbrado!), tan solo 30 minutos de retraso. El coche bastante bien y dentro ya se encontraba otra pasajera… brasileña también! El recogido hasta el parque tardó menos de una horita, y como charlábamos con la chica, pasó corriendo.
Fuimos los primeros en llegar (Pattara organiza grupos de 6 personas, éramos 3) y nos dejaron en la zona de los elefantes pequeños. Qué emoción! Pero sin adelantarme mucho… era un terreno enorme, los elefantes estaban sueltos (30 hectáreas la zona en la que estábamos), todo muy limpio, bien cuidado y los elefantes no presentaban marcas de cadenas en las patas ni heridas en el cuerpo.
Como decía antes, esperamos en un recinto, a campo abierto, por nuestros 3 compañeros que faltaban en el grupo. En este recinto teníamos 3 elefantes hembras con sus crías de apenas algunos meses. Y es que los elefantes son muy curiosos y sociables. Nos lo pasamos genial. Jugaban con nosotros, nos iban a buscar donde estuviéramos para rascarlos, no querían comida, solo querían atención y jugar. Una experiencia de lo más emocionante. Estuvimos una horita y algo en esto. Cuando llegan nuestro compañero nos vamos los 6 con un instructor / guía que nos explica que haremos durante el día, como se distribuirán las tareas a lo largo del tiempo, en qué consiste el proyecto de Pattara Elephant Camp. Nos explican que su filosofía es de preservar, adoptar elefantes que han sufrido maltratos o explorados, y que tienen un programa de repoblación que está funcionando bastante bien. Nos explican que varias familias viven de esta actividad turística, por lo que al participar ayudamos con la preservación y el cuidado de la especie en la zona, así como con la supervivencia condigna de las tribus alrededor.
Nos distribuyeron los elefantes, yo me quedé con un macho, joven, se llamaba “Su”. Al principio algo desconfiado estaba, pero luego no me dejaba en paz. Nos dan una sesta con comida (plátanos y caña de azúcar creo que era) para “comprar” a nuestro nuevos amigos. Nos incitan a darles muchas caricias, y hablarles. Funciona! “Su” se apega muy rápidamente a mí y está siempre atento a todas las ordenes que le doy (nos enseñan a pedir que anden, que paren, que se acuesten para limpiarlos bien, que se levanten, que abran la boca para darles la comida y que no nos la arranquen de la mano). La primera parte del entrenamiento era esa, establecer lazos con nuestro elefante, aprender a cuidarlo, limpiarlo, alimentarlo, identificar si está estresado, nervioso o tranquilo y relajado. Nos enseñan las señales principales de enfermedad y identificar si están sanos, tanto a nivel físico como psicológico.
Después hacemos una pausa, y vamos a comer. Nos preparan un almuerzo típico de la zona. Todo con muy buena pinta, mucha fruta! Descansamos una horita y nuevamente nos ponemos al trabajo.
Esta vez toca montar el elefante e irnos a una pequeña cascada donde le bañaríamos. Y así fue, nos subimos al elefante a pelo y realizamos una buena caminada por en medio de la floresta (una pasada de escenario). Aquí debo decir algo… es todo muy bonito, todo muy genial, los elefantes son muy cariñosos, pero al igual que los tigres son animales (salvajes) e además de un porte bastante importante. Al iniciar el “tour” firmamos un documento en el tomamos conocimiento de los peligros que suponía el contacto con estos animales y es que esto no se hace por un acaso. Accidentes pueden pasar y tenemos todos que estar muy conscientes de ello. Un accidente fue lo que pasó con mi grupo… y es que, aunque cada elefante tiene un “entrenador” siempre junto, no se puede controlar animales de este porte con facilidad. Aunque no había mala intención, uno de los elefantes se asustó con una de la crías (que estaba más loca que yo qué sé… en vez de seguir a la madre, iba caminando por entre los árboles y los tiraba al suelo). Resultado, el elefante salió corriendo con uno de los visitantes encima… una chica japonesa, la pobre no ganó para el susto, y no era para menos, se quedó morada de las ostias de los árboles y al final decidió tirar se al suelo porque sabía que a seguir así se mataría (aunque podía haber sido pisada por otro elefante que estuviera corriendo también). Fue realmente peligroso ese momento, no lo dudéis, y no solo a causa de eso puedo deciros que el montar en elefante es totalmente dispensable, lo único que realmente no disfruté ese día (es mucho tiempo andando encima del animal, subiendo y bajando colinas). Me parece dispensable porque me costó algo el estar tanto tiempo montado, me parece dispensable por el peligroso que puede suponer algo así, porque en realidad no lo disfruté tanto (aunque me gustó) y también el animal (aunque no creo que le hiciera diferencia que yo estuviera. Total, la chica apareció entre los árboles, no se mataba de risa, pero sonreía… una sonrisa algo “amarilla” como se suele decir en Portugal, pero sin grandes males seguimos viaje y tan solo nos detuvimos al llegar a las cascadas.
En las cascadas nos lo pasamos genial también. A los elefantes les encantan el agua y se metieron sin problemas. Vaya lo que me costó bañarle. Cansado estaba al final.
Después de todos esto terminaba el día y nos entregaron dos DVD’s a cada participante (uno de los DVD’s tenía nada más nada menos que 800 fotos sacadas por el fotógrafo profesional del parque! Y el otro tenía unos cuantos videos). Todo perfecto, un día más espectacular, súper divertido y muy bien aprovechado. Pero no terminaba aquí.
A las 16:30 llegamos al hotel, agotados de la faena. Nos dimos una ducha rápida y salimos corriendo… a la piscina del hotel! Tumbonas, una bebidas refrescantes y estuvimos así hasta las 20:00 cuando volvimos a subir a la habitación, nueva ducha, nos vestimos y nuevamente a pasear! Era domingo, y que hay los domingos en el centro de Chiang Mai? El Sunday Walking Street! Un mercado al aire libre.
Nuevamente nos dirigimos a Tha Pae Gate, a comer en el Burger King y cuando llegamos pudimos ver un pequeño deslumbre de lo que sería el mercadillo. Calles encerradas al tráfico, gente a tope, chiringuitos por todos lados! Bueno bueno que vida, que pasada.
Comimos y empezamos a pasear… imposible andar sin chocarte con alguien. Estaba a reventar. Como no habíamos ido a ver los tempos que quería, en el día anterior, decidimos caminar y buscarlos. Y es que los templos estaban todos abiertos, aun celebrando Loy Krathong!!!! Que genial. Ceremonias por todos lados. Entrabamos y salíamos, las decoraciones preciosas, las ceremonias… asistimos a una en la que solo podían pasar los monjes (estábamos de fuera) y podías claramente ver: el recinto tenia velas en el suelo por todas partes, linternas en los arboles y los monjes sentados realizando sus oraciones, mantras y otros tantos soltando linternas. El ambiente, la decoración, todo muy bonito y lo recomiendo igualmente. Creo que preferí visitar los templos por la noche con esa vida que durante el día en Bangkok. Los templos que visitamos fueron: Wat Phra Singh; Wat Chedi Luang; Wat Phan Tao (la ceremonia de los candelabros fue aquí). Me encantaron. Había muchos más, claro está, uno a casa esquina, pero no podíamos entrar en todos y la gran mayoría no se destacaba como esos 3.
Agotados volvimos al hotel. Una vez más nos acostamos y dormimos en seguida.
Para este día había realizado una pesquisa exhaustiva sobre el tema de los elefantes. Miro todas las actividades que existen y que envuelvan elefantes. Las actividades de elefantes en un circo paso automáticamente. Ver a un elefante pintar? Realizar acrobacias? Bailar? Pero que le pasa a la gente para gustarle algo así??? Montar en un elefante con una silla, paso también. No fue difícil encontrar buenos comentario (y algunos malos claro) sobre algunos tours más privados y a la vez naturistas. Tenía claro, cuidar a un elefante durante todo el día me parecía una idea estupenda.
Encontré 3 sitios que me parecían bien (por los comentarios y la filosofía. El Woodys, el nature y el Pattara. Los dos últimos el doble del precio del primero, lo que significa que el Woodys cobraba 75 Eur y los otros dos 150 Eur por persona. Las diferencias: el woodys eran dos personas por elefante, el nature era un grupo de personas y el Pattara un elefante una persona. En el Nature no podías montar el elefante. Ahora bien, aunque no es que me hiciera gran ilusión montar un elefante, no quería estar con un grupo tan grande de gente para un solo animal (aunque la filosofía de este parque me parece, de todas las más correctas): en este parque observas los elefantes, la interacción, por lo que he entendido, no es tan estrecha. Lo descarté… lo sé, lo sé… confieso que por egoísmo, porque quería algo más personal. Al final elegí pagar más caro, un elefante por persona, porque en Woodys era un elefante para cada dos, lo que significaba que montarían dos personas al animal. La idea de este parque es cuidar a un elefante por un día (de 8.00 a 16.00), crear lazos con el animal, aprender a cuidarlo, señales de enfermedad, bañarlo, alimentarlo y claro montarlo para darte una vuelta.
No recogieron en el hotel, y debo de decirlo bastante puntuales (para lo que estábamos acostumbrado!), tan solo 30 minutos de retraso. El coche bastante bien y dentro ya se encontraba otra pasajera… brasileña también! El recogido hasta el parque tardó menos de una horita, y como charlábamos con la chica, pasó corriendo.
Fuimos los primeros en llegar (Pattara organiza grupos de 6 personas, éramos 3) y nos dejaron en la zona de los elefantes pequeños. Qué emoción! Pero sin adelantarme mucho… era un terreno enorme, los elefantes estaban sueltos (30 hectáreas la zona en la que estábamos), todo muy limpio, bien cuidado y los elefantes no presentaban marcas de cadenas en las patas ni heridas en el cuerpo.
Como decía antes, esperamos en un recinto, a campo abierto, por nuestros 3 compañeros que faltaban en el grupo. En este recinto teníamos 3 elefantes hembras con sus crías de apenas algunos meses. Y es que los elefantes son muy curiosos y sociables. Nos lo pasamos genial. Jugaban con nosotros, nos iban a buscar donde estuviéramos para rascarlos, no querían comida, solo querían atención y jugar. Una experiencia de lo más emocionante. Estuvimos una horita y algo en esto. Cuando llegan nuestro compañero nos vamos los 6 con un instructor / guía que nos explica que haremos durante el día, como se distribuirán las tareas a lo largo del tiempo, en qué consiste el proyecto de Pattara Elephant Camp. Nos explican que su filosofía es de preservar, adoptar elefantes que han sufrido maltratos o explorados, y que tienen un programa de repoblación que está funcionando bastante bien. Nos explican que varias familias viven de esta actividad turística, por lo que al participar ayudamos con la preservación y el cuidado de la especie en la zona, así como con la supervivencia condigna de las tribus alrededor.
Nos distribuyeron los elefantes, yo me quedé con un macho, joven, se llamaba “Su”. Al principio algo desconfiado estaba, pero luego no me dejaba en paz. Nos dan una sesta con comida (plátanos y caña de azúcar creo que era) para “comprar” a nuestro nuevos amigos. Nos incitan a darles muchas caricias, y hablarles. Funciona! “Su” se apega muy rápidamente a mí y está siempre atento a todas las ordenes que le doy (nos enseñan a pedir que anden, que paren, que se acuesten para limpiarlos bien, que se levanten, que abran la boca para darles la comida y que no nos la arranquen de la mano). La primera parte del entrenamiento era esa, establecer lazos con nuestro elefante, aprender a cuidarlo, limpiarlo, alimentarlo, identificar si está estresado, nervioso o tranquilo y relajado. Nos enseñan las señales principales de enfermedad y identificar si están sanos, tanto a nivel físico como psicológico.
Después hacemos una pausa, y vamos a comer. Nos preparan un almuerzo típico de la zona. Todo con muy buena pinta, mucha fruta! Descansamos una horita y nuevamente nos ponemos al trabajo.
Esta vez toca montar el elefante e irnos a una pequeña cascada donde le bañaríamos. Y así fue, nos subimos al elefante a pelo y realizamos una buena caminada por en medio de la floresta (una pasada de escenario). Aquí debo decir algo… es todo muy bonito, todo muy genial, los elefantes son muy cariñosos, pero al igual que los tigres son animales (salvajes) e además de un porte bastante importante. Al iniciar el “tour” firmamos un documento en el tomamos conocimiento de los peligros que suponía el contacto con estos animales y es que esto no se hace por un acaso. Accidentes pueden pasar y tenemos todos que estar muy conscientes de ello. Un accidente fue lo que pasó con mi grupo… y es que, aunque cada elefante tiene un “entrenador” siempre junto, no se puede controlar animales de este porte con facilidad. Aunque no había mala intención, uno de los elefantes se asustó con una de la crías (que estaba más loca que yo qué sé… en vez de seguir a la madre, iba caminando por entre los árboles y los tiraba al suelo). Resultado, el elefante salió corriendo con uno de los visitantes encima… una chica japonesa, la pobre no ganó para el susto, y no era para menos, se quedó morada de las ostias de los árboles y al final decidió tirar se al suelo porque sabía que a seguir así se mataría (aunque podía haber sido pisada por otro elefante que estuviera corriendo también). Fue realmente peligroso ese momento, no lo dudéis, y no solo a causa de eso puedo deciros que el montar en elefante es totalmente dispensable, lo único que realmente no disfruté ese día (es mucho tiempo andando encima del animal, subiendo y bajando colinas). Me parece dispensable porque me costó algo el estar tanto tiempo montado, me parece dispensable por el peligroso que puede suponer algo así, porque en realidad no lo disfruté tanto (aunque me gustó) y también el animal (aunque no creo que le hiciera diferencia que yo estuviera. Total, la chica apareció entre los árboles, no se mataba de risa, pero sonreía… una sonrisa algo “amarilla” como se suele decir en Portugal, pero sin grandes males seguimos viaje y tan solo nos detuvimos al llegar a las cascadas.
En las cascadas nos lo pasamos genial también. A los elefantes les encantan el agua y se metieron sin problemas. Vaya lo que me costó bañarle. Cansado estaba al final.
Después de todos esto terminaba el día y nos entregaron dos DVD’s a cada participante (uno de los DVD’s tenía nada más nada menos que 800 fotos sacadas por el fotógrafo profesional del parque! Y el otro tenía unos cuantos videos). Todo perfecto, un día más espectacular, súper divertido y muy bien aprovechado. Pero no terminaba aquí.
A las 16:30 llegamos al hotel, agotados de la faena. Nos dimos una ducha rápida y salimos corriendo… a la piscina del hotel! Tumbonas, una bebidas refrescantes y estuvimos así hasta las 20:00 cuando volvimos a subir a la habitación, nueva ducha, nos vestimos y nuevamente a pasear! Era domingo, y que hay los domingos en el centro de Chiang Mai? El Sunday Walking Street! Un mercado al aire libre.
Nuevamente nos dirigimos a Tha Pae Gate, a comer en el Burger King y cuando llegamos pudimos ver un pequeño deslumbre de lo que sería el mercadillo. Calles encerradas al tráfico, gente a tope, chiringuitos por todos lados! Bueno bueno que vida, que pasada.
Comimos y empezamos a pasear… imposible andar sin chocarte con alguien. Estaba a reventar. Como no habíamos ido a ver los tempos que quería, en el día anterior, decidimos caminar y buscarlos. Y es que los templos estaban todos abiertos, aun celebrando Loy Krathong!!!! Que genial. Ceremonias por todos lados. Entrabamos y salíamos, las decoraciones preciosas, las ceremonias… asistimos a una en la que solo podían pasar los monjes (estábamos de fuera) y podías claramente ver: el recinto tenia velas en el suelo por todas partes, linternas en los arboles y los monjes sentados realizando sus oraciones, mantras y otros tantos soltando linternas. El ambiente, la decoración, todo muy bonito y lo recomiendo igualmente. Creo que preferí visitar los templos por la noche con esa vida que durante el día en Bangkok. Los templos que visitamos fueron: Wat Phra Singh; Wat Chedi Luang; Wat Phan Tao (la ceremonia de los candelabros fue aquí). Me encantaron. Había muchos más, claro está, uno a casa esquina, pero no podíamos entrar en todos y la gran mayoría no se destacaba como esos 3.
Agotados volvimos al hotel. Una vez más nos acostamos y dormimos en seguida.