
Día 17 (23-08-24): Jeonju-Seúl
Esta etapa tiene muy poca chicha, fue básicamente un día de traslado, compras y cena con amigos; lo único que conocimos nuevo fue el barrio universitario de Hongdae y repetimos Myeongdong.
Se acercaba ya el final del viaje, pero aun nos quedaban un par de días para disfrutar de Seúl y Suwon. Nuestro tren a Seúl (a ir en tren a Busán la verdad que no me atreví, pero a Seúl sí

Desayunamos los deliciosos pasteles de chocolate de PNB (muy recomendables) y una vez listos el propietario de Hanok Dream nos acercó a la estación de tren con su coche, fueron unos 20 minutos del Hanok village a la estación. Se lo agradecimos enormemente y nos despedimos de él.
Importante: yo había comprado los billetes de tren online en la web de Korail, pero el pdf que te dan no sirve para viajar, aunque esté pagado: hay que acercarse a taquilla y pedir que te impriman los billetes definitivos. Tenedlo en cuenta si los compráis online con antelación.
Esperamos un rato en la estación y el tren llegó puntual, todo fue bien y en un par de horas nos plantamos en la estación central de Seúl. Era muy temprano y no podíamos hacer el check-in en el hotel, así que nuestra idea inicial fue dejar el equipaje en taquillas en la estación y desde ahí visitar el barrio de Hongdae y luego volver a por el equipaje para ir hasta Myeongdong (nos quedábamos en el mismo sitio que a la llegada).
Pero aquí nos encontramos el primer “problema” del viaje: todas las taquillas estaban ocupadas, solo quedaban disponibles algunas demasiado pequeñas. Seguramente si hubiésemos buscado más habríamos encontrado algún servicio de consigna donde pagando nos las hubiesen guardado, pero visto lo visto decidimos llevarnos las maletas a Hongdae y dejarlas en taquillas allí, así no haría falta regresar hasta la estación de Seúl.
Pues eso hicimos: primero tomamos un café en un bar de la estación, y después nos dirigimos con nuestro equipaje hacia Hongdae. Para ello, y según las indicaciones de Naver, tomamos un autobús en la puerta de la estación que nos llevó hasta la parada más próxima de la línea 2 verde de metro, y una vez en el metro lo tomamos hasta la parada Hongik University (desde donde se llega a Hongdae).
Al final entre una cosa y otra eran ya más de las 12 cuando llegamos a Hongdae, donde por cierto de nuevo todas las taquillas estaban ocupadas… Esta vez sí que vimos un servicio de consigna donde pudimos dejar las maletas, justo delante de las taquillas y a mejor precio de lo que nos hubiesen costado éstas.
Por fin, ya libres de cargas, salimos a visitar Hongdae, el principal barrio estudiantil de Seúl. Se trata de un distrito con mucho ambiente joven y zonas de ocio y diversión, pero pocos lugares de interés histórico. Aun así, merece la pena la visita, se puede pasar un buen rato.

Dimos una vuelta y comimos aquí, imagino que el máximo ambiente debe de ser por la tarde-noche y los fines de semana, porque cuando lo visitamos nosotros estaba bastante tranquilo.

Hay muchas tiendas de ropa y de las cosillas poco útiles que tanto triunfan ahí (cosas para colgar en los bolsos, muñequitos, pegatinas, merchandising de idols y estrellas del k-pop…). También está lleno de fotomatones de esos con todos los complementos para disfrazarte o ponerte divina para posar, me quedé con las ganas de entrar a uno y hacer sesión de fotos haciendo el canelo



Hay una calle que es la arteria principal, y desde ahí van saliendo otras callejuelas que se pueden recorrer.


Antes cuando he dicho que fue día de compras no he especificado el tipo: resulta que me tocó ir hasta una tienda de frikis situada en un piso de un edificio cualquiera de una zona algo más alejada de Hongdae para comprar cartas del Magic en coreano. Los pobres chicos que había jugando en la tienda no entendían qué leches hacían dos guiris allí, pero es lo que hay, era lo único que me pidió mi churri en el itinerario del viaje y había que respetarlo. Ésta es la prueba de ello:

Con la misión de conseguir cartas del Magic en coreano cumplida, tocaba ir ya hacia el hotel a dejar las cosas y darnos una merecida ducha. La verdad es que fue rápido, en una media hora nos plantamos allí después de recoger el equipaje de la consigna y tomar el metro. Como ya conocíamos el camino desde la parada de Myeongyong hasta el alojamiento, no hubo problema.
Donde sí hubo problema fue con la entrada a la habitación: resulta que iba con un código que nos habían proporcionado previamente por e-mail, pero al marcar dicho código la puerta no se abría. Lo intentamos varias veces y nada, que no había manera, así que al final tuve que llamar al número de contacto que proporcionaba Booking.
La dueña o responsable del hotel vino rapidísimo y nos confirmó que efectivamente, no se había introducido bien el código y por eso no funcionaba. Lo arregló en un momento, se disculpó mil veces y solucionado.
Y este día poco más, como seguía haciendo mucho calor descansamos un rato y nos pegamos unas buenas duchas antes de salir de nuevo a dar un paseo por la zona y cenar. El barrio nos ofrecía bonitas vistas de la torre de Seúl, que visitaríamos en breve:

Esta vez nos dirigimos al centro comercial subterráneo que hay donde el metro de Meyongdong, que ya conocíamos de la otra vez. Allí hice alguna compra menos friki que las cartas del Magic pero más friki de lo que compraría en España habitualmente

Ese día cenamos con unos amigos que empezaban su viaje por Corea coincidiendo con nuestros últimos días en Seúl, así que alargamos y volvimos bastante tarde al hotel para lo que somos nosotros cuando estamos fuera.
Y ya a descansar, nos quedaban ya tan solo dos días completos para ver algunos de los sitios emblemáticos de Seúl que aun teníamos pendientes y acercarnos a la interesante Suwon.