Día 16 (22-08-24): Jeonju
Empezamos una nueva jornada en Jeonju desayunando en el patio de nuestro hanok a las 8 de la mañana. Ya a esa hora hacía un sol achicharrante, aunque durante ese día alternaríamos nubes, sol y algo de lluvia.
Nuestra idea al darle dos noches a Jeonju era dedicar un día al pueblo en sí y otro a visitar el cercano parque provincial Moaksan y hacer alguna ruta de trekking. El parque incluye el pico Moaksan (793 m) y diversos templos budistas: Geumsansa (el más destacado de los que hay), Buisinsa, Suwangsa y Daewonsa. En teoría desde la cima del Moaksan se puede disfrutar de una increíble vista panorámica.
Cómo llegar al parque provincial Moaksan desde Jeonju: hay un autobús local, el número 79, que desde Jeonju tarda unos 45 minutos hasta el parque.
Sobre las 9 salimos y nos dirigimos hacia la parada de bus, pero con el calor que hacía dudábamos si ir a Moaksan o quedarnos en algún sitio más cercano y que no implicase hacer trekking a 40 grados. Al llegar a la parada se nos despejaron las dudas, ya que vimos que el bus 79 pasaba con muy poca frecuencia y entre eso y los 45 minutos de trayecto se nos iba a ir el día entre llegar y volver del parque.
Finalmente decidimos visitar otro de los sitios que nos había recomendado el propietario del hanok, el Deokjin Park. Se llega también en autobús, porque está en el norte de Jeonju, fuera de la zona de hanoks, pero solo se tardan 20 minutos de trayecto (se puede usar la T-money).

El Deokjin Park es uno de los parques más bonitos de Jeonju, conocido por su estanque natural repleto de hermosas flores de loto (según la época, lo mejor es visitarlo en verano o primavera).


Este parque alberga una biblioteca preciosa, la Yeonhwajung Library, situada en medio del estanque y con una bonita estructura de madera. La vimos por dentro también, y nos encantó.



El tiempo no acompañaba, había muchas nubes, pero el sitio vale la pena (si vais con tiempo de sobra para alejaros de la zona más turística). En este parque hay básicamente locales, poco turista. De hecho una abuelilla coreana, al ver que la saludaba en coreano, intentó invitarme a un té y me hablaba como si supiera su idioma, pero le hice entender que únicamente sabía decir eso y poco más



Tras la visita al parque volvimos en bus hacia la zona del Hanok Village, pero nos dirigimos al otro lado del río, cerca del puente Namcheongyo para visitar el barrio llamado Seohak-dong Art Village. Este pequeño barrio fue creado al concentrarse gradualmente en East seohak-dong varios artistas, pintores y artesanos, que instalaron sus estudios ahí.
Es una zona por la que se puede pasear y visitar talleres, galerías y cafeterías. También hay varias guesthouses donde alojarse. Cuando nosotros fuimos vimos que había mucha cosa cerrada, quizá por la tarde está más animado. No hicimos ni fotos porque no vimos nada destacable.
Volvimos al río y ya en el lado del hanok village hay un restaurante de soba y fideos fríos que se llama Mereumil Jinmi Jip y nos lo había recomendado el propietario de nuestro alojamiento, así que como había hambre allá que fuimos. Estaba lleno de gente local y hay pocas opciones en el menu (soba caliente o los típicos fideos fríos y alguna cosa más), pero lo encontramos buenísimo todo y muy bien de precio (nos costó unos 12 euros los dos).
Tras la comilona y un café para llevar en otro sitio cercano, nos fuimos al alojamiento a descansar un poco porque hacía un calor insoportable. Lo de descansar a mediodía no es algo habitual que hagamos en nuestros viajes, pero creo ya he comentado antes que en éste tuvimos que hacerlo algunos días o no lo contábamos.
Después de una merecida siesta con el mejor invento del siglo, el aire acondicionado, salimos de nuevo para acabar de ver todo lo que nos faltaba. Empezamos por el cercano Jeonju Hyanggyo, una escuela confucionista que ha funcionado durante siglos. Se dice que la escuela Hyanggyo fue fundada durante la antigua dinastía Goryeo, aunque la edificación actual fue construida durante la dinastía Joseon. Actualmente esta escuela está designada como tesoro nacional.

El edificio principal se llama Daeseongejon y en él se pueden ver importantes tablillas que contienen las enseñanzas de cinco antiguos maestros.

Desde aquí nos dirigimos hacia el Omokdae, subiendo primero una pequeña colina desde la cual hay buenas vistas del barrio de casas tradicionales y el resto de Jeonju.


El Omokdae es una especie de pabellón famoso por ser el lugar donde Lee Seong-gye organizó un banquete para celebrar la victoria contra los invasores japoneses en Hwangsan, en 1380 (durante la dinastía Goryeo). Además de su importancia histórica, el entorno y las vistas panorámicas del Hanok Village valen la pena.



Desde el Omokdae se accede fácilmente al siguiente punto de interés pasando por un puente peatonal que cruza por encima de una autovía: el llamado Jaman Mural Village.

Jaman Mural Village fue inicialmente un barrio muy humilde que dio asilo a los refugiados que llegaban de Corea del Norte durante la Guerra de Corea. En la actualidad se ha revitalizado gracias al arte, ya que como su nombre indica exhibe gran variedad de murales, incluyendo pinturas de personajes de animación como Totoro, Doraemon, el viaje de Chihiro… Está bien para dar una vuelta, aunque se ve rápido si no se entra a alguna de sus cafeterías temáticas que ofrecen vistas.


Desde allí volvimos a bajar por la colina del Omokdae hacia el centro del barrio de hanoks para acabar de recorrer las calles que aun no habíamos visto, hay algunos callejones realmente bonitos.



Otra de nuestras paradas fue el Jeonju Korean Liquor Museum, de entrada gratuita de martes a domingo de 9 a 18h. Está curioso, hay una exhibición que te explica como se hacían ciertas bebidas tradicionales.
Seguimos tan tranquilos callejeando hasta que a media tarde se puso a llover bastante fuerte, así que no nos quedó más remedio que entrar a refugiarnos en una heladería y probar el postre típico de aquí: “ice flakes” con cosas. Son una especie de copos de hielo (no tipo granizado, sino como nieve) a los que se añaden siropes y toppings varios, convirtiendo algo tan inocuo como el agua congelada en una bomba de grasas y azúcares. Pero bueno, no íbamos a quedarnos en la calle mojándonos, y además estaba muy rico.
Nosotros elegimos uno de un gusto que solo vimos allí, pastel dulce de arroz y frutos secos (sabía a helado de turrón). Además, por si no fuera suficiente, se le echa leche condensada por encima, no vaya a ser que en sí mismo aquello quede algo escaso de calorías


Tras esta contundente merienda ya me veía venir yo que sería otro día en que no podría ir a cenar en condiciones, y efectivamente así fue. Pasamos por un combini a comprar agua y cafés para desayunar al día siguiente (aun teníamos pasteles de los que habíamos comprado el día anterior).
Para acabar de echar la tarde nos dirigimos a lo que sería realmente el centro comercial de Jeonju para la gente normal que vive allí, no para los guiris que van al barrio de hanoks. Es un sitio con tiendas, cafeterías y restaurantes varios, una zona de compras y ocio no exclusivamente orientada al turismo.


Ahí fue donde me inicié en las compras de skincare en el Olive Young: la suerte estaba echada porque una vez que empiezas a comprarte cremitas de esas no puedes dejarlas, me pasó igual que con las telenovelas coreanas, que aun sigo viéndolas casi un año después de volver

Ya de vuelta al hanok village cenamos de picoteo en paraditas, pinchitos y de nuevo la clásica moneda rellena de queso que también es un vicio.
Tras eso, vuelta al hostal; el propietario al pedirle que nos encargara un taxi para el día siguiente ir a la estación, se ofreció amablemente a llevarnos él en su coche. Muy recomendable este alojamiento, sin ninguna duda.
De nuevo llegaba el momento de cambiar de ciudad: de Jeonju volveríamos en tren a Seúl, donde nos esperaban los tres últimos días del viaje antes de regresar a casa.