Hoy el día ha sido tranquilo. He tenido que coger un bus de Riobamba a Cuenca. 7 horas de autobús. Para pegarse un tiro. El autobús ha arrancado a las 11 y hemos llegado a las 18:00.
La cuestión de los autobuses en Ecuador, y sospecho que también me lo voy a encontrar en Centroamérica, es el jaleo que hay. En cada parada se suben 5 personas vendiendo cosas o pidiendo. Ponen una película a un volumen desproporcionado y luego cada uno va con su móvil con el volumen a todo lo que da. Uno jugando a un juego de coches, otro viendo vídeos de cómo recuperar el amor con magia blanca, otro con Instagram. Es una sobreestimulación auditiva constante durante las 7 horas.
Yo me he puesto los cascos y aún con el volumen alto se escuchaba de fondo la película y al tonto del juego de coches.
He llegado a Cuenca ya anocheciendo. El hostal decente. He dejado las cosas y me he ido a un sitio que recomienda la Lonely, "Cositas", a comer lo de siempre: pollo con maíz y arroz. Me he dado un paseo por el centro y lo poco que he visto bastante bonito. La cuestión es que a las 19:30 no hay un alma por la calle, como si fuera de madrugada.
Viendo el panorama, me he metido en la habitación y a dormir.
