![]() ![]() Ruta por el Oeste Americano ✏️ Blogs of USA
Ida Madrid – San Francisco, vuelta desde Los Ángeles y dos semanas en medio para recorrer el Lejano OesteAuthor: Vetonia Input Date: ⭐ Points: 5 (10 Votes) Index for Blog: Ruta por el Oeste Americano
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Martes, 24 de septiembre de 2019
Puse el despertador para no perdernos el amanecer que pensábamos disfrutar desde nuestra terraza y dejé descorridas las cortinas. Pero durante la noche me despertó la gran cantidad de luz que entraba por el balcón y me levanté sorprendida, para acabar de asombrarme al descubrir que era la luz de la luna, que entraba a raudales en el dormitorio y silueteaba las tres moles contra un fondo de estrellas, de muuuuchas estrellas. Mi hermano también se despertó y nos pasamos un buen rato, en plena madrugada, disfrutando de la experiencia. Fotos se intentaron, pero no sacamos nada que pudiera aprovecharse. Cuando sí que sonaron los disparadores de las cámaras fue con las primeras luces del día; y no solo desde nuestra terraza, desde otras muchas también. El polvo de los primeros vehículos que hacían ya el circuito me valió para sacar buenas fotos, pero reconozco que tengo muchas más de las necesarias para poder seleccionar alguna buena, aun con el sol de frente (lástima atardecer…). ![]() El resto del buffet, estupendo también a esta hora, huevos revueltos, beicon, fruta, bollería, bueno todo y mucho. Yo en estas ocasiones reconozco que no sé me contener y me pongo hasta arriba para arrancar el día, cosa que luego en casa no sé hacer a diario. Subimos a la habitación para recoger el equipaje y nos dedicamos a hacer el circuito completo, con todas las paradas que nos apetecieron, sin límite de horarios, por completo a disposición del día maravillosamente luminoso que nos había tocado. ![]() ![]() ![]() ![]() Desde allí, donde sí tenía ganas de llegar era a Muley Point. El ascenso, por pista de tierra y en soledad, ya vale el desvío, aquí sí. Y llegar arriba y encontrarnos solos, no tuvo precio. El fondo de pantalla de mi ordenador ahora es una foto mía de espaldas, con los brazos en cruz, mirando a la inmensidad que se extiende desde allí arriba. Incluso se distingue Monument Valley a lo lejos. Sobrecogedor. ![]() De nuevo las distancias sobre el mapa nos despistaron. Salimos a Blanding con cierta facilidad y no nos pareció excesivo el trayecto hasta Monticello, donde nos quedamos en el Canyonland Motor Inn. Pero a la mañana siguiente, con la ruta prevista para llegar hasta Flagstaff, se nos hizo verdaderamente largo. Todo el viaje lo había cuadrado para, en la medida de lo posible, no tener la sensación de pasar el día en el coche, pero este día fue así. Salimos a buscar un sitio donde cenar en Monticello, incluso, si se podía, tomar una copa o ver algún local de ocio, pero a primera hora de la noche, preguntamos en una gasolinera y el chico me miró con cara de estar viendo un extraterrestre que pedía algo sobrenatural: ¡un sitio para beber algo y oír música y un martes!, - ¿Aquí? .- Fue su pregunta, bueno, Here? Pues nada, nos conformamos con sus indicaciones para llegar al único restaurante con posibilidades de estar abierto, R & F. Cenamos bien, y tuvimos oportunidad de sentirnos entre gente de la zona. No parecían haber recibido turistas en la última década, por lo menos. Presenciamos sus reacciones al olvidar un cliente su teléfono; cuando la camarera contestó una llamada y resultó ser la mujer del propietario en lugar de él mismo, que era lo esperado. Las explicaciones, la llegada del dueño del teléfono y sus risas por la situación que se había creado. Nuestros vecinos de habitación, eran una pareja con varios rifles en sus fundas (¡!). Journeys 13 to 15, Total 20
Miércoles, 25 de septiembre de 2019
Desde el aparcamiento del motel, vimos, al otro lado de la calle, una pequeña tienda de artesanía que decidimos visitar, cuando ya teníamos el coche cargado y todo. Resultó un establecimiento curioso, con un dependiente, o propietario muy hippioso, con varias cosillas de poca monta, pero a buen precio y aprovechamos para comprar algunas. El largo camino hasta Flagstaff, como he comentado, limitó las actividades del día. La parte del camino que discurre por la reserva navajo, bastante aburrida en cuanto a paisaje, muy monótono, tanto en la parte de Utah, como en Arizona. Larguísimas rectas que parecían terminar en una loma en la distancia y allí volvían a extenderse durante otro montón de kilómetros. Hicimos parada en Tuba City para comer, en un Denys de un típico centro comercial, vimos muchos con la misma estética, casi ocupando todo lo que se ve del pueblo anunciado o visto en el mapa, del color de la tierra circundante, imitando las construcciones antiguas de adobe, y con la “M” de McDonald bien visible desde la distancia. Por el camino, vimos, al lado de la carretera, una pequeña tienda de artesanía en una cabaña de madera y paramos a curiosear, quizás fuera la última oportunidad de ver algo así, tampoco vimos tantos como esperaba. Las dos chicas que estaban allí, indias, por supuesto, nos explicaron que todo lo de la tienda lo hacían ellas mismas, y en ello andaban, engarzando cuentas y ajustando broches. Allí compramos unos pequeños tomahawks adornados con lo que nos explicaron que eran piezas de piel de conejo. También hicimos parada en Cameron Trading Post, que llevaba anotado como un buen sitio para comprar artesanía navajo. Es un establecimiento grande y puedes encontrar verdaderas maravillas artesanales, pero no baratas, (me encantaron las mantas y las alfombras, los arcos y las flechas, los Tomahawks, atrapasueños preciosos…) y también mucho recuerdo económico made in China. Me traje un adorno de colgar con la silueta de Kokopelli, aunque de los pequeños, pero parece realmente hecho a mano con materiales naturales. Elegir Flagstaff fue una decisión tomada por su situación. Ya en plena Ruta 66, próximo a la cara sur del Gran Cañón y para poder ir a la zona más al sur, sino hasta Tucson, que podría haber sido interesante, al menos en busca de saguaros o a la población de Sedona. En Flagstaff teníamos la reserva hecha para tres noches, esperaba que fuera un acierto el haber cogido habitación con balcón. Y contar con mesa y sillas en ella, para poder desayunar allí si la temperatura lo permitía, solo había un par de sillas, pero se podía salir a fumar con cierta comodidad. Por supuesto, dos camas grandes y buen baño, incluso tabla y plancha. El Rodeway Inn. Había piscina y jacuzzi abiertos hasta las 23h, y este último lo disfrutamos completamente a solas un par de noches. La piscina no la probamos, en las horas de calor no estábamos por el hotel. Como no llegamos demasiado tarde, nos dimos una vuelta antes de cenar por el Museum Club, aunque era demasiado pronto, no habían abierto aun, pero nos dejaron entrar a verlo. Pintaba bien para tomar algo y oír música en directo si nos apetecía alguna noche. ![]() Aquí había calles que se cruzaban entre ellas, cafeterías, un hotel de principios del siglo XX, el Weatherford Hotel, restaurantes, un grupo de lo que parecía Heavy Metal ensayando en un local y movimiento de gente por la calle, terrazas incluso. Entramos en una pizzería a cenar, Il Rosso, y más tarde, frente a un paso a nivel tuvimos nuestra primera visión de los trenes del oeste. ¡Contamos más de 180 vagones! Nos llamó la atención un cartel que vimos a la puerta de algunos locales, prohibiendo la entrada con armas de fuego. Journeys 13 to 15, Total 20
Jueves, 26 de septiembre de 2019
Uno de los motivos para repartir los días en cada sitio había sido intentar no coincidir en fin de semana el día que fuéramos a visitar el South Rim, la cara sur del Gran Cañón, para no encontrar demasiados visitantes. Hoy era el día, un jueves de finales de septiembre, esperaba haber acertado. Salimos hacia el norte por la 180 y los barrios residenciales de Flagstaff en esa zona nos parecieron preciosos. Casas independientes con una pintaza estupenda, con establos y caballos, con graneros, con cercas pintadas de un blanco impoluto y bosques y bosques alrededor. De hecho, toda esta zona es bastante boscosa y está a mayor altura que las poblaciones circundantes. En Flagstaff no pasamos nada de calor y teníamos el desierto cerca. Había nubes y el día se presentaba ventoso pero con sol. Paramos cerca de Tusayan donde vimos, a ambos lados, tiendas de recuerdos en grandes estructuras de estilo Far West. En una de ellas, gestionada por un señor muuuuy mayor fue donde encontré mi sombrero de cowboy. Había visto antes muchos, pero los que me gustaban eran demasiado caros para el uso que iba a darle. Aquí encontré algo pintón y con un coste razonable, creo que no llegó ni a 20$. También me traje de allí un par de corbatas de bolo, o de cordón. Una muy bonita con una piedra azul, el lapislázuli tan usado en joyería por los indios y otra sencillita con una chapa que lleva una bota en relieve. ![]() Al de enfrente también íbamos a pasar, pero en el parking nos enrollamos a charlar un buen rato con cuatro chicos canarios que estaban haciendo la ruta 66 desde Chigago e iban a pasar, más o menos por donde nosotros veníamos, pero en sentido contrario y decidimos seguir adelante para aprovechar al máximo el día. Una vez entramos en los terrenos del Parque, decidimos hacer la Desert View hacia el Este, casi hasta Cameron, para volver luego viendo miradores de vuelta a las instalaciones centrales. Lo cierto es que la perspectiva desde el sur muestra más el cañón a lo largo, desde el norte tuvimos más vistas frontales, a lo ancho. Y es, quizás, más llamativo. El rio se ve desde varios puntos. ![]() A media mañana, hicimos un picnic en uno de los miradores. Había gente, pero no era abrumador, aun así, nada que ver con el North Rim. Nuestras bolsas y migas nos trajeron a uno de los muchos cuervos que habitan por estas tierras a posar justo a nuestro lado. ![]() ![]() ![]() ![]() No tenía pinta de despejarse y tomamos uno de los últimos autobuses para regresar al párking donde nuestro Arizono nos esperaba. Llegamos ya de noche y nos metimos en una cafetería a picar algo, hacía muchas horas desde el piscolabis de mediodía (la merienda se me había mojado, por no cerrar bien la bolsa de hielo dentro de la nevera). No había ni una sola luz en la zona de aparcamiento y, ni intentando abrir con el mando a distancia o dándole al botón del claxon del mismo, localizábamos el coche. Noche cerrada, lloviendo, y nosotros dando vueltas por un aparcamiento desierto. Por supuesto, dimos con él en un ratito y emprendimos el regreso a nuestra base de operaciones. No hicimos el mismo recorrido; según el GPS del teléfono era más rápido ir casi hasta Williams y llegar a Flagstaff por la autovía, pero se nos hizo más largo. Esa noche el jacuzzi nos sentó de maravilla. Un baño caliente tras la mojadura y cena en la habitación, sopas de lata Campbell, relajados y en busca de descanso. Journeys 13 to 15, Total 20
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