DOMINGO 6 MARZO 2022
Nada más levantarnos a las 07:00, lo primero que hicimos fue llamar a España para avisar del retraso y, tras esto, bajamos a desayunar.
El desayuno estaba incluido en nuestra reserva, pero era a la carta y solo cubría 20$. De todas formas, lo que yo tomé eran 19$ y lo de Ana 17, así que no nos pasamos. Pero en ese precio no estaba incluida la propina y nos acabó costando un poco más de 40$, pero lo cargamos a la habitación.
Breakfast time
Dieta equilibrada
Fruta y verdura
Nos quedamos un rato en el lobby del hotel mientras pensábamos cómo íbamos a emplear el tiempo que nos quedaba allí, cuando apareció la pareja de la biblioteca. Ellos estaban en el vuelo de las 17:45, pero decidimos irnos todos a un centro comercial cercano por si comprábamos algo y ellos se volverían antes.
Subimos a recoger todas las cosas del a habitación y luego fuimos a recepción a hacer el check out. Nos quitaron el desayuno de la factura (que nos habían cargado por error) y, con ello, también la propina, así que ya se había quedado la factura lista.
Les dimos las maletas para que nos las guardasen hasta por la tarde y pedimos un Uber para irnos de compras.
Había amanecido con lluvia y daba la sensación de que hacía algo de frío, así que nos llevamos los abrigos por si acaso.
El trayecto hasta el centro comercial era de 7 minutos, pero un error al coger la salida por parte del conductor, lo puso en 15.
Nada más bajarnos, comprendimos que había sido un error ir con los abrigos, porque la temperatura rondaba los 20 grados y tuvimos que cargarlos en mano todo el día.
Nos recorrimos todas las tiendas, pero apenas compramos nada porque los precios no eran como en Florida. Casi no había nada que mereciese la pena. Los chicos de la biblioteca se marcharon sobre las 13:30 y ese fue el momento que nosotros aprovechamos para ir a comer.
Como los dos Uber los había pedido Ana, miró cuánto le habían cobrado para decírselo a los otros chicos, y su sorpresa fue mayúscula al ver que el de ida le habían cobrado 20€ en lugar de los 14$ que salían en la aplicación. Reclamó el cobro y, casi de forma inmediata se lo aceptaron y le dijeron que le harían el reembolso.
Fuimos a la zona de restaurantes y nos acabamos decidiendo por Sbarro, aunque yo no tenía un buen recuerdo del sitio y pronto recordé por qué. Primero pides la pizza (que te la dan) y luego tienes que hacer cola para las bebidas y para pagar de modo que si hay mucha gente, cuando te sientas la pizza ya está medio fría. Eso fue lo que me pasó en la anterior ocasión, y eso fue lo que me pasó esta vez también.
No habíamos comprado casi nada, pero seguramente las maletas se iban a exceder del peso permitido. Como para este vuelo no habíamos podido hacer el check in online, no nos iba a quedar más remedio que pasar por el mostrador de facturación y, seguramente nos las pesasen. Mandamos un mensaje a los que ya estaban en el aeropuerto, y confirmaron nuestros temores.
No teníamos manera de saber exactamente cuánto exceso llevábamos, así que dimos una vuelta buscando comprar una balanza de viaje que nos permitiese pesar nuestro equipaje.
La acabamos encontrando en la tienda de Bath and Beyond, pero entre los 23$ que valía y los casi 10 que nos pedían por las pilas, preferimos arriesgarnos y que fuese lo que fuese.
Regresamos al hotel, recogimos las maletas y redistribuimos el peso lo mejor que pudimos, aprovechando también los bolsillos de los abrigos para meter las cosas más pesadas antes de salir para el aeropuerto.
Llegamos allí a las 18:00, pero el mostrador de facturación no abría hasta las 20:00 por lo que teníamos un rato largo por delante. Finalmente conseguimos pesar las maletas en unas básculas del aeropuerto y habíamos clavado los pesos.
Nos encontramos con una chica venezolana con la que habíamos hablado el día anterior, y los tres nos fuimos a un Starbucks a tomar algo.
Probamos a ver si podíamos usar los bonos del día anterior y no nos pusieron ningún inconveniente, así que usamos uno para dos cafés y dos bollos. El problema fue que Ana pidió dos cafés con leche grandes y nos llenaron dos vasos de refresco hasta arriba del todo. Me veía incapaz de acabarme todo ese café. Curiosamente, en mi primera visita a EE.UU, me pasó algo muy parecido. Entré en un McDonalds y pedí un café y cuando me preguntaron el tamaño, le dije que grande. Todavía tengo pesadillas con ese café.
La facturación del vuelo fue sencilla y nos ofrecieron facturar el equipaje de manera gratuita, pero pensamos que con tantas escalas, el riesgo de que nuestras maletas no llegasen a tiempo era muy elevado, así que decidimos pasar.
Antes del control de policía, volvimos a meter todo lo que habíamos sacado en las maletas y pasamos por segunda vez a la zona de embarque con la esperanza de que fuese la última.
Mientras esperábamos comiéndonos un sándwich para gastar el último bono que nos quedaba, vino la pareja con dos niños que también habíamos conocido el día anterior y la mujer nos dijo que teníamos derecho a 600€ por persona por la cancelación del vuelo y eso nos alegró la tarde. Sobre todo cuando el vuelo se volvió a retrasar y el fantasma de la cancelación rondaba por el aire.
Finalmente, salimos con una hora de retraso, pero al llegar a Lisboa ya habíamos recuperado ese tiempo.
El avión era más pequeño que el de ida y aunque nos tocó ir en ventanilla, fuimos sentados en la penúltima fila, porque para qué nos iban a dar unos sitios mejores si el avión iba medio vacío.
Tuvimos más turbulencias que en el vuelo de ida, pero yo no tuve problemas para poder dormirme.
Cuando estábamos llegando a Lisboa, de pronto preguntaron si había algún médico en el avión. A un hombre mayor le había pasado algo y, aunque su vida no corría peligro, no es una de las cosa que uno quiere oír cuando está a más de 10.000 metros del suelo.
Nuestro viaje acaba con 18144 pasos para un total de 223238 (unos 170km)