Itinerario del día:
A: Yosemite
B: Sequoia Nat. Park
C: Barstow
Para no perder la costumbre, nos levantamos a horas intempestivas. Después de arreglarnos, desayunar, cargar las cosas en el maletero, llenar la nevera con bolsas de hielo, conectar un rato el Skype y dejar listo el check out en la recepción, estábamos ya listos para hacer frente a una jornada que iba a ser claramente de transición. Teníamos por delante un largo desplazamiento que nos iría acercando al siguiente plato fuerte de nuestro itinerario: el Grand Canyon. Los planes concretos pasaban por la visita a Sequoia National Park y a continuación intentaríamos llegar a dormir a Barstow. Como en el momento de elaborar la ruta no descartábamos la posibilidad de sufrir retrasos o imponderables climatológicos en una zona tan montañosa y de “complejas” carreteras, no dejamos reservado ningún hotel para la noche posterior, y si se nos echase el tiempo encima siempre podríamos alojarnos en Bakersfield o alrededores.
De tal modo que cuando nos subimos al coche para iniciar la ruta todavía era muy temprano. Justo al sobrepasar Midpines, el GPS empezó a guiarme hacia carreteras que se encontraban en estado más bien lamentable y, como además la carpeta con los mapas se me había quedado olvidada en lo más profundo de la maleta, no me quedó más remedio que mandar el aparatejo a hacer gárgaras e improvisar durante un rato, todo ello entre alguna que otra palabra gruesa por mi parte y sonoras risotadas de María. Por fortuna, la cosa no pasó a mayores y no tardamos en incorporarnos a la 49, una vía “normal” en la que ya no se hacía necesario ir sorteando baches -o socavones- cada pocos metros.
Paramos a repostar y a tomar un café en un pueblecito llamado Ahwahnee, como el hotel de Yosemite que tanto nos había llamado la atención un par de días antes. Después de Oakhurst la orografía se suaviza mucho y en pocas millas nos encontrábamos ya circulando por una carretera de larguísimas rectas, en medio de un paisaje bastante más árido que el que habíamos dejado atrás.
Pero al llegar a Fresno giramos de nuevo hacia la izquierda y otra vez comenzamos a subir hacia las montañas. Pronto regresaron las curvas y el color verde y a eso de las 10 de la mañana llegamos a la entrada del parque nacional de Sequoia-Kings Canyon. No disponíamos de tiempo para visitar los dos, así que tomamos la Generals Hwy y nos dirigimos directamente hacia el parking que hay en la Wolverton Road. Desde allí bajamos hasta el bosque donde se encuentran las grandes sequoias y, con toda la calma del mundo, nos recorrimos el Congress Trail, un par de millas a través de un paraje repleto de árboles descomunales, entre los que destaca, por supuesto, el mítico y archiconocido General Sherman, el ser vivo más grande -en volumen- del planeta.
Tema musical: "Il banchetto"
(PREMIATA FORNERIA MARCONI)
Dos perspectivas del General Sherman
Hacía calor, pero era soportable, y como estábamos disfrutando de verdad con todo aquello, al terminar el trek nos dimos cuenta de que se nos había ido la mañana entre sequoia y sequoia. En nuestros planes entraba también la excursión al Moro Rock, aunque decidimos descartarla sobre la marcha, después de una breve charla sopesando pros y contras. Al ser sábado, la Crescent Meadow Road estaba cerrada desde el Giant Forest Museum, y sólo se podía acceder al peñasco utilizando los shuttles del parque, lo que nos desanimó un poco. Además, para qué engañarnos, tanto María como yo estábamos empezando a acusar el cansancio acumulado, ya que los dos días en Yosemite nos habían dejado un poco desfondados a ambos y, por otro lado, nos acabábamos de hacer más de tres horas de caminata matutina, por lenta que ésta hubiera sido, así que no teníamos las piernas para grandes trotes.
Continuamos, pues, hacia el sur por la serpenteante carretera que desciende en dirección a Three Rivers. Algunas curvas son realmente delicadas, pero la conducción por aquellos parajes se hace algo más llevadera gracias a los constantes miradores en los que uno puede detenerse a disfrutar con las estupendas vistas de los bellísimos picos de los Castle Rocks.
En Three Rivers, ya fuera de los límites del parque, nos detuvimos a repostar y comer algo. Fue allí donde descubrimos los wraps picantes… ¡¡Qué buenos!! Nos gustaron tantísimo que nos enganchamos a ellos durante el resto del viaje. Siempre que teníamos la oportunidad comprábamos dos o tres para desayunar, comer, merendar, cenar o lo que surgiese...
Regresamos a la autopista en Visalia, y por ella continuamos hasta Bakersfield, viendo interminables trenes a nuestra derecha y viñedos por doquier. A destacar que desde nuestra estancia en Las Vegas no habíamos vuelto a vernos inmersos en medio de un tráfico tan denso. Se notaba que no nos encontrábamos demasiado lejos de Los Angeles.
Viñedos y largos trenes de camino a Bakersfield
A partir de Bakersfield, nos desviamos por la autopista 58 y entramos en zona desértica, justo después de superar las montañas de Caliente. Tras pasar al lado del pueblo de Mojave y la Base Edwards, famosa por haber sido utilizada en ocasiones como pista de aterrizaje para los transbordadores espaciales, llegamos a Barstow a media tarde. Queríamos ir a cenar al Peggy Sue, un local estilo años 50 recomendadísimo en el foro, y por eso nos interesaba alojarnos en la parte más oriental del pueblo, que nos iba mejor para salir posteriormente hacia Yermo, localidad donde se encuentra el restaurante, a unas diez u once millas al este de Barstow.
Tras una rápida búsqueda, elegimos el Budget Inn, un hotel cuyo aspecto nos dio buena impresión y en el que el trato dispensado por la recepcionista fue exquisito. No estábamos obligados tampoco a subir incomodas escaleras cargando con las maletas -remember Mammoth Lakes- y, además, era bastante económico. Por lo tanto, no le dimos muchas más vueltas al tema y nos quedamos allí.
La habitación estaba francamente bien. Nos dimos una ducha, nos arreglamos un poco y salimos hacia el Peggy Sue.
La cena nos gustó, sí, pero me temo que ni mucho menos tanto como a otros foreros que habían pasado por este local con anterioridad y habían hablado maravillas de su cocina. Nos pedimos un sandwich y una hamburguesa que, oye, no estaban mal, pero tampoco es que nos llamaran especialmente la atención. Los que sí nos parecieron espectaculares fueron los batidos de chocolate -¡por ricos y por grandes!- y, sin embargo, las tartas, también precedidas de una enorme fama, resultaron ser demasiado azucaradas para nuestro gusto y las dos que pedimos -de coco y de chocolate- las dejamos a medias. Por otro lado, la camarera latina que nos atendió no puso gran empeño en aclararnos algunas dudas que teníamos con respecto a determinados platos del menú, así que entre unas cosas y otras salimos del restaurante con un sabor de boca un tanto agridulce. La decoración cincuentera, muy lograda, eso sí.
Barstow está en pleno desierto y, siendo julio, la noche era bastante calurosa, aunque quizá algo menos que en Las Vegas. Antes de regresar al hotel nos acercamos al Walmart de la localidad, situado a las afueras. Nos resultó curioso comprobar que en estos hipermercados hay muchísima afluencia de público a todas horas. En los pueblos más pequeños, llegamos a tener la impresión, posiblemente equivocada, de que son como una especie de centros de reunión social para los lugareños.
Hicimos una compra algo más completa que en ocasiones anteriores y sin más dilación nos fuimos a dormir, ya bastante cascadillos después de una larga jornada de carretera y árboles grandotes.
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