
Día 7: Nata- Planet Baobab- excursión a Ntwetwe Pan (noche al aire libre en el salar)
Llegaba uno de los puntos fuertes del viaje (al menos para mí, que nunca antes había hecho nada igual): la noche de acampada en el salar, durmiendo bajo las estrellas. El día se estructuraba de la siguiente forma: desde Nata nos desplazaríamos hasta Planet Baobab, un alojamiento cercano a la localidad de Gweta y que es una atracción en si mismo (ya os explicaré porqué). Ése sería nuestro alojamiento para pasar la noche del día 8 de viaje, pero el día 7 haríamos una excursión en 4x4 desde allí hasta el salar de Ntwetwe (uno de los que forman la red de salares de Makgadikgadi), donde pasaríamos la noche al aire libre haciendo vivac.
Las Makgadikgadi Pans o salares de Makgadikgadi son una de las mayores redes de salares del mundo y corresponden a los restos de un enorme lago, el lago Makgadikgadi, que en el pasado cubrió un área mayor que Suiza, pero debido a alteraciones geológicas varias de la zona acabó secándose hace miles de años. Forman parte del desierto del Kalahari y se localizan en la sabana seca del noreste de Botswana.

Makgadikgadi no es un único salar, sino varias cuencas o depresiones entrelazadas, con arena del desierto entre ellas. Los salares individuales principales que lo forman son Sowa Pan, Ntwetwe Pan y Nxai Pan. La excursión del día 7 nos llevaría precisamente a Ntwetwe Pan, donde se puede disfrutar de un paisaje mezcla de dunas de arena, islas rocosas y zonas desérticas. Aparentemente la superficie de las salinas es como una costra bastante sólida (aunque puede ocultar humedad bajo la capa superficial y es peligroso, los coches pueden encallar) y no suele crecer vegetación, pero sí en las orillas del salar, donde abundan los pastizales.
Así pues, con esta perspectiva nos levantamos sobre las 7, todo un lujo teniendo en cuenta el ritmo de madrugones que llevábamos. Desayunamos en la zona de acampada del Pelican Lodge, junto al camión, y a las 9 ya estaba todo recogido para salir rumbo al siguiente destino: Planet Baobab. En un par de horas, sobre las 11, nos plantábamos allí. Rutilla seguida:

Planet Baobab es un lodge cercano a Gweta (situado al borde de Ntwetwe Pan en la carretera Maun-Francistown), tal como os comentaba, y está gestionado por la empresa Uncharted Africa. Además de un sitio excelente donde dormir, ofrecen actividades varias, entre ellas el tour a Nwetwe Pan, visitando una colonia de suricatas y haciendo vivac en el salar. El alojamiento en Planet Baobab es muy original: son cabañitas estilo Kalahari que reflejan los métodos de construcción tradicionales de los antiguos habitantes de Makgadikgadi Pans. Hay cabañas de dos tipos:
- Bakalanga Hut: construidas con barro y completamente equipadas (baño privado, ropa de cama…). Las paredes están decoradas con pinturas hechas a partir de pigmentos naturales extraídos de los muchos termiteros que hay en la zona. Al día siguiente nosotros nos alojaríamos en este tipo de bungalows.


- Cabaña tradicional de paja: construidas al estilo de los bosquímanos (San), que fueron los primeros habitantes de la zona de Makgadikgadi. Estas cabañas no tienen baño, pero hay un bloque con baños comunes y duchas en el recinto.
En Planet Baobab también hay una zona de acampada, con plazas de camping disponibles (y baños comunes).
Si os alojáis aquí, podéis contratar el tour del salar en el mostrador de recepción mismo, sobre la marcha, aunque os recomendaría reservar con antelación (las excursiones son de 20 plazas y si engancháis uno de los días que va un grupo como el nuestro, tan solo quedarán una o dos plazas disponibles).
Ha llegado el momento de entender porqué se llama Planet Baobab: pues, tal como su nombre indica, por la presencia de gran cantidad de estos hermosos árboles en el alojamiento. Nada más llegar fuimos a ver uno de ellos y nos explicaron varias curiosidades: entre ellas, la guía tomó uno de los frutos del baobab, lo abrió y nos mostró las semillas. A continuación nos las dio para que las probásemos, tienen un gusto algo ácido pero están buenas (al parecer son una fuente muy importante de vitamina C para la gente de la zona).


Si queréis aprender muchas cosas sobre los baobabs a la vez que obtenéis información sobre los lugares que estos habitan, os recomiendo el libro “A la sombra del baobab”, de Xavier Moret. En él explica su aventura por Botswana en busca de varios baobabs famosos, pero hace referencia también a los de otros países (por ejemplo, los de Madagascar, también muy conocidos). Un libro ameno y didáctico con un montón de información interesante.

Nos dieron tiempo libre hasta la comida a las 12:30, y en este rato podíamos ir a la apetecible piscina del alojamiento o bien dar una vuelta por la zona para ver los baobabs. Nosotros elegimos lo segundo, ya que no nos apetecía ir luego el resto del día con el cloro de la piscina encima (aunque había duchas en el bloque de los baños). Los baños del Planet Baobab (unos de ellos):

El baobab es un icono de la sabana africana, un árbol diferente a cualquier otro y que parece plantado del revés. De enormes proporciones, flores efímeras y frutos nutritivos, siempre ha tenido un halo de misterio y muchas culturas le han atribuido propiedades mágicas, considerándolo un árbol sagrado.
Estos árboles pueden llegar a medir más de 20 m de altura, pero lo que más destaca es el grosor de su tronco (de hasta 15 m de diámetro), que le permite acumular grandes reservas de agua durante la época de lluvias. Tiene hojas caducas (por eso los vimos peladetes, allí era invierno) y grandes flores blancas que tan solo florecen durante una noche, al parecer, y son muy difíciles de ver. Los frutos, como decíamos, contienen una pulpa que envuelve a las semillas y que es comestible (rica en proteínas, minerales y vitamina C).

El baobab es una maravilla, se aprovecha todo: los frutos (incluso las hojas) se aprovechan para alimentación), la madera se utiliza en la fabricación de papel (ya que es muy ligera), y la corteza produce una fibra de gran resistencia. Además, las semillas se utilizan en medicina: de ellas se extrae el aceite de baobab, que contiene gran cantidad de ácidos grasos utilizados como antioxidantes naturales en cosmética.

Nos dimos una vueltecita por allí, admirando los magníficos árboles que nos rodeaban:


Una vez visto, nos sobró tiempo suficiente para meter las piernas en remojo en la apetecible piscina:


A las 12:30 fuimos a comer a la zona de acampada donde estaba instalado el camión, como siempre con nuestra mesa y sillas de picnic con todo preparado: pasta con champiñones, ensalada y papaya de postre. A las 14 teníamos que ir a recepción para empezar la excursión del salar. Había que llevar una pequeña mochila con lo básico: crema protectora, gorro, gafas de sol, alguna toallita (no habría ducha), agua, la linterna o frontal y poca cosa más. El saco de dormir lo ponen ellos, no es necesario llevarlo.
Nos distribuyeron en dos coches 4x4 y pusimos rumbo al salar de Ntwetwe. Nada más salir del alojamiento, pasamos por una zona con una especie de abrevadero o mini-lago donde había animales varios bebiendo (entre ellos, el caballito de lago, como nos dijo el conductor. Si algunos tienen caballitos de mar, ellos pueden tener caballitos de lago).


Por el camino nos fueron explicando varias cosas, sobre todo relativas a distintos tipos de árboles que nos fuimos encontrando por el camino: marula, mopane, acacias… No me quedé con todo, pero sí con que el árbol de marula tiene un buen tronco para construir mokoros y que la leña del mopane es muy buena para hacer hogueras. También vimos un racífero común o como yo le llamo, bambi chiquitillo



Fueron un par de horas y media de ruta, de 14 a 16:30, por caminos de tierra, con baches y bancos de arena varios, así que se hace un poco pesado, la verdad. Paramos también junto a un baobab un momento, luego vi que era para que uno de los conductores fuera a echar una meadita


Por el camino vimos también grandes manadas de vacas, varios grupos de caballos y algunas avestruces:


Finalmente, sobre las 16:30 llegamos a uno de los lugares estrella del día: la colonia de suricatas (también llamados suricatos) que hay justo al lado de los límites del salar. Esta colonia, como todos los animales que vimos durante el viaje, es salvaje, los animales son completamente libres, pero hay un chico que por iniciativa propia se pasa la vida allí con ellos, de forma que se han acostumbrado a los humanos y no se esconden de nosotros porque no nos identifican como amenaza. El chico ahora ejerce como de guía en la colonia y supongo que se gana la vida con las propinas que le damos los viajeros cuando hacemos la visita, aunque no es un trabajador de Planet Baobab ni nada, sino que lo hizo voluntariamente.
El suricata es una especie de mangosta de las más pequeñas, con el cuerpo y miembros largos y esbeltos. Tiene orejas pequeñas en forma de media luna y el color de su pelaje puede variar dependiendo de las regiones donde se encuentren. Es una especie diurna y de costumbres sociales, viviendo en grupos de hasta 40 individuos, aunque a mí me dio la sensación de que allí había más, la verdad. Igual eran solo 40 pero se movían mucho… todo puede ser



Los suricatas son animales muy graciosos, sobre todo cuando se ponen sobre dos patas. Como he mencionado, es una colonia bastante grande, con muchos ejemplares, ya que son animales sociales, pero siempre hay alguno que está vigilando por si aparece alguna amenaza al acecho… mientras tanto, los otros escarban buscando algún bicho o gusanillo que echarse a la boca. Son principalmente insectívoros, pero también pueden comer huevos y componentes vegetales. Comen también escorpiones, pero nosotros no vimos a ninguno, en cambio sí que pillamos a este zampándose una especie de lombriz:

Son animales excavadores y tienen un montón de madrigueras distribuidas por la zona, que están conectadas por un sistema de túneles, y así en cualquier momento pueden correr a una de ellas a refugiarse. De hecho, lo vimos en directo: apareció un ave rapaz en el cielo y al segundo el vigilante dio el grito de alarma. En ese momento todos los suricatas salieron en estampida hacia el hoyo más cercano y ahí se metieron, fue espectacular verlos desaparecer a todos tan rápido. Luego, al pasar el peligro, empezaron a asomar sus cabecillas y cuando vieron que no había moros en la costa fueron saliendo uno a uno de nuevo. Los principales depredadores son varias aves y mamíferos carnívoros, como por ejemplo los halcones y águilas, y los chacales.

Aquí se quedaron flipando con una de las madrigueras y emitían ruidos amenazadores en dirección a ella, el chico de la colonia nos explicó que seguramente se había metido una serpiente dentro y ellos la habían olido:

Suricatas increpando a la okupa
Como pasa con casi todas las especies, siempre hay uno o varios machos alfa huevones


Los suricatas se iban moviendo y nosotros siguiéndolos como vulgares acosadores sin una buena orden de alejamiento, hasta que llegaron prácticamente a los límites del salar, que se veía ahí al fondo:

Como podéis ver, no tienen miedo y se acercan mucho a los humanos (aunque no les dábamos comida ni nada, el chico que está con ellos tampoco les da):

Tras prácticamente una hora acribillando a fotos a los pobres suricatas, volvimos a los 4x4 para seguir nuestro camino. Aquí, antes de entrar en el salar, es donde se toman los quads si has pagado el extra por hacerlo (nosotros decidimos que no).
Nos adentramos en el salar y poco a poco fuimos dejando atrás los tramos de hierba para vernos rodeados únicamente de árida tierra salina. Sobre las 17:45 paramos en pleno salar para tomar algunas fotos haciendo el ganso y ver la puesta de sol:



Seguimos durante un rato más y llegamos al campamento, que ha habían montado los chicos de Uncharted Africa (otro coche con todo el material se había adelantado). En realidad no había mucho que preparar: las sillas, una buena hoguera, una mesa portátil donde dejar la comida cuando estuviera preparada, las camas algo más alejadas y el váter (aun más alejado). Todo cuidado hasta el último detalle. El baño no dejaba de ser un agujero en el suelo dentro de una tienda de campaña de lona, pero le habían puesto encima una especie de armatoste que hacía las veces de taza del wc (la foto del baño está tomada al día siguiente, después de amanecer):


Tras un rato de charla alrededor de la hoguera, se sirvió la cena: salchichas (en mi caso, salchichas veganas), calabaza y patata asadas y un pan de maíz espectacularmente delicioso. Ya lo menciona la forera Chufina en su diario y lo confirmo: ese pan de maíz es uno de los manjares más deliciosos que probé durante el viaje. Luego la guía nos dio la sorpresa final: había traído un par de botellitas de marula para que diéramos buena cuenta de ellas junto al fuego.
A esas alturas ya era negra noche y el cielo nocturno estaba espectacular: pudimos ver a Venus, Júpiter y Marte, y la Vía Láctea… Sin un atisbo de contaminación lumínica, en la negrura más absoluta, ahí estaba ese maravilloso cielo del hemisferio sur, que tan pocas veces he tenido oportunidad de contemplar


Como siempre, las fotos no hacen justicia a la impresionante realidad...

Llegó el momento de irse a dormir, las camas estaban genial: colchones enrollables, almohada, sábanas y un edredón, todo ello recubierto por una especie de funda de lona bastante aislante. Un consejillo: como lo único que queda fuera es la cabeza y la temperatura por la noche baja bastante, os recomiendo llevar un gorro bien calentito (de esos de forro polar, por ejemplo, que ocupan poco y abrigan mucho). Aunque en el cuerpo estaréis bien como mucho con un forro polar, la sensación de frío en la cabeza puede llegar a despertaros, así que con el gorro iréis bien cubiertos en ese tema (nunca mejor dicho). En nuestro caso, la temperatura no bajó excesivamente, creo que ya os he comentado que pillamos una ola de calor en Botswana durante nuestra ruta, y varios viajeros acabaron despelotándose bastante durante la noche

No había dormido nunca antes al raso y me gustó la experiencia, sí que es verdad que me desperté en algún momento durante la noche, pero la visión de tantas estrellas era una maravilla y no me importó. Sin duda se trata de una experiencia muy recomendable y si os viene bien en vuestro itinerario os aconsejo intentar incluirla en el planning.
Al día siguiente nos esperaba un amanecer en el salar de los que cortan el hipo y un intenso día de safari en Makgadikgadi Pans National Park, pero eso ya es otra historia y tendréis que esperar a la próxima etapa
