El día de hoy, el objetivo era llegar hasta el volcán El Reventador. Este volcán es el más activo de Ecuador, junto con el Sangay. Se encuentra en pleno bosque nublado entre el Amazonas y la cordillera andina. Es un volcán muy poco turístico, ya que hasta el momento el acceso era complicado. Durante muchos años, la carretera para llegar a él estuvo cortada por derrumbes y llegar implicaba una jornada larguísima de carretera. Una vez que llegabas, la única manera de aproximarse era una ruta por bosque nublado que, al no ser muy transitada, se consideraba difícil por el barro y la dificultad de seguir la senda. Tras la pandemia, se abandonó totalmente y hace escasos meses se reconstruyó la carretera que daba acceso a la zona de El Reventador y, por fin, era visitable.
Sinceramente, yo no sabía qué me iba a encontrar, pues en internet hay nula información; solo sabía que por los reportes del Instituto Geofísico de Ecuador el volcán está bastante activo con explosiones de cenizas frecuentes e incandescencia por la noche. Me bajé un par de rutas de Wikiloc de hace varios años y all in.
El día de visitar el volcán ha llegado y a las 6 he despertado. Ha amanecido relativamente nublado. Me ha dado un poco de bajón porque la ruta, según leí, es un barrizal. Son como 6 km con 700 metros de desnivel y la gracia es ver el volcán, por lo que las nubes amenazan con fastidiarme. Como tampoco me queda otra, meto todo en la mochila junto con la comida que compré ayer. Si lo veo complicado, me doy media vuelta y vuelvo a Quito.
Salgo a la calle a esperar al bus y viendo que no pasa un alma, me decido a hacer autostop. El punto de inicio está a 15 km carretera abajo y por narices todo el mundo pasa por ahí. La primera pickup que ha pasado me ha parado. Dos hombres que se van a trabajar, me han preguntado a dónde voy y con un gesto de cabeza me han dicho que suba.
La ruta empieza en la hostería del Reventador. Yo, por la información que tenía, la ruta iba a través del bosque nublado sin acceder por la hostería, pero el GPS me indica atravesar la hostería. A las 7 de la mañana no había nadie. La hostería la tienen preciosa con un río con sus cascadas y sus pozas. Voy siguiendo el camino empedrado y frente a mí aparece toda la caldera volcánica, tapizada de bosque nublado, con El Reventador a la derecha echando un penacho de ceniza. A buen seguro, una de las estampas del viaje.
Mientras voy subiendo por lo que parece pista forestal, aparece una pickup, para y me pregunta si me he registrado. Le comento que no tenía ni idea de que había que hacer registro y que mañana, a la bajada, pagaré el permiso necesario. Los chavales se van y yo sigo mi camino. Llego a un mirador espectacular y mientras estoy echando fotos, aparece la misma pickup, pero esta vez viene dentro el que dice ser el jefe de la hostería. El hombre muy amable me pregunta qué narices hago ahí; llevan sin pasar turistas por ahí desde antes de la pandemia. Después de explicarle mi idea, me dice que el camino que pretendo hacer está inhabilitado desde la pandemia y ya no es posible andarlo. La pandemia y la imposibilidad de llegar en coche a la zona han hecho que la hostería invirtiera en construir un lodge a las faldas del volcán y habilitar un camino para subir hasta él en 4x4. Con razón llevaba una hora andando por pista forestal totalmente alejado del track de Wikiloc. Me comenta que el volcán solo se puede visitar de forma guiada porque toda la zona de acceso es propiedad privada de la hostería y me pide 90$ por pernoctar en el lodge. Al insistirle que me voy a quedar en la tienda de campaña en un antiguo refugio que hay, me dice que sin problema, pero tengo que pagar el permiso y el camping, 20$. Lo veo justo. El hombre se queda un rato hablando conmigo, contándome toda la historia del volcán y la inversión que han hecho. Este año justo están empezando a llegar los primeros grupos y justo ha empezado la inestabilidad del país, por lo que no saben si podrán levantar cabeza. Me cuenta que esta tarde-noche suben con una pareja de turistas que se quedan en el lodge, así que nos veremos allí; que cualquier problema cuente con ellos y que el camino es todo pista forestal, sin problema alguno. Un tipo de puta madre.
Sigo mi ruta, que termina siendo algo pesada sobre todo por el peso de la mochila. Finalmente, en 3 horas llego al campamento. El campamento está enclavado frente a una laguna con El Reventador al fondo tras una colina. Solo esperando que explote, echas el rato en la gloria. Me acomodo y me como mi atún con tortitas. Ya descansado y sin peso, me animo a seguir el camino. Es 1 kilómetro más con 200 metros de desnivel hasta la misma falda del volcán. Lo increíble es que termina en una explanada donde hay construido el lodge del que me habló el hombre. Un lodge sencillo con unas vistas ACOJONANTES al volcán entero, desde la falda hasta la cima. El volcán va cubriéndose y despejándose. Me quedo allí una hora larga hasta que llega el hombre con los dos turistas colombianos. El tipo me saluda súper amable y con una sonrisa de orgullo me enseña el lodge y me vuelve a contar la inversión que ha hecho en él. Hay que reconocer que está increíble. Son 90$ la noche y merece la pena por las comodidades que implica y las vistas tan increíbles que hay desde las habitaciones. Si lo hubiera sabido con antelación y hubiera venido con más presupuesto, me quedo ahí de cabeza. La cuestión es que al momento no hay ni una página web promocionándolo, una joya. Me quedo un rato más y, viendo que el volcán se nubla, me vuelvo a bajar a mi campamento.
Echo la tarde leyendo y antes del atardecer, viendo que despeja, vuelvo a subir. Es una postal muy chula. Como volcán de tipo estromboliano, solo había visto el Bromo y el Semeru en Indonesia. El Bromo es muy bestia; lo vi en un momento de gran actividad en 2016 y te podías asomar a la misma caldera, y el Semeru se veía tras el Bromo lejísimos con un penacho de ceniza pequeño. El Reventador, en cambio, llama la atención por el entorno tan Jurassic Park y las explosiones tan grandes que pega. Algunas son tan fuertes que se escuchan arrojando piedras que caen ladera abajo.
Le pregunto al chaval que se ha quedado al cargo del lodge si por la noche se ve incandescencia y me dice que sí. El tipo además me dice que me coja la tienda y me suba a acampar al lado del volcán con ellos. Sin pensármelo, bajo escopeteado. Meto todo en la mochila, dejando lo que no me hace falta en el refugio, cojo la tienda sin desmontar y vuelta para arriba otra vez. Llego destrozado pero con el volcán totalmente despejado, pegando un petardazo tremendo.
Pongo mi tienda ya anocheciendo, ceno mi atún con tortitas y me quedo mirando el volcán tumbado desde la tienda. El cielo absolutamente despejado, la Vía Láctea perfecta y el volcán al frente. Veo varias explosiones y en dos de ellas se ve cómo sale material incandescente despedido bajando por la ladera, precioso. Con algo de frío y tapado, termino quedándome dormido. En ese momento de felicidad plena no tenía ni idea de la noche que iba a pasar...