Ecuador del mar al Amazonas ✏️ Blogs de Ecuador

Desayunamos temprano y salimos caminando a la terminal de buses.
Preguntamos algunos horarios para nuestra vuelta y combinaciones y esperamos hasta las 10,30 hs. Viajamos durante 3 ½ horas hasta Puerto Río Napo que estaba a 10 minutos de Tena que es la ciudad principal de la zona.

El viaje fue con sol, lluvia, montañas y llanos casi todo el viaje con calor porque aquí encontramos una costumbre tramposa de los choferes; al salir de la terminal el bus está fresco y con el aire acondicionado funcionando pero a los 10/15 minutos lo cortan y aunque les pedí que lo prendieran sólo abrieron las pequeñas ventanillas de emergencia y la escotilla del techo. Llegando a nuestra parada (a 15 minutos de la terminal de Tena) lo prendieron para llegar de esa forma frescos a su destino final que era Tena. Lo hicieron en varios viajes en esta región, incluso en un viaje hasta Cuenca y de allí a otros lugares. Pregunté y me dijeron que la gente no quiere aire… mi interpretación es que gastan menos combustible y al llegar lo roban para uso particular. Al final del viaje hice la denuncia a través de la web de la secretaría de transporte de Ecuador pero no recibí respuesta a pesar de ofrecer fotos de los buses con patentes y números de internos.

Bajamos en el puente y el chofer nos indicó que “aquel bus verde es el que sale a Misahuallí”. El problema es que el bus verde estaba a dos cuadras y tuvimos que correr a las 13,30 hs. con un sol fuerte y en subida. Cuando llegamos seguía subiendo gente y quería irse porque estaba lleno; le hice señas al conductor que éramos 2 personas y pidió a los pasajeros que se corrieran hacia atrás. Era el horario de salida de la escuela y estaban todos los niños de la zona; entramos a presión y viajamos los primeros 10 minutos con un niño en el soporte delantero del bus, dos en un asiento para el acompañante del chofer y mi mochila chica sobre el tablero. Fue inolvidable. Poco a poco se fueron bajando los niños y ya pudimos estar parados pero seguros y agarrados de algo…
El pasaje cuesta $ 0,50 desde Tena a Misahuallí o a cualquier parada intermedia. Como en todo Ecuador uno sube y se ubica pagando recién al bajar salvo en el Metro que se paga en las paradas fuera del bus (Guayaquil). También la mayoría de los buses tienen un TV grande al frente donde proyectan películas desde que sale hasta la llegada a destino y la mayoría tiene cargadores USB y algunos wi fi.


Nosotros íbamos al Albergue Español y como quedaba sobre la ruta nos dejaron en la puerta (1/2 hora de viaje). Como ya era costumbre, nuestra reserva no estaba agendada pero tampoco hubo problemas porque casi no había gente. El hostal está a 150 mts. de la plaza principal y a 100 mts. del río Napo, afluente principal del Amazonas, pero no se puede llegar en línea recta por otras viviendas pegadas al río.
La habitación era muy cómoda aunque sin aire acondicionado. Tenía agua caliente las 24 hs. TV, ventilador y un balcón hacia el río.

Los dueños son una pareja de una chica ecuatoriana y un chico francés que la conoció y se vino a vivir a la selva hace algunos años. También tienen un lodge con 500 ha. de reserva privada en plena selva, a 1 ½ horas desde Puerto Misahuallí que era más caro. Por nuestra habitación con desayuno pagamos $ 30 por noche.

Nos instalamos, comimos unas galletas y nos fuimos a caminar por el pueblo y conocer el río. El pueblo es chico, 5 cuadras por 3 aproximadamente. En la plaza principal viven 11 monos capuchinos que son la atracción del pueblo y la municipalidad los cuida y alimenta; en noviembre nacieron 2 crías y andaban en la espalda de sus madres. No son agresivos aunque sí atrevidos y recomiendan no tener elementos brillantes porque los quieren agarrar y se suben a los árboles.


Hay poca gente y durante los fines de semana tiene mucho turismo local (Tena y zona) y muchos extranjeros van a los lodges en plena selva. Fuimos hasta el río y encontramos la unión de los ríos Misahuallí y Napo. Había una playa de arena larga y mucha sombra y un sector para bañarse; el agua estaba fría pero nos bañamos igual porque hacía mucho calor.


Después mientras estábamos tirados en la playa me atacaron algunos insectos muy chicos porque nunca los veía que me picaron los tobillos y molestaron un par de horas por lo menos. Había una promoción de paseos en canoas (metálicas, con potentes motores de aproximadamente 12 metros con asientos laterales) que eran carísimas. Una excursión de 1 día por el río y algunas paradas en lugares de “interés” costaba $ 100 por persona; la más económica consistía en 20 minutos de paseo sin bajar por $ 15 cada persona. Éste último prácticamente lo veíamos ya que pasaba por la zona cercana a nuestro lugar de baño, doblaba por el río Napo unos instantes y seguía después de la unión de los ríos 500 metros y regresaba. Una estafa.

Cenamos en el pueblo una pizza con una jarra grande de jugo de piña por $ 7. Volvimos y nos acostamos temprano.

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Nos levantamos, bajamos a sentarnos frente al río y Theo nos sirvió un desayuno espectacular que no terminamos y conversamos con él sobre actividades en la zona de bajo costo.

Nos recomendó algunas opciones y salimos en bus urbano ($ 0,50) hasta la Cascada de la Lata distante a 8 km. El precio de la entrada es de $ 3 y hay un sendero muy lindo en un ambiente selvático con infinidad de sonidos que dura aproximadamente 45 minutos hasta acceder a la zona de la cascada; antes hay otras posibilidades para los que no quieren caminar tanto y les interesa bañarse y disfrutar otras cosas.


La cascada no es grande pero es algo original y con un entorno que lo enriquece; el agua estaba fría y llegamos hasta la parte de atrás del salto de agua. Nos quedamos un rato al sol junto a otras personas que había en el lugar esperando que se seque la ropa ya que llegamos todos mojados de la humedad y calor que hace.

Al volver decidimos improvisar e intentamos volver por el cauce del río sin saber si era posible porque nos habían dicho que había otros saltos menores durante el camino. Hubo 2 o 3 lugares bastante complicados que nos obligaron a bajar las mochilas con sogas y ensuciar nuestros pantalones o mallas arrastrándonos por el suelo, troncos, barro o hilos de agua para evitar una peligrosa caída. Finalmente llegamos a la última poza u olla (entramos a verla al comenzar el sendero) y aprovechamos a bañarnos un rato largo ya que estaba muy linda y fresca; tenía una forma de canales angostos de casi 1 mt. de profundidad con pendiente lo que lo convertía en un gran tobogán que terminaba en una pileta grande y profunda acompañados de lejanos truenos que avecinaban tormenta.



Allí retomamos el sendero y en pocos minutos estábamos en la puerta de acceso; conversamos un rato con el dueño que nos contó que además de esa actividad trabajan una parcela donde producen plátanos, yuca y maíz. Nos sorprendió cuando nos contó que se dio cuenta hace un tiempo que el uso de agroquímicos le hacía mal y dejó de usarlos aunque produzca menos. Originalmente se los regalaban para que mejoren sus rendimientos y después era muy difícil dejarlo; casi como la metodología en las drogas…


Volvimos en otro bus, nos dimos una ducha y esperamos un rato porque parecía que estaba por llover aunque no lo hizo en ese momento tal como nos sugirió Theo. Generalmente llueve durante la noche y madrugada.

Salimos a cenar “Maito de Tilapia”, plato típico del lugar que consiste en una tilapia (pez) envuelto en 3 hojas de bijao (planta selvática) a la parrilla. La 1º hoja se quema, la 2º se pone negra y la 3º es la fuente del pescado. El plato se sirve acompañado de yuca, arroz y salsa acompañado por “Guayusa”, bebida hecha a base de las hojas de una planta amazónica energizante. Se usan las hojas que se hierven como una infusión y se rebaja con agua en partes iguales; se toma caliente o fría y se puede agregar limón, azúcar u otros elementos. Muy rica. Pagamos por la cena más una sprite $ 4,70.-

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Nuevamente desayunamos de forma muy abundante y variada respecto a ayer.

Organizamos a través de Theo una excursión por el río Napo pero desde otro lugar con una persona conocida por él. Viajamos con Theo hasta el puerto que lleva a Ahuano, pequeño pueblo distante 25 km. de Puerto Misahuallí y nos cobró igual que un taxi.


Allí subimos a una canoa larga de metal con un motor Evinrude 60 hp. que manejaba Pedro, un muchacho muy educado y conocedor de la zona y sus habitantes; hablaba quechua y pertenecía a la agrupación aborigen de esa región. Paramos y recorrimos una plantación de cacao ($2) con una buena explicación de su plantación y proceso para terminar degustando chocolate amargo con plátanos y tostadas y guayusa.



Más tarde bajamos en un Centro de Recuperación de Fauna ($ 3), una Ong que mediante convenios tiene a voluntarios como guías y recibe animales decomisados de procedimientos de la Policía o Inspectores. Los que son pasibles de liberar son mantenidos en cuarentena para prevenir enfermedades y soltados en la zona. Muchos de los que vimos no se pueden liberar porque tienen problemas o limitaciones físicas. No nos pareció tan interesante salvo la posibilidad de ver especies que son muy difíciles de observar en la selva como una anaconda, pecaríes, monos ardilla, caimanes y otros.

Finalmente visitamos a una familia nativa conocidos de Pedro que nos mostraron su forma de vida, Teresa, una mujer mayor es la responsable de la preparación de la “chicha”, bebida alcohólica que se produce por fermentación de una pequeña porción de camote en este caso, que se agrega a la yuca, tubérculo que se hierve y aplasta antes de mezclarse y esperar 24 hs. Tradicionalmente los grupos Shuar, aborígenes de la región del amazonas ecuatoriano preparaban la yuca masticándola pero ha sido abandonada esta práctica por los riesgos de contagio de numerosas enfermedades y ahora se hace a mano sobre un cuenco. Es una bebida ancestral y de mucha simbología en su cultura.


Hay una particularidad que merece destacarse en la preparación y la relación que los grupos nativos mantienen con el ambiente: todos usan al ambiente desde la antigüedad, antes con cerbatanas con curare y ahora con armas, antes cazaban recorriendo la selva hoy plantan y tienen pequeños criaderos abiertos de donde toman lo necesario. Para rallar el camote usan partes del “árbol que camina” (Socratea exorrhiza); son las raíces de un árbol que presenta sus raíces elevadas de la superficie del suelo en forma de patas con espinas cortas y duras parecidas al mangle aunque éste no tiene espinas. El árbol provoca un mayor crecimiento de raíces hacia el lado que recibe más sol y seca y desprende las restantes; de allí el nombre que tiene ya que se mueve hasta 20 cm. al año en busca de mejores condiciones ambientales. Parte de esas raíces son usadas como rallador.


Teresa no habla español pero lo entiende, entonces Pedro hacía las veces de intérprete; 3conversamos un rato sobre sus costumbres sociales, trabajos, sobre la influencia de la tecnología en su cultura, etc. Fue muy interesante. Más tarde nos llevaron a conocer una laguna donde hay una buena cantidad de caimanes enanos (2 mts) y en ese momento muchas crías que estaban acostumbradas a acercarse para recibir comida, incluso una tortuga también llegó hasta el improvisado muelle. Supongo que ante nuestro interés en la fauna nos invitaron a ver un nido de caimán de aproximadamente 30 huevos con las precauciones de no acercarnos porque la madre está cuidando el nido. Mis conocimientos sobre la reproducción de reptiles, salvo excepciones, es que ponen huevos en diferentes ambientes y el clima aporta el calor y las condiciones para el desarrollo de las crías sin cuidados de ningún tipo. Grande fue mi sorpresa cuando apareció entre los pastos un caimán grande ubicado a 3 o 4 metros del nido. Siempre es agradable aprender algo nuevo.

Nos contaron que la hembra una vez que nacen las crías las lleva a una pequeña laguna durante un tiempo para evitar el canibalismo por parte de los machos fundamentalmente en la laguna grande en la que habíamos estado.
Conocimos y probamos varias plantas; la más llamativa fue la planta de ajo que si uno mastica sus hojas es como masticar un diente de ajo. Nos mostraron la parte aérea de la yuca y es muy parecida a la marihuana y otra con fuerte olor a mentol.

Regresamos navegando el Napo; es un río ancho y de fuerte correntada con muchos afloramientos de piedras y breves y bajos saltos quizás por eso las canoas son metálicas.

Tomamos un taxi ($ 8) hasta el hostal para volver más rápido que en bus porque debíamos acomodar todo y llegar a Tena para volver a Baños tratando de no llegar muy tarde.

Nos duchamos y salimos hacia la plaza a esperar el bus: compramos hojas de guayusa y nos indicaron que hay taxis que traen gente al pueblo y para no volver vacíos ofrecen el servicio a $ 1 que es más caro que el bus pero también más rápido y nos dejaba en la terminal directamente. Por suerte apareció una señora y salimos enseguida. Apenas llegamos en menos de ½ hora salimos hacia Baños en la empresa Sangay por $ 5,25.
Cuando salimos volvimos a vivir el desagradable episodio de quitar el aire acondicionado con una temperatura altísima. Nuevamente lo único que hicieron fue abrir las pequeñas ventanas de emergencia. En este viaje en particular podría agregarle exceso de velocidad en lugares de riesgo, pegados a un precipicio, el acompañante comiendo alguna fruta que compró en la calle y tiraba en las calles los restos durante un buen rato, pasar vehículos con doble línea amarilla y atravesar los lomos de burro en los pueblos como si no existieran. Muy mala experiencia.

Llegamos alrededor de las 18 hs y caminando de regreso al hostal compramos unas salchichas y fruta para la cena. Nos duchamos y preparamos la comida agregando “Mote” que nos ofreció María, la empleada del hostal y que tenía una chacra en la zona. Se trata de maíz seco que se pela con cenizas y después de pelado se hierve como acompañamiento o para comer solo. Lo probé con sal solamente y me pareció muy rico.

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