DIA 8. NASHVILLE -MEMPHIS. 200 millas
Recorremos un tramo de la Natchez Old Trace Parkway.
Visitamos Graceland
Madrugamos bastante para poder recorrer la Natchez Old Trace Parkway sin prisas y con las paradas que nos apateciera. Es una manera de cambiar de paisaje y alejarnos de la conducción monótona que supone llegar a Memphis por la I-40. La Natchez aparece recomendada en todas las guías como una de las más bonitas de la zona Este. Toda la carretera son 440 millas ( unos 700 kilometros) desde Nashville a Natchez, por lo que pasas por los condados de Tenneesse, Alabama y Mississipi, pero para hacernos una idea recorremos unas 40 millas. En ese tramo hay lugares destacados de la Guerra Civil americana, cascadas, y memoriales de las culturas nativas americanas. La carretera está integrada en el Servicio de Parques Nacionales así que la velocidad está limitada a 30-50 millas cy puedes conducir y disfrutar del paisaje al mismo tiempo. Las áreas de descanso están muy cuidadas y los lavabos, impolutos. Incluso tienen papel higiénico. El paisaje es precioso !!..

Pocos metros antes del desvio de entrada a la Natchez se encuentra el LOVELESS CAFE (www.lovelesscafe.com), una cafeteria recomendada en todas las guías por el ambiente, la estética y la comida. Así que allí paramos. Es imposible no ver el rótulo de neón de estética años 50 que anuncian el lugar. Era domingo a las 8 de la mañana y estaba lleno de familias y grupos de amigos que se reunen allí para desayunar. Nosotros éramos los únicos turistas. Desayunamos allí unos huevos con bacon tal y como vereis en las fotografias, y no fuimos capaces de zamparnos las galletas que dan fama al local. No nos cabía nada más. Es un lugar de foto !
Nos tienta continuar por la Natchez hasta Tupelo la población natal de Elvis para visitar la casita blanca donde nació y vivió de niño y donde hay una estatua y un pequeñp museo. Desistimos porque el desvio es considerable y nos supondría 300 millas de más, hasta llegar a Memphis.
GRACELAND. Llegamos sin problema a Graceland sobre la 1'30 del mediodía. Está todo muy bien señalizado. Al ser uno de los puntos fuertes del viaje queriamos disfrutar de Graceland y hacer la visita con calma. Hay que añadir que en invierno cierran sobre las 5, así que no queríamos apurar.

Dejamos el coche en el Parking. Los 10 dólares del parquing implica que no hay limite de hora. Puedes estar todo el día si quieres, e incluso ir a la ciudad, comer y regresar, según nos lo dijo el amable chico de la entrada.
Y qué decir de GRACELAND. Todo es Elvis. No esperábamos otra cosa!. Tuvimos la suerte que apenas había visitantes, así que en algunos momentos incluso parecía que teniamos la casa para nosotros solos. Todo un lujo porque Graceland es la segunda casa más visitada de EE.UU después de la Casa Blanca. La visita puede llevarte un par de horas. El tiquet cuesta 38'75 usd por persona. Incluye : traslado en bus hasta la casa de Elvis y la audioguía, un ipad que te dan antes de subir al bus. Nosotros teníamos el paquete básico, pero puedes visitar añadir extras como el avión, y la colección de coches que van incrementando el precio en 60 dólares más. Aunque no teníamos problemas con las colas n otras fechas, sin duda es mejor comprar la entrada en la web porque las colas que se deben hacer en verano deben ser importantes.

Con el bus lanzadera llegas a la casa donde está el famoso pórtico de columnas blancas. El guía acompañante te da la bienvenida, te da un par de instrucciones y te acompaña hasta el interior. Allí, con tu ipad y unos auriculares y a tu ritmo vas escogiendo qué ver y las explicaciones que más te interesan (están en español), incluso hay anécdotas contadas por Elvis o Priscilla. La primera parte es la casa propiamente dicha, que un joven Elvis compró en 1957 como regalo para sus padres y después convirtió en su residencia habitual. Allí está el salón, la cocina, su sillón preferido, sus tres televisores que siempre dejaba encendidos para no ser menos que el Presidente Johnson, sus televisores, el piano que tocó la noche en que murió, el 16 de agosto del 77. Todo con una estética muy setentera que a veces roza lo extravagante. La "jungle room" tiene una decoración "salvaje", y el tapizado de la sala de billar, mejor lo juzgais vosotros mismos.. La segunda parte de la visita es el museo propiamente dicho, discos, audios, objetos personales, algunos de los vestidos más conocidos, los discos de oro, etc..

Estuvimos unas tres horas en el recinto. Cuando terminas, el bus te recoge de nuevo en el pórtico, devuelves la audioguía y te deja en las tiendas. Allí hay una decena de tiendas de souvenirs de todo tipo y precios, desde un simple boli por 5 usd hasta una réplica del famoso traje que usó en el concierto de Hawai, por 2500 dólares. Una heladería, el museo de los coches, La heladería de estética años 50 y sillas de color Hay también una heladería con una estética muy años 50 que hemos visto en infinidad de películas y que no por ello, te decepciona. Y el cadillac rosa que Elvis regalo a su madre.
Antes de irnos, queríamos tomar fotos de la famosa reja de color blanco de la casa, así que después de un buen rato de espera, el semáforo se puso verde y pudimos cruzar la autovía En el muro que rodea la casa hay cientos de inscripciones que recuerdan a Elvis, y nosotros quisimos dejar la nuestra. Llevabamos sólo un boligrafo y apenas quedó marcado, así que os recomendamos que os lleveis un rotulador permanente, e incluso tipp-ex si quereis escribir algo.
Llegamos al hotel: Best Western Executive Inn (169'24 usd / 2 noches. Incluido desayuno y parking). Situado a 10 minutos del Beale St. Descargamos maletas y nos acercamos al centro. Nada más llegar a Beale Street, nos decepcionó el poco ambiente que había. Sin duda, visitar Memphis era una de los hits del viaje y paseando por esa calle, casi se nos cae el mundo a los pies. Eran las 6'30 de la tarde, y quizás unos 25 turistas en la calle paseando. Como en Nashville, en todos los clubs y bares hay bandas que tocan sin parar, aunque no haya clientes. El primero que vimos, con sus neones y el perfil inconfundible de la guitarra Lucille, era el B.B.King. Estaba vacio. Igual con el local de Jerry Lee Lewis, que lleva su nombre. Cenamos en el DYERS, al final de la calle Beale, un local con estética de los años 50 que nos habían recomendado para comer aros de cebolla. Lo acompañamos con una hamburguesa y pagamos, los dos 26 usd.

Después de la cena, subimos por Beale Street que estaba un poco, solo un poco más animada. Entramos en el bar que tenía más clientes de toda la calle para tomar una cerveza. Aunque la banda era buena, todos los clientes estaban más pendientes del partido de FNL que de la música. Era una sensación triste ver a esos músicos tocando sin parar y los clientes apenas les hacían caso.
