Cogemos el ferry con la furgoneta, así que esta vez no hemos de cambiar al barco chungo con el que vinimos. La parada de mitad de camino la hacemos también en un sitio un poco más decente que la última vez, aunque esta vez ni intentamos ir al baño ni comprar nada de comida. Yo me llevo un pedazo de golpe en la mano cuando he ido a entrar a una de las cafeterías. Una servidora ha coincidido con un enérgico local que salía dándole un gran empujón a la puerta. En este receso coincidimos con varias furgonetas que hacen el recorrido contrario. En una de ellas viajan los ingleses con los que coincidimos en Kazán y en el tren hacía Ekaterinmburgo.
A la llegada a la ciudad nos despedimos de Kristen y Thibauth. Nuestros caminos se separan porque ellos están alojados en el centro y nosotras cerca de la estación de tren. Ellos pueden caminar y nosotras hemos de coger un taxi.
No tengo la dirección en ruso del alojamiento. Un gran error que he cometido por las prisas que tuve al hacer la reserva en el último momento, cosa que se me complicó si añadimos la falta de conexión a la red que hemos tenido. Pero sé más o menos por dónde cae. Así que le pido al taxista que nos deje en un lugar cercano. El tío nos pega una excursión en toda regla la ciudad, pero es porque va más perdido que un pulpo en un garaje. Ni el GPS consigue ayudarle.
Una vez en ese punto intermedio que le he señalado. M se queda con las maletas mientras yo investigo la zona. Encontrarlo me lleva seguramente un tiempo cercano a la hora. Y lo hago cuando estoy a punto de darme por vencida del todo.
Una vez las dos en el hostal nos dan la mala noticia de que hay corte de agua caliente en la ciudad. Parece ser que en verano hay unos días en los que la ciudad sufre cortes de agua caliente y hoy es uno de esos días. Aún así nos ofrecen a llevarnos a otro sitio dónde podremos ducharnos. Aunque me apetece enormemente aceptar el ofrecimiento, debo ir a la estación de tren a realizar dos trámites: por un lado, a realizar el cambio del trayecto que haremos mañana desde Irkutsk hasta Ulan Ude y por otro a intentar comprar el billete de tren Ulan Ude-Ulan Bator que no he podido comprar online.
En el albergue he vuelto a intentar comprarlo online y pese a que esta vez me ha dejado casi completar la transacción, un mensaje al final me indicaba que no había disponibilidad de asientos de la clase seleccionada. La cantidad ingente de asientos vacios que había visto me han dejado tranquila al respecto, así que pido la ayuda del chico de recepción que además de ser super amable me había explicado que sólo hacía tres días que había regresado de completar el Camino de Santiago. Me dice que posiblemente sea porque los billetes internacionales no deja sacarlos por internet, así que le pido me escriba los datos del tren y trayecto que deseo comprar para facilitarme el trabajo en la estación.
Se suponía que hoy nuestro autobús no nos dejaba en la ciudad hasta las 18.30h, así que simplemente había reservado un hostal cercano a la estación para coger nuestro tren a primera hora de la mañana de mañana. Finalmente como el autobús ha salido tres horas antes de la prevista, tenemos más tiempo, pero aún así no visitaremos absolutamente nada de la ciudad.
Con el papel rosa dónde me ha apuntado los datos el recepcionista y los pasaportes bien agarrados, bajo caminando hacia la estación de tren. Haciendo cola un señor ve el billete electrónico que he de cambiar y me indica la máquina dónde puedo hacerlo yo sola. Le digo que no hablo ruso y que no están en inglés. Él me lleva la contraria y me acompaña a refutar lo que digo. ¡Pues sí que están en inglés! Me ayuda a cambiar los billetes y en un periquete los tengo impresos en mi mano. Le enseño mi papel rosa y le pregunto con el dedo si es la taquilla dónde estaba haciendo cola. No lo tiene muy claro, así que decido verlo por mi cuenta.
En ese momento empieza mi periplo haciendo diferentes colas y diciendo la palabra “Ulan Bator” como contraseña. Entiendo a la primera que he de salir del edificio y subir, pero aunque subo no veo las taquillas dónde comprar el billete. Acabo haciendo unas cuantas colas y sin éxito en la compra de billetes. Se me ha secado la boca, estoy sudada y tengo muchísima sed. He tenido varias respuestas de mala gana y se me han acabado las ganas de intentarlo de verdad, así que decido dejarlo para mañana con la esperanza de que la estación de Ulan Ude sea mucho más pequeña y amigable y yo haya recuperado el buen humor. Tengo la seguridad de que hay muchos asientos disponibles, así que no me preocupa demasiado este pequeño fracaso.
Regreso al hostal haciendo un parón en el super mercado. Llego a tiempo para una cena temprana. En la nevera del hotel tienen refrescos y cervezas a precios irrisorios así que empiezo a beber como una posesa para placar mi enorme sed.
Aprovecho las horas que me quedan para actualizar el blog y subir fotos a la galería. Es un enorme trabajo porque aunque trato de escribir cada día y repasar en busca de falta y errores de puntuación, siempre acabo realizando cambios en la versión final.
Mañana madrugamos así que toca dejarlo todo un poco preparado para apurar el tiempo de sueño.
A la llegada a la ciudad nos despedimos de Kristen y Thibauth. Nuestros caminos se separan porque ellos están alojados en el centro y nosotras cerca de la estación de tren. Ellos pueden caminar y nosotras hemos de coger un taxi.
No tengo la dirección en ruso del alojamiento. Un gran error que he cometido por las prisas que tuve al hacer la reserva en el último momento, cosa que se me complicó si añadimos la falta de conexión a la red que hemos tenido. Pero sé más o menos por dónde cae. Así que le pido al taxista que nos deje en un lugar cercano. El tío nos pega una excursión en toda regla la ciudad, pero es porque va más perdido que un pulpo en un garaje. Ni el GPS consigue ayudarle.
Una vez en ese punto intermedio que le he señalado. M se queda con las maletas mientras yo investigo la zona. Encontrarlo me lleva seguramente un tiempo cercano a la hora. Y lo hago cuando estoy a punto de darme por vencida del todo.
Una vez las dos en el hostal nos dan la mala noticia de que hay corte de agua caliente en la ciudad. Parece ser que en verano hay unos días en los que la ciudad sufre cortes de agua caliente y hoy es uno de esos días. Aún así nos ofrecen a llevarnos a otro sitio dónde podremos ducharnos. Aunque me apetece enormemente aceptar el ofrecimiento, debo ir a la estación de tren a realizar dos trámites: por un lado, a realizar el cambio del trayecto que haremos mañana desde Irkutsk hasta Ulan Ude y por otro a intentar comprar el billete de tren Ulan Ude-Ulan Bator que no he podido comprar online.
En el albergue he vuelto a intentar comprarlo online y pese a que esta vez me ha dejado casi completar la transacción, un mensaje al final me indicaba que no había disponibilidad de asientos de la clase seleccionada. La cantidad ingente de asientos vacios que había visto me han dejado tranquila al respecto, así que pido la ayuda del chico de recepción que además de ser super amable me había explicado que sólo hacía tres días que había regresado de completar el Camino de Santiago. Me dice que posiblemente sea porque los billetes internacionales no deja sacarlos por internet, así que le pido me escriba los datos del tren y trayecto que deseo comprar para facilitarme el trabajo en la estación.
Se suponía que hoy nuestro autobús no nos dejaba en la ciudad hasta las 18.30h, así que simplemente había reservado un hostal cercano a la estación para coger nuestro tren a primera hora de la mañana de mañana. Finalmente como el autobús ha salido tres horas antes de la prevista, tenemos más tiempo, pero aún así no visitaremos absolutamente nada de la ciudad.
Con el papel rosa dónde me ha apuntado los datos el recepcionista y los pasaportes bien agarrados, bajo caminando hacia la estación de tren. Haciendo cola un señor ve el billete electrónico que he de cambiar y me indica la máquina dónde puedo hacerlo yo sola. Le digo que no hablo ruso y que no están en inglés. Él me lleva la contraria y me acompaña a refutar lo que digo. ¡Pues sí que están en inglés! Me ayuda a cambiar los billetes y en un periquete los tengo impresos en mi mano. Le enseño mi papel rosa y le pregunto con el dedo si es la taquilla dónde estaba haciendo cola. No lo tiene muy claro, así que decido verlo por mi cuenta.
En ese momento empieza mi periplo haciendo diferentes colas y diciendo la palabra “Ulan Bator” como contraseña. Entiendo a la primera que he de salir del edificio y subir, pero aunque subo no veo las taquillas dónde comprar el billete. Acabo haciendo unas cuantas colas y sin éxito en la compra de billetes. Se me ha secado la boca, estoy sudada y tengo muchísima sed. He tenido varias respuestas de mala gana y se me han acabado las ganas de intentarlo de verdad, así que decido dejarlo para mañana con la esperanza de que la estación de Ulan Ude sea mucho más pequeña y amigable y yo haya recuperado el buen humor. Tengo la seguridad de que hay muchos asientos disponibles, así que no me preocupa demasiado este pequeño fracaso.
Regreso al hostal haciendo un parón en el super mercado. Llego a tiempo para una cena temprana. En la nevera del hotel tienen refrescos y cervezas a precios irrisorios así que empiezo a beber como una posesa para placar mi enorme sed.
Aprovecho las horas que me quedan para actualizar el blog y subir fotos a la galería. Es un enorme trabajo porque aunque trato de escribir cada día y repasar en busca de falta y errores de puntuación, siempre acabo realizando cambios en la versión final.
Mañana madrugamos así que toca dejarlo todo un poco preparado para apurar el tiempo de sueño.