Ese mismo día por la tarde, cuando el sol bajó un poco su intensidad volvimos a subir al auto, tomamos el mismo camino que al mediodía nos había llevado a Puna Pau y visitamos el hermoso y enigmático Ahu Akivi.
Este Ahu fue restaurado en 1960. Tiene 7 hermosos moais que se cree, representan a los 7 primeros exploradores enviados por el rey Hotu Matua a reconocer la isla. Su particularidad es que son los únicos moais que están mirando al mar. Lo fascinante de Akivi es que está alineado con los puntos por donde sale el sol en los equinoccios de primavera y otoño.
Realmente se trata de un sitio espectacular. Aquí mismo nace también el sendero que lleva al volcán Maunga Teravaka, el más alto de la isla con 509 mt de altitud. Por ser esta un área en recuperación, solo se puede acceder a caballo o a pié, en un recorrido que lleva 2 hs aproximadamente. Por estar con niños, no pudimos hacerlo así que quedará para otra ocasión.
Luego de esa excursión subimos al jeep nuevamente, disfrutamos de los hermosos paisajes rurales del interior de la isla y regresamos a los alrededores de Hanga Roa para bordear su costa, todo con el imponente marco del mar y el sol cayendo lentamente sobre el.
Un típico paisaje del interior de la isla
Compramos una empanada de queso y camarones que estaba incríble de sabor en una casa llamada Tia Berta que era recomendada por muchos. Nos salió carísima (aproximadamente 5 dolares), pero estaba exquisita. Paramos a comerla en una muy cuidada plaza con juegos para niños que está sobre la calle costanera que se llama Policarpo Toro (la misma calle donde se montaba el escenario para la fiesta Tapati)
Decidimos luego encarar el camino costero que vá hacia el norte de la isla, pasando el Ahu Tahai. Cuando alquilamos el auto nos dijeron que no lo tomasemos ya que estaba en muy mal estado, pero como somos testarudos y curiosos, nos animamos y dando tumbos por los pozos de ese super deteriorado camino descubrimos nuevos paisajes campestres realmente alucinantes. El camino se ponía cada vez peor, pero nos cruzamos con unos chicos en bici que venían de regreso y nos dijeron que no nos faltaba mucho para llegar a Ana Kakenga, también conocida como la cueva de las 2 ventanas, ya que a través de ella se puede observar la puesta del sol, como si fuera a través de una ventana desde los acantilados de esa parte de la costa.
La entrada no es más que un hueco en el suelo, marcado por un conjunto de rocas. Claramente no es apto para claustrofóbicos.
Lamentablemente, como no pensaba llegar allí ese día no fui preparado y no tenía una linterna conmigo, de manera que apenas bajar por el estrecho hueco te encuentras con la oscuridad absoluta. Muy a pesar mío no pude avanzar demasiado por la caverna porque no veía absolutamente nada, así que retrocedí y salí para intentar ver la puesta del sol desde algunos de los cientos de miradores naturales que tenía esa inhóspita carretera.
Para ese tiempo ya le habíamos encontrado la gracia a los pozos en el camino así que a las risas, volvimos disfrutando de los saltos que pegábamos dentro del jeep, mientras la naturaleza nos regalaba otra puesta del sol mágica sobre el mar.
Embriagados por ese espectáculo nos detuvimos en el solitario moai llamado Ahu Hanga Kioe, el mismo que había descubierto durante la caminata mañanera. Sacamos varias impactantes fotos del sol cayendo detrás de el. Otro día inolvidable terminaba en Rapa Nui.