ISLA ISABELA (PRIMERA PARTE) ✏️ Diarios de Viajes de EcuadorMirábamos hacia el cielo de Santa Cruz con cara de circunstancias. La lluvia que empezó a caer el día de nuestra llegada a Galápagos no había cesado durante tres días y las previsiones eran desalentadoras para todas las islas. Decidimos salir de...Diario: Crónicas de Galápagos⭐ Puntos: 5 (6 Votos) Etapas: 11 Localización: EcuadorMirábamos hacia el cielo de Santa Cruz con cara de circunstancias. La lluvia que empezó a caer el día de nuestra llegada a Galápagos no había cesado durante tres días y las previsiones eran desalentadoras para todas las islas. Decidimos salir de Santa Cruz e ir hacia el este esperando que el tiempo cambiara. Destino: Isla Isabela. Isabela es la isla más grande y la menos poblada de las tres islas principales de Galápagos (Santa Cruz, San Cristóbal, Isabela). Potentes lanchas motoras de seiscientos caballos conectan Santa Cruz con Isabela en menos de dos horas (30$). La llegada fue bastante movida. Llovía a cántaros y las calles de fina arena de Puerto Villamil, el núcleo urbano de Isabela, se habían convertido en un auténtico fangal. Para complicar las cosas un poquito más, llegábamos sin reserva de alojamiento. En la isla con menos oferta hotelera y en día festivo en Ecuador estos dos viajeros se plantaron en Isabela a pelo, vamos, con dos cojones. El conductor de la furgoneta nos fue llevando amablemente a todos los hostels, todo completo. Caían chuzos de punta y andábamos calados hasta arriba. Diana y Andrea eran ecuatorianas y estaban sentadas delante nuestro. Les pregunté a donde iban y nos fuimos a su hotel. “¿175$?”, nos quedamos mirando al recepcionista con cara de póker y optamos por dejar a las chicas en su hotel y continuar buscando. Tras media hora de vueltas y más vueltas el conductor de la furgo nos ofreció una habitación decente por 15$ cada uno. !Pa dentro!. A la mañana siguiente Puerto Villamil amaneció con un sol espléndido. Me acerqué a la playa mientras Oriol todavía dormía. Por primera vez desde el inicio del viaje sentí una sensación de calma muy concreta que sabía que debía cuidar con mimo. Puerto Villamil me transmitía aquietamiento, una especie de “cabecita, echa el freno” y otras sensaciones que me apetecía explorar. Oriol se despertó revolucionado. “Hemos de ir aquí, hemos de ver esto, hemos de hacer este Tour...”. Convenimos en ir cada uno a la suya y encontrarnos por la noche para cenar, simple. Gràcies, company. *** Imagen borrada de Tinypic *** Según la Lonely Planet Puerto Villamil tiene dos mil habitantes pero daba la sensación de que se había colado algún cero de más. Se respiraba una calma absoluta. Calles de arena prácticamente desiertas, unos pocos restaurantes alrededor de la plaza, tiendas locales y la mayoría de los escasos alojamientos en primera línea de mar sin grandes estridencias. Debían ser las nueve de la mañana y algunos establecimientos empezaban a abrir sus puertas sin ninguna prisa y respetando el silencio galapagueño que envolvía deliciosamente el ambiente. *** Imagen borrada de Tinypic *** Caminé lentamente hacia la playa sintiendo la arena todavía húmeda de la lluvia del día anterior y noté como la sensación de calma iba envolviéndome delicadamente y como yo dejaba que lo hiciera. Frente a mí, la playa de Villamil estallaba en un sinfín de colores amplificados por los rayos del sol. Negra lava, nubes y arena fusionadas en blancos, mar y cielo enlazados por todos los tonos de azul imaginables. Una preciosa sinfonía policrómica silenciosa con las iguanas marinas como directores de orquesta. Cerré los ojos. Sentía el sol caliente y la brisa fresca en la cara, sentía la arena húmeda en las manos, sentía el corazón latir lentamente, sentía el aire entrando y saliendo con delicadeza. Sentía todo eso y sabía que con ello a pesar de no hacer nada en apariencia, en realidad lo estaba haciendo todo. Y fue entonces cuando noté un “click” en mi estómago, una especie de “ummmmm” de agrado. Dejé que la sensación de calma me invadiera por completo y rompí a llorar de felicidad tranquilamente. Bendito sacral, creo que ya nos vamos conociendo. Respiré profundamente y sentí formar parte de aquella tranquilidad que reinaba en el ambiente. Todo estaba bien. Aquí y ahora todo estaba “chévere” como dicen por aquí. *** Imagen borrada de Tinypic *** *** Imagen borrada de Tinypic *** El calor empezaba a ser considerable. Este sol ecuatoriano es tremendo. La playa empezaba a ser un auténtico asador donde tan sólo las iguanas marinas podían campar a sus anchas. “Sombra, jugo de fresas con guineo y Crónicas”, pensé mientras me levantaba y agradecía el momento vivido. El restaurante “El Faro” es el sitio ideal para escribir. Buen café, solitario y sin conexión a internet. Todavía no sabía que también era el sitio ideal para degustar una mariscada de escándalo, eso estaba por llegar. Desplegué el equipo sobre la mesa y me puse a escribir. “¿Qué haces?”. Bárbara tenía unos ojos preciosos y la tez morena. “Escribo”. Se acercó a mirar la pantalla del ordenador. “¿A tu novia?”. “A mis amigos”. “Ahhhhh”. Bárbara me miraba fijamente con una sonrisita encantadora. “¿y por qué lo haces?”. Me quedé pensando la respuesta. “Porqué me gusta escribir, imagino”. “Ahhhhhh, y ¿por qué te gusta escribir?”. Las preguntas empezaban a tener cierto grado de complejidad y le devolví la sonrisa. Tras un rato de divertida conversación Bárbara desapareció y volví a sumergirme en las Crónicas y las fotos del viaje. “Hola, ¿Qué haces?”. Alcé la mirada por encima de la pantalla del ordenador. Diana y Andrea, las chicas ecuatorianas que conocimos el día anterior, iban a ver la puesta de sol. “¿Te vienes?”. Apagué el ordenador. El tiempo había pasado volando y la sensación de aquietamiento continuaba. Por las calles de Villamil pasaba una caravana de coches de la “Lista 35”. Ecuador estaba en plena campaña electoral. Por los altavoces sonaba un estridente “!Ya tenemos presideeenteeee. Teneeemoos a Raaafael!”, en alusión al presidente saliente Rafael Correa. Sentí como mi cabecita estaba lejísimos de historias políticas, futboleras, económicas y demás aspectos externos relacionados. Me pregunté si no sería éste el estado natural en el que debía de estar para sentir la calma que sentía. *** Imagen borrada de Tinypic *** Acababa mi día en la playa de Villamil donde lo había empezado. Una preciosa puesta de sol en buena compañía y planes para cenar mañana en “El Faro”. “¿Sabías que hacen unas mariscadas buenísimas?”, Diana preguntaba con interés. “Pues no, habrá que comprobarlo mañana”. Respondí mirando como el sol se ocultaba tras el volcán Sierra Negra. *** Imagen borrada de Tinypic *** Isla Isabela, te estoy empezando a querer. ¡Guapa!. Índice del Diario: Crónicas de Galápagos
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