A las 5:30 me estaba esperando el taxi para ir a la terminal a coger el bus a Sygchos. El bus a Sygchos es un autobús destartalado que se llena de gente hasta arriba y va pasando por todos los pueblos de Latacunga a Sygchos, tardando dos horas en llegar. En esta zona se habla mucho quechua y se nota en el autobús, en donde se escucha una mezcla de quechua y español. A medio camino se me ha sentado al lado un hombre mayor que me ha estado dando conversación. Le gusta la ganadería y quiere viajar a España a conocer cómo es la ganadería allí porque dice que nosotros sabemos hacerlo bien. Dice que tuvo una novia española, pero que le salió mal porque era mal hablada y liberal. El resto del viaje ha estado hablando de las elecciones y de lo mal que está el país, sobre todo en ciudades como Quito. El pobre dice que la semana pasada le robaron en Quito a punta de cuchillo entre cuatro chavales de 15 años a plena luz del día, por 20 dólares y las llaves de su casa.
A las 8 llego a Sygchos. El pueblo es bonito, tiene su plaza, su parque y su iglesia. Típico pueblo de arquitectura española. Me preparo la mochila y compro algo de desayunar en una panadería que estaba abierta. La ruta parte del pueblito. Es un pueblo totalmente andino, con su mercado y perros por todas partes. Uno de ellos se ha puesto a ladrarme que por un momento me veía que se me tiraba. Afortunadamente, una mujer ha salido detrás de mí y le ha lanzado un palo haciendo que el perro se fuera escopetado.
Ya fuera del pueblo, la ruta discurre íntegramente paralela al río. Primeramente se va descendiendo por zonas de cultivos hasta el mismo río para después subir e ir por la parte alta del cañón. Las vistas son muy bonitas y todos los agricultores que me cruzo me saludan para darme un rato de charleta preguntando de dónde soy o a dónde voy o cómo va el campo. Después del tramo del cañón se llega al primer pueblo, Islivin. La ruta en principio era solo hasta aquí. Pero he hecho 12 km con 400 de desnivel positivo y he llegado al pueblo a las 11:30 de la mañana. El pueblo el único atractivo que tiene es un hostal de mochileros bastante bonito, pero su principal actividad son las clases de yoga. Viendo lo temprano que es y que paso de hacer yoga o de tirarme toda la tarde hablando en inglés con otros mochileros, busco una panadería, me pillo unos sándwiches y decido hacer la ruta que me tocaba mañana hoy. Me dice la mujer de la panadería que son entre 4 y 5 horas así que, como voy fresco, continúo.
La ruta continúa con una bajada fuerte hasta el río. Aquí hay puntos algo comprometidos por el barro, pero poca cosa. Se sigue andando por pastos y bosque siempre al lado del río. Se pasa por un pueblo súper rural y entonces se hace una subida gorda hasta la parte de arriba del cañón. Las vistas son bastante espectaculares. El cielo se ha encapotado y, aunque parece que vaya a romper, me libro del soletón de la mañana. Los últimos dos kilómetros son por carretera hasta el pueblo de Chugchilag.
Al final he hecho 24 kilómetros con 1200 de desnivel positivo y 1000 negativos en unas 8 horas. Bastante factible. He llegado cansado, pero bien, no es ningún disparate y al ser el entorno bonito se hace muy gustoso.
Aquí os dejo el enlace a la ruta de Wikiloc. TRACK DE LA RUTA
Voy hasta un hostal que vi ayer en Booking y una maravilla. Por 20$ habitación individual con baño de lujo, cena y desayuno. Me he pegado la ducha del siglo.
A las 7 han puesto la cena. Estábamos 8 personas. Una chica alemana que estaba aprendiendo español me ha dado conversación, lleva un año aprendiendo y habla de lujo. Había también una familia con una niña que llevan dos años viajando en una especie de camión que tenían aparcado fuera, espectacular. Me dicen que en tres meses terminan la aventura en Colombia y que si quiero me venden el camión. El camión es una pasada como lo tienen camperizado.
Ya cenado poco más. Hace frío y en la zona de las habitaciones está puesta la estufita, ideal para caer rendido.
