Hoy toca León Dormido. A ver si conseguimos encontrar al tiburón martillo que tantas ganas teníamos de ver.
Desayunamos y nos fuimos en dirección a la agencia.
Nos tocó el mismo guía y barco, del tour anterior, cosa que nos alegró ya que se portaron genial con nosotros, pero principalmente con las niñas.
De camino a León Dormido nos cruzamos con una familia de delfines. Una bonita estampa.
Antes de hacer el snorkel teníamos una parada en la bonita playa de Cerro Brujo.

Con diferencia la mejor playa que vimos en todo Galápagos.
En esta playa pudimos ver peces globo.
Después de dos horas de disfrute en la playa, volvimos al barco, comimos y nos fuimos a hacer el snorkel.
Ya en los alrededores de la roca vimos multitud de tortugas que sacaban su cabeza a la superficie, preludio de lo que nos esperaba.
Mi mujer y yo nos echamos al agua junto con el resto de adultos y como ya venía siendo habitual, mis hijas se quedaron para realizar el final del snorkel.
Lo primero que nos llamó la atención fue la cantidad de colores que tenía la roca por debajo del agua.
Este, sin duda alguna, fue el mejor snorkel de todos los realizados.


En el agua a nuestro alrededor habrían más de 10 tortugas nadando junto a nosotros.
Era espectacular.
Vimos varias estrellas de mar.


Estando jugando con unos lobos de mar, sorpresa, cinco tiburones martillo pasaban por detrás de nosotros.
El primero en verlos fue el guía. Rápidamente aviso al resto de personas y en un visto y no visto cuatro de los tiburones martillo se marcharon y el quinto vino en nuestra dirección, momento en el que cogí la cámara acuática para grabarlo, pulsando el botón de grabación y comprobando que la cámara se había apagado. Había pasado bastante tiempo de inactividad y se había apagado automáticamente.
Intenté encenderla de nuevo para grabarlo pero el martillo se marchó.
Fuimos detrás de él, pero se escabulló tal cual llegó.
Una pena no poder haberlo grabado con la cámara. Eso sí, quedó captado en la memoria.
El guía si consiguió grabar a los 5 al inicio de la escena descrita, pero como se centró en avisar al resto, no recogió a los martillo nada más que a lo lejos y muy poco visibles.
No obstante había conseguido ver lo que más ganas tenía de todo el viaje. Misión cumplida. Ya con esto el tour había valido la pena.
También pudimos ver un tiburón de Galápagos. Otro para tachar de la lista. Este tour estaba siendo todo un éxito.
Algo que también nos dejó muy bien sabor de boca fueron los bancos de salemas que se formaban y que te envolvían si bajabas a su altura. Precioso.
Cuando vimos que ya no tenía pinta de volver a ver a los martillo volvimos al barco. En ese momento bajaron las niñas y estuvimos por los alrededores un rato más.
Pudimos ver junto a ellas, tortugas y un tiburón de aleta negra.
Regresamos al barco y de ahí al puerto.
Fue increíble la verdad.
Que nadie dude en hacer este tour. Es imprescindible.