[SEGUNDA PARTE]
Día 6: Kerikeri, Matauri Bay y Karikari Peninsula
Teníamos un día relativamente tranquilo por delante. Para pasar de Russell a Paihia cogimos el ferry de coches que conecta Okiato con Opua ($21). Es un cruce muy rápido y cómodo, no hay ni que salir del coche. Desde Opua fuimos directos a Haruru Falls, la primera parada del día. Hay una ruta de 6km que une Waitangi con las cascadas, pero nosotros estábamos vagos y fuimos con la caravana directamente al parking que está a un par de minutos andando de la cascada. Haruru significa “ruido” en Maori. La cascada es larga per no muy alta, y a mí no me impresionó demasiado. Me pareció que el agua estaba un poco demasiado marrón… quizás es que estaba muy nublado y medio chispeando, pero no me enamoró. Hay cascadas infinitamente más bonitas en Northland.
Haruru Falls
Desde allí pusimos rumbo a Kerikeri, un pequeño pueblo famoso por sus huertas y frutales. Hay un mercado llamado The Old Packhouse donde se pueden degustar los productos locales. Nosotros paramos allí a tomar un café, y aprovechamos para comprar algo de queso, morcilla y salchichas en una charcutería del mismo mercado. Merece la pena hacer una parada rápida.
En Kerikeri hay varias cascadas, pero la más famosa es Rainbow Falls. Son 27 metros de caída y el acceso es muy sencillo desde el parking. Hay tres miradores, y en el de más arriba hay un panel explicativo que te cuenta un poco la historia del lugar, que me pareció muy curiosa. Resulta que allá por 1926 el gobierno andaba buscando gente dispuesta a mudarse a esta zona de Northland para hacerse cargo de las plantaciones, pero los funcionarios ingleses a los que intentaban reclutar desde India, China o Malasia no estaban por la labor porque la zona no tenía electricidad, y las mujeres de dichos funcionarios, acostumbradas a tener al menos 2 o 3 sirvientes, dijeron que como en NZ lo de los sirvientes no se llevaba, la electricidad era innegociable para poder mudarse. Y así fue que se aprobó y financió la pequeña estación hidroeléctrica que usaba agua del río Kerikeri a su paso por Rainbow Falls.
Rainbow Falls desde distintos miradores
La tercera parada del día era Matauri Bay, una pequeña bahía y playa famosa por albergar los restos del Rainbow Warrior, el barco de Greenpeace que fue saboteado por el gobierno francés en el puerto de Auckland en 1985. En los 70 y 80, el Rainbow Warrior fue usado por Greenpeace para protestar contra la caza de ballenas y la energía nuclear, y en julio de 1985, estando anclado en el puerto de Auckland, fue saboteado por el servicio de inteligencia francés para evitar que interviniera en las protestas contra las pruebas nucleares que Francia hacía en el Pacífico. Pusieron dos bombas a bordo que hundieron el barco, matando a un fotógrafo portugués miembro de la tripulación. El gobierno francés, inicialmente, negó las acusaciones, pero el presidente acabó aceptando que los agentes del servicio secreto habían actuado bajo sus órdenes. Los restos del barco fueron después reflotados y trasladados a Matauri Bay, donde se han convertido en una popular inmersión para los buceadores de la zona, ya que, irónicamente, rebosa vida.
Matauri Bay es una playa de arena blanca y agua turquesa, bastante resguardada del viento, y me gustó mucho más de lo que me esperaba. La playa es enorme y tiene un camping en un extremo que debe ser de los campings mejor ubicados del país, y si tuviera que volver a planificar el viaje, sin duda cuadraría una noche allí. Desde ese extremo de la playa sale un camino que sube hasta un mirador sobre la bahía y las islas Cavalli que hay al otro lado (otro santuario marino popular entre buceadores), y en lo alto del montículo está el Rainbow Warrior Memorial, un tributo al barco, su tripulación, y sus esfuerzos por la paz y conservación natural.
Matauri Beach
Rainbow Warrior Memorial
Cavalli Islands
Matauri Bay
La verdad es que me encantó este rincón de Northland, y me hubiera quedado todo el día allí, pero teníamos que seguir camino. Paramos en Mangonui a comer fish and chips, que tiene mucha fama, y seguimos hacia Karikari Peninsula, donde pasaríamos la noche. Esta pequeña península que rodea Doubtless Bay tiene lo que para mí son las mejores playas no solo de Northland sino de toda NZ. Es una zona remota, donde casi la mitad de la población es Maori (un porcentaje bastante alto), y muy popular como destino de playa. Queríamos dormir en el extremo norte de la península, en el camping de Maitai Bay, que es del DOC y tiene baños y duchas de agua fría, pero no se puede reservar. Afortunadamente no estaba llenos y pudimos elegir sitio al llegar sin problema ($15 por persona). El camping es bastante grande y está muy pegado a la playa de Maitai Bay, pero justo al lado hay otra bahía llamada Waikato Bay. Ambas son espectaculares. Yo había visto alguna foto de esas que quitan el hipo, y aunque es verdad que cuando llegamos nosotros el agua no estaba tan turquesa como en las fotos, me siguieron pareciendo playas muy bonitas.
Maitai y Waikato Bays
Pasamos el resto de la tarde allí, nos dimos una ducha fría rodeados de mosquitos, y nos marcamos una buena barbacoa para cenar (bendita barbacoa incorporada en la caravana).
Atardecer en Karikari
Día 7: Karikari Peninsula
Otro día tranquilo por delante. Amaneció medio nublado pero poco a poco fue mejorando, y pudimos disfrutar de las playas de Karikari. Nos dimos un paseo por Maitai Bay y cuando recogimos los bártulos nos acercamos a la playa que hay justo al otro lado de la carretera. No podíamos ir más allá de este punto porque a partir de ahí la carretera entra en terrenos privados (antes se podía llegar en coche hasta la punta de la península, pero ya no). La playa que hay justo al otro lado de Maitai Bay se llama Karikari Beach y es una playa larguísima de arena blanca, y estaba vacía. Había salido el sol y el agua invitaba a bañarse.
Maitai Bay
Karikari Beach
El montículo que se al fondo de la playa es Mt. Puheke, y se puede llegar andado desde Karikari Beach, aunque nosotros preferimos ir en coche. Se puede aparcar en la base y subir andando al mirador que hay en la cima, o subir en coche si tienes un 4x4. Desde arriba se tienen vistas panorámicas de Karikari Beach a un lado y Puheke Beach al otro. Una auténtica pasada.
Mt. Puheke Lookout
Nos dimos otro bañito en la playa y seguimos recorriendo la península hacia el sur. La siguiente parada era Rangiputa Beach, donde paramos a comer. Otra playa preciosa de agua cristalina y arena blanca.
Rangiputa Beach
Después de comer nos acercamos a Tokerau Beach, la playa más larga de la península, pero también es donde hay más “civilización”, incluido un Top Ten, y nos gustó menos. La última parada del día en la península de Karikari era el lago Rotopokaka, más conocido como el lago Coca Cola por el color marrón que tiene el agua debido a la alta cantidad de materia orgánica y taninos. Es perfectamente seguro bañarse, aunque nosotros no lo comprobamos. Suele ser popular con niños, y de hecho había varios metidos en el agua cuando estuvimos allí. Una parada curiosa.
Rotopokaka (Coca Cola) Lake
Con esto terminamos nuestra visita a Karikari, que nos había encantado, y pusimos rumbo a Cape Reinga donde pasaríamos la noche. Queríamos dormir en Tapotupotu Beach, el camping del DOC más cercano al faro. La carretera que llega hasta allí se hace un poco larga y no queríamos hacer el camino de ida y vuelta en el mismo día, así que pensamos que merecía la pena llegar al camping a última hora, para así poder ver el atardecer, y estar allí al día siguiente temprano antes de que llegaran los buses de turistas. Es un camping básico, pero nos mereció muchísimo la pena. Fueron casi dos horas de coche desde el lago, sin incluir una parada técnica en Kaitaia para vaciar los depósitos de la caravana y comprar algo de comida. Hicimos todo el camino del tirón, y al día siguiente ya iríamos parando a la vuelta. La carretera hasta el camping está sin asfaltar y tiene algo de pendiente, pero yendo despacio no tiene problema. Llegamos justo para coger una plaza en el camping (otro que no se puede reservar) y con las mismas acercarnos al faro para ver el atardecer, que fue de postal. Al día siguiente más.
Cape Reinga
Día 8: Cape Reinga y dunas
Amaneció un día espléndido (sigo sin creerme la suerte que tuvimos con el tiempo durante casi todo el viaje) y lo primero que hicimos fue dar un paseo por el camping para poder ver Tapotupotu Bay de día. Es una bahía con bastante corriente y no se recomienda el baño, pero es bastante popular con los surfistas.
Tapotupotu Bay
Llegamos al faro de Cape Reinga cuando todavía era bastante pronto (ventajas de haber dormido al lado) y no había prácticamente nadie. Habíamos oído y leído mucho sobre este sitio y su importancia en la cultura maorí: se considera el sitio de mayor significado espiritual de todo el país, ya que creen que es el punto en el que las almas de los muertos parten hacia el más allá. Además de su importancia espiritual, Cape Reinga tiene otros muchos atractivos. Es el punto en el que se unen el Pacífico y el mar de Tasmania, y es súper curioso ver (y oír!) cómo las corrientes convergen en un punto, creando remolinos, espuma y olas.
Cape Reinga
El faro, y toda la costa, es increíblemente fotogénico. El paseo desde el parking hasta el faro es cortito, y si te quedas con ganas de más puedes recorrer los acantilados hacia el cabo Maria Van Dieman, oficialmente el punto más occidental de la isla norte. Nosotros hicimos parte del camino pero no llegamos a bajar hasta la playa. Las vistas son impresionantes y merece la pena recorrer aunque solo sea un tramo. El camino es parte del Te Paki Coastal Track, una ruta de 48 km que recorre toda la costa del cabo Reinga. Es uno de los tracks más famosos de la isla norte y hace poco fue candidato para convertirse en Great Walk (y yo creo que lo acabará consiguiendo).
Cape Maria van Diemen
La siguiente parada eran las dunas gigantes de Te Paki. Es una parada popular en los tours que te llevan hasta el faro, y con razón. Los más valientes se atreven con el sandboarding (alquilan las tablas allí mismo), pero nosotros ya lo probamos en Perú, y vimos que no era lo nuestro, así que nos contentamos con subir andando. Las dunas son más grandes de lo que parece desde abajo, y hacía un calor del demonio. Yo estaba emperrada en subir hasta poder ver el mar al otro lado, así que nos tiramos un buen rato allí. Una vez arriba es curioso ver cómo de golpe termina el verde y los árboles y empiezan las dunas. La verdad es que no te esperas encontrar dunas así en NZ, y es una visita curiosa.
Te Paki Giant Dunes
La otra gran atracción para los buses turísticos que te llevan al faro es la famosa 90 Mile Beach, una playa muy larga (aunque no son 90 millas, sino 88 km) por la que se puede conducir. Las empresas de alquiler prohíben expresamente meter los coches (o caravanas) por la playa, así que nosotros no pudimos verla. Supongo que es lo malo de ir por libre.
Con esto dimos por terminado el cabo Reinga. Queríamos llegar a dormir a Rawene, pero antes queríamos parar en Ahipara, donde, con marea baja, se supone que se ven restos de barcos hundidos, o eso creía yo. En realidad lo único que se ve es un cigüeñal de un barco de vapor hundido en 1870, pero nosotros no vimos ni eso. La carretera que lleva a la playa es estrecha y sin asfaltar, y resulta que no hay un parking al terminar sino que directamente te mete en la playa. Obviamente, la idea de meter la caravana en la playa no nos atraía, así que tuvimos que dar la vuelta como pudimos. A esa hora estaban volviendo todos los barcos que habían salido a pasar el día, y había decenas de 4x4 esperando en la playa para enganchar los barcos y remolcarlos. Aquello parecía una romería, y nosotros ahí medio atascados con la caravana. Todo un espectáculo.
Ahipara
Un poco decepcionados, pusimos rumbo a Rawene. Para llegar hay que coger el ferry ($22) que cruza el Hokianga Harbour, un estuario que se adentra 30 km tierra adentro desde el mar de Tasmania. Es un cruce cortito, como el que habíamos hecho en Paihia. Esa noche dormimos en Rawene Holiday Park ($40 powered site).
Día 9: playas y árboles milenarios
El Hokianga Harbour es un enorme estuario que ocupa un antiguo valle inundado. Tiene mucho significado histórico porque dicen las leyendas que allí es donde llegó y se asentó Kupe, el gran explorador polinesio, cuando descubrió NZ allá por el año 925. Es una zona muy bonita, con un mirador justo en la entrada del estuario desde donde se puede ver el mar de Tasman hacia un lado y el Hokianga hacia el otro. También es popular por las inmensas dunas que hay al otro lado de Ōmāpere. Nosotros ya habíamos tenido bastante dunas el día anterior así que nos fuimos directos al mirador en Arai te Uru Nature Reserve, donde puedes pasear por los acantilados y ver las dunas al otro lado y cómo entra el agua hacia el estuario. Entre 1838 y 1951 había una “signal station” allí para guiar a los barcos que entraban en el estuario usando banderas, una especie de precursor del faro que se instaló después. También se puede bajar hasta la base de los acantilados (Martins Beach). Hay otro mirador en la propia carretera pero merece la pena desviarse 10 minutos y acercarse a Arai te Uru.
Hokianga Harbour
Hokianga Harbour: Martin’s Beach
Hacía muy buen día y nos entraron unas ganas enormes de darnos un baño. Habíamos pasado de largo por Ōmāpere, pero un cambio de planes de último minuto nos hizo volver y acercarnos a la playa. Y menos mal. Tengo que decir que al margen del snorkelling en Poor Knights Islands, Ōmāpere beach fue la primera playa de NZ en la que me metí en el agua (y bien a gusto). Soy muy friolera y normalmente el agua en NZ está helada, así que en 10 años no había conseguido bañarme. Hasta este día. Memorable. Además, la playa era preciosa, con las dunas a un lado y los acantilados al otro, mirando hacia la entrada del Hokianga. Y lo mejor de todo, estaba vacía.
Ōmāpere beach
La siguiente parada en nuestro camino hacia el sur eran los milenarios kauris de Waipoua Forest. Estos inmensos árboles fueron talados casi hasta su extinción durante el siglo 19 y hoy en día quedan pocos ejemplares. Llegan a medir 40-50 metros de alto, con diámetros de hasta 5 o 6 metros, y son realmente majestuosos. Lamentablemente, además de quedar pocos, están amenazados por un hongo que causa kauri dieback disease, una enfermedad que va pudriendo la madera en la base del tronco hasta que el árbol muere. Este hongo vive en el suelo y se transmite a través de suelo infectado en las suelas de los zapatillas. Es tan serio el problema que se han instalado estaciones de limpieza de zapatillas en la entrada de los caminos de Waipoua Forest, y se han llegado incluso a cerrar ciertas rutas (como el Four Sisters Walk) para evitar la propagación del hongo.
Kauris en Waipoua Forest
El más famoso de los kauris que se pueden ver en Waipoua Forest es Tane Mahuta o Dios del Bosque, el mayor kauri conocido. Se accede por una pasarela de madera (nada de pisar el suelo) y es obligatorio limpiar bien los zapatos antes de entrar. Es un árbol impresionante: 51.5 metros de altura, 13.8 metros de circunferencia, y con una edad estimada de 2000 años. El segundo kauri más grande que se puede ver es Te Matua Ngahere o Padre del Bosque, con “solo” 30 metros de altura pero 16.1 metros de circunferencia.
Tane Mahuta y Te Matua Ngahere
No teníamos muy claro dónde dormir esa noche, pero vimos que el Top10 Kauri Coast organizaba tours nocturnos en busca de kiwis en Trounson Kauri Park, un pequeño bosque de kauris donde viven un sorprendente número de kiwis salvajes, y nos animamos a intentarlo. Son grupos reducidos (máximo 10 personas creo recordar) y tienen prioridad los que se alojan en el Top10, aunque si hay hueco puedes apuntarte aunque no duermas allí. Nuestro grupo estaba lleno y nos llevaron en una furgoneta hasta Trounson Kauri Park cuando se hizo completamente de noche. El guía llevaba linternas rojas para poder ver a los kiwis sin asustarlos, ya que la luz blanca les molesta mucho. Es un paseo de 2 o 3 horas por el bosque, de noche, en silencio, y merece la pena incluso aunque no veas kiwis. En nuestro grupo había varios niños que no terminaban de estar a gusto a oscuras y no terminaban de entender lo que significa ir callados para no ahuyentar a los pájaros, pero aun así oímos bastantes kiwis (tienen una llamada muy peculiar) y pudimos ver alguno escabulléndose entre las ramas, pero nada comparado con lo que habíamos vivido en Stewart Island unas semanas antes, donde los kiwis se nos acercaban tanto que podíamos haberlos tocado. Cuando estábamos terminando el paseo de repente nos empezaron a pitar los móviles a todos a la vez: el gobierno acababa de anunciar otro lockdown en Auckland a partir del día siguiente. Eso nos cambiaría un poco los planes, pero afortunadamente nos pilló ya al final del viaje.
Día 10: Ka Iwi Lakes y vuelta a casa
Con el nuevo lockdown en Auckland teníamos que adaptar el planning del día. Teníamos que estar en el aeropuerto a las 4 de la tarde para devolver la camper y coger nuestro vuelo de vuelta a las 6, pero para llegar al aeropuerto desde Northland hay que atravesar Auckland, y sabíamos que habría check points en la carretera y por tanto atasco. Teníamos varias paradas planeadas por el camino, como el Kauri Museum en Matakohe o Goat Island (que nos habíamos tenido que saltar el primer día por nuestro cambio de vuelo) que tuvimos que sacrificar, y recortamos el itinerario para incluir solo un par de paradas. La primera fueron los Ka Iwi Lakes, unos lagos que están muy cerquita del Top10 y que son increíblemente populares como destino campista veraniego. En un día soleado, el color del agua te puede hacer llegar a pensar que estás en Fiji o en las Cook. Nosotros no tuvimos tanta suerte pero a pesar de todo nos gustó mucho la parada, y aunque no podíamos entretenernos mucho, pudimos remojar los pies un rato. Eso sí, estaban petados. Pero petados, petados.
Ka Iwi Lakes
La segunda parada fue en Dargaville, donde en realidad queríamos ir al baño pero aprovechamos para acercarnos a ver el mástil del Rainbow Warrior que está en la entrada del Dargaville Museum.
Dargaville Museum
Desde Dargaville fuimos al aeropuerto sin parar. Había un atasco de unas 3 horas en la carretera principal en la frontera entre Northland y Auckland, y google maps nos decía que la cosa se estaba poniendo peor por minutos. Estábamos un poco acojonados pensando que íbamos a perder el vuelo, y nos la jugamos un poco decidiendo salir de la State Highway 1 en Kaiwaka y probar el check point de Mangawhai Road. Afortunadamente estaba casi vacío, y llegamos con tiempo al aeropuerto, que nos vino muy bien porque luego había muchísima cola para entrar a la terminal, con la policía comprobando los billetes de todos los que entraban (y pidiendo pruebas de que vivías fuera de Auckland y estabas volviendo a casa, para evitar la salida de los Aucklanders). Un poco caótico pero lo conseguimos. Un buen fin de viaje!!
Había sido un gran viaje. La experiencia de la caravana en NZ nunca decepciona, y tuvimos mucha suerte con el tiempo. Vimos playas maravillosas y paisajes inesperados, y tengo que admitir que Northland nos enamoró. Yo no soy muy de playa, pero si tuviera que elegir un sitio para ir a la playa en NZ, sería sin duda Northland, y posiblemente Karikari Peninsula. Es una pena que la mayoría de itinerarios turísticos que incluyen Northland tengan el tiempo muy justito y se limiten a BOI y quizás el cabo Reinga. Northland tiene mucho más que eso y te puedes tirar fácilmente 2 semanas disfrutándolo.
El vuelo de vuelta a Wellington nos deparó una última sorpresa: un maravilloso atardecer con la isla sur de fondo y los molinos de viento de Wellington en primer plano. La distancia entre ambos es solo 22 km, y desde el avión se aprecia muy bien lo cerquita que están.
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