
La llegada a KTM es espectacular
Mi vuelo a Kathmandú desde Wellington (vía Auckland y Singapur…) llegó sin problemas pero salir del aeropuerto me costó más de dos horas. Madre mía qué caos. El primer obstáculo fue el trámite de aduanas y visado. Yo había hecho la pre-solicitud de la visa on arrival online, y solo tuve que pasar por caja, pagar los $50 que cuesta el visado de 30 días, y ponerme a la cola para que me sellaran el pasaporte, que llevó un rato. Podía haber sido peor, porque los que hacían visa on arrival pero sin la preautorización online tuvieron que esperar más. El segundo obstáculo fue otra cola interminable para pasar un control de seguridad y rayos antes de recoger la maleta. A día de hoy sigo sin entender muy bien la finalidad de este control, porque veníamos de varios controles de seguridad en cada escala y no sé qué pensaban que estábamos intentando meter en el país en el equipaje de mano. Estuve fácil una hora en esta cola. Y cuando por fin pasé el control y llegué a la cinta de maletas, pensando que estarían todas ya fuera esperándonos, hora y media después de aterrizar, resultó que no. Otra media hora esperando que salieran las maletas. Yo estaba ya desesperada, y en ese momento me alegré mucho de haber pagado más por el vuelo que llegaba al mediodía y no a las 11 de la noche. Quiero pensar que parte del caos se debía a que era festivo, y tenían poca gente trabajando, pero quién sabe. La maleta acabó saliendo cuando yo la daba ya casi por perdida, y finalmente me adentré en la vorágine que es el vestíbulo de llegadas del aeropuerto, con gente por todas partes ofreciendo transporte a la ciudad, hoteles y tours. Afortunadamente, el hotel que había reservado en Kathmandú ofrece una recogida gratuita en el aeropuerto, así que ignoré los gritos de “taxi!” y me fui a buscar el cartelito con mi nombre. El pobre chico llevaba ahí esperando un buen rato, pero deben estar acostumbrados.
La mayoría de turistas se alojan en Thamel, un barrio a una media hora del aeropuerto donde se concentran la gran mayoría de hoteles, hostales y agencias de trekking. Yo había elegido el Hotel Jampa, reservado a través de booking, por una combinación de precio, ubicación, opiniones y servicios. Me costó $30 la noche e incluía desayuno (bastante bueno) y la recogida en el aeropuerto. Los hay mucho más caro y mucho más baratos, así que tendréis donde elegir. El vuelo de Dani llegaba un poco más tarde así que me di una ducha y me fui a dar una vuelta. Quiso la casualidad que nuestra llegada a Kathmandú coincidiera con la festividad de Tihar, algo parecido a Diwali or fiesta de la luz en la India, y esa tarde/noche todas las calles estaban decoradas con luces y todos los restaurantes, tiendas y hoteles tenían la entrada decorada con colores y ofrendas. Hasta los perros estaban pintados de colores!


Tihar en Kathmandú
El vuelo de Dani llegó sin problemas y él también tuvo que lidiar con las esperas para salir del aeropuerto. Esa noche salimos a cenar a un restaurante que me habían recomendado, el Western Tandoori and Naan House, muy cerca del hotel. Fue baratísimo (1200 rupias) y estaba todo buenísimo. Esa noche también aprovechamos para comprar las SIMs, justo al lado del restaurante, y que nos configuraran los datos.
El día siguiente era nuestro “día comodín/descanso” en Kathmandú. Teníamos que ir a la agencia de trekking a conocer a nuestro guía a las 11, así que nos levantamos sin prisa y nos fuimos a dar una vuelta para hacer tiempo. Tengo que decir que Kathmandú no es una ciudad que me haya enamorado. Es tremendamente ruidosa, y en Thamel particularmente porque no hay aceras y tienes que compartir la calle con motos y coches, que no hacen más que pitar. Tampoco es especialmente limpia y el cableado de la luz da miedo. Pero en fin, nos dimos una vuelta y aprovechamos para hacer un par de compras de última hora: un mapa del Annapurna Circuit en papel (200 rupias), y varias cosas en una farmacia (diamox, pastillas para giardia, pastillas potabilizadoras…). También compramos unos micro spikes (1500 rupias) en una de las miles tiendas de trekking, por si nos encontrábamos nieve en el Thorong La.

En la agencia nos recibió Rajan, el dueño y con quien me había estado yo escribiendo durante los últimos meses, y Amrit, que sería nuestro guía las próximas 3 semanas. Habíamos pagado un depósito de $100 cada uno y una vez allí pagamos el resto en efectivo (aceptan euros o dólares también). Repasamos la ruta, insistí una vez más en lo de poder elegir alojamiento (aunque ellos me dieron una lista de sus teahouses recomendadas), y quedamos en que nos recogerían en el hotel al día siguiente a las 7:00. En un principio íbamos a ir en bus a Besisahar y allí coger un jeep a Dharapani, pero tuvimos un cambio de plan de última hora y decidimos alquilar un jeep que nos llevara del tirón a Dharapani. El jeep desde Kathmandú nos iba a costar $270 (menos $30 que nos devolvía a cada uno por el bus+jeep que no íbamos a usar) pero en el grupo de Facebook del AC había encontrado a una pareja interesada en compartir el jeep con nosotros ese día. Rajan no tenía problema con esto y a nosotros nos venía genial así que nos decidimos por el jeep, que es más rápido y cómodo. Rajan también se ofreció a que dejáramos una mochila con la ropa que no queríamos llevar al trek en su oficina, para recogerla a la vuelta. Muy majetes.

Celebrando Tihar
Cuando terminamos en la agencia nos fuimos a comer momo a otro de los sitios que me habían recomendado, Newa Momo, donde tienen bastante variedad de estas deliciosas empanadillas. Es un sitio de lo más auténtico… pero tardan bastante en servirte. Estaban muy ricas pero me pareció algo caro (1550 rupias), sobre todo comparado con la cena del día anterior.

Palomas en Durbar Sq
La tarde la dedicamos a visitar Durbar Square, quizás el sitio más turístico de la ciudad con un palacio real y templos varios. Es patrimonio de la Unesco y una de las 3 Durbar Squares del valle de Kathmandú (las otras dos están en Patan y Baktapur). Hay que pagar una entrada de 1000 rupias, pero si estás varios días en Kathmandú y crees que vas a volver a la plaza, puedes pedir que te hagan un pase de visitante por la duración de tu visado y podrás entrar todas las veces que quieras (lleva el pasaporte). La mayoría de los edificios sufrieron grandes daños en el terremoto de 2015, pero las reconstrucciones son magníficas.
Dejamos el palacio para el final y empezamos con el Kumari Ghar, donde vive la Kumari, que es la encarnación de la diosa Taleju, con sus sirvientes. En realidad es una niña que seleccionan cuando es muy pequeña y se traslada a vivir al palacio, y se convierte en una diosa encarnada, hasta el punto de que dicen que sus pies no pueden tocar el suelo y tiene sirvientes que se encargan de todo. Con el primer período la niña no solo deja de ser niña sino también diosa, y la mandan a su casa y seleccionan a la siguiente. Imagino que la transición no puede ser fácil… La Kumari se asoma al balcón todos los días, aunque no tiene hora fija, y siempre hay gente esperando para verla.

La entrada de Kumari Ghar
Otro de los edificios importantes es el templo de Ganesha con su ratón dorado que más bien parece un cerdo (la guía insiste en que es un ratón, pero yo sigo sin verlo…). Es un templo súper importante y popular, no sólo entre locales sino también con trekkers, ya que se supone que caminar alrededor del templo y tocar las campanas te garantiza un viaje propicio. Junto al templo está la casa del sacerdote que cuida de dicho templo, y tiene una puerta pintada con los típicos ojo budistas bastante llamativa.


El “ratón” y las campanas del templo de Ganesha

La puerta de la casa del sacerdote
Uno de los templos más importantes de la plaza es Shiva Prabati Mandir, guardado por dos leones y con dos figuras asomadas al balcón (Shiva y su consorte). Cerca de aquí está Kal Bhairab, una figura muy colorida y quizás la más impresionante de la playa. Bhairab es la encarnación más destructiva de Shiva, y esta figura tiene detalles que lo confirman: el collar de calaveras, las cabezas cortadas… Por lo visto se le tiene tanto miedo que hasta hace poco obligaban a los criminales a confesarse delante de esta figura, porque si mentían, Bhairab se lo haría pagar. Hoy en día todavía se hacen sacrificios de cabras aquí a primera hora… mejor no imaginárselo.

Shiva Prabati Mandir

Kal Bhairab
En esta zona están también los templos de Vishnu e Indrapur, y el templo Jagannath, famoso por sus tallados eróticos. Merece la pena rodearlo prestando atención, porque hay de todo. Nadie sabe muy bien por qué estos motivos aparecen en templos, no solo aquí sino también en Patan y Bhaktapur.

Templos de Vishnu e Indrapur

Templo Jagannath
Finalmente entramos al Palacio Real. Tiene varios patios interconectados, y un pequeño museo al que no entramos. Lamentablemente, los dos patios aparentemente más bonitos, Mohankali Chowk y Sundari Chowk, estaban cerrados al público. Y Basantapur Tower, que también es muy bonita por dentro, estaba cerrada, así que la visita al Palacio se nos quedó un poco coja.


Fachada del Palacio Real y Basantapur Tower, con motivos eróticos incluidos


Palacio Real: Nasal Chowk y Lohan Chowk
Salimos de la plaza y entramos en uno de los templos que hay justo fuera, el Tarani Devi Temple, que tiene unas figuras talladas en la madera pintadas con colores muy vistosos.

Tarani Devi Temple
Con esto dimos por terminada la visita a Durbar Sq y pusimos rumbo de vuelta a Thamel. Es fácil ir caminando, son unos 20 minutos, pero hay que ir sorteando motos y coches y hordas de gente. Por el camino nos encontramos con un bonito templo budista para dar un poco de variedad cultural a la tarde. Kathesimbhu Stupa es una especie de réplica en miniatura del famoso Monkey Temple o Swayambhunath Temple, que yo visitaría en mi último día en la ciudad a la vuelta del trek. Este fue nuestro primer encuentro con una stupa, que a mí personalmente me parecen súper bonitas. Se tienen que rodear en sentido horario y están cubiertas de prayer flags, las banderitas típicas que luego se ven en las rutas de trekking y en los picos de las montañas (incluido Everest).

Kathesimbhu Stupa
Esa noche cenamos en un restaurante tibetano (Himalayan Yak) para ir practicando para el trek. Ridículamente barato (820 rupias). Probamos delicias como el thukpa (una sopa de noodles con verduras) y el laping, una especie de rollito que se come frío (y que luego no volvimos a ver en ningún sitio!).