Dejamos Santa María por la mañana temprano y tomamos el camino que nos lleva a Santa Bárbara en el que será el último día del viaje organizado. Como el día anterior pasamos por zonas agrícolas (y también vitivinícola). Aquí también hay muchos caballos de raza (se rodó la película de Robert Redford “El hombre que susurraba a los caballos”).
Ronald Reagan y Michael Jackson vivieron por esta zona. El rancho Neverland está en Santa Bárbara y el famoso proceso por la acusación de pederastia se vio en un tribunal de Santa María.

Allí encontramos una cadena de montañas que cortan el estado en dos.
Santa Bárbara estuvo habitada en su origen por los indios chumash (por eso la carretera por la que circulamos recibe ese nombre). El ya mencionado Cabrillo llegó aquí, como ya he dicho, y reclamó el territorio para la corona española y posteriormente Vizcaíno cartografió la ciudad en 1602. Desde 1848 existe una gran influencia de los californios (ciudadanos ricos con ranchos de ganado). Con la fiebre del oro la ciudad fue creciendo en tamaño e importancia.
Santa Bárbara es una localidad agradable, con colinas, árboles, flores y una playa extensa con agua en temperatura agradable.
La primera parada la hacemos (al fin) en la Misión de Santa Bárbara, fundada en 1786 por Fermín Lasuén, que sustituyó a Junípero Serra como cabeza de las misiones en California. Su objetivo era evangelizar (dicen que con poco éxito) a los indios chumash. La entrada cuesta 7 $ por persona pero creo que merece la pena pagarlos (aunque nadie más del grupo lo hiciera). Se le llamó “la reina de las misiones” debido a su importancia y era la única que tenía dos torres campanario. Del edificio original queda poco. Un terremoto la destruyó en 1812 y tuvo que reconstruirse. Sin embargo el interior no se ha tocado apenas desde la restauración de 1820. Sí que son más actuales las dos torres. Un nuevo terremoto las dañó de importancia y las que vemos datan de 1925.

Presenta (como muchos otros edificios en Santa Bárbara) la típica arquitectura colonial, con patios llenos de flores y árboles. En la ciudad se ven las primeras palmeras del viaje, ésas que siempre asociamos con California.
Dentro es posible ver una interesante colección de arte colonial. La mayoría de las piezas son barrocas o neoclásicas y, aunque algunas sí son de allí, otras se trajeron de México o América del sur. Destacan también las cestas y herramientas de época chumash así como también la colección de muebles antiguos y ropa. De arte mexicano son muchas de las piezas de la iglesia, que apenas vimos porque estaban en misa. Vale la pena visitar el cementerio, donde están enterrados 4000 indios chumash, entre ellos Juana María, una especie de ermitaña que vivía sola en la isla de san Nicolás. Después de una visita de 30 minutos (escasa pero era lo que la guía nos permitió) volvimos a subir al autobús y nos fuimos a la ciudad.
Paramos delante del precioso edificio de la Corte Suprema, de un blanco inmaculado como prácticamente todo en Santa Bárbara. Está construido en estilo neocolonial (1920) y tiene una torre que al parecer algunos días funciona como mirador (al ser domingo estaba cerrada).
Recorrer la ciudad es bastante fácil. Simplemente se tiene que bajar por la calle principal, State Street, hacia la playa. Cuenta también con dos zonas comerciales, el Paseo Nuevo y el Paseo Viejo.
En nuestro paseo entramos al patio de la Casa de la Guerra, en la Plaza de la Guerra, residencia de los altos mandos españoles a principios del siglo XIX y hoy sala de exposiciones. Enfrente está el Ayuntamiento.
De regreso a la calle principal bajamos al Boulevard Cabrillo (pasando antes por la estación de Amtrak, el tren, y un paso subterráneo bajo la autopista), donde están el Stearns Wharf, la playa y el puerto. Damos una vuelta por las tiendas, vemos a la gente haciendo deporte en el agua y a la hora convenida estamos frente a la estatua de los delfines que preside el muelle para irnos hacia Los Ángeles. Como comenté en las opiniones a la empresa me parece que la visita es demasiado breve (total, para llegar prontísimo a Los Ángeles).
A mediodía llegábamos a Los Ángeles, ciudad en la que algunos de los compañeros (la mayoría) apenas se iban a quedar uno o dos días y nosotros cinco más por nuestra cuenta). La primera parada fue en nuestro hotel, el Millennium Biltmore, elegante edificio construido en 1923 en estilo español e italiano y donde se celebraron las primeras entregas de los premios Oscar. Nos despedimos de la guía, admiramos la elegante entrada, con su fuente y su escalinata, y cogimos el ascensor para llegar al hall (se debe hacer así si se entra por la puerta que da a Pershing Square).

El hall también es muy elegante y casi todo el personal del hotel habla español. Cogemos la llave de la habitación y vamos a dejar las cosas. Tenemos la suerte de tener vistas a la plaza y, aunque las habitaciones no son tan elegantes como el resto del hotel, al día siguiente nos daríamos cuenta de que nos han dado una de las más grandes. Como advertencia decir que se oye un ruido de fondo que quizás viene de algún aparato exterior de aire acondicionado. Si te quejas te la cambian pero en vista de que la que nos ofrecían era más pequeña y con peores vistas decidimos quedarnos y el ruido ni nos molestó.
Después de acomodarlo todo salimos para hacer lo que la guía nos había recomendado para un domingo por la tarde, visitar las playas de Santa Mónica y Venice.
Para llegar tenemos que coger el autobús 720 que para que la 5º St, junto a Pershing Square. Antes, sin embargo, entramos al metro que está en la misma plaza a comprar una tarjeta de transportes. Te dan una especie de tarjeta de crédito que cuesta 1 $ y el precio de los viajes para 7 días es de 20$ (a mediados de septiembre de 2014 ha subido a 25$).
La parada de Santa Mónica es la última y para ello tienes que hacer un trayecto larguísimo. El primer día en la ciudad, cuando íbamos con el taxi hasta donde nos esperaba el resto del grupo, ya nos habíamos dado cuenta de la forma tan extraña que tiene Los Ángeles. Excepto en la zona del Downtown (donde está nuestro hotel) y algunas más casi todo son pequeñas casas que se han ido extendiendo, haciendo la ciudad interminable (y no muy bonita). A pesar de ser el día en que todo el mundo va a la playa nos costó llegar mucho menos de lo esperado (días más tarde hacer el mismo recorrido nos llevó más de dos horas).

Bajamos en el famoso muelle de Santa Mónica y nos dispusimos a visitar la playa de la serie de TV Los vigilantes de la playa (aunque sin que haya ni rastro de David Hasselhof o Pamela Anderson).
Dicen que esta es la zona preferida de los ricos y famosos para pasar el verano aunque el ambiente que se ve es puramente familiar o de parejas. Los hoteles, sin embargo, son más caros que en otros puntos.


Después de comer bajamos caminando hasta la playa de Venice, alejada de Santa Mónica y menos glamourosa (aunque tampoco vi mucha elegancia, la verdad). Esta zona es más alternativa. Lo mejor de ambas playas es que están llenas de WC públicos. Si no se quiere ir andando (está lejos) existe la posibilidad de coger el autobús 1 de la compañía Big Blue Bus.
Fuimos caminando hasta la Muscle Beach, famosa porque allí se practica el culturismo. Preside la zona una enorme barra, como si fueran unas pesas, hecha de hormigón. Por allí los deportistas cuentan con algunas instalaciones, que fueron utilizadas en su día por Arnold Schwarzenegger. En la primera mitad de la década de los años 60 él se preparaba allí para ganar el concurso de Míster Universo de la Asociación nacional de Culturistas Amateur. Pero en Muscle Beach también hay zonas para jugar a básquet, a tenis, algunas máquinas de entrenamiento, etc.


Para regresar al Downtown desde Venice se puede coger el autobús 733 muy cerca de los canales, por la avenida Windward. La última parada es Union station, la estación central de trenes de Los Ángeles, donde también se puede coger el metro. La línea roja nos lleva enseguida al hotel (parada de Pershing Square). Los autobuses de Los Ángeles los cogen básicamente gente trabajadora, muchos de ellos inmigrantes (en su mayoría hispanos). Algunas veces se ven personajes curiosos (como la mujer barbuda que trabaja en un local de seres extraños, el Venice beach Freakshow -inaudito para el siglo XXI- en Venice y el Elvis Presley ultratatuado).