Una de las grandes pegas que se le puede poner al motel en el que nos alojamos es precisamente la sala de desayunos. Se trata de un triste rincón a un lado de la recepción en el que apenas cabe nadie. La variedad de la comida brilla por su ausencia pero es de agradecer que nos den algo, aunque sea poco, porque no será lo más habitual en este viaje. Y como siempre los platos y cubiertos son de usar y tirar.
Dejamos Moab para dirigirnos a un nuevo e impresionante parque nacional. Hoy le toca el turno a Arches. Se trata de un parque muy pequeño, de 305-310 kilómetros cuadrados, pero uno de los más hermosos. Hace millones de años allí había un mar que cubría California, Arizona y gran parte de Utah hasta las Rocosas. Poco a poco se fue secando, dejando la tierra al descubierto, en un origen dunas de arena que acabaron petrificándose. Bajo una superficie de 3,5 km. de espesor se encuentra una burbuja de sal gelatinosa que vibra y hace que se formen los arcos. El mayor enemigo de las piedras areniscas que vemos en el parque es el invierno. El agua penetra por las grietas y cuando se congela revienta la roca, erosionándola.
Este lugar estuvo habitado por los indios payout, a los que se animó a abandonarlo para convertirlo en parque nacional.
La primera parada la hacemos junto a la llamada Balanced rock, una roca redonda que se sostiene encima de otra que le hace de pedestal, a 39 metros de altura y de un modo bastante precario. Da la impresión que en cualquier momento va a caer sobre nosotros. Hasta 1975-1976 había otra de menor tamaño a su lado pero se cayó. Estuvimos allí unos 30 minutos, con cuidado de no pisar fuera de los caminos marcados porque te advierten que puedes matar a las microplantas a las que cuidan con mimo. Un sendero circular da la vuelta a la roca sin poner en peligro a las plantitas.


El arco más famoso del parque de Arches es el Delicate Arch. He leído algunos comentarios que se quejan sobre el hecho de que no te lleven a él pero hacerlo supondría no ver más que un arco y perderte todas las otras formaciones puesto que no es tan sencillo llegar. Alcanzar su base supondría emplear una hora y media de ida y otra hora y media de vuelta. Sin embargo es posible verlo desde un mirador aunque un poco lejos. Sin embargo vale la pena animarse a continuar hasta el borde del empinado cañón que separa el lado en el que estamos nosotros del que está el arco. Aunque puede producir algo de vértigo las vistas (y no sólo del Delicate arch) son impresionantes. Nos quedamos allí una hora. En ese lugar es normal ver como la tierra y las piedras están teñidas de verde. Eso es debido al cobre que se acumula en ese punto.

No siempre es fácil visitar el parque de Arches. En época de inundaciones llega arena a la carretera y no pueden entrar ni coches ni autobuses a causa del barro.
La última de las paradas que hacemos en el parque nacional es en lo que se ha llamado Park Avenue, un conjunto magnífico de rocas que se elevan como si de rascacielos se trataran.
Salimos de Arches por la carretera 191, la misma que tomamos y Monument Valley y que no dejaremos hasta llegar a Yellowstone.
Entramos en el condado de Carbón, llamado así porque de las montañas arcillosas que vemos se extrae ese mineral, que, como ya dije, se transporta en vagones de tren y se usa en plantas térmicas como la fea Pacificorp (el humo que expulsa es impresionante). Utah es también una gran productora de gas natural. En ese condado encontramos ciudades como Wellington, en la que casi el 100% de la población es mormona. Tampoco tiene ni cines ni bares porque la “diversión” de los miembros de esa iglesia pasa por ir al templo.
Hacemos una parada para comer en Pryce, en un buffet regentado por chinos en el que parte de la comida también es china pero que cuesta 10$ todo incluido. Al lado hay (como casi siempre) un supermercado, al que vamos a comprar provisiones.
En cuanto a la tierra, el Instituto Geodésico Norteamericano ha definido a Utah como el segundo estado más seco de la Unión (el primero es Nevada). No obstante después de pasar por la central térmica que mencionaba el paisaje empieza a cambiar y a media que empezamos a subir se hace completamente distinto. Eso pasa a menudo en EEUU. Pasamos junto al pequeño río Pryce y vemos como, aunque hay muchos árboles, la mayoría están enfermos. La causa es un pequeño escarabajo que pone un millón de huevos en las cortezas. En 3 años pueden terminar con la vida de un árbol, chupándole toda la sabia. Sólo es posible combatirlos con el fuego pero no el provocado por el hombre sino el causado por la naturaleza (algo que nos repetirán a menudo en este viaje).
Otras de las ciudades por las que pasamos son Duchesne, Roosevelt y Vernal. La primera es típicamente mormona y por eso el templo es el edificio más grande que se ve.
En la zona del valle de Vernal y las montañas cercanas, las Uintah (en las que, por cierto, cazaba Teddy Roosevelt) se han encontrado huevos de dinosaurio. Es por eso que delante del museo del museo, junto a la carretera, han puesto la estatua (bastante horrible) de un dinosaurio que parece de juguete comiéndose una sandía. Vernal es la última ciudad de importancia de Utah antes de entrar en Wyoming.
Los geólogos han dividido la región en períodos geológicos. Así vemos zonas de la época del Cretácico o un pequeño cañón en la parte del Jurásico. Este terreno también es importante por la explotación de minas de oro. El agua que podemos ver no es un río sino el agua acumulada de las minas y que está completamente contaminada de mercurio. Según nos cuentan tampoco es raro escuchar de vez en cuando las detonaciones de dinamita de las minas.
El último lugar que visitamos ese día fue Flaming Gorge , frontera oficial entre Utah y Wyoming y principal fuente de agua potable para Vernal. Entre 1958 y 1964 se construyó una presa con las aguas del río Verde que acabó formando un lago artificial, llamado Flaming Gorge. Ese lago es muy apreciado por los amantes de la pesca porque allí se pueden cobrar importantes piezas como truchas, salmones o lubinas de gran tamaño. En la zona se pueden practicar actividades de naturaleza como senderismo, rafting o descensos en kayak. Nos quedamos allí 20 minutos.

De camino hacia el estado de Wyoming vemos venados (y es que ya se ve que no es complicado encontrar fauna en esos parajes). Ese estado recibe el nombre de “estado de la igualdad” porque concedió el voto a la mujer en 1869, siendo el primero en hacerlo. También fue el primero en tener mujeres en cargos de relevancia. Es el estado más despoblado.
Allí todavía viven algunas tribus como los delawere, shoshones, arapahoes y apaches. De hecho el mismo nombre del estado proviene de dos palabras delawere que son “wyo”=montaña y mingo”=valle.
El personaje más importante de Wyoming (y también es más controvertido) es Buffalo Bill. William Frederick Cody empezó a ser llamado Buffalo Bill cuando se convirtió en cazador de bisontes para proveer de carne a los trabajadores del ferrocarril. Antes había luchado en la Guerra Civil y con los años se convirtió en explorador del ejército. En 1895 fundó en Wyoming la ciudad de Cody, a 80 km del parque nacional de Yellowstone, y donde estableció su hogar familiar (aunque él había nacido en Iowa). Pero si algo le dio fama fue el espectáculo que creó y que le llevó a recorrer Norteamérica y Europa (incluso estuvo en Barcelona) durante 20 años. Una de las mayores estrellas fue precisamente Toro sentado, sí, el gran líder sioux.
Una de las principales industrias de Wyoming es la ganadería (tienen un millón de cabezas de ganado y alrededor de dos millones de ovejas frente a poco menos de medio millón de habitantes). Otro de los animales que veremos por aquí gracias a una importante labor de recuperación es el bisonte. Precisamente la bandera del estado es un bisonte sobre campo azul. Y es que en Wyoming empiezan las grandes praderas donde vivían y que se extienden hacia las dos Dakotas, Oklahoma y Nebraska. Alexander von Humboldt, el célebre naturalista, calculó que había 60 millones de cabezas; a finales del siglo XIX apenas quedaban 18.000. Uno de los grandes exterminadores de esos animales fue precisamente el personaje del que he hablado hace un momento, Buffalo Bill. Se calcula que en 18 meses mató más de 4000 ejemplares y eso ayudó también al final de los indios.
Ese día dormimos en Rock Springs, en el hotel La Quinta Inn. Dispone de nevera y microondas en las habitaciones y ofrece desayuno gratis (aunque el espacio es muy reducido para el tamaño del hotel). Está muy cerca de varios centros comerciales (con muchas tiendas pero algo despoblados a pesar de ser todavía temprano). Dimos una vuelta por la ciudad y nos dimos cuenta que las casas no están como aquí, en calles en las que hay tiendas o bares. Allí los comercios están a un lado y las casas a otro y, aunque algunas están casi pegadas a los centros comerciales, no hay acceso directo. Se agrupan todas juntitas y tienen casi todas la misma estructura. Casi en su totalidad tienen también un barquito.
