Cuando se habla de senderismo en la Comunidad de Madrid, uno de los nombres propios que enseguida surgen como referencia de rutas es Rascafría, una pequeña localidad situada en las estribaciones del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, uno de los puntos de acceso a algunos de los más bellos paisajes de la región. Hemos estado allí en varias veces, y hemos ido de paso muchas más. En esta etapa voy a combinar dos de esas veces, una en la que nos quedamos a comer, visitando el pequeño pueblo, y otra en la que paramos a hacer una pequeña ruta de senderismo que tiene mucho encanto, es sencilla y puede suponer un complemento perfecto para después de comer, por ejemplo. Sin embargo, hay multitud de cosas más que hacer en los alrededores, incluyendo muchas rutas de senderismo de todos los niveles. Al final, me referiré a alguna de ellas.
SITUACIÓN DE RASCAFRÍA EN EL MAPA PENINSULAR Y EN EL DE LA COMUNIDAD DE MADRID.
CÓMO LLEGAR DESDE EL CENTRO DE MADRID CAPITAL.
Rascafría se encuentra a 92 kilómetros del centro de Madrid capital. [align=justify]Hay varias formas de llegar desde Madrid a Rascafría en coche particular (A-1, A-6, M-607). En esa ocasión, nosotros fuimos por la A-6, aunque la web municipal aconseja el camino más rápido, que es tomar la A-1 hasta la salida 69 y allí seguir por la M-604 en dirección Rascafría. Desde Madrid, también se puede ir en el autobús de la línea 194 que sale de la Plaza de Castilla. Ese día tardamos en torno a una hora y quince minutos a ritmo tranquilo y llegamos sobre las doce y media.
Ruta más rápida desde Madrid a Rascafría según Google Maps.
RASCAFRÍA.
El término municipal de Rascafría comprende dos núcleos de población, el que le da nombre, Rascafría, y Oteruelo del Valle. Se encuentra enclavado en el Valle Alto del río Lozoya, al noroeste de la Comunidad de Madrid, en la Sierra de Guadarrama, declarada Parque Nacional en 2013. Este valle está situado a unos 1.100 metros de altitud y está delimitado por montañas que se elevan entre los 1.800 y los 2.300 metros; al norte desde Cotos al Portachuelo de Navarredonda, entre las provincias de Madrid y Segovia, y al sur por la Cuerda Larga, con las cumbres de Guarramillas, Valdemartín y Cabeza de Hierro. En el término municipal también se encuentran el Parque Natural de la Cumbre, el Circo y las Lagunas de Peñalara y la estación de Valdesquí. El Puerto de Navacerrada está a poco más de veinte kilómetros.
Antes de almorzar dimos una vuelta por el pueblo. Ese día el tiempo estaba un poco variable y tan pronto se nublaba como salía el sol, con una temperatura en torno a los 8 grados. A nuestro alrededor, veíamos los picos nevados, pero las zonas bajas estaban despejadas y se circulaba perfectamente por la carretera.
Rascafría está situado a 1.163 metros de altitud y cuenta con una población de unos 2.000 habitantes. Al tratarse de un día laborable pudimos aparcar el coche con total tranquilidad, lo que no suele suceder en fin de semana o festivo, y menos aún en época veraniega. Apenas había media decena de visitantes dando una vuelta y lo primero que atrajo nuestra atención fue el río Lozoya, que corría abundante y alegre por el mismo centro del pueblo.
Al margen de ciertos indicios de ocupación durante el Paleolítico que no se han confirmado, el origen de Rascafría se remonta a la Edad Media y está relacionado con la repoblación de la sierra, un territorio despoblado perteneciente al Reino de Toledo, del que se podía disponer si se atendían determinadas obligaciones, especialmente de tipo militar. Pero la verdadera historia de Rascafría comenzó con la fundación del Monasterio del Paular, al que luego me referiré. El pueblo es pequeño y no se tarda mucho en recorrer. Aunque su mayor interés está en su entorno, resulta agradable dar una vueltecita por sus calles con casas de arquitectura serrana, desde casi todas las cuales nos llegaba el rumor del agua del Lozoya.
Los lugares de interés son:
- La Iglesia Parroquial de San Andrés Apostol, cuya construcción se remonta al siglo XV, aunque fue remodelada varias veces durante el siglo XX. Conserva bóvedas góticas y artesonado del siglo XVI en la nave central y el púlpito es plateresco. No pudimos entrar porque estaba cerrada. Un dato curioso es que durante la Guerra Civil recibió el impacto de un obús y desaparecieron sus campanas, que fueron sustituidas después por otras construidas con el metal de dos aviones que se estrellaron a mitad del siglo XX.
- La Casona, que fue un antiguo hospital. Data del siglo XVI y es el edificio más antiguo del pueblo. Del original se conservan el portón de ingreso con un escudo de Castilla y la fachada principal con el porche.
- La Antigua Casa de Postas, construida en 1726.
- La Casa Consistorial, de estilo neomudejar, data de principios del siglo XX y fue rehabilitado en 1984.
Fuimos a comer prontito al restaurante El Pilón, uno de los que nos habían recomendado. Hay otros también muy conocidos, pero que no abren a diario o, al menos, estaban cerrados ese día. El menú diario nos costó 12 euros y el de fin de semana salía por 22. La atención fue muy buena y la comida nos gustó. Pese a ser un día laborable, nos sorprendió que, al final, el comedor casi se llenó, así que supongo que en fin de semana la reserva de mesa se hace imprescindible.
MONASTERIO O CARTUJA DE SANTA MARÍA DEL PAULAR.
Apenas a 2,5 kilómetros de Rascafría, cinco minutos en coche por la M-604, se encuentra el mayor atractivo a nivel monumental de Rascafría: el Monasterio o Cartuja de Santa María del Paular. Su origen se remonta a 1390, y fue el primer monasterio cartujo castellano. Su construcción se inició por deseo de Enrique II de Castilla pues, según cuenta la leyenda, sentía remordimientos porque su ejército años antes había quemado en Francia un monasterio de la misma orden. La Casa de Trastamara le concedió grandes privilegios y donó los fondos para sufragar las obras, que duraron casi un siglo, destacando la intervención de Juan Guas, arquitecto de los Reyes Católicos. Luego se llevaron a cabo varios añadidos y modificaciones, con lo cual contiene elementos góticos, renacentistas y barrocos. El esplendor de la Cartuja se prolongó durante cuatro siglos, hasta que la Ley de Desamortización de 1835 produjo su clausura y la dispersión del archivo, la biblioteca, las pinturas y otros bienes culturales. En 1948 el Monasterio se entregó en usufructo a una comunidad de monjes benedictinos que todavía lo ocupan.
El Monasterio es un conjunto formado por la iglesia, el claustro, los aposentos reales y las dependencias de los frailes. La iglesia consta de una sola nave con tres tramos. Elementos destacados de la misma son una reja de hierro forjado y policromado, obra de Francisco de Salamanca, del siglo XV y el retablo gótico de alabastro también del siglo XV, que ha sido restaurado, recuperando sus colores originales. Mención aparte merece el claustro mayor, de estilo gótico flamígero, que pertenece al núcleo original de la edificación y en torno al cual estaban las celdas de los cartujos. Lo más importante es el extraordinario conjunto pictórico que realizó el pintor veneciano Vicenzio Carduccio en el siglo XVII para decorar los muros interiores del claustro, que comprende una serie de cuadros de gran formato sobre la vida de San Bruno de Colonia, fundador de la Orden de los Cartujos. Con la desamortización, los cuadros fueron repartidos por diversos museos de España hasta que en 2011 regresaron a su lugar original después de un largo proceso de restauración.
Monasterio y Puente del Perdón.
El Monasterio se puede visitar todos los días, en horario de 11:00 a 14:00 y de 16:00 a 19:00, salvo los lunes y martes, que está cerrado. Sin embargo, con el tema de la Covid-19, hay un aforo limitado y la reserva se tiene que hacer por anticipado y on-line en la página web www.monasteriodeelpaular.com/ , en la que también se ofrece todo tipo de información sobre el monumento. Habíamos visitado el Monasterio hace muchos años, pero no conservo fotos, así que no puedo poner ninguna del interior. No sé si en la actualidad se pueden hacer dentro o no.
Entorno del Monasterio.
Justamente enfrente del Monasterio se encuentra el Puente del Perdón. Consta de tres arcos de sillería de granito con bóvedas de medio cañón y fue mandado construir por los cartujos en 1738 para sustituir a otro anterior de madera y hacer así más cómodo el acceso al molino de papel. La zona resulta muy agradable ya que es peatonal, hay dos plazoletas y bancos de piedra y presenta unas vistas muy bonitas de la sierra y del propio Monasterio. Su nombre se debe a los reos, que desde aquí podían apelar su sentencia por última vez y solicitar la condonación de su pena al Tribunal de Justicia.
Desde aquí sale la ruta de senderismo a las Cascadas del Purgatorio, que están entre las más bonitas de la Comunidad de Madrid. En sus inmediaciones también se encuentra otro lugar muy visitado y sumamente bucólico, que presenta su mejor cara en pleno invierno: el Bosque Finlandés
Cascadas del Purgatorio.
ÁREAS RECREATIVAS.
Rascafría se encuentra en un entorno natural privilegiado y, además, se intenta cuidar con mimo, de forma que, pese a la gran concurrencia de gente los fines de semana, es posible pasear tranquilamente por los numerosos senderos que hay entre el pueblo y las áreas recreativas. En concreto, se pueden citar la de las Presillas, a 3,7 kilómetros, siguiendo la M-604, y la de la Isla, un poco más adelante, a 7,3 kilómetros del pueblo, donde hay un par de restaurantes. Desde aquí es posible hacer una preciosa caminata por las orillas del río Lozoya, contemplando el alegre deslizar de sus aguas a poco de su nacimiento, mientras forma pozas y cascadas en un bosque de cuento. A través del sendero se llega a lugares encantadores, como la Presa del Pradillo y el Puente de la Angostura. Al final de la etapa, dejo el enlace de una ruta muy sencilla, al alcance de todo el mundo y que merece muchísimo la pena.
Presa del Pradillo.
Puente de la Angostura.
Puente de la Angostura.
Otro sitio digno de conocer, al que se puede llegar caminando o en coche, es el Mirador de los Robledos. Para llegar, hay que toma una pista asfaltada que está a la derecha, a 6,2 kilómetros de Rascafría, en la M-604, dirección Cotos. No tiene pérdida porque está indicado. Al final, hay que dejar el vehículo en un gran aparcamiento y seguir caminando unos cinco minutos hasta alcanzar la gran explanada donde se sitúa un monolito dedicado a los guardas forestales. Las vistas del Valle de Lozoya son fantásticas, siempre que la niebla lo permita, claro está. Lo que no sucedió el día que nosotros subimos a verlo.
Mirador de los Robledos.
RUTA SENDERISTA A LA PRESA DEL ARTIÑUELO.
Aparte de todas las demás, hay una pequeña ruta poco conocida, que parte desde el mismo pueblo, por lo cual puede realizarse incluso después del almuerzo o simplemente para hacer un poco de ejercicio sin mover el coche de sitio. En cualquier caso, también se puede estacionar en un aparcamiento que hay en la calle Peranche, a unos cien metros del comienzo de la ruta, que sale de la calle del Artiñuelo, que remonta el arroyo que cruza el pueblo y que lleva el mismo nombre. La caminata se puede hacer en cualquier época del año, aunque en primavera, con el deshielo, gana mucho caudal y está más espectacular, naturalmente, lo mismo que el propio arroyo, que siempre quedará a nuestra izquierda a lo largo de todo el itinerario.
Se trata de un paseo sencillo, por pista forestal, en ligera pendiente y apto para todo el mundo. Solamente tiene un poco más de complicación si se baja hasta la orilla del río para ver las cascadas más de cerca, ya que en ese caso habrá que caminar un tramo campo a través y hay piedras que pueden estar resbaladizas. El objetivo que buscamos, la presa, se ve bien sin necesidad de hacer malabarismos.
El recorrido completo tiene una longitud de 4,2 kilómetros (ida y vuelta por el mismo camino), se tarda una hora u hora y cuarto, dependiendo de lo que cada uno se entretenga, y el desnivel es de poco más de 150 metros.
La pista asciende en paralelo al arroyo, en medio de un bosque donde abundan los robles, lo que proporciona abundante sombra, algo de agradecer en verano. Durante nuestra visita, en abril, el día estaba muy variable, de esos que no sabes si vas a sudar con el sol primaveral o te vas a empapar con el chaparrón de alguna tormenta o ambos dos. Y de todo tuvimos.
En el trayecto hay que cruzar un par de cancelas para el ganado, que se deben dejar cerradas, como es lógico. Nosotros no vimos vacas la tarde que estuvimos, aunque haberlas las hay. No suponen ningún problema, si bien hay que guardar las debidas precauciones, sobre todo si tienen terneros. Si se va con perros, mejor llevarlos atados. Bueno, con eso no cuento nada nuevo.
Además de un paisaje precioso, que iba ganando espectacularidad según ganábamos altura, lo primero que nos encontramos al pasar una de las puertas fue un pequeño sendero que, a la izquierda, llevaba hasta el Molino del Cubo, un antiguo molino harinero del siglo XVIII del que hoy solamente quedan ruinas. No es que aporte demasiado, pero tampoco lleva más de diez minutos ir y volver, así que es otro aliciente y no quita de nada.
De vuelta a la pista, seguimos adelante hasta encontrarnos con la represa inferior del Artiñuelo, a la que descendimos campo a través por la ladera del monte, si bien eran pocos metros y tampoco tenía demasiado misterio. Aunque se ve desde la pista, hay que ir atentos porque de lo contrario puede pasarse por alto. Lo de bajar o no, depende de cada cual, pero, salvo que se vaya con prisas, viene bien para añadirle un puntito a la ruta, que es muy cortita.
Volvimos a la pista y continuamos caminando hasta llegar a una zona de cascadas, donde comienza el cañón del Artiñuelo. Enseguida localizamos la presa que veníamos buscando y que presentaba un aspecto estupendo por la gran cantidad de agua que llevaba el arroyo, dando lugar a una llamativa cascada. Una lástima que no pudiera captarla bien con la cámara porque empezó a llover y casi no podía enfocar sin que se me mojase.
Esta presa fue construida para proporcionar agua al pueblo, pero dejó de utilizarse porque se colmató con limos y lodos. La imagen que presenta es muy bonita, ya que el agua se filtra por algunas grietas. Además, lo más curioso es que en la parte derecha, según miramos, el agua salta de pilón en pilón por un aliviadero, lo que forma unos saltos de agua de lo más atractivo y peculiar. Podría tratarse de un sistema de transferencia piscícola, a modo de las que existen para los salmones en otros lugares, aunque lo cierto es que los escalones parecen demasiado altos para ese fin teniendo en cuenta el tamaño de los peces que suele haber en este arroyo. En fin, nunca se sabe .
La presa se encuentra en un lugar de fácil acceso, con lo cual nadie tendrá problemas para contemplar su estampa más atractiva. Sin embargo, si se pretende subir a lo alto, habrá que trepar por unas rocas un tanto resbaladizas, en las que se debe ir cuidado, sobre todo con el terreno mojado. De todas formas, tampoco vimos nada especial allí arriba.
Teníamos pensado seguir un rato por la pista para meternos más de lleno en el cañón, donde nos habían dicho que hay otro grupo de cascadas bonitas. Sin embargo, el cielo se puso negro de repente y las gotas empezaron a convertirse en un fuerte chaparrón, con lo cual nos contentamos con ver las pequeñas pozas y cascaditas que había en las inmediaciones de la propia presa. Acto seguido, dimos la vuelta para regresar al punto de partida por el mismo camino de la ida.
En resumen, una bonita y sencilla excursión familiar, ideal para completar una visita al pueblo de Rascafría.
Otras rutas en las proximidades de Rascafría:
. CASCADAS DEL PURGATORIO. RASCAFRÍA. SIERRA DE GUADARRAMA. MADRID.
. VALLE DE LA ANGOSTURA, RASCAFRÍA (MADRID). UN BOSQUE DE CUENTO.