Durante nuestra última jornada de visitas en tierras eslovenas, hicimos una excursión que se suele hacer conjunta, la del Castillo de Predjama y las Cuevas de Postojna, ya que estos dos lugares turísticos están muy próximos el uno del otro. Me hubiera gustado mucho entrar también en las Cuevas de Skocjan, que son Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, pero era muy complicado compaginar el trio por nuestra cuenta. Así que quedan para otra ocasión.
Itinerario de la jornada en Google Maps.


Desde Izola, la distancia al castillo es de unos 65 kilómetros, la mayor parte por autopista y solo los quince últimos en carretera convencional.Tardamos en torno a una hora, pasando primero por Cuevas de Postojna, que están solo a 10 kilómetros. Aunque el trecho parece corto, no es demasiado fácil ni menos aún rápido hacer estas visitas por la gran afluencia de gente, lo que frecuentemente provoca largas esperas debido a las colas que se forman, sobre todo en las cuevas. Por eso es conveniente programar bastante bien el recorrido y, si es posible, comprar las entradas por anticipado y -si se desea entrar a amabas atracciones- de manera conjunta para obtener un descuento (41,90 euros el pack) que no viene mal dados los precios que se gastan: 19 euros el castillo y 29,90 las cuevas, según he podido leer hoy (ya con subida este año). Hay un autobús lanzadera que une ambos lugares. Como de costumbre, lo mejor es consultar previamente todas las opciones en su página web.
Itinerario entre el castillo de Predjama y las Cuevas de Postojna


Tras bajarnos del autobús, fuimos caminando hasta los diferentes miradores del castillo, que enseguida nos fascinó por su arquitectura y su situación, prácticamente incrustado entre las rocas salvo la fachada exterior. Hacía un día estupendo, lo que también colaboró al lucimiento de las fotografías. ¡Qué bonito! Soy una amante de los castillos medievales y de las cuevas, así que allí tenía la conjunción perfecta pese a que se veía bastante gente. Claro que luego no eran tantos los que se decidían a visitarlo por dentro, ya que la mayoría se limitaba a hacer los correspondiente selfies en el exterior, quizás porque el precio de la entrada es bastante elevado.


En cualquier caso, merece la pena el viaje incluso para verlo solo de lejos, pues se trata del castillo más grande del mundo construido en una cueva –así está inscrito en el Libro Guinness de los records- y ese es, precisamente, el significado de su nombre en esloveno: castillo en una cueva. Por lo tanto, no hay que fijarse solo en su fachada sino en el hueco cavernoso donde se halla encajonado. Aparte, goza de una ubicación espectacular, al borde de un precipicio de 123 metros de altura sobre el arroyo Lokva, cuyas aguas se pueden divisar desde los puentes y pasarelas.

Ya en 1202 existían construcciones defensivas en este lugar, si bien el actual castillo de estilo renacentista se erigió en 1570, pasando por diversos propietarios durante los siglos posteriores. Para la visita, nos facilitaron una audio-guía en castellano bastante eficiente, pues solo había que acercarla al código QR de cada sala para que contase el correspondiente relato.

Debido a la naturaleza kárstica del terreno, sus arquitectos aprovecharon una enorme cueva para construirlo, por lo cual su interior está sembrado de corredores, escaleras, pasadizos, puentes y salas de todo tipo, ambientadas con más o menos fortuna, pues algunas son bastante… rústicas, diría yo, pero que cumplen bien su función en cuanto a dar una idea de cómo se desarrollaba la vida medieval en el lugar.

Pese a lo insalubre que semejante entorno debía resultar para sus habitantes, las dificultades de acceso les otorgaba mucha seguridad frente sus posibles atacantes, incluso por la retaguardia, de la que no se tenían que preocupar al encontrarse casi embebidos en la propia montaña y, por tanto, protegidos por ella.


Entre las numerosas leyendas que existen en torno al castillo, la más famosa es la del barón Erasmo de Predjama, que se posicionó a favor del rey húngaro Matías Corvinos en su lucha contra el emperador austriaco Federico III, a finales del siglo XV. El austriaco mandó decapitar a un amigo de Erasmo, que en venganza mató a un pariente de Federico, quien juró vengarse. Erasmo huyó a Predjama y empezó a acosar a las caravanas de comerciantes afines a Austria y el Emperador ordenó matarle a cualquier precio. Siguiendo sus huellas en la nieve, los soldados austriacos llegaron al castillo y lo sitiaron durante un año y un día sin resultado. Estaban perplejos ante la resistencia de sus defensores, supuestamente aislados y sin posibilidad de recibir suministros. Lo que no sabían era que el castillo tenía una salida secreta al exterior a través de una galería abierta en la roca, por la parte posterior, y así Erasmo conseguía frutas del bosque para que sus maltrechos partidarios pudieran sobrevivir. Finalmente, un criado delató a Erasmo, que fue apresado por los austriacos mientras estaba en la letrina, gracias a una luz encendida por el sirviente traidor.



Sin duda, lo más interesante del interior del castillo es su ubicación, pues hay momentos en que no sabes si estás en una residencia medieval o en una cueva. Además, desde algunas ventanas se contemplan unas vistas fantásticas de la verde y boscosa montaña que lo rodea.

Con todo, lo más sorprendente es lo que aguarda al final, pues, aún sabiéndolo, no lo esperas ni así ni de ese modo. Como no quiero romper la sorpresa, he ido poniendo fotos del interior del castillo al azar, sin ningún orden para no desvelar aquí lo que comento ahora. En cualquier caso, este sitio es opcional y puede verse o saltarse si alguien tiene dificultades por los escalones, que son bastantes y pueden estar resbaladizos.

Aunque haya mucha gente, el itinerario está muy bien planteado y se sigue sin problemas contando, además, con la audioguía. Eso sí, se debe tener en cuenta que hay que subir y bajar muchas escaleras, algunas con escalones altos e irregulares, tallados en la roca, si bien suele haber barandillas o cuerdas para ayudarse, con lo que pasito a pasito se puede llegar a todos lados.



Como resumen, me gustó mucho la visita de este castillo y, personalmente, me lo pasé en grande moviéndome a mis anchas allí dentro. Sin embargo, entiendo que la entrada es bastante cara y que no a todo el mundo le compensaría pagarla. También hay que pensar en los numerosos escalones que hay que salvar. En fin, que se trata de una decisión muy particular, ya que en gustos y prioridades no hay autos de fe ni recomendaciones que valgan.

Muy cerca de los aparcamientos, se encuentra la pequeña pero encantadora Iglesia de María de los Siete Dolores, construida por Erasmo de Predjama y consagrada por el Papa de Trieste Pio II en 1449. En su interior, se conservan una serie de valiosos frescos de estilo gótico tardío, recientemente restaurados.




A su muerte, en 1484, Erasmo fue enterrado junto a esta iglesia, y su prometida plantó al lado de su tumba un lilo en señal de vida eterna. Tras cinco siglos manteniéndose casi indeleble, el árbol resultó muy dañado en 2001 a causa de un incendio, pero logró salvarse gracias a la intervención de expertos botánicos. El entorno natural es bellísimo.

