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29 de agosto de 2023. Cuarto día que amanecemos en las islas Lofoten. Hoy nos despertamos en Hamnøy y el plan para este jornada es breve: visitaremos Sakrisøya y Å, dos pueblecitos que están muy cerca de Hamnøy, y después devolveremos el coche en Moskenes, donde cogeremos un ferry a las 14:45 que nos llevará de vuelta a la Noruega continental.
Sakrisøya es una diminuta isla con casitas de madera que tienen la peculiaridad de ser todas amarillas en vez de predominar el rojo, como suele ser habitual. Está a 1,5 km de Hamnøy y ayer pasamos por aquí cuando fuimos a Reine, pero no nos detuvimos porque preferimos dejarlo para hoy.
Continuamos camino hacia Å, una población que ostenta dos récords: tener el nombre más corto de Noruega (y supongo que también del mundo entero), y ser el punto más al sur de las Lofoten al que se puede llegar por carretera.
Por cierto, aunque se escribe Å, sólo se pronuncia el circulito de arriba, O.
No tardamos ni 20 minutos en llegar a Å desde Sakrisøya. Justo antes de llegar a Å la carretera atraviesa un túnel, cuya salida desemboca en el parking donde hay que dejar el coche. A pesar de tener un nombre tan pequeñito, esta población es bastante más grande que Sakrisøya, por ejemplo.
Había leído que no había mucho que ver en Å, pero a mí me gusta y me sorprende gratamente. Es lo bueno de no llevar muchas expectativas.
Ya es más de mediodía y es hora de ir a Moskenes a devolver el coche. Allí mismo embarcaremos en un ferry a las 14:45 que nos va a llevar a Bodø, en la costa continental de Noruega. Queremos estar en el puerto con antelación por el motivo que explicaré más adelante.
Lo primero que hacemos al llegar a Moskenes es devolver el coche. Nos han dado instrucciones de que lo dejemos junto al puerto del ferry con la llave debajo de la alfombrilla, tal y como nos lo dejaron ellos a nosotros cuando lo recogimos. Extraña agencia de alquiler de coches tipo “autoservicio”, basado en la confianza. No hemos tratado cara a cara con un humano en ningún momento. Sin embargo ha funcionado todo bien, y el primer día nos contestaron rápidamente a un email que les enviamos preguntando una duda sobre el manejo del coche.
La razón por la que queremos estar pronto en el puerto de Moskenes es porque el ferry es gratis para los pasajeros que viajan sin coche. Es decir, sólo pagas si vas con un vehículo; las personas a pie no pagan nada. Pero hay un cupo de peatones, hasta que se completa el aforo disponible. Habíamos leído que en temporada alta (desde mediados de junio hasta mediados de agosto) hay días que se llena, sobre todo el de las 14:45, pero no sabemos a ciencia cierta qué puede pasar un 29 de agosto. Si no podemos entrar en el de las 14:45 hay otros dos ferrys después, pero llegan pasada la medianoche a Bodø y es demasiado tarde, porque mañana volamos muy temprano a Oslo y nos gustaría poder dormir algo.
Existe la posibilidad de comprar billetes de peatón con antelación para garantizarte una plaza, pero cuestan 225 NOK (19,60 €) por persona, y nosotros preferimos ir pronto al puerto para asegurarnos la plaza que pagar 3 x 19,60 € por algo que es gratuito.
Para quien esté interesado, la web donde se compran los billetes del ferry (tanto para peatones como para vehículos) es esta: www.torghatten-nord.no/
Cuando llegamos al puerto, sobre las 13:30, hay como diez o doce personas ya en la sala de espera. No son muchas… ¡Entraremos seguro! También hay ya unos cuantos coches, caravanas y camiones haciendo cola en la explanada. Aprovechamos a comernos los bocadillos mientras que esperamos, y poco a poco va llegando más gente.
El ferry llega puntual a Moskenes a recogernos. Para entonces ya somos unas 50 ó 60 personas a pie. Entramos todas sin problemas y hubieran entrado otras tantas más, porque el ferry es grande y hay muchísimas butacas (aunque hay que tener en cuenta que las personas que van con coche también ocupan butacas).
La travesía Moskenes-Bodø dura 3 horas y cuarto. En el ferry hay un pequeño bar con comidas y bebidas que no está mal de precio para ser Noruega.
Llegamos a Bodø a las 18:00, y desembarcamos con nuestro equipaje. El hotel que hemos reservado para esta noche en Bodø está a tan sólo 5 minutos andando del puerto. Es el Smarthotel Bodø. Pensaba que iba a ser un hotel un poquillo cutre, porque la habitación triple nos ha costado 132 € en Booking, bastante barato para ser Noruega. Pero… ¡qué va! Es un hotel grande y supermoderno, con una decoración muy chula, recepción 24 horas, la habitación y el baño son amplios y todo está limpísimo. Qué pena que lo vayamos a disfrutar tan poquito, porque a las 4:30 de la madrugada nos tenemos que levantar para ir al aeropuerto.
Lo que queda de la tarde damos una vuelta por el centro de Bodø, que está allí mismo. Nada en particular nos llama la atención y además empieza a llover, así que acabamos metiéndonos en un restaurante para cenar temprano y poder acostarnos un poquito más pronto de lo habitual. Elegimos una hamburguesería que tiene el curioso nombre de Burgasm. Todo está bueno, pero nos sale un poquillo caro: dos hamburguesas con patatas, una ensalada César, una cerveza y un refresco nos cuesta 827 NOK (72 €)…
Precios noruegos.Por cierto, Bodø va a ser Capital Europea de la Cultura en 2024 y se están programando muchos eventos, lo que tal vez haga a esta ciudad un lugar interesante para visitar el próximo año.
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