El tercer día de nuestro viaje, aprovechamos para visitar una provincia o prefectura más al norte de Tokyo. Nos dirigimos a Nikko, en la región de Kanto. En medio día era factible visitarlo, así que nos planteamos el día madrugando MUCHO para estar a la hora del almuerzo en Tokyo. De esta manera, iba a darnos tiempo a visitar otras zonas de Tokio importantes como la zona noroeste. La tarde os la contaremos en el siguiente post ya que Nikko tiene mucho que explicar.
Pero, ¿por qué Nikko? Nos decidimos a visitar esta pequeña aldea montañosa porque contiene varios santuarios y templos que forman parte del Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1999. Por otra parte, al estar rodeado de montañas, deja ver cada paisaje natural increíble. Es una pena que tuviésemos poco tiempo para patearla. Aún así, no invertiríamos más tiempo del que le dedicamos.
Como teníamos los Rail Pass, el día anterior aprovechamos para hacer las reservas de los billetes en una estación JR. Tanto del trayecto de ida como el de vuelta. Así, nos salvábamos de quedarnos sin tren y nos asegurábamos de no madrugar en balde. El viaje hasta Nikko requería trasbordo en Utsunomiya y en la misma estación cambiar a un tren local que nos llevase hasta Nikko. Este tren no necesitaba tickets adicionales: Solo había que buscar en la estación de Utsunomiya las indicaciones a la Vía 5 (Nikko, bien señalizado). Por lo tanto, cuando vayáis a hacer la reserva de asientos en los Shinkansen, solo os van a permitir hacerlo para el primer trayecto: Tokyo- Utsunomiya. Si necesitáis consultar horarios y rutas, como siempre, acercaos a la web de Hyperdia. Nosotros llevábamos los horarios de los trenes impresos ya que también te da la información de los andenes. Es muchísimo más fácil viajar con toda la información posible apuntada, para que te dificulte lo menos posible no entender los carteles en japones.
Esa noche no dormí nada, nada. Así que me fue relativamente sencillo estar levantada super temprano para coger nuestro tren en Tokyo Central a las 6.20 a.m. Creo que nunca he madrugado tanto en un viaje, jajaja! El recepcionista del hotel creo que no daba crédito al vernos recién duchados a esas horas, preparados para otro día de visita, jajaja!
Era de noche y estaba todo super cerrado cuando fuimos al metro (170Y por persona hasta Tokyo Central Station desde nuestro hotel), así que decidimos tomar algo de desayunar en la estación central. Entramos en un kiosko de dentro de los mismos andenes del Tren. Nos compramos unos Dorayakis (el pastelito favorito de Doraemon) y unos bollitos rellenos de cosas ininteligibles en el paquete, pero que estaban ricas, por 260Y.
Entre el tren que os deja en Utsunomiya y el que os lleva hasta Nikko, tendréis que esperar como una media hora. Así, os dará tiempo a ver desde fuera el día a día de los niños que van al cole en tren. Eran un montón de ellos, todos vestidos de uniforme. Es todo un espectáculo observarlos.
Al llegar a la estación JR de Nikko, piérdete unos minutos por su pequeña estación. Es la más antigua de la zona oriental de Japón. Cuando estéis listos, tenéis que salir y buscar la estación Tobu que tenéis a poca distancia. Nosotros habíamos buscado por el maps la zona y vimos más o menos a cuánto quedaba el edificio, pero es relativamente cerca (está marcado en el mapa de la foto de abajo). Allí encontrareis una oficina donde os van a vender los Sekai-isan-meguri (world Heritage Buss Pass). Son los pases del autobús por 500Y por persona.
Te dan un mapa y un cartoncito ovalado amarillo que te sirve para montarte en el bus las veces que necesites. Este pase de bus tiene 17 paradas (las del recuadro en rojo) para que puedas hacer tu visita a Nikko lo amplia que quieras. Nosotros fuimos a los templos importantes ya que contábamos con volver a Tokio para aprovechar allí la tarde. Podéis echar cuentas porque igual, si vais a hacer nuestro recorrido, solo lo cogimos una vez para ir y otra para volver. Así que a lo mejor hay billetes sencillos que os lleven y os traigan.
La marquesina de nuestro autobús era la 2B. No tiene pérdida porque los autobuses paran enfrente de la estación, como se ve en la foto.
Nuestra parada era la 83: Omotesando. Una vez allí hay que caminar hasta llegar a la zona de los templos.
La primera visita fue la del templo budista Rinnoji Temple. Es el primer templo que se construyó en Nikko, en el año 766. Una vez allí, tienes dos entradas. La básica que solo te da acceso al Sanbutsudo (el salón de los 3 budas) por 400Y por persona. La más completa te da acceso al Taiyuin (mausoleo de Tokugawa Iemitsu, el último Shogun de la época Edo), que son 900Y por persona. Nosotros optamos por ésta.
De este primer templo, no podemos aportaros muchas fotos porque no estaban permitidas. Por otra parte, habían instalado como un edificio provisional protegiendo el templo por fuera para poder restaurarlo. Estaba super bien montado porque te dejaban acceder al interior del templo y también a pisos superiores para ver la reconstrucción del edificio. Estaba pensado al milímetro. Podías subir hasta la zona más alta para ver cómo rehabilitaban teja a teja. De hecho, para que recaudasen fondos, podías firmar una de ellas que serían montadas en el templo, a cambio de un donativo.
Es una pena que no estuviese totalmente rehabilitado durante nuestra visita. Pero lo que sí guardo como un grato recuerdo es la imagen mental de los fantásticos 3 budas de madera lacados en oro: Kanon, el Buda de los mil brazos, Amida-Nyorai y Bato Kanon, el buda dedicado a los animales. Los tres se encuentran sentados sobre una flor de loto. En google hay alguna fotillo por si tienes curiosidad.
No tardamos demasiado en ir hacia el siguiente templo, pero cuando llegamos, estaba llenísimo de niños de excursión. Se hizo un poco difícil visitarlo con tanta gente. ¡Menos mal que estábamos allí desde temprano!
La entrada del Toshogu Temple nos costó 1300Y por persona. Te dan un mapita del tempo ya que tiene un montón de puntos de interés. Nada más llegar, te recibe la impresionante pagoda de 5 plantas.
El día estaba nublado y húmedo, por lo que las fotos del móvil son terribles, pero podéis haceros a la idea de lo impresionante que era. Cada piso representa de manera ascendente a la tierra, el agua, el fuego, el viento y al cielo.
Trás cruzar el torii, nos encontramos aquí, de frente con tres almacenes sagrados que tienen figuras en relieve de diferentes animales, custodiados por filas de linternas de piedra tan típicas de los templos japoneses.
Pero uno de los puntos más conocidos de este templo, lo teníamos justo a nuestra espalda: El establo sagrado de los famosos 3 monos sabios. Sus nombres son Mizaru, Kikazaru e Iwazaru: El que no ve, el que no oye y el que no dice el mal. Son los encargados de no interrumpir el sueño eterno del Shogun.
Continuamos la visita cruzando un enorme Torii y a su izquierda encontraremos la casa del agua, donde se realiza el ritual de purificación para entrar en los templos. Nosotros no practicamos ninguna religión, así que no quisimos molestar a los que estaban allí pero os enseñamos cómo lo hacen. Si continuamos el paseo, subiremos las escalinatas que nos situarán de frente a la puerta Yomeimon
Es común encontrar en la entrada de los templos, como en este caso, dos torres reconocibles con una campana y un tambor. Simbolizan la muerte y el nacimiento.
Una de las cosas que mas me gustaron fue la puerta Yomeimon, que contiene la talla de 100 dragones distintos.
Te encontrarás un poco perdido entre tanto edificio pero no pierdas detalle. Sino vas a perderte cosas como el gato durmiente Se cuentan fabulosas historias sobre él como que inicialmente era un gato despierto, pero durante la noche se comió la comida de sus creadores así que lo transformaron en una estatua dormida. Otros dicen que se encuentra en él el alma del shogun Tokuyama Ieyasu, o que es el guardián que no deja pasar a los ratones…
En el lateral del templo se encuentran unas escalinatas (lleva agua, que la vas a necesitar) donde poder disfrutar de una vista preciosa del recinto. y donde se encuentra la tumba del Shogun.
çAl salir, emprendimos el camino hacia otro templo. Me gustó el camino tranquilo, menos atestado de turistas. Hasta llegar a él, nos acompañaban más faroles de piedra.
El templo Romón me llamó la atención su torii negro y una zona de pequeños edificios. Uno de ellos, probablemente fuera la casa del sacerdote porque tenía en la puerta la shimenawa. Es una cuerda con unas tiras de papel en forma de zigzag o shide. Simbolizan el límite entre lo terrenal y lo sagrado. También había otro edificio con la escultura de unos ratones plateados, pero no logré saber qué eran.
Leímos en los blogs que el templo Futarasan era el menos impresionante así que decidimos pasar al siguiente: el templo Taiyuin.
Es el mausoleo de Iemitsu, nieto del Shogun Ieyasu. Su nombre póstumo es precisamente Taiyuin. Como en el caso del mausoleo de su abuelo, el acceso al de Taiyuin, se realiza a través de una puerta llamada Niomon, que es fácil de reconocer gracias a sus dos Dioses guerreros rojos Nio.
Al atravesar la puerta, llegamos a otra llamada Nitenmon, que se caracteriza por los 4 guardianes que la custodian: Komoky y Jikoku en la parte delantera y el Dios rojo del trueno y el Dios verde del viento en la parte de atrás.
Si seguimos caminando por el recinto, encontraremos otra puerta llamada Yashamon, que es reconocible por su capa dorada. En ella se encuentran otras 4 estatuas Yasha, un espíritu guardián.
Para llegar al final del recinto, tienes que pasar por varias puertas más como la Karamon franqueada por grullas o la Kokamon, que es la que nos lleva hasta el mausoleo de Taiyuin.
Al salir del templo, teníamos que coger nuevamente el bus hasta el tren para seguir con nuestros planes por el noroeste de Tokio. Vimos muy de pasada el puente sagrado Shynkyo pero preferimos no parar a fotografiarlo. Es bastante bonito pero para cruzarlo, hay que pagar así que decidimos continuar hasta la estación. Al llegar allí, cruzamos la calle hasta una pastelería y compramos algunos bollitos por 400Y. Nos daba margen hasta llegar a la Tokyo Central Station y almorzar por allí. En nikko empezaba a chispear y teníamos el tren de vuelta desde Utsunomiya a las 13.58 así que había que darse prisa.
Aunque no era tarde, llegamos al centro a las 3, por lo que se nos empezaban a agotar las opciones de sentarnos a comer. Optamos por volver a la cervecería de la Ramen Street y probar otras cosas. Pagamos por el almuerzo 2797Y.
Después del descanso en el tren y en el bar, tocaba volver a la carga por Tokio. Además, estaba emocionada con lo que nos quedaba de día porque íbamos a disfrutar de unas vistas “a la altura del viaje”. ¡Correcto, nos íbamos de miradores!