Para este día teníamos contratada la excursión a Isla Pinzón.
Nos despertamos pronto para poder desayunar tranquilos y cuando terminamos vinieron a recogernos para llevarnos al muelle.
Primero paramos para alquilar neoprenos para mis hijas, ya que nos dijeron que de esas tallas no tenían en el barco.
La primera parada del tour fue un snorkel donde se pudo ver fundamentalmente tortugas.
Este snorkel lo iniciamos los cuatro, pero el agua estaba helada, así que yo me volví con las niñas.
La verdad que el agua estaba movida y me costó una barbaridad llegar con las dos y el aro flotante.
En algún momento concreto me las vi mal porque no avanzaba por más que lo intentaba y me dio un poco de miedo que las niñas se soltasen del aro.
Al final llegamos y nos subimos al barco. Las sequé y las vestí para que entraran en calor.
Una chica que venía con nosotros en la excursión y que tampoco había ido a hacer el snorkel para poder quedarse al cuidado de su hija pequeña, me dijo que había visto una ralla por la orilla.
Así que baje del barco nuevamente y me fui con la máscara de buceo a ver si tenía suerte.
La tuve. Seguía por la orilla. Estaba parada a ras de suelo. La grabé un rato y me volví al barco.
Estaba un poco decepcionado ya que no había podido hacer el snorkel con mi mujer.
Al rato volvió el grupo y mi mujer me indicó que el guía le había dicho que me fuera con él. Ella volvió al barco con las niñas. El resto de integrantes del grupo también regresaron ya que al parecer la vuelta se les había hecho algo dura y no tenían más ganas de seguir. Habían podido ver un grupo de tortugas.
Solo se quedó una chica que nos acompañó a mí y al guía los primeros minutos donde pudimos ver alguna tortuga.
Después ella se marchó y el guía me dijo que íbamos a ir a una zona donde solían verse tiburones de aleta negra.
Seguimos buceando hasta que fuimos arrastrados por una corriente mientras pasaban por nuestro lado multitud de tiburones.
La verdad que es difícil describir con palabras esa experiencia.
Tanto nos arrastraba la corriente que el guía me tuvo que coger para no seguir siendo arrastrado y poder detenernos para observar a los tiburones.
Mi primer contacto submarino con tiburones fue espectacular.
Ahora venía algo más difícil todavía. Volver por el camino por donde habíamos venido a contracorriente
Nadaba todo lo más fuerte que podía y no avanzaba. Jajajaja. El guía, más que acostumbrado a ello, llegó con bastante facilidad. A mí me costó mucho más, pero al final llegué, aunque he de reconocer que en algún momento pensaba que no llegaba.
Emocionado por la escena que acababa de vivir, regresé al barco.
Ahora tocaba unos snacks y unas bebidas calientes en el barco para contrarrestar el agua fría.
Después seguimos navegando para realizar la siguiente parada de snorkel.
Esta parada ya sí que fue en las proximidades de la isla Pinzón.
Volvimos a ponernos los neoprenos y nos echamos al agua.
En esta ocasión mi mujer se quedó con las niñas. La idea era ir yo primero y luego regresar para que fuese ella, aunque al final una vez seca, no quiso volver al agua.
Decir que aquí el agua estaba mucho más fría incluso que en la anterior parada.
El agua estaba preciosa, eso sí.
Primero nos acercamos a unos leones marinos que se echaron al agua para nadar a nuestro lado.
Después vimos una tortuga. También un pulpo escondido en el hueco de una roca.
Por último nos fuimos en dirección contraria a una zona donde posiblemente íbamos a poder ver tiburones de aleta blanca.
Así fue, primero vimos uno, luego otro, luego otro...madreeee. Habrían al menos 10 o 15. Increíbles. Estos eran más grandes que los de aleta negra. Imponían. Al principio daba reparo.
Aquí nos detuvimos un buen rato observandolos y contemplando una escena de lo más graciosa y difícil de olvidar: un león marino jugando con los tiburones. Nadaba detrás de un tiburón intentando morderle la cola, mientras el tiburón huía de él.
Decidí volver yo sólo al barco para que fuese mi mujer a ver los tiburones. Pero como he dicho antes, ya había entrado en calor y no quiso volver al agua.
Yo decidí retirarme también y subí al barco. El agua estaba completamente helada y no quise seguir con el snorkel ya que pensaba que estaba todo visto. Luego resultó que pudieron contemplar una iguana marina siendo perseguida por el lobo de mar juguetón y sumergiéndose hacia las rocas a comer plancton. Me quedé con las ganas. Era algo que tenía ganas de ver y que no pudo ser (no quiero adelantarme pero días después me quité la espinita).
(Video grabado por el guía)
Desde el barco vimos un tiburón bastante grande nadando cerca de nosotros.
Resultó ser un tiburón de Galápagos.
Cuando regresaron las personas que seguían con el snorkel tenían hasta los labios morados.
Le dijimos al guía que habíamos visto el tiburón y se echó al agua nuevamente para ver si podía verlo de cerca. Aunque ya había pasado unos cinco o diez minutos y no pudo encontrarlo.
Después de esto comimos en el barco un menú a base de atún, arroz, ensalada... y regresamos de vuelta a Santa Cruz.
De camino de vuelta pusieron las cañas a ver si con suerte pescaban algo. Aunque no hubo esa suerte.
Nos despedimos del guía, el cual nos dio su número de teléfono para poder compartirnos los vídeos que había grabado con su cámara acuática y nos dirigimos al hotel.
El tour del día anterior (Isla Santa Fé) se había centrado fundamentalmente en leones marinos. El de hoy (Isla Pinzón) creo que fue más completo, también vimos leones marinos (aunque es cierto que en el de Santa Fe tuvimos mucho más contacto con ellos) pero además vimos tiburones de aleta negra y de aleta blanca. Si tuviera que decantarme por alguno de los dos sería por Pinzón, ya que snorkel con leones marinos también hicimos en ambos y además haríamos en muchas más ocasiones después, incluso sin pagar ningún tour.
Preguntamos en el hotel por algún restaurante donde cenar y nos mandaron a uno llamado "El negro Williams" donde hacían asados de carne.
Cogimos un taxi que nos llevó.
El sitio era curioso. Era la terraza de su casa. Tenía unas mesas y una zona donde hacía los asados. La comida no estaba mal, tampoco era gran cosa, pero es que en Galápagos tampoco es que destaque por su gastronomía.
Regresamos al hotel y compramos unos helados en una heladería cercana.
Nos fuimos al muelle a ver las Tintoreras y de ahí ya a dormir.