Desde el centro de Kampong Cham, el trayecto en tuk-tuk hasta Koh Pen toma aproximadamente 15-20 minutos.
Nos recogen en la puerta del hotel pero el tuk tuk no puede atravesar el puente del que hablaré más adelante.
Koh Pen es una isla tranquila y pintoresca situada en el río Mekong. Es conocida por su ambiente rural, su belleza natural y su conexión con la vida tradicional camboyana.
La atracción principal es el puente de bambú (de pago). Durante la temporada seca (de diciembre a junio), puedes cruzar el famoso puente de bambú que conecta la isla con el continente.

Este puente, construido cada año, es una maravilla de la ingeniería tradicional y una experiencia única para los visitantes. Se mueve bastante, lo transita mucha gente y tienes que tener cuidado para no meter un pie entre las ramas y tropezar. Mide 1,2 km.

En la temporada de lluvias, el puente es reemplazado por un ferry.
La isla está rodeada de campos de arroz, palmeras y pequeños pueblos.

Lo que vi me pareció un tanto decepcionante (menos la obra del puente, que tiene mérito). Parece una playa llena de gente y chiringuitos. Muchos llevan comida o comen allí. Menos mal que hay un WC público (sin papel) porque la diarrea ataca de nuevo.

Los coches llegan a la isla pero por otros puentes, claro.
Aunque luego recorrimos todo Koh Pen tampoco sentí que nos adentrásemos mucho en la vida rural, pese a ver casas tradicionales y plantaciones. Se cultiva fruta (plátano, mango, papaya, pomelo), arroz y algunas verduras.
¿Cómo es una casa tradicional camboyana?. Estas casas suelen estar construidas con materiales locales como madera, bambú y hojas de palma. La mayoría de las casas están elevadas sobre pilotes de madera, lo que protege contra inundaciones durante la temporada de lluvias y permite que el aire circule por debajo, ayudando a mantener la casa fresca. Los techos suelen ser de paja o tejas, con una inclinación pronunciada para facilitar el drenaje del agua de lluvia. El área bajo la casa se utiliza como espacio multifuncional, para guardar herramientas, criar animales o como lugar de descanso durante el día. El interior generalmente consta de una o dos habitaciones principales, que se utilizan para dormir y actividades familiares. Los muebles son mínimos, con esteras de bambú para dormir, mesas bajas y, en algunos casos, altares para prácticas religiosas. Tampoco hay divisiones claras en el interior para adaptarse a lo que más convenga.
Bajamos del tuk tuk para ver desde fuera el templo. Hay varias estupas con cenizas de monjes. Allí se produce una confusión. La mala pronunciación del guía nos hace entender que allí orinan los monjes en lugar de que se les ordena.

Volvemos a atravesar el puente y regresamos al hotel. Bueno, ahí tuvimos un problema. El vigilante nos pidió los tickets y nos quería hacer pagar de nuevo. Por algún motivo que no sé el que se los vendió a nuestro guía le dio unos fechados en diciembre de 2023. En qué cabeza cabe que siendo turistas vayamos con un ticket de hace un año y medio. Ojo.

Nos alojamos en el LBS hotel, a orillas del río, lo que permite dar un paseo nocturno.
Al mediodía comimos (incluido) en el restaurante Smile, casi al lado. Está gestionado por la ONG Buddhism for Social Development Action (BSDA). La Fundación: BSDA fue fundada en 2005 por siete monjes budistas del templo Wat Nokor Bachey. Su misión es mejorar la calidad de vida de las personas vulnerables, especialmente mujeres y jóvenes, a través de iniciativas de educación, salud y desarrollo de medios de vida.