fotos por una de las playas que hay cerca del Hotel. Uno de los perros de la vecindad me ha acompañado durante mi paseo de casi tres horas. Me he sentido acompañada y la verdad es que en muchas ocasiones seguía sus pasos para estar segura que el camino era transitable.
A la vuelta y después de otro mini descanso en el que he conversado con la gente del hostal, he vuelto a ir a ver mi última puesta de sol en la Isla. Nuevamente hace frío y aunque voy abrigada he de ir cambiando de emplazamiento de forma más o menos frecuente. Posiblemente sea la última vez que veo las aguas del Baikal, aunque como escribió una vez Ian Flemming, “Nunca digas, nunca jamás”.
Al caer la noche, como viene siendo habitual, converso con nuestros compañeros de travesía. Preparo la maleta para mañana y cerramos, así, una nueva etapa en nuestro periplo.
A la vuelta y después de otro mini descanso en el que he conversado con la gente del hostal, he vuelto a ir a ver mi última puesta de sol en la Isla. Nuevamente hace frío y aunque voy abrigada he de ir cambiando de emplazamiento de forma más o menos frecuente. Posiblemente sea la última vez que veo las aguas del Baikal, aunque como escribió una vez Ian Flemming, “Nunca digas, nunca jamás”.
Al caer la noche, como viene siendo habitual, converso con nuestros compañeros de travesía. Preparo la maleta para mañana y cerramos, así, una nueva etapa en nuestro periplo.