Otros lugares que me parecieron increíbles son las escaleras que conectan los pisos del monasterio, los balcones que dan al patio y el ambiente que corresponde al comedor con friso de cerámica hermoso.


El Monasterio de los Jerónimos de Belém es un imperdible de Lisboa, sólo por el Monasterio vale la pena ir, pero sus alrededores son preciosos también. Por ejemplo en la cuadra siguiente, si no me equivoco está la famosa pastelería Pastéis de Belém, que son riquísimos, comimos uno cada una con un capuchino sentadas en una de las mesas de la pastelería, en un edificio muy bonito también, tengo que decir, y compramos para llevar al apartamento porque no nos podíamos resistir, por favor que ricos que son¡¡¡

Cruzando la avenida del Monasterio hay un parque muy bonito donde descansar un poco si es necesario. Nosotras seguimos hacia el mar, nos detuvimos en una feria artesanal bastante grande que vendían de todo pero no nos decidimos y no compramos nada. Seguimos paralelo al agua para ver el Monumento de los descubrimientos, que me pareció muy original, con imágenes de ambos lados del monumento, me gustó.


Siempre siguiendo paralelo al mar seguimos caminando hasta la Torre de Belém, se puede entrar, nosotras no lo hicimos., su exterior es precioso y había una cola bastante larga para entrar.

Dimos por terminado el paseo por Belém y nos volvimos a Lisboa.
Belém me encantó es un lugar tranquilo, hermoso y hasta te da la posibilidad de degustar unos pastéis riquísimos. Lo recomiendo si están por esta parte del planeta, no se arrepentirán.