![]() ![]() Dos semanas viajando solo por Bolivia ✏️ Blogs de Bolivia
Bolivia, ese desconocido país sudamericano, que goza de una gran diversidad de paisajesAutor: Luxastu Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (12 Votos) Índice del Diario: Dos semanas viajando solo por Bolivia
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Etapas 10 a 12, total 13
El viaje desde Santa Cruz de la Sierra a Samaipata dura cuatro horas. La primera hora y media se pasa bastante bien porque se toman las carreteras de salida a Santa Cruz que están en buen estado, evidentemente una vez que se dejan atrás los embotellamientos de la ciudad. El resto es bastante pesado, porque pasa a ser pista, empieza la montaña y las obras son frecuentes.
También llegué de noche a Samaipata, después de más de nueve horas de viaje (primero desde San Javier a Santa Cruz y después desde Santa Cruz a Samaipata). Samaipata se encuentra a las puertas del Parque Nacional Amboró y es lugar de paso en los viajes por carretera entre Sucre y Santa Cruz. Samaipata es un lugar muy cotizado tanto por los turistas extranjeros que hacen allí centro para visitar la naturaleza de los alrededores como por los cruceños para descansar los fines de semana. De hecho, cuando yo estuve, me encontré a muchos bolivianos que aprovechaban los puentes debidos a los festivos del jueves de Corpus Christi y del martes del Solsticio de Invierno de la semana siguiente. Como he dicho, muchas son las posibilidades que ofrecen los alrededores a Samaipata: la ruta del Che Guevara, el Codo de los Andes, el Nido de los Cóndores, el Bosque de Helechos Gigantes, el fuerte de Samaipata, etc. Yo había contactado con un par de agencias porque tenía interés en conocer el Codo de los Andes: concretamente con Samaipata Tours, con Amboró Tours (www.amborotours.com/ ...iajes.html) y con Federico (whatsapp +591 63492003), un italiano que regenta un refugio en la zona y ofrece distintos tours, principalmente al Codo de los Andes. A Federico (a quien conocí finalmente por casualidad el día que hacía la excursión) lo descarté inicialmente porque me proponía un tour individual por el que me pedía 150 USD. Como ya he dicho, esa cantidad la pagué por ascender al Pico Austria y, aunque elevada, creo que mereció la pena, pero no estaba dispuesto a pagarlo por ver el Codo de los Andes. Desconozco si Federico organiza también salidas en grupo, aunque supongo que sí, al menos para sus huéspedes. Amboró Tours y Samaipata Tours me ofrecían también un tour individual (a un precio similar al anterior), aunque me garantizaban que, en función de las fechas, había días que lograban formar un grupo, al que me podía incorporar por un precio muy inferior (60 bolivianos o 8 euros). Cuando estaba llegando de Sucre a Santa Cruz, contacté con estas dos agencias y Samaipata Tours (www.facebook.com/samaipata.tours) me envió el calendario con sus salidas para los próximos días que incluía, el sábado 18 de junio, la visita al Codo de los Andes. En principio, dudé, ya que el día siguiente debía tomar el vuelo en Santa Cruz que debía conducirme de regreso a Europa, pero al final me decidí porque me informaron de que el tour empezaba a las 9 de la mañana, concluía a las 15.00 y había trufis entre Samaipata y Santa Cruz que salían continuamente hasta las once de la noche. Así pues, el viernes el trufi que me condujo desde Santa Cruz me dejó en Samaipata, concretamente delante de mi hotel, el Hotel Lodge Colibrí Viajero (whatsapp +591 67513219), por gentileza de su conductor, ya que esta parada no estaba prevista en el itinerario. El hotel me lo habían recomendado en Samaipata Tours, porque era un buen hotel y estaba próximo a su oficina, aunque yo, en realidad ya tenía referencias suyas. Lo cierto es que he de decir que el hotel superó mis expectativas, dado que, sin ser maravilloso, estaba bien, quizás con un baño demasiado pequeño, pero bien. Incluso el desayuno del día siguiente era bastante decente. Y desde luego, su dueño fue muy atento conmigo en todo momento. El propio dueño del hotel me recomendó dónde cenar esa noche, un restaurante que se encontraba justo enfrente. Cuando había llegado en el trufi, había visto que en la plaza del pueblo había unos cuantos restaurantes que tenían muy buen aspecto. Sin embargo, no me encontraba con ganas de ir hasta allí (aunque eran solo tres cuadras), máxime cuando supuestamente el restaurante que se encontraba enfrente era de buena calidad. Así fue. El restaurante (creo que su nombre era Latina Café) estaba muy bonito decorado, con una atenta camarera y una carta en la que había tanto pizzas, como ensaladas, como carnes. Al final opté por un lomito y un brownie de postre. Por todo ello, junto con una cerveza, pagué 90 bolivianos (unos 12,5 euros), la comida más cara de todo mi viaje a Bolivia, aunque el local lo merecía. He de decir que en el local éramos todos extranjeros: tres brasileños, una pareja francesa, otra israelí y yo. No sé si todos seríamos huéspedes del hotel, pero lo que sí era seguro era que todos nos habíamos inscrito o íbamos a inscribirnos en alguno de los tours a los alrededores. ![]() A la mañana siguiente, tras desayunar en el hotel, me acerqué a una pastelería próxima a comprar unas salteñas (empanadas) y agua que llevar a la excursión. A las nueve en punto estaba en el local de Samaipata Tours, ya que mi tour debía comenzar a esa hora, aunque aún hube de esperar, porque las demás personas que vendrían conmigo no habían llegado. Al final, salieron dos 4x4. En el mío íbamos una pareja cochabambina, una madre con sus dos hijos procedentes de La Paz y yo, en un vehículo conducido por nuestro guía Tibu (abreviatura de Tiburcio). Tibu me contó que además de llevar turistas al Codo de los Andes, él hacía todo tipo de excursiones por los alrededores, en función de la demanda.
![]() Al cabo de algo menos de una hora, y tras dejar un montón de alojamientos a ambos lados del camino (principalmente cabañas), llegamos al punto en donde debíamos iniciar la ascensión. En la agencia me habían prevenido de que la excursión no era apta para quienes padecieran vértigo o tuvieran problemas de rodilla, pero la verdad es que tampoco era para tanto. En cuanto al vértigo, que yo padezco, es cierto que había algunas vistas un poco difíciles, pero no más que en cualquier montaña a la que uno pudiera ascender. Más acertado era lo de los problemas de rodilla, pues el regreso sí que era un tanto empinado (y sobre todo resbaladizo), por lo que las bajadas efectivamente podían dañar las rodillas.
![]() La excursión duró unas tres horas. Yo había leído en algunos foros que duraba unas siete horas, con lo que debía de ser una versión abreviada de la misma, aunque, en cierto modo, a mí no me venía mal del todo, porque no quería regresar demasiado tarde a Samaipata, ya que tenía miedo de que los trufis para Santa Cruz no fuesen tan frecuentes como me habían dicho. En cualquier caso, he de decir que la excursión en sí me decepcionó un poco, no por el Codo de los Andes en sí, sino porque yo esperaba que el paseo (así llaman a las excursiones) fuese algo más difícil y más largo. También es cierto que, aunque hubiese durado más, la propia orografía del terreno habría hecho que las vistas fuesen más o menos las mismas. En cuanto a la dificultad, he de decir que la ascensión tenía sus pendientes, pero sin mayores problemas. Lo más complicado era el terreno, resbaladizo y con pocas posibilidades para agarrarse. Afortunadamente, yo había llevado mis bastones, que me habían servido de gran ayuda en la ascensión al Pico Austria. Evidentemente, comparada con el Pico Austria, esta excursión era coser y cantar. Aun así, el entorno no me decepcionó en absoluto. Las vistas eran majestuosas y las formaciones que nos rodeaban completamente singulares. La particularidad del Codo de los Andes reside ahí, en el codo que forman los Andes en ese lugar, en las estribaciones la planicie preamazónica, ya que está en una zona de transición entre la cordillera andina y la selva amazónica.
![]() Había leído que, con suerte, se podían ver cóndores. Mis compañeros de viaje preguntaron a Tibu si era más fácil ver cóndores aquí o en el Nido de los Cóndores, a lo que este rápidamente respondió que aquí, que en el Nido de los Cóndores ya no era tan frecuente encontrar estas aves como lo había sido en el pasado. Pese a todo, no vimos cóndores, aunque sí varios buitres. Yo no lo sabía, pero Tibu me dijo que los cóndores pueden tener una envergadura de hasta casi tres metros. Al igual que los buitres son carroñeros, pero, dada su envergadura, no pueden acceder a muchos sitios, a los que sí acceden los buitres. Tibu nos comentó también que los cóndores pueden recorrer entre 400 y 500 km al día en busca de carroña.
![]() Mientras mis compañeros de excursión iban a estar toda la jornada con Tibu, ya que iban por la tarde a una degustación de vinos de la región, a mí me dejó en el local de Samaipata Tours o, lo que es casi lo mismo, en el hotel. Recogí mi maleta y me fui a la plaza del pueblo a buscar uno de esos trufis regulares que habían de conducirme de regreso a Santa Cruz. Efectivamente, no tuve que esperar demasiado. Al cabo de una media hora ya estaba subido en el trufi y en algo más de cuatro horas (la entrada a Santa Cruz fue bastante complicada) llegamos a la terminal de los trufis, desde donde un taxi me condujo a mi hotel en Santa Cruz por 18 bolivianos (algo más de dos euros), aunque inicialmente me había pedido 20. La búsqueda del hotel en Santa Cruz no había sido fácil. Antes de partir para Bolivia, había tratado de reservar hotel a través de Booking, algo que no me gusta hacer (no me gusta dejar el dinero a los holandeses, primero porque no me gustan los holandeses y segundo porque Booking es una mera intermediaria), principalmente gracias a que muestra muchos hoteles que se pueden filtrar según distintos criterios. Había elegido el Hotel Osho, que, pese a no ser barato, estaba bien situado, no demasiado lejos de la terminal bimodal, pero tampoco demasiado cerca, pues ya se sabe lo que son las proximidades de las estaciones. No estaba demasiado contento con mi elección, pero la verdad es que los hoteles que veía en Santa Cruz o eran caros (me parecieron, en general, bastante más caros que en el resto del país, incluida La Paz) o no estaban ubicados en la zona que buscaba. Al final, con mi cambio de planes, resultó que un hotel en la zona de la bimodal no me resultaba práctico, porque quedaba en el este y los trufis procedentes de Samaipata llegan al oeste. Además, estaba demasiado lejos del centro “histórico” de Santa Cruz, por lo que decidí cancelarlo. Días después, en una nueva búsqueda en Booking, vi un hotel que estaba bien de precio, que tenía muy buen aspecto y muy buenas valoraciones, y que estaba entre la terminal de los trufis procedentes de Samaipata y el centro “histórico”. Les escribí y, aunque al final no me confirmaron la reserva, di por supuesto que estaba reservada. Sin embargo, resultó no ser así y cuando llegué al hotel Ikala no había ninguna reserva a mi nombre. Quiso la suerte que quedara una última habitación individual (simple dicen en Bolivia) y me la pudieron ofrecer al precio de 110 bolivianos (unos 16 euros), sin desayuno. Como yo había visto en las fotos, el hotel Ikala (ikala-santa-cruz.santacruztophotels.com ...hotels.com) está muy bien. Se encuentra próximo a la avenida Centenario, en una zona tranquila de la ciudad. Quizás demasiado tranquila, pues cuando busqué un sitio donde cenar, no encontré más que una hamburguesería. Como no había elección, allí entré. La propietaria fue muy amable y me explicó que llevaba solo unos días abierta, por lo que la carta era aún un poco reducida, aunque su intención era ir ampliándola progresivamente. Tomé una hamburguesa especial y una coca-cola (el apartado bebidas era realmente reducido, especialmente si quería tomar algo embotellado, pues quería evitar bebidas que fueran elaboradas con hielos o agua, que pudieran conllevar algún problema digestivo) y creo haber pagado unos 20 bolivianos (2,5 euros). Su marido e hijo andaban también por allí. Aquel me explicó que su mujer era cheffe y que acababa de abrir el “restaurante”, con idea de ampliar progresivamente la carta y ofrecer, además de las hamburguesas, cocina mediterránea y especialmente tapas. Él había vivido varios años en España (en Sevilla y Lérida) y guardaba muy buen recuerdo de España. Al final, pues, no tuve tiempo para visitar Santa Cruz de la Sierra. Es cierto que tenía la idea de que no es una ciudad que tenga muchos atractivos turísticos, pero, de haber tenido tiempo, me hubiese gustado acercarme a la catedral y a sus alrededores. En cualquier caso, lo que sí pude ver en los trufis a los que me subí y en los que recorrí varias zonas de la ciudad, es que es un sitio muy dinámico y que ofrece muchas alternativas, probablemente más que ninguna otra ciudad boliviana. Etapas 10 a 12, total 13
La mañana siguiente, estaba previsto que el recepcionista que el día anterior me dijo que iba a estar toda la noche de guardia, me despertase a las 5.00 y me llamase un taxi para el aeropuerto, pero ni me despertó ni me había llamado el taxi. De hecho, el recepcionista no estaba en la recepción cuando yo bajé. Al cabo de un rato de tratar de salir por el portón, pues la entrada principal estaba cerrada, apareció una mujer que me llamó un taxi para el aeropuerto y me abrió la puerta principal. Por 80 bolivianos (unos 11 euros), el taxista me llevó en unos veinte minutos al aeropuerto, habida cuenta de que a esa hora de la madrugada no había tráfico. Mi vuelo no salía hasta las 8.30, pero no quería tener problemas, ni con el vuelo, ni con emigración. Los trámites en Boliviana fueron rápidos. En unos minutos tenía mi tarjeta de embarque para Sao Paulo y mi maleta facturada hasta destino. Dado que yo volaba con Lufthansa, Boliviana no podía emitir las tarjetas de embarque de esta compañía, con lo que la chica de facturación me dijo que tenía que solicitarlas en el aeropuerto de Sao Paulo. El paso por inmigración fue un tanto lento, principalmente porque a aquella hora, solo había una persona en su puesto, aunque progresivamente fue llegando el resto del personal. Pese a mis temores con el DIGEMIC y el registro de todos mis alojamientos, bajo multa de 500 bolivianos, no tuve problemas y rápidamente accedí a la zona de embarque. Como no había desayunado, tomé un café con un brownie en la tienda de Juan Valdez, café de Colombia del aeropuerto, tratando de gastar algunos de los bolivianos que aún me quedaban. Aun así, todavía regresé a casa con algunos, pues no quería gastarlos todos, por si necesitaba algo de dinero en Brasil (aunque no sabía si los bolivianos son una moneda convertible). El vuelo a Sao Paulo duró algo más de tres horas y media y se desarrolló sin problemas. El problema fue a la llegada, pues aunque teóricamente yo era un pasajero en tránsito, como no tenía las tarjetas de embarque, me obligaron a pasar inmigración y salir del aeropuerto, para luego volver a entrar, una vez que en el mostrador de Lufthansa me habían impreso las tarjetas de embarque. La escala de Sao Paulo había sido la más larga (cinco horas frente a las dos horas de escala que había tenido en los vuelos anteriores y de las dos horas que tendría que pasar a mi llegada a Fráncfort). Aun así, no se me hizo pesada, en parte porque el hecho de tener que salir del aeropuerto, tener que esperar a que abrieran los mostradores de facturación de Lufthansa para obtener mis tarjetas de embarque y volver a pasar los trámites en el aeropuerto, hicieron que la escala se redujese. Lo cierto es que el aeropuerto de Sao Paulo me causó buena impresión. Tiene aire de ser un aeropuerto bastante moderno, aunque es cierto que vi claramente dos zonas, una mucho más moderna que otra. De todos modos, todo el personal del aeropuerto me pareció muy atento y amable. El vuelo a Fráncfort desde Sao Paulo duró once horas y media. Tras la cena nos dejaron dormir y lo cierto es que dormí bastante. Cuando faltaban dos horas para llegar, nos sirvieron el desayuno. Como ya he dicho anteriormente, el aeropuerto de Fráncfort no es de mis favoritos. Lo encuentro demasiado grande y mal organizado. Así como en la ida me había resultado bastante cómodo, esta vez tuve que dar un montón de vueltas y pasar un montón de controles hasta dar con la puerta de embarque que me conduciría a casa. Etapas 10 a 12, total 13
Como es habitual, cuando uno decide visitar un país, tiene más o menos una idea de lo que quiere visitar o al menos de aquello que, según las guías, parece revestir para él mayor interés. Yo hubiese querido haber dedicado algunos días más a Bolivia, pero por problemas de organización en el trabajo, no podía disponer de más días. Al final, fueron algo más de dos semanas de viaje, con lo que me dio tiempo a ver casi todo lo que había previsto ver. Desde un principio había descartado la Amazonía, porque eso de estar rodeado de bichos (algunos peligrosos), me da un poco de yuyu. Aparte del hecho de las vacunas que exige y de las picaduras de insectos. Lo que sí había barajado y tuve que abandonar fue visitar el Parque Nacional Sajama. Me parecía interesante y un rincón de Bolivia poco conocido. Como digo, al final, por una cuestión de tiempo, tuve que abandonarlo, aunque también influyeron en mi decisión varios factores. En primer lugar, la dificultad de acceso. Al igual que con otras zonas del país, pedí presupuesto para visitarla desde La Paz a varias agencias, pero todas me dieron presupuestos desorbitados, por tratarse de un viaje a medida para mí solo. En consecuencia, barajé la alternativa de visitar el parque por mi cuenta. Sin embargo, no es fácil. Exige tomar un transporte de La Paz a Patacamaya, en la ruta hacia Oruro. Y de ahí, un combi, que solo pasa al mediodía. Como ese transporte ya haya pasado o esté lleno, uno se queda colgado y queda a merced de los transportistas aprovechados que quieren hacer el agosto con el turista incauto que se ha quedado tirado. Una vez allí, existen pocas posibilidades de alojamiento: en un alojamiento gestionado por la comunidad ayumará de la zona (Ecolodge Tomarapi: turismocomunitario.cebem.org/ ...-tomarapi/) o en casas de particulares, con servicios más precarios (como la Posada Mariana: whattsapp +591 73727956). El primero cuesta 360 bolivianos en una habitación simple (unos 50 euros) y el segundo 40 bolivianos más 20 por el desayuno y 15 por la cena (en total, unos 10 euros diarios). Allí se pueden hacer caminatas, ver los volcanes de la zona (en concreto, el Sajama es el más alto de Bolivia), los géiseres, bañarse en las termas, etc. En resumidas cuentas, que una vez hecho lo de Tupiza y el salar de Uyuni, me temía que fuera más de lo mismo, por lo que lo descarté también por este segundo motivo. No fui yo el único que se hizo este razonamiento, pues llegó a la misma conclusión la pareja francesa con la que coincidí en el salar, cuya intención inicial era ir del salar a Sajama, pero quienes finalmente, después de lo que habían visto y vivido en el circuito, decidieron subir directamente a La Paz. Aunque yo no lo sabía, en Tupiza Tours, cuando reservé mi circuito por el salar de Uyuni, me informaron de que en el mes de agosto (solo en el mes de agosto, pues es cuando hay más demanda) organizan circuitos que, además del recorrido que yo hice, incluyen el P.N. Sajama. Yo le pregunté a Raúl, mi guía, si él hacía también este circuito y me contestó que sí, que además se trata de un circuito complementario al del salar, en el que se visitan cosas distintas. Valga este comentario para señalar que no todo el mundo comparte mi opinión ni la de los franceses que he mencionado anteriormente. Como referencia, indicaré que Viajes Banoa incluye en sus circuitos por Bolivia, el P. N. Sajama después de visitar Tupiza y el salar de Uyuni (www.banoa.com/viaje/bolivia/583), quizás en colaboración con Tupiza Tours. Por lo demás, si hubiese tenido más tiempo, probablemente también habría incluido algo del sur de Perú, que me quedó por visitar cuando estuve, porque un terremoto en la zona, cortó todos los accesos por carretera. Quizás no tanto la parte peruana del lago Titicaca, que creo que es menos bonita que la boliviana y más turística, aunque sí me habría acercado a Arequipa, la ciudad blanca, y de allí al Cañón del Colca. Yo, en su momento, lo miré desde La Paz, pero desistí pues, aunque supuestamente en un mapa no están muy lejos, las distancias se hacen largas y las comunicaciones no son demasiado fáciles. Esta extensión requeriría, probablemente, un mínimo de 3-4 días adicionales. Otro sitio en el que muy posiblemente, de haber tenido tenido más tiempo, me hubiese detenido algo más, es Sucre, cuya visita, como ya he dicho, tuve que reducir para poder visitar las misiones jesuitas. Es una ciudad que me gustó mucho y que me sorprendió muy gratamente. Recuerdo de nuevo que la propietaria de mi alojamiento en Sucre me reprochó que dedicarle medio día a una ciudad con la historia de Sucre, tanto durante el período del imperio español, como ya siendo capital de la Bolivia independiente, era darle un trato que no se merecía. Asimismo, puedo decir que también barajé acercarme a Tarija, casi en la frontera con Argentina. Allí, Eva organiza visitas al Valle de los Cóndores, un lugar donde su padre, ya fallecido, inició un proyecto de reintroducción de esta especie, así como otras muchas excursiones a los viñedos circundantes (de reconocida fama en el país), etc., por lo general de varios días. Sin embargo, al final lo descarté, a pesar de que las posibilidades de ver cóndores están casi garantizadas (confiando, no obstante, en lograr verlos en el Codo de los Andes, lo cual finalmente no fue el caso), también principalmente por los transportes. Tarija se encuentra a cuatro horas de Tupiza y a otras cinco de Potosí, en uno y otro caso por malas carreteras. Tendré que contentarme con haber probado los vinos de Tarija. Otra de las excursiones que se quedaron en el papel fue acercarme un día a Tiwanaku o combinarlo con el lago Titicaca. Dos motivos llevaron a eliminarla del programa: por una parte, el coste de la entrada (100 bolivianos, casi 15 euros), y por otra, ciertos comentarios negativos de turistas. No es que 15 euros por una entrada sea desorbitado, pero sí en un país como Bolivia, donde más de 40 bolivianos ya es caro. Además, y principalmente, aun cuando he visto y oído comentarios positivos, la opinión mayoritaria que puede leerse en los foros es que poco queda en pie de lo que fue una de las primeras civilizaciones americanas. Y esa pobreza contrasta evidentemente en especial con cualquier yacimiento arqueológico de los que existen en el vecino Perú, en donde la calidad de las piezas que se exhiben en los museos y sitios arqueológicos es abrumadora. Cuestión distinta habría sido combinar la visita a Tiwanaku (a hora y media de La Paz) con una visita al lago Titicaca, pero para ello se exige, bien contratar una excursión (con lo que el precio se encarece aún más, pues al precio de la entrada hay que sumar el de la agencia, que no suele ser barato en esta ocasión) o bien depender de los transportes locales, que, por lo que leí en su día, no presentan gran coordinación y que exigen varios transbordos. Etapas 10 a 12, total 13
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