![]() ![]() 15 días con chavales por la Costa Oeste ✏️ Blogs de USA
Dos semanas de roadtrip con los chavales. Desde Las Vegas, Zion Park, Bryce Canyon, Lake Powell, Page, Antílope Canyons, Horseshoe bend, Monument Valley, Grand Canyon, Williams, ruta 66, Los Ángeles.Autor: Mamitrotera Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.8 (12 Votos) Índice del Diario: 15 días con chavales por la Costa Oeste
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Etapas 7 a 9, total 15
Hoy el plato fuerte llegaría por la tarde al llegar a Monument Valley. El planning mañanero incluía disfrutar del hotel hasta la hora del check out (las 11h), hacer la colada y tirarnos a la carretera a fundir kilómetros.
Desayunamos en la terraza con nuestras provisiones del Wallmart y vagabundeamos un poco más por todo el hotel por última vez. Leímos en un cartel que se podían pedir pizzas y te las llevaban a la habitación. Entendimos por qué cuando salíamos de la piscina la noche anterior vimos varias personas cenando pizza en distintos cenadores y mesas que hay ubicados aquí y allá en el hotel. Nos dio la risa pensando en que nosotros habíamos perdido el tiempo yendo al super y luego preparándolas en el microondas. En fin. Ya lo sabéis. Hicimos el check out y nos fuimos a hacer la colada. Ya apenas nos quedaba ropa limpia. La lavandería estaba en el camping, al lado de la playa. Mientras esperamos nos gastamos unos cuantos dólares en la tienda de souvenirs que hay al lado muy oportunamente ubicada. Y como llegaba el wifi del hotel aproveché para hacer una videollamada a mis amigas y tirar algunas fotos más del lago. Con ropa limpia y seca emprendimos rumbo a Monument Valley. De camino paramos a comer en Kayenta. Tenía apuntado un supermercado llamado Bashas donde leí que además de comprar se podía comer, así que lo grabé en el gps. Y eso hicimos, compramos para cenar y de paso comimos allí. Había un puesto de comidas preparadas y entre toda la oferta, increíblemente había opciones sanas!!! yujuuuu!! Entre tanto rebozado y fritos estaba ya hasta el moño y me pedí un muslo de pollo asado con verduras que me supo a gloria bendita. Ya ves, en aquel supermercado, en una mesa junto a una cristalera con vistas al aparcamiento creo que comí la mejor comida de todo el viaje. Quien me iba a decir que preferiría unas judías y carlotas a patatas fritas.... pues divinamente que me las comí jajaja. Eso sí, luego me metí un batido del Starbucks. Lo siento, pero estaba allí y no podía dejar de mirar el cartel que subliminalmente me decía: pídeme, pídeme... Nos restaba una escasa media hora de carretera para llegar. Íbamos muy bien de tiempo. Aquella zona como sabréis está gestionada por los indios así que tocó pasar por caja en el puesto que yo llamo puesto fronterizo, barrera, control... Aquí no hay anual pass que valga y pagamos 32$ (8$ cada uno). Sólo admiten tarjetas. Le dije a la chica de la barrera que íbamos al hotel The View y me dió la Bienvenida, pero no me perdonó el pago, cosa que ya sabía pero por probar... Antes de llegar al control me fijé que había un Visitor Center Navajo al lado de la carretera pero no presté más atención. Tampoco habían coches, solo algunos 4x4 de empresas de tours aparcados. No le dí más importancia. Tenía muchas ganas de llegar. Apenas diez minutos después llegamos al hotel The View. Madre mía que enclave más bonito. Dejamos el coche en el parking y nos fuimos derechos a recepción. Otra familia estaba haciendo el check in pero enseguida nos atendieron. Tenía muy claro que quería dormir en este hotel por eso fui perseverante durante muchos meses antes vigilando su web por si había alguna habitación libre. En una agencia de viajes de mi ciudad pregunté si ellos podrían hacerme la reserva. Pensé que igual a ellos les sería más fácil pero me dijeron que era imposible que estaba completo. Yo soy muy terca y todos los días bicheaba la web del hotel por si soltaban algo y bingo. Un día ví la opción de habitaciones con cama doble. Casualmente quedaban dos libres, de esas que son más amplias para personas con sillas de ruedas y no me lo pensé. Las reservé. Hasta ahora todas las reservas que tenía eran de una habitación con dos camas dobles para los cuatro, pero ante la imposibilidad de conseguir una con esas características aquí, me lancé y reservé dos habitaciones con una cama doble cada una. Doble gasto sí, y grande, también, pero los chicos estaban encantados de tener por una vez su propia habitación y yo super contenta de saber que iba a pasar la noche aquí. Tengo que confesar que cuando entré a mi habitación en la segunda planta y vi la terraza con esas vistas dije: Quéeeeee, toma mi dinero!!!!! Y olvidé por completo el desembolso. De todas formas pregunté en recepción si tenían alguna habitación cuádruple porque unos días antes leí en su web que habían habitaciones disponibles por cancelaciones de última hora. La chica revisó pero esa noche estaban al completo. Así que aquí nos dimos el homenaje del viaje. Nos acomodamos y salimos a inspeccionar el hotel y los alrededores. Es una belleza. El edificio imita el color del paisaje y la arquitectura hace lo imposible por mimetizarse con el entorno. De otro modo hubiera sido un crimen. Hay restaurante y un rincón con snaks. La indispensable tienda de regalos y unas terrazas y miradores varios con mesas, sillas y taburetes donde contemplar el mágico atardecer. No hay piscina. Dada la falta de agua sería un insulto. Tampoco la echamos en falta. Paseamos por los alrededores tirando fotos aquí y allá. Cualquier sitio era un punto fabuloso para hacer un buen encuadre. Los chavales se encontraron a una familia francesa con la que habíamos compartido hotel en Zion y estuvieron toda la tarde entretenidos con las hijas, mientras mi marido y yo nos relajamos tomando algo en una de las terrazas del hotel contemplando el que sería uno de los mejores atardeceres de mi vida. A las 8,15 p.m. justo en ese momento en el que el sol se esconde, se proyecta su luz en sentido contrario y todas las montañas se tiñen de un potente naranja llegando al rojo. Impresionante estampa. La meseta, aquellas tres moles de roca al frente totalmente encendidas y nosotros allí formando parte del momento. Mágico. Hay que vivirlo. Si no tenéis oportunidad de alojaros en el The View, también podéis disfrutar del espectáculo. Sus terrazas están abiertas al público en general, y si os da reparo pasar, justo al lado hay unos miradores donde también se comparte la misma vista del horizonte. Es impresionante. No dejéis de verlo. La cena también fue un éxito. Nos montamos un festín gastronómico en la terraza de nuestra habitación con aquellas vistas ya rozando la oscuridad. Debo decir que en este hotel las luces son muy tenues. Da la idea de querer pasar desapercibido, así que todo es muy tranquilo y silencioso, excepto por la música india que suena en el gran lobby, con forma de salón con muchos sofás de piel, mesas y sillas, algunas piezas de arquitectura metálicas y piezas de arte y una gran chimenea en el centro de todo. La sorpresa vino cuando desde la terraza vemos que en una de las fachadas del hotel ponen una peli de John Wayne, en blanco y negro, al puro estilo cine de verano. Y allí nos ves, a nosotros y a casi todos los huéspedes, unos desde sus terrazas y otros al caer de la pantalla, sentados en unos bancos viendo la peli. Qué ilusión ver en la peli los paisajes que teníamos ante nosotros pues había sido filmada en Monument Valley y cada tres por dos salía alguna imagen del paisaje. Aguanté hasta el final, ya en soledad, en la terraza, en inglés y con la sudadera puesta porque refrescó bastante. Que momentazo el de el The End en la fachada... Cuando acabó la peli todo se quedó a oscuras y reparé en el cielo. Qué disparate de cielo plagado de estrellas. Estaba completamente raso y parecía una competición por ver quién brillaba más. Qué locura de sitio. Cada vez estaba más agradecida por habernos quedado a dormir en este lugar. Y aún faltaba el amanecer.... Pero eso será en la próxima etapa. Etapas 7 a 9, total 15
Puse el despertador a las 5,30h. Por nada del mundo quería perderme el amanecer. Salí a la terraza y tapada con una toalla porque hacía bastante fresco me acomodé en una silla para ver el espectáculo. Qué colores, qué paz. Enseguida oí un click y me asomé. En la terraza de abajo había una persona tirando fotos y me fijé que había más personas que como yo habían madrugado para ver la salida del sol desde sus habitaciones.
Qué decir... fue un momentazo. A las 6,45h fui a llamar a los chicos y nos fuimos a desayunar. Al hacer el check in nos dijeron que teníamos el desayuno incluído. Nos dieron además, unos dtos. para gastar en la tienda de regalos y una botella de agua por persona. Perfecto todo. El desayuno era tipo buffet. No era para echar cohetes pero suficiente. Un poco de todo. A las 9 tenía contratado con la empresa Navajo Spirit el tour navajo por el loop del valle. También se puede hacer por libre pero tenía claro que quería hacerlo, pues lo de arriesgar el coche en esos terrenos no entraba en mis planes. Además que pensando en los chavales lo de ir en el 4x4 descapotable era más atractivo. En la propia web del hotel The View hay un enlace donde puedes ver todas las empresas que hacen estos recorridos que justo empiezan al lado del hotel. Algunas de ellas ofrecen paseos a caballo. Yo elegí Navajo Spirit porque me gustó su historia, era una empresa pequeña y familiar, y además tenían activo un código dto. Si lo hacéis con estas empresas mirad bien dónde os recogen pues cada una trabaja de una forma. Algunas os recogen en el mismo hotel The View, otras como la nuestra tuvimos que ir al Navajo Wellcome Center. Aquí nos surgió la duda de que al estar el Wellcome center antes del "peaje indio", y tener que salir nosotros para ir hasta allí (8 minutos en coche desde el hotel), si nos obligarían a pagar los 32$ al volver a entrar para hacer el loop. El tiket que me dieron ayer ponía que era solo válido para un día. Fuimos al Navajo Wellcome Center y habían tres 4x4 de una empresa muy popular en algunos blogs, llenos de gente, que salían en esos momentos. Un poco más retirado había otro 4x4, también descapotable con un señor recostado en el asiento del conductor. Nos acercamos y léimos el rótulo de la empresa en la puerta. Era la nuestra. El señor resultó ser muy agradable, comprobamos la reserva y tuvimos una breve conversación acerca del tour y diez minutos después estábamos en marcha, junto a otras tres personas más que vinieron en nuestro vehículo. Nuestro guía, Harold, que así se llamaba el señor, nos preguntó si llevábamos el tiket del "peaje" del día anterior o el resguardo del parking del hotel (te lo dan cuando te registras en recepción). Le dimos ambas cosas. Los otros señores también le dieron un justificante, así que cuando llegamos a la barrera, Harold se bajó del coche, los enseñó en la taquilla y continuamos. ¿Qué decir del loop? lo primero que comprobamos fue la cantidad de baches que había y lo despacio que andaban los coches particulares. Lo segundo fue la pericia y la soltura con la que Harold se manejaba, adelantando a otros vehículos en más de una ocasión. Se notaba que conocía el terreno de memoria. Nos gustó mucho que no hiciera el recorrido convencional, haciendo lo posible para no coincidir con otras personas en las paradas. Para ello, o adelantaba vehículos, o cambiaba el orden de los puntos a visitar, de manera que casi siempre estábamos solos. En el punto del caballo fue el único en el que tuvimos que compartir paisaje con otro grupo de gente. Añado: la foto subido al caballo cuesta 10$. Una vez concluída esta actividad debo decir que, efectivamente se puede hacer por libre, pero no tiene nada que ver con lo que ves con este tipo de empresas. Para empezar os arriesgáis a dañar los bajos del coche. Tampoco os explican nada. Solo os limitaréis a ir parando y haciendo fotos donde os guste. Pero es que no tiene color. Lo mejor e inmensamente más bonito está dentro de las áreas restringidas a las que sólo con ellos tendréis acceso. Esas formaciones de roca tan originales, las impresionantes cuevas, algunas con orificios superiores chulísimos. Las pinturas rupestres. La experiencia de recorrer esos caminos de arena que únicamente los 4x4 pueden superar. Y el momentazo único, que no sé si otras empresas harán, en el que Harold nos hizo recostarnos en la roca de una cueva y empezó a tocar una melodía con una flauta, dejándonos a todos mudos ante la insólita acústica y la paz que se hizo... Sobra decir también que las explicaciones que te van dando acerca del lugar, la importancia de los clanes, la historia, curiosidades sobre películas y vídeos grabados allí,etc te las pierdes si vas por tu cuenta. Yo os aconsejo que lo hagáis con ellos. Es una vez en la vida y el recuerdo es para siempre. En Monument Valley también hay trails como el WildCat Trail pero por altas temperaturas estaba cerrado. Otro dato importante que nos comentaron es que los drones están prohibidos en esta zona. Al terminar la actividad y ya con nuestro coche nos acercamos al Forrest Point, a escasos 13 minutos en coche según el gps. Habían algunas personas en mitad de la carretera haciendo la típica foto así que no tuvimos problema en encontrar el punto exacto. La verdad es que la panorámica es de postal. Nos hicimos nuestra foto, vimos una serpiente de cascabel en un arbusto (bueno lo de cascabel no sé yo. Quizá me he venido muy arriba, pero era blanca y negra y bastante bonita, sobre todo porque no nos hizo nada) y volvimos al coche con dirección al Gran Cañón. Una hora y media más tarde paramos en Tuba City a comer. Rápido y sin complicaciones en un KFC impoluto y seguimos. Entramos al Gran Cañón por la carretera Desert View y fuimos parando en todos o casi todos los miradores. El primero fue el Desert View Watchtower. Amenazaba tormenta y la estampa de bienvenida que nos dió el cañón fue impresionante. El cielo cubierto, niebla en diferentes cumbres, el río Colorado (que estaba verde) al fondo del cañón haciendo curvas como la serpiente que vimos antes. En fin, muy místico todo. Empezamos a entender la magnitud que teniamos ante los ojos, y la profundidad del cañón. No tuvimos dificultad para aparcar en todos los miradores. Los que más nos gustaron fueron el Lipan Point y el GrandView Point. Impresionantes vistas, impresionantes fotos. LLegamos a un cruce señalizado y giramos en dirección a Tusayán, a la izquierda. Allí pasaríamos la noche hoy, en el hotel Holidays Inn Express and Suites Grand Canyon. Llegamos tarde, aunque creo que aquí también había cambio de hora, qué lío. Nos acomodamos, duchamos y salimos a cenar en una de las múltiples opciones que este pueblo ofrece. La tarde había sido rara con momentos de lluvia, aguaceros, fresco, algún que otro rayo, así que ante la amenaza de mojarnos decidimos coger el coche para ir a cenar. El primero que vimos fue el Plaza Bonita, mexicano. Entramos. No somos muy fans de este tipo de comidas pero el local estaba lleno así que supongo que sería bueno. Nosotros optamos por platos sencillos. Aunque el hotel tenía piscina y jacuzzi interior no nos apetecía volver a llenarnos de cloro así que a la cama y a dormir. Mañana tocaba más Gran Cañón y viajecito en busca de la ruta 66. Estábamos justo en el ecuador de nuestras vacaciones, de momento sin incidentes. Etapas 7 a 9, total 15
Empezamos con un buen desayuno (incluído) en el hotel, donde la mayoría de los trabajadores hablan español. Recoger, chek out y listos para otra jornada. Dudamos si subir al parque con nuestro coche o dejarlo aparacado en el hotel y movernos en los buses gratis como habíamos estado haciendo hasta ahora. Al final decidimos hacerlo así. Ahorraríamos gasolina y tiempo. La parada más cercana del bus lila (es la que nos sube al parque desde Tusayán) está al otro lado de la calle, en la puerta del Grand Hotel. Enseñamos el anual pass a la conductora y en marcha. Primera parada Visitor Center para coger un mapa.
Nos vamos directos al Mather Point y alucinamos con las vistas. Inmensidad, así como resumen. Aunque había mucha gente se podía estar bien. Fuimos caminando hacia la izquierda bordeando el acantilado y no tuvimos problemas para sacar fotos chulísimas. Cada rincón, cada roca era un escenario perfecto para sentarse unos minutos a disfrutar de ese espectáculo y asimilar la grandeza de la naturaleza y lo pequeños que somos nosotros. Sin darnos cuenta llegamos hasta el Yavapai Point. Qué disparate de paisajes. En este punto teníamos dos opciones: coger los buses y seguir viendo el parque, o continuar haciendo algún trail. En el Gran Canyon hay cuatro líneas de buses. El lila, que es el que sube desde los hoteles de Tusayán al parque y viceversa. El naranja que se mueve por los miradores más cercanos al Visitor Center. El azul que une el Visitor Center y el Village, pasando por el Market Plaza (prácticamente la zona central). Y el rojo que te lleva hasta el punto más al oeste del parque, el Hermits Rest y vuelve hasta el Village. Estábamos en el Yavapai Point y decidimos de momento pasar de los buses y seguir haciendo el Rim trail hasta el Village, que nos quedaba a algo más de dos kilómetros. Nos encantó. Fuimos bordeando todo el rato el cañón. Este trail se llama también el Trail of Time. Muy curioso las indicaciones del suelo y las rocas que están expuestas a lo largo del camino. Recomendadísimo. Además con muchos tramos con sombra. En el Village había mucho ambiente. Entramos al Tovar Hotel a echar una ojeada. Me pareció una buena opción para alojarse, teniendo en cuenta que es un lugar con mucho trasiego de personas, alojadas o no, que entran y salen a curiosear, a la tienda de regalos, al restaurante, etc... Era el típico hotel de montaña, con su madera y sus cabezas de renos disecadas colgando en las paredes. Nos tomamos un helado en un puesto que tenían en la puerta, descansamos en los columpios de una de sus terrazas y como el que no quiere la cosa y engañando un poco a los chavales estiramos un poco más la ruta hacia el Bright Angel Lodge. La verdad es que quedarse en alguno de estos alojamientos que hay en el Village tiene que ser un lujo, sobre todo si la habitación da al cañón, menuda vistazas. Los chavales empezaron con las quejas, para ellos las vistas se estaban volviendo repetitivas y llegados a este punto, y anteponiendo la armonía y el disfrute familiar general optamos por irnos a comer. Me daba mucha pena despegarme de esos precipicios pero había llegado la hora de la despedida. Fuimos a la parada del bus azul y nos bajamos en el Market Plaza. Otro de los puntos situados en la zona central de esta parte del parque. Aquí también hay mucho movimiento pues tiene muchos servicios. Comimos en un bar que tenía terraza con mesas y sombrillas fuera. Pizza, sopa, burguers y postre fue nuestro menú. Todo muy rico y en medio de aquella privilegiada ubicación. Cuando nos íbamos llegaba un señor con una guitarra, supongo que tocaría pues también había otras personas como preparando cables y parafernalia para una actuación. Otra vez me agarró la pena por tener que irme de allí, pero era el momento de decir adios al Gran Canyon del Colorado. Cogimos bus azul otra vez hasta el Visitor Center y allí el bus lila, que nos bajaría hasta la parada del hotel donde habíamos dejado el coche por la mañana. De Tusayán hasta Williams hay unos 50 kilómetros. Siendo consciente de que nos habíamos dejado mucho por ver y disfrutar en el Gran Cañón, nos hubiese dado tiempo a hacer más rutas a pie por ejemplo, enfilamos carretera en dirección al siguiente hotel: el Comfort Inn de Williams. WILLIAMS. A las seis de la tarde salíamos del hotel, ya descansados y duchados para recorrer este pueblo que tanta fama tiene en plena ruta 66. Enseguida llegamos al centro y sus calles más típicas llenas de tiendas curiosas. Entramos a varias, siendo la que más nos sorprendió la de una señora que tenía en la entrada una mesa con varios indios jugando a las cartas. No voy a criticar nada, me limitaré a decir que la tienda era muy peculiar y la señora muy agradable jjj. Además de las muchas tiendas de souvenirs y los restaurantes, vimos los trenes que nos dieron mucho juego para hacer alguna foto chula. Los chavales y nosotros mismos subimos a una tirolina que había al lado de las vías. Una tontuna que tuvimos que hacer, ea. También estuvimos hablando con personas del pueblo que nos parecieron la mar de simpáticas y amables. Hicimos las primeras fotos con los rótulos y señales de la ruta 66 y las primeras gasolineras típicas de ella. Mientras hacíamos fotos nos asaltaron unos vaqueros barbudos para invitarnos a un espectáculo que iban a hacer esa tarde. Allá que fuimos. En mitad de la calle, en un cruce hicieron su show de tiros y gritos que no entendimos muy bien pero nos echamos unas risas como toda la gente que allí se congregó. Después nos fuimos a cenar al Cruiser Route 66 Bar and Grill, que está chulísimo, tanto por dentro como por fuera. Lo encontraréis rápido por el coche rojo que tienen en el tejado. Cenamos bien, en plan barbacoa, unos costillares y unos filetes de ternera muy ricos. Había camareras que hablaban español. El local estaba lleno y el ambiente molaba. Nosotros nos sentamos fuera, debajo de una de sus típicas sombrillas rojas. Mientras cenábamos se oía música en directo del bar de al lado. La verdad es que se estaba bien allí. Williams nos gustó. Era nuestra primera toma de contacto con la ruta 66 y el pueblo tenía ese ambiente y mucha vidilla nocturna. Vimos un bar con una decoración muy épica que además era karaoke. Ver a las personas que estaban dentro, en la barra y eso era como estar viendo una película. El bar que había al lado del sitio donde cenamos también tenía mucho ambiente pero no entramos al ir con los chavales. Hubiera molado tomarse una copa escuchando al grupo que estaba tocando en directo. Peeeero, los chavales no podían entrar, eso sí, vimos muchos teenagers conduciendo como pavos dando acelerones y con la música bien alta en sus rancheras. Y seguro que con algún arma en la guantera. En fin, nosotros en vez de la última copa nos tomamos un último mega batido y nos fuimos a dormir. El hotel de Williams estaba bien. Se notaba que ya era más del estilo americano de carretera pero bueno, aprobaba. Además el chico de recepción fue super simpático a la hora del chek in. Me tuvo más de diez minutos charrando de mi nombre, del suyo, de su madre, de la mía, en fin... muy gracioso el chaval. Esta vez nos tocó segundo piso y las vistas desde la ventana daban a una iglesia. También tenía piscina interior pero no tuvimos tiempo de probarla. El desayuno estaba incluído. A parte de los pancakes, lo demás era bastante justito. Enseguida tendríamos que parar para un tentempié, pero eso ya lo cuento en la siguiente etapa. Etapas 7 a 9, total 15
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