Para ese día teníamos reservada la actividad de medio día en Woody Elephant Camp. A las 7 y media de la mañana pasaron a buscarnos y fuimos recogiendo a otra gente por la ciudad hasta que la van se llenó. El perfil de nuestros compañeros era de chic@s jóvenes, con cara de resaca. Tardamos casi 2 horas en llegar, y en el camino paramos dos veces, una para que uno de los resacosos comprara café y agua, y otra para comprar plátanos para los elefantes.
Llegamos y nos bajamos todos, pero nos dijeron que nosotros no, que nos bajábamos más adelante. Y es que el resto de nuestros compañeros iban a otro campo de elefantes el Happy Elephant Home. Así que nos fuimos nosotros dos solos. Seguimos un poco más adelante, y nada más bajarnos nos "dejaron a cargo" de dos elefantes para que los llevásemos con los demás. Así, sin preámbulos, aunque ellos iban a donde querían.
Nos dieron ropa para cambiarnos y nos sirvieron un té, que nos bebimos mientras nos comentaron el plan del día. El lugar donde se encuentra el campamento es precioso, rodeado de montañas y vegetación.
Después nos dieron plátanos y nos enseñaron a decirles a los elefantes que abrieran la boca para darles de comer. Aunque ellos preferían quitártelos con la trompa. Por cierto, que al principio esa boca impresiona, ¿y si me come la mano? Pero no, enseguida se hicieron amigos nuestros, es lo que tiene darles comida.
Nos presentaron a las dos elefantas que iban a ser nuestras compañeras durante un par de horas, Cuqui y Café. Y nos subimos encima para ir hasta el río. No es difícil, pero a mi se me quedó cara rara cuando me dijeron: "La mano derecha a la oreja, la izquierda a los pliegues de la piel, tu pie en su pie y para arriba". Miré escéptica al mahout (se llama así al cuidador de elefantes), pero con un poco de ayuda me subí. Yo fui con Cuqui, la más grande de las dos, ¡y tan grande! Más de lo que parecía a primera vista, estar allí arriba imponía, de verdad. Nos enseñaron los comandos básicos para dirigir el paseo del elefante, "pai pai" para ir hacia adelante, "bao bao" para ir más despacio, aunque luego no nos hacían ni caso, jeje.
Empezamos el paseo, nosotros, dos elefantas y tres mahouts, uno de ellos haciendo fotos con nuestra cámara de fotos y de vídeo. El total tardamos unos 20 minutos hasta el río. Cuando ya estábamos llegando tuvimos que bajar una cuesta y parecía que nos íbamos a caer, pero solo era una sensación, y además las elefantas nos sujetaban con las orejas.
Allí en el río las lavamos, restregando con la gravilla y enjuagándolas. Y luego empezaron a jugar con nosotros, echando agua con la trompa, acabamos totalmente empapados. Fue muy divertido, pasamos un rato fantástico.
Nos volvimos a montar en ellas para continuar el baño en el río, y pasado un rato volvimos al campamento.
Nos cambiamos de ropa y nos estaban esperando con la comida preparada. Massaman curry, tortilla tailandesa y salteado de verduras. De postre, un dulcísimo mango. En Tailandia la variedad de mango que hay es pequeño y amarillo, pero mucho más dulce y con más sabor que los que traen a España.
Después de la comida estuvimos otro rato con los elefantes, dándoles de comer caña de azúcar, junto con las personas que estaban para la actividad de día entero. Nos dieron unos sonoros besos en la mejilla para despedirse y nos fuimos.
La actividad de medio día se nos hizo corta, pero la elegimos por dos motivos. Primero porque según la experiencia de otros foreros, el tiempo que se pasa con los elefantes es prácticamente el mismo. En la actividad de día entero pasas más tiempo en el campamento pero haciendo otras actividades. Y segundo porque no íbamos muy seguros con la actividad. No sabía si me iba a encontrar a gusto allí, por si veía signos de maltrato o cosas raras. Pero realmente nuestros temores fueron infundados ya que lo que vimos fue que elefantes estaban bien cuidados, que no tenían marcas de cadenas (como he visto en otros campos en televisión), ni vimos que los mahouts usaran pinchos. Es posible que no sea oro todo lo que reluce, pero lo que vimos nos gustó.
Una experiencia fantástica, el poder interaccionar con estos animales tan cariñosos e inteligentes. Nos hubiera gustado estar más tiempo con ellos.
A la vuelta recogimos a nuestros compañeros de viaje en el Happy Elephant Home y volvimos a Chiang Mai.
Estuvimos descansando un rato y aprovechando que era temprano, salimos a darnos un masaje en la Cárcel de Mujeres de Chiang Mai, que cierra a las 16:30. Es un lugar que tiene muy buenas opiniones, no solo por la calidad de sus masajes, sino también por la labor de reinserción que se realiza con las reclusas, enseñándoles un oficio que pueden ejercer cuando acaban su condena. Pero cuando llegamos ya tenían todo ocupado, así que nos sugirieron ir a otros establecimientos donde dan masajes las reclusas que ya han salido de la cárcel. Los precios son los mismos y están muy cerca de allí. Nos dimos un masaje tradicional de una hora, por 200 baht. Nos gustó mucho, lo recomiendo: women-s-massage-center-thailand.webnode.fr/ ...ebnode.fr/
Antes de cenar dimos un paseo por fuera de la muralla, hacia el este, y sin quererlo dimos con Chinatown. Una algarabía de puestos de comida con una pinta impresionante, y tiendas de ropa China de pésimo diseño y calidad. Ya que nos habíamos quedado sin ver Chinatown en Bangkok, al menos pudimos verlo en Chiang Mai.
Queríamos ir a cenar a un pequeño restaurante cerca de la Guest House, que nos había recomendado Víctor, pero estaba cerrado. No teníamos ganas de ir muy lejos, así que decidimos comer en The Cat House, más cerca imposible. Un curry de lentejas y berenjenas y calabacines fritos. Todo muy bueno, con su correspondiente cerveza Chang. Después fuimos a por un batido, de piña y coco, que nos tomamos tranquilamente en la terraza.

GASTOS DEL DÍA (2 PERSONAS)
Desayuno (comprado en el 7/11): 100 baht
Woody Elephant Camp: 3200 baht
Masaje: 400 baht
Cena: 290 baht
Batido: 60 baht