Salimos del hotel a la misma hora y nos encaminamos a otro de los puntos clave del viaje sin abandonar las vistas del Gran Cañón (y luego del Cañón del pequeño Colorado) y siguiendo la carretera 64 que nos lleva a Cameron, donde paramos un momento.
Cameron forma parte de la reserva india y en ella se encuentra un enorme comercio donde venden todo tipo de artesanía y recuerdos. Paramos allí para ir al WC y de paso acabamos comprando algunas cosas (aunque que nadie espere grandes gangas). Los indios navajos conforman la reserva más grande de EEUU, con una extensión de 62.000 km cuadrados (más extensa que cualquier país de Suramérica). No se denominan a ellos mismos como navajos, nombre que les dieron los hispano-mexicanos. Su verdadero nombre es t’áá diné (que significa “el pueblo”) y su lengua también se llama diné. Se trasladaron a esa zona desde Canadá y Alaska y según parece aprendieron de la tribu “pueblo”, la tribu más antigua, a cultivar la tierra y a tejer, dejando de lado su espíritu nómada. Actualmente su industria principal es el turismo y, a diferencia de otras tribus, no gestionan casinos (aunque hace tiempo que intentan instalar uno). De su contacto con los mexicanos en el siglo XIX aprendieron a criar ovejas y el arte de la orfebrería, del que son unos maestros. Sus creaciones son bonitas pero muy caras.
Su lengua es tan compleja que fue usada por los servicios secretos estadounidenses en la Segunda Guerra Mundial.
Tuvimos ocasión de ir contemplando las casas tradicionales de los navajos llamadas “hogan”. Se trata de estructuras redondas fabricadas con adobe con un agujero en el techo para dejar salir el humo. Ni que decir tiene que, aunque se ven algunos, ahora tienen sus propias casas más modernas.

Hoy en día se estima que hay 350.000 navajos en EEUU aunque menos de la mitad vive en la reserva. Los otros están en Phoenix o Tucson. Cabe decir que el terreno que habitan no les pertenece sino que es una concesión del gobierno de Arizona que debe renovarse cada 100 años. El último de esos contratos se firmó en 1923.
El sistema familiar navajo es el matriarcado (siendo la figura principal la madre o la abuela). Si un chico quiere casarse con una chica navajo es a su madre a la que tiene que pedir permiso. Y un navajo mayor de 30 años que no haya conseguido casarse no tiene permitido seguir viviendo con su madre. Es expulsado de la casa y se convierte en un paria para la tribu. Hoy por hoy todos los indios son ciudadanos norteamericanos y tienen los mismos derechos y deberes.
Circulamos junto al Desierto Pintado, área de 380 kilómetros al norte de Arizona llamada así por la variación de colores que presenta debido a los sedimentos dejados cuando estaba sumergida en el mar.

Tomamos la carretera 89 para desviarnos a la 160 que nos lleva a Kayenta, puerta de entrada al Monument Valley. Pasamos por Tuba City, extraña y fea ciudad como todas las que vamos contemplando (y contemplaremos), llena de negocios de blancos que pagan a los navajos royalties por establecerse allí.
Nos cuenta el guía que fuera de las ciudades el gran problema que tienen los navajos en la reserva es el del agua (no olvidemos que estamos en una zona desértica). Eso se puede solucionar gracias a los pozos comunales que ha hecho el Estado (vemos algunos por el camino). Casi todas las casas de la zona tienen contenedores para almacenar agua y sus habitantes (de hecho mucha gente en América) tienen coches pick up, esa especie de camioneta que tiene en la parte trasera una zona descubierta para almacenar cosas.
Otra gran reserva de agua se encuentra en el Lago Powell, el segundo lago artificial de EEUU. No tuvimos la posibilidad de verlo pero me han comentado que el lugar es precioso porque lo que, de tener oportunidad, recomiendo su visita.
Seguimos nuestro camino y pasamos junto a dos enormes rocas llamadas “pata de elefante” y algunos silos para el carbón, mineral que abunda en la zona. Proviene de una mina que está a una montaña a 30 millas de por donde circula la carretera, la Mina Pibody, y se transporta en vagones de tren hasta la planta térmica.
Finalmente llegamos a Kayenta, la ciudad más poblada de la reserva navajo (aunque tampoco pensemos que eso es mucho porque en el censo de 2010 había poco más de 5000 habitantes). Al parecer los indios se quejaban porque mucha gente se marchaba de allí y una vez más tuvo que intervenir el gobierno de Arizona para hacerles casas de alquiler a un precio aproximado de 100 dólares. Kayenta es un lugar anodino, en el que se ven casas sin jardín y muy poca gente. Nos cuentan que los navajos no tienen nunca flores y tienen tendencia de abandonar a los perros (alguno que otro hemos visto por ahí). Sí podemos ver que cuenta que todos los servicios necesarios como escuelas, un gran hospital y, claro, hoteles.
Pero de inmediato Kayenta deja de tener interés para nosotros cuando, a un lado y a otro de la carretera, vemos dos enormes rocas con unas formas que el guía nos invita a descubrir una vez más. Son los dos primeros monumentos del Monument Valley, uno de los grandes alicientes del viaje a la Costa Oeste, la Catedral quemada y la Venus navajo. Poca gente no recordará haberlo visto en algunos de aquellos westerns que solían emitirse por TV. Fantásticas formas labradas en rocas rojas que hacen que no nos cueste nada imaginarnos por ahí a los cowboys.
Los amantes de la historia del cine (entre los que me cuento) considerarán al Monument Valley un lugar mítico principalmente gracias a John Ford, que filmó allí nueve de sus películas. Resulta que en 1921 un tal Harry Goulding y su novia compraron 640 acres de terreno junto al Monument Valley y establecieron allí un comercio, principalmente relacionándose con los navajos. Pero cuando llegaron los años de la depresión la pareja empezó a pasarlo mal. Sabiendo que John Ford estaba buscando un sitio para rodar una peli del oeste, Goulding decidió mostrarle unas fotos de lo que tenía junto a su casa. El director quedó impresionado, tanto que decidió rodar allí el que ya es un gran clásico del cine “La diligencia”, en 1939. A ésta le siguieron otras como La pasión de los fuertes, Fort Apache, Río Grande o Centauros del desierto. Más recientemente se han grabado allí otras cintas como Licencia para matar, Regreso al futuro III y Forrest Gump (la carretera donde Forrest deja de correr).
Acercárdonos ya al centro del visitantes empezamos a ver más formas, el llamado Rey en su trono y una mesa. Geológicamente se define una mesa como una zona elevada de terrero con una cima plana y cuyos lados son acantilados abruptos.
En Monument Valley encontramos primero un centro de visitantes equipado con WC. Allí es el lugar donde pueden contratarse los tours en 4x4 con los indios navajos. Según he leído existen excursiones de distinta duración, la más corta (que es la que hicimos nosotros) de una hora y media y que puede hacerse también con vehículos privados (incluso vi por ahí un descapotable). En las más largas, que sólo se hacen con reserva previa, los navajos te llevan a zonas mucho más inaccesibles pero para ir abriendo boca la de hora y media no está nada mal (aunque de buena gana me habría quedado algo más). Aunque era una excursión opcional la contrató todo el grupo. Y no es para menos. Además de la importancia y de la belleza del lugar, que sólo se intuye desde la entrada, se tiene que añadir que en el centro de visitantes no hay mucho qué hacer además de algunas fotos desde la terraza. Sin embargo, cuando te subes en el coche y empieza el recorrido, empiezas a descubrir la verdadera grandeza del lugar.
Tomamos dos coches (y ahí radicó uno de los grandes errores ya que el guía decidió subirse en uno y explicar sólo allí, por lo que los del segundo coche apenas oíamos nada de por dónde estábamos pasando) para hacer el circuito. Esos vehículos sólo están cubiertos en la zona del conductor. Donde van los pasajeros queda completamente abierto porque lo que tienes que agarrarte bien para no caerte y estás a expensas del viento, que se lleva el sombrero que te hayas puesto para emular a John Wayne, y del polvo. Y es que eso es algo que abunda en la zona. Mucho, muchísimo polvo, de color rojo, que te llena la ropa, la cara, los brazos e impregna los coches.
Todas las formaciones del parque tienen nombres que las describen y que, al parecer, dieron los primeros pobladores. Abundan las mesas, los cerros y algunas de las que se llaman estructuras en capitel. Lo primero que vemos son los llamados “Mitten Buttes” este y oeste que parecen guantes o manos pero que simbolizan seres espirituales que vigilan. Luego vienen el “Merrick Butte” y la “Mitchell Mesa”, que llevan el nombre de dos exploradores que descubrieron plata en el parque y que murieron asesinados por los indios (o eso dicen). En ese punto ya dan ganas de bajarse del coche, aunque sea en marcha.

Más adelante vemos claramente la forma de un elefante, el “Elephant Butte” y al otro lado las “Three sisters”, las tres hermanas, que simbolizan a una monja y sus dos pupilas.
Girando hacia el otro lado encontramos el Camello, cuya forma recuerda a ese animal, y a partir de ahí muchas otras formas de las que ni siquiera supimos el nombre. Tuvimos la suerte de parar algunas veces para tomar fotografías (y costaba tener que volver a subir al coche porque era todo tremendamente fotogénico). En una de las formas, con aspecto de cubo, dimos las vueltas rituales que suelen dar los navajos con el brazo extendido y la mano abierta. No sé muy bien qué se consigue con eso pero era sencillo dar sólo tres vueltas y lo hice.
Regresamos de nuevo a los coches para visitar el John Ford Point, un promontorio desde el que se obtiene una vista espectacular y donde, previo pago, puedes hacerte una foto a caballo tipo el antiguo anuncio de Malboro. Ese lugar también está lleno de tiendecitas de joyería donde se pueden comprar recuerdos del tipo pendientes, collares o puntos de libro.

Una de las formaciones rocosas más curiosas que encontramos tiene forma de sombrero mexicano (o eso dicen). Esa roca (y el pueblo que lleva su nombre, Mexican Hat) se encuentra a una media hora de Monument Valley siguiendo por la carretera 163 y junto al río ya mencionado. Por su forma aplanada de unos 18 metros de ancho dicen que se asemeja a un sombrero mexicano (de nuevo imaginación al poder).
Ya en Mexican Hat empezamos a ver con asiduidad los templos mormones, no en vano esa religión la practica el 60% de los habitantes de Utah (principalmente los de áreas rurales). Hablar de los mormones resulta complejo puesto que son bastante particulares. Su historia empieza en el siglo XIX. Un muchacho sin apenas estudios, hijo de un granjero presbiteriano, dice haber tenido una revelación de Dios y Jesucristo, que se le habían aparecido en una arboleda. Evidentemente nadie le creyó. Con el tiempo ese joven, de nombre Joseph Smith, tuvo una nueva revelación. Un ángel llamado Moroni, se le apareció y le dijo que Dios le confiaba una tarea. Le confió dónde estaban escondidas unas tablillas de oro que relataban los orígenes de los primeros habitantes de América. Según se explicaba algunos de los antiguos pobladores de Israel habrían atravesado el Atlántico y llegado a América, donde se habrían establecido y habrían vivido calamidades. Esas planchas de oro las había escrito, supuestamente, 600 años antes un profeta llamado Mormón, de quien Moroni, ya convertido en ángel, era hijo. Vamos, un lío.
La cuestión es que Smith cogió las dos tablillas y de un modo inexplicable puesto que no sabía leer (y mucho menos en arameo) consiguió traducirlas y dictar un nuevo libro que se convertiría en el famoso Libro del mormón. Conseguir adeptos después de eso parece que fue cosa sencilla.
¿Y qué ocurrió con las tablillas?. Según Smith, una vez que acabó de traducir el libro el ángel Moroni se las llevó volando con él. Otra versión dice que las enterró en el condado de Ontario, en una montaña. El caso es que nadie ha podido encontrar nunca ninguna prueba de que existiera fehacientemente.
Los mormones creen que siguen el Evangelio de Jesucristo tal y como él lo enseñaba y consideran a Joseph Smith un profeta. No todo el mundo aceptó de tan buen grado a ese señor y sus teorías. Sus doctrinas ofendían a la iglesia, la poligamia era mal aceptada y sus intentos de establecer una teocracia eran muy mal vistos. Fue por eso que fue perseguido, imputado varias veces por escándalo público y la última vez por sedición. La cárcel donde estaba arrestado fue asaltada por una multitud que le asesinó.
Sus predicamentos se han demostrado un cuento. La arqueología ha demostrado que no hay ninguna relación entre los indios americanos y los antiguos hebreos (ni siquiera hubo contacto entre ellos). Y no es ése el único fallo.
La poligamia, una de las cuestiones que más recelos causan, se creó por el afán que tenía el fundador hacia las mujeres. Gustándole tanto debió pensar que por qué contentarse con una si podía tener varias, incluso mujeres casadas. A su muerte, después de luchas por el “poder” y de varias deserciones (se fundaron nuevas iglesias, alguna auspiciada por su misma esposa y colaboradora), el nuevo profeta, Bringham Young, se apresuró a declarar como obligatorio el matrimonio múltiple. Tuvo 27 esposas vivas, 28 difuntas y 53 hijos. Actualmente la poligamia está prohibida federalmente pero todavía existen ramas radicales del mormonismo que la practican (aunque sea haciendo trampas, es decir, casándose con A, divorciándose de A, casándose con B, divorciándose de B, casándose con C pero a todo esto conviviendo con A, B y C).
La iglesia mormona se considera hoy en día la iglesia cristiana más rica del mundo (fuente: Revista Forbes). Incluso lo es más que el Vaticano. Son los dueños de Delta airlines, de un conglomerado de gasolina, gasóleo y petróleo, producen armas de cabeza atómica (¿no es eso un contrasentido hablando de cristianos) y son los constructores de la balística y el sistema operativo de los drones. Su sistema de seguridad y espionaje es el más grande de EEUU y tienen un centro de genealogía muy potente.
En cuanto a Young, fue él quien tomó la decisión, en 1846, de viajar al oeste en las caravanas que siempre vemos en las películas (aquéllas que atacaban los indios). Cuando atravesaron las Rocosas y llegaron al lugar donde hoy está Salt Lake City se detuvo, dijo que había tenido una revelación (de nuevo las famosas revelaciones de los profetas mormones) y que ése era el sitio donde tenían que quedarse, sin miedo a más persecuciones. Se debe pensar, no obstante, que el territorio del actual estado de Utah por aquel entonces todavía pertenecía a México.
El estado recibe el nombre del estado de la colmena. La colmena es uno de los símbolos más importantes de la iglesia mormona, seguramente porque dicen que ellos se esfuerzan por trabajar juntos, al igual que las abejas. Otro de sus símbolos es la gaviota porque en los primeros tiempos, cuando una plaga de langostas atacó sus cultivos y temían que no les quedara nada para comer, una bandada de gaviotas que ellos creen que fue enviada por Dios llegó y devoró a las langostas.
Un pueblo totalmente mormón por el que se pasa de camino a Salt Lake City, la capital del estado, es Duchana. Y buena prueba de ello es que no hay ni un cine ni un bar. Lo que sí que vamos a encontrar en Utah son granjas. El estado alberga 50.000 granjas privadas, el de mayor número de EEUU.
De camino al hotel pasamos también por Bluff, donde se ven una pareja de formaciones rocosas como dos hombrecitos de pie; por Monticello, ciudad que tomó el nombre de la propiedad del presidente Thomas Jefferson y el Church monument, con una forma semejante a una “menina” de Velázquez.
Ese día el guía nos tiene reservada una sorpresa que nos había anunciado el día anterior aunque sin concretar lo que era. Sólo nos había pedido que lleváramos bocadillos para no tener que parar en el camino y tener tiempo de llegar a ver algo que tenía preparado para nosotros. Y ese algo no era otra cosa que Needles Overlook, un mirador magnífico sobre una de las zonas más espectaculares de Canyonlands. Es un desvío importante pero con un fin justificado puesto que las agujas que vemos en aquellos parajes tan curiosos son preciosas. Se encuentra a 1900 metros de altitud y al fondo se puede ver con algo de esfuerzo el río Colorado. Permanecemos allí 30 minutos antes de reemprender camino hacia Moab.
Poco puedo contar sobre Moab excepto que es punto de partida para numerosas excursiones. Nos alojamos en el motel Super 8. La habitación cuenta con dos camas grandes, cafetera, nevera y microondas. Está aproximadamente a un kilómetro de Moab por lo que se puede ir allí a comer u optar por el cercano restaurante Denny’s como hicimos nosotros. La comida es la típica americana, como no podía ser de otro modo, y es muy abundante. Pedimos una hamburguesa que llevaba bacon, queso, cebolla y no sé cuántas cosas más y que venía acompañada de patatas fritas y luego, para complementar, un batido cada uno. El mío era de tarta de queso con fresa y estaba francamente bueno aunque era enorme y suelen traer otro tanto para repetir.
Para finalizar el día sólo tengo que añadir que un poco más allá se encuentra Manti-La Sal, bosque nacional que sirve de frontera entre Utah y Colorado.