Desde que lo vimos en un programa de televisión, teníamos ganas de ir al Mirador de la Naranjera, que ofrece unas vistas espléndidas sobre gran parte de la sierra madrileña, Cuelgamuros y, en especial, de la parte trasera de la Cruz del Valle de los Caídos. Sin embargo, tuvimos que esperar a que se abrieran los cierres perimetrales autonómicos por la pandemia, ya que el punto más fácil de acceso se encuentra en el sitio conocido como Fuente de las Negras, cerca de Peguerinos (Ávila), en una zona con enrevesados límites donde tan pronto estás en Madrid como en Segovia o en Ávila.
Ubicación del mirador en el mapa de la Comunidad de Madrid.
Se trata de una ruta curiosa, prácticamente un paseo, ya que caminando es muy cortita, pero para llegar al punto de inicio requiere hacer en coche unos buenos kilómetros, sobre todo si se va desde Madrid capital. He leído que existe alguna variante que alarga la caminata, pero no nos convencía demasiado, así que en esta ocasión decidimos apuntarnos a lo fácil.
Itinerario sugerido por Google Maps desde Madrid.
Para llegar desde Madrid a Peguerinos existen varias opciones, dependiendo desde donde salga cada cual. En nuestro caso, fuimos por la M-505 y luego por la M-535, que pasado Santa María de la Alameda se convierte en la AV-P-310; tras un tramo, hay que tomar la AV-P-308, que nos llevó hasta Peguerinos. Desde allí, seguimos en dirección al camping de Valle Enmedio y luego hacia la derecha. Arriba os he puesto una captura del itinerario en Google Maps desde Madrid, y debajo de este párrafo otra desde Peguerinos a la Fuente de las Negras, pues creo que serán más útiles que mis explicaciones. En total fueron unos 84 kilómetros y más de hora y media en el coche. Se hizo largo, sí.
Dejamos el coche junto a la Fuente de las Negras. Enseguida vimos una barrera que impide pasar coches y un indicador, donde pone “Fuente de los Negros” y no “Fuente de las Negras”. En fin, sea lo que sea, no quiero sembrar polémicas… El caso es que desde la fuente hasta el mirador marcaba 25 minutos, y GR-10. Un pequeño paseo, pues.
El sendero, amplio y facilón, nos llevó por un bosque de pinos, entre cuyas copas llegábamos a divisar alguna de las aglomeraciones de piedras que son tan típicas en la Sierra de Guadarrama, en especial en La Pedriza.
Pasamos una pradera y llegamos a la única parte algo menos sencilla del recorrido, una cuestecita pedregosa, al final de la cual divisamos el antiguo refugio de la Naranjera, que actualmente presenta un aspecto lamentable, con el tejado practicamente derruido.
Unos pasos después, frente a nosotros, apareció una gran mole rocosa, asomándose al vacío. Según nuestro track, allí se encontraba el mirador. Y es que nadie espere uno de esos típicos conglomerados con barandillas suspendido en el aire desde el que mirar cómodamente, sino que se trata de un balcón natural al que hay que acceder saltando de piedra en piedra y encaramándose a alguna que otra roca para captar las mejores perspectivas. En fin, no vamos a exagerar, que tampoco tiene demasiada complicación, pero hay que llevar cuidado, sobre todo si van niños pequeños.
Vistas desde el principio de las rocas.
Para ver las vistas, hay que subirse ahí.
Las vistas son realmente espectaculares, ya que se divisa casi toda la sierra madrileña y en primer plano el Valle de los Caídos, el Embalse de la Jarosa, los pueblos, la Pedriza… Incluso se adivina Madrid y sus torres al fondo. Fue una lástima no haber llevado unos prismáticos.
Luego, dimos una vuelta en el entorno de la gran roca, por si localizábamos otras perspectivas. No las encontramos mejores. Además, me caí en el sitio más tonto, una habilidad particular y propia por la que suelo darme un trastazo cuando ya hemos visto lo más destacado de las rutas y en un lugar sin ningún problema. Menos mal. Debe ser que pierdo concentración… El caso es que me torcí el tobillo y tuve que regresar casi a pata coja al coche.
Por fortuna, el recorrido era corto y no muy incómodo. A eso se debe la hora y cuarto de duración de la caminata, según los datos de mi copia de wikiloc, que pongo a continuación.
- Longitud: 2,74 kilómetros (ida y vuelta)
- Duración: 1 hora 15 minutos (por mi pie, se hace en menos de una hora)
- Tipo de ruta: lineal, ida y vuelta por el mismo camino
- Desnivel: 59 metros.
- Grado de dificultad: fácil, si bien se debe tener en cuenta que el mirador es un promontorio rocoso donde hay que trepar un poquito, sorteando rocas.
Como a la Fuente de las Negras habíamos llegado bien siguiendo las instrucciones de Google Maps, quisimos volver por otro camino que nos sugería, dirigiéndonos hacia El Escorial, algo que parecía factible según los itinerarios del móvil. Bueno, pues no. Lo intentamos por varias pistas y terminamos desquiciados, ninguna tenía salida posible para vehículos o estaban prohibidas. Así que, ojo, si se va en coche hay que regresar por donde se ha venido, es decir, por Peguerinos.
Fotos tomadas desde el coche, en la carretera hacia Peguerinos.
Ya se nos había hecho tarde, así que nos quedamos a almorzar en Peguerinos. Tomamos el menú del día en un restaurante con una terraza muy maja, junto a la Iglesia de la Concepción. Comimos bien, barato y nos atendieron estupendamente. Era día laborable y se notaba en positivo. Y allí acabó la excursión porque con mi pie hinchado como un bote, no pudimos dar ni siquiera un paseo por el pueblo ni asomarnos al mirador del Embalse de la Aceña, desde el que se contemplan unas bonitas vistas según vimos desde el coche, a la ida. Otra vez será. En fin, menos mal que el percance no me sucedió en la subida.
En resumen, un mirador con unas panorámicas imperdibles de la sierra. Ya conocíamos otros miradores sobre Cuelgamuros, sobre todo los que tienen acceso por Abantos, pero en esa ruta las mejores vistas corresponden al Monasterio del Escorial, mientras que la perspectiva de la Cruz del Valle de los Caídos es lateral y no tan cercana como la del mirador de la Naranjera. Lo recomiendo. Quizás no compense el viaje de ida y vuelta en el coche para algo tan corto, pero se puede aprovechar un día que se viaje por las inmediaciones o que se esté de picnic para ir a echar un vistazo. Merece la pena siempre que el día sea claro, eso sí.