Después de desayunar (incluido) salimos del hotel y abandonamos Montana para entrar en el estado de Idaho. El sobrenombre que tiene es el estado de la gema ya que sólo aquí y en la India se ha encontrado un ópalo de seis estrellas. Sin embargo popularmente se conoce a Idaho como el estado de las patatas, no en vano es el mayor productor de ese tubérculo del mundo (el valle de Ashton es el valle de las patatas). El otro motor de la economía es la madera para hacer papel.

Idaho es el segundo estado mormón (los seguidores de esa religión son el 37% de la población total). El motivo es claro. Los mormones son agricultores y Idaho es un estado típicamente agrícola.
El principal río es un viejo conocido, el Snake, que ya conocimos a la salida de Jackson Hole para ir a visitar el Grand Teton. Pasamos también por la ciudad de Rigby. Resulta que ese lugar tiene una importancia vital en la historia de la humanidad ya que aquí vivía un joven llamado Philo T. Farnsworth, el inventor de la TV electrónica.
La primera parada la hacemos en la ciudad de Idaho Falls. Nos quedamos 30 minutos para hacerle fotos a las cascadas sobre el río Snake (de nuevo) y el cuidadísimo parque. Esas cascadas son el resultado de un proyecto hidroeléctrico. Ah, y como no podía ser de otro modo, al otro lado del río se alza… sí, el templo mormón, blanco y con el ángel Moroni tocando la trompeta que anuncia la llegada de Cristo. Los mormones esperan que Jesucristo volverá de un momento a otro y lo hará precisamente en Salt Lake City. Ya he contado un poco de dónde salen los mormones y quiénes son. También he contado sus teorías, ésas que dicen que los hebreos están emparentados con los antepasados de los primeros pobladores. Eso me lleva a pensar que si esos primeros habitantes eran indios y los blancos nada tienen que ver con ellos (ya que son descendientes de europeos) toda la teoría se desvanece puesto que los elegidos son los indios y no los que ahora se llaman mormones. Vamos, un auténtico despropósito.
El paisaje de Idaho es un poco soso y repetitivo. Un mormón dejó escrito que cuando llegaron aquí en 1850 toda la zona estaba llena de coníferas. Ahora no se ve ni una (seguramente porque se ha usado gran parte para hacer casas).
Hacemos una parada en la ciudad de Pocatello para comer. Escogimos un buffet que nos recomendó el guía, el Golden Corral, y la verdad es que la elección no pudo ser mejor. Con impuestos nos costó 9,50$ por persona con agua y pudimos comer de todo: carne, pescado, verduras, ensaladas, frutas,etc. Incluso tienen tres fuentes, una de chocolate negro, otra de chocolate blanco y otra de caramelo en las que puedes bañar fresas (o la fruta que te apetezca). Bueno y baratísimo.
Después de comer volvemos al bus y al poco rato entramos en el estado de Utah, que habíamos abandonado para visitar Wyoming. No tardamos en atravesar el enorme Valle del Lago Salado aunque el lago, cuatro veces más salado que el agua del mar, queda a varias millas de la ciudad de Salt Lake City y no llegamos a verlo. Sí que pasamos junto al lago Willard, de agua dulce, y el parque de atracciones Legacy.

Cuando los mormones llegaron a este lugar en 1846 no había nada de lo que vemos actualmente. Robaron terreno al lago para poder tener espacio para el ganado pero se sintieron muy defraudados. Esperaban que Young les llevara a un vergel y lo que encontraron era un desierto en el que consiguieron instalarse y sobrevivir con ayuda de los indios. Lo primero que nos llama la atención al entrar en Salt Lake City, además de que es una ciudad mucho más organizada que las que hemos visto hasta ahora, es lo anchas que son sus calles. Tiene una explicación sencilla. Y es que los mormones piensan, como dije, que Jesucristo volverá algún día y lo hará precisamente en Salt Lake City. Es necesario tener unas calles bien anchas para poder celebrar un gran desfile en esa ocasión.
Nuestra primera visita en la ciudad es la que hacemos en los edificios de la iglesia mormona, en Temple Square. Entramos todos y a los pocos minutos el grupo se divide en dos, por un lado los españoles y por otro los italianos. El guía no tiene permitido explicar allí y tenemos que ir con las guías oficiales que no son más que chicas mormonas que tienen que prestar servicios para la iglesia durante 18 meses. Que a nadie le sorprenda ver que van en parejas. Según he leído esto se hace para que se “vigilen” entre sí y evitar de este modo caer en la tentación. En cuanto a los chicos, aunque también se ven algunos por allí, con sus pantalones oscuros y sus camisas blancas, lo más normal es que anden peregrinando por el mundo durante dos años, intentando buscar nuevas conversiones. En Barcelona los hemos visto a menudo. En fin, como decía la visita se realiza con dos chicas, una mexicana y otra que nos habla en inglés aunque es brasileña. Nos cuentan alguna cosa sobre su iglesia (francamente poco y muy genérico) y nos enseñan el “Assembly Hall” y el Tabernáculo, que tiene una de las cúpulas con el arco más abierto del mundo y una acústica excelente. Entrar en el templo está prohibido para los que no somos mormones. La visita resulta algo insípida y, aunque no te impiden que hagas preguntas, tampoco las respuestas que te dan son demasiado satisfactorias. Las respuestas son bastante vagas, con múltiples referencias a Dios (que parece que les inspira en todos sus actos). Creo que pocos fuimos los que salimos convencidos de allí aunque, a decir verdad, tampoco entramos muy receptivos. Para mí son una secta más (aunque en este caso bastante rica).

Después de la breve visita nos dejan un poco de tiempo hasta que llegue el guía para deambular por nuestra cuenta (básicamente por la plaza, entre aquellos enormes edificios, flores colocadas de un modo exquisito y estatuas que quieren reflejar la bondad de sus fundadores.
A las 5 de la tarde, una hora después de haber entrado, el guía pasa a recogernos pero antes de ir al hotel vamos hasta la explanada del Capitolio, una visita que me resulta mucho más interesante. Se trata de la sede del gobierno del estado de Utah y está en lo alto de una colina llamada Capitol Hill. Se trata de un enorme edificio construido en 1915 con granito y que recuerda mucho al Capitolio de Washington. Sorprendentemente podemos entrar sin pasar por ningún control y sin que nadie nos diga nada aunque es la sede de la máxima autoridad política y judicial del estado (allí tienen también la Corte suprema del estado). El edificio es bonito, con preciosas escaleras y pinturas que evocan pasajes de su historia (no puede faltar la llegada de los pioneros). Enfrente se alza la estatua del indio Massasoit, jefe de la tribu de los wampanoag que recibió y ayudó a los pioneros (no a los acompañantes de Young sino a los ingleses que llegaron al actual territorio de EEUU en el siglo XVII).

Y nos vamos todos juntos al hotel. Aunque el bus tiene que dar un poco de vuelta realmente el hotel que nos ha tocado, el Shilo Inn, está muy céntrico. Como las maletas ya están en las habitaciones dejamos las cosas y salimos muy pronto.
Lo primero que nos encontramos es un enorme edificio de convenciones que en esos días albergaba un congreso de medicina (muchos de los asistentes estaban precisamente en nuestro hotel). Apenas unos minutos a pie del hotel tenemos un complejo de tiendas, un centro comercial al aire libre, que llama bastante la atención para estar en una ciudad típicamente mormona. Dimos una vuelta por allí y no pude evitar entrar en una tienda de Disney para volverme tonta con las muñequitas de las princesas y los vestidos.
Luego seguimos caminando un poco más y llegamos hasta la cercana The Beehive House. Ésa era la casa en la que vivía Bringham Young y su nombre hace referencia a la colmena, el símbolo mormón (que también se ve en la calle y en el centro comercial, acompañada de la gaviota y el águila estadounidense). La colmena hace referencia al trabajo en comunidad que es lo que fundamente a esa iglesia (ya he hablado de lo que tienen que hacer chicos y chicas y a eso debemos añadir que todos los creyentes deben pagar un porcentaje de sus ingresos a la iglesia mormona). Es posible hacer también una visita guiada gratis con dos chicas y en castellano (vamos, como la de antes). Y del mismo modo se nos cantan alabanzas muy sutiles sobre el profeta Young, Dios y su iglesia. Por cierto, en verano sólo es posible visitar la primera planta.

A un lado, sobre la carretera, está la Eagle Gate, monumento histórico en forma de arco, que se erigió en 1859. Servía para señalar la entrada a las propiedades de Bringham Young. Es más, según la guía Trotamundos, cada vez que alguien pasaba por debajo debía pagarle unb tributo al profeta por atravesar su propiedad. Ha sido remodelado varias veces y presenta, cómo no, el águila y la colmena.
Al otro lado de la casa de Young, casi pegada a ella, encontramos otra casa que también le pertenecía pero que no se visita (ahora sólo tiene un restaurante en el sótano). La casa, que se llama Lion House, era nada más y nada menos que el harén del profeta, el lugar donde vivían sus múltiples esposas (de sus 27 mujeres- vivas, porque, aunque las guías no lo confirman, parece que se casó también con 28 muertas- 16 vivieron “con él”) y sus 53 hijos.
En nuestro paseo nos dimos cuenta de hasta qué punto los mormones tienen poder en Salt Lake City. Un montón de edificios les pertenecen y todos están muy juntos. Uno de los que visitamos fue el museo, gratis, que sigue insistiendo en la vida de los pioneros y, cómo no, en la historia del pueblo mormón y su iglesia. En él se pueden ver algunas páginas manuscritas del Libro del mormón, planos o recuerdos del templo original en Illinois (por cierto, la campana original está en el patio del recinto “eclesiástico”, muy cerca del templo. Allí muy cerca está también el Family Search Center, centro de investigación de las familias que sirve para buscar a antepasados (mormones, claro).
En general la ciudad es tranquila, limpia y está bien cuidada pero tiene un regustillo mormón que acaba cansando.