En el precio de la habitación nos entra el desayuno, así que vamos prestos y dispuestos a disfrutar del típico desayuno incluido: tostadas con mermelada, mantequilla y similares acompañados de un buen chai con leche. En esta ocasión no tenemos que enfrentarnos al recepcionista en el momento del check-out. Pagamos con tarjeta sin problemas y todo correcto.
Saliendo del hotel a la derecha hay un tenderete de taxis de prepago. Nos acercamos a preguntarles cuánto cuesta el trayecto hasta Kalka. Como no es mucho (y tras un fracasado intento de regateo) preferimos la rapidez y la comodidad que nos ofrecen por mucho que disfrutemos con los trenes. Ya tendremos tiempo desde Kalka hasta Simla para disfrutar de los raíles. Conversamos un poco con el conductor. Cuando ya estamos más metidos en el parlamento, saco sutilmente el tema de las tiendas de alcohol que hemos visto en Chandigarh. Y de una forma más sutil y diplomática que la formulación de mi pregunta me desvía el tema hacia otros derroteros. Por lo que llego a la conclusión que sobre eso no se habla.
No tardamos mucho en llegar a la estación de Kalka. Bajamos ilusionados. Es diminuta. La sala está casi desierta, solo hay varios hombres sentados. Y ahora 2 occidentales que descargamos las mochilas sobre los asientos vacíos. Curioseo un poco y veo los trenes de vía estrecha parados en el andén. Uno de esos será el nuestro imagino. Parecen de parque de atracciones.
En un minuto le he dado la vuelta a la estación. Regreso a mi asiento y entonces oigo una voz que habla por megafonía. No es inglés, así que me quedo igual. Ahora lo dicen en inglés. Presto atención. No estoy segura pero me parece entender que el tren de Simla ha sido suspendido. ¿Cómo? ¿El tren de Simla? Nuestro tren! No puede ser!
Dejo a Jose con las maletas y me dirijo a la ventanilla. Con mi inglés más “polite” le pregunto si he entendido bien. Responde afirmativamente. El mundo se me cae a los pies, pero cómo? Por qué? Y hay otro tren? No, el servicio se ha interrumpido por un accidente. ¿Cómo? Sí, el tren que bajaba de Simla ha descarrilado. OH! Y ahora cómo llegamos nosotros a Simla? Pueden ir en un taxi. Fuera los encontrarán.
Aún estoy asimilando las noticias que sale el jefe de estación y me sigue atendiendo él. Le pregunto si van a devolvernos el dinero del billete que no vamos a usar. Me contesta que sí pero que nos lo ingresará directamente la compañía en la cuenta desde la que hemos pagado todos los trayectos. Sin mucho convencimiento le doy las gracias y regreso junto a Jose. Le explico la situación y abandonamos la estacioncita. Adiós a mi viaje panorámico con el tren de vía estrecha! Una de las ilusiones mayores que tenía y se ha visto frustrada!.
Los del gremio del taxi ya nos esperan frotándose las manos. Pregunto precios y me dan cantidades para ir solos o compartiendo el taxi con otra gente. Al principio le digo que compartido pero cuando vemos el estado del taxi, lo diminuto que es, pensamos en cómo pueden ser los compañeros de viaje y (sobre todo) Jose ve cómo el taxista se dispone a colocar nuestras mochilas en la baca… nos lo pensamos mejor y le decimos que solos, solos. Total que son 20 euros más. Así que allá nos vamos montaña hacia arriba con el taxista.
El conductor está más rodado que la noria de una feria y se conoce cada curva de memoria. Quedamos impresionados por la cantidad de tráfico que circula por aquella carretera de cuarta regional. Suerte que ninguno de los 2 se marea porque es para echar hasta la primera papilla.
Sigo dándole vueltas a lo del trenecito. Me da rabia haberme quedado sin mi excursión panorámica. Le doy tantas vueltas que me “emparanoio” tanto que acabo llegando a la conclusión que una vez más nos han tomado el pelo estos indios. Que realmente no ha habido ningún accidente pero nos han visto con cara de ir a Simla al entrar en la estación y lo han hecho para que gastemos rupitas con los del taxi (que también tienen derecho a comer!). Le digo a Jose que seguro que el marido de la de la ventanilla es el presidente del sindicato de taxistas. Las especulaciones nos dan para más de la mitad del camino (que son unas 2 horas y pico) y cada vez me autoconvenzo más de que no hay problema alguno con el tren. Incluso le digo a Jose que iremos a la estación a la hora en que tenía prevista la llegada para comprobarlo… y es que ya no me fío ni un pelo!.
El paisaje es realmente precioso; después de la aridez, la carencia de vegetación del estado del Rajastán y el desierto del Thar, estar rodeados de montañas repletas de vegetación es verdaderamente como un espejismo. Atravesamos pequeños pueblos cuyas casas se disponen escalonadas aprovechando la pendiente de la montaña. El tiempo nos acompaña pues luce un sol espléndido. Confiaba en que nos nevara, pero… me parece que la nieve tardará aún en aparecer.
Nos estamos acercando. El conductor nos explica que en Simla hay aeropuerto pero que es muy peligroso ya que la pista es realmente pequeña para aterrizar. Cuando lo alcanzamos con la vista lo comprendemos: pequeño es decir mucho! Es diminuto!
De camino al hotel pasamos por la estación de tren y por la de autobuses. Me quedo con la copla de su situación por si vamos a comprobar la llegada del tren. A medida que pasan los minutos en el coche llegamos a la conclusión que al lado de nuestro hotel precisamente la estación no está

El hotel contratado aquí para las 2 primeras noches es el Springfields. Encontré una oferta de alojamiento y MP para 2 noches con excursión incluida que estaba genial de precio. Es la antigua casa de un maharajá “reformada” pero conservando la esencia y los muebles de la época; los comentarios en diferentes páginas de internet son buenos. Para las 2 siguientes noches tenemos que echar un vistazo por allí ya que al coincidir con Navidad los precios están un poco altos y el Springfields sale más caro y sin oferta. En parte me hace ilusión darnos el gustazo y estar las 2 últimas noches en el Oberoi Cecil(que tiene una piscina climatizada estupenda) pero esa opción todavía se tiene que estudiar.
Llegamos al hotel que está justo a la otra punta del pueblo… no pasa nada! Caminaremos un poco que siempre va bien! Hacemos el Check-in, dejamos las cosas y nos vamos a dar una vuelta. El hotel tiene pocas habitaciones (unas 7) ME ENCANTAAAAAAAAAAAA! Nuestra habitación parece una pequeña villa de campo que da a una terraza desde la que se contemplan todas las montañas que rodean el lugar. Es precioso! Recuerdo los comentarios sobre los monos de Shimla, aún no he visto ninguno.
En el hotel nos comentan que tanto para el desayuno como para la cena tenemos que avisar una media hora antes por teléfono y pedir lo que queremos de la carta que hay en la habitación ya que la comida la realizan al momento. En la oferta nos entra hasta una cantidad X lo que exceda de ese dinero hay que pagarlo. Pero la comida no está cara y con el margen que dan tienes para comer muy bien comido.
Es hora de comer y nos vamos a dar una vuelta. Para llegar a nuestro hotel hay que bajar una grannnnnn cuesta, por lo que ahora hay que subirlaaaaaa! BUFF! Al momento vemos un restaurante histórico a mano izquierda; nos atrevemos! El lugar es también de la época de los ingleses, todo a nuestro alrededor es de época, hasta las cortinas (bueno, lo que queda de ellas) pero tiene ese encanto decadente de las cosas antiguas. No recuerdo el nombre del restaurante pero se come genial. La samosa más grande, barata y rica que he comido en mi vida. Es decir, seguimos con el régimen tan duro que llevamos desde que llegamos a la India, qué maneras de sufrir! Tenemos un desencuentro con el cobrador a la hora de pagar ya que no nos quiere coger un billete porque dice que está roto. Le decimos que es bueno, pero no hay forma. Jose se mosquea un poco pero lo cambia por otro y algo le replicamos porque se queda con nuestra cara


Salimos para ir andando hasta el centro. Nos indican el camino y a subir cuesta! A este paso vamos a dejarnos las piernas más relajadas… tanto subir y bajar, tanto bajar y subir.
El paseo es muy agradable. Andamos rodeados de árboles, buscamos monos pero deben estar escondidos. No tardarán mucho en manifestarse. Me sorprenden la limpieza del lugar, el hecho de no verte rodeado de cientos de indios solo poner el pie en la calle, poder andar tranquilo, los carteles que avisan de la prohibición de escupir en la calle (hecho muy común en el resto de ciudades indias).
Realmente este lugar es otra India, totalmente diferente a la vista hasta el momento. Ahora ya vemos a los monos que saltan de tejado en tejado, de un árbol a otro. Llegamos a la calle principal, comienzan las primeras casas. Me llaman la atención varios hombres que transportan a sus espaldas unas cajas. Al principio pienso que están vacías; ahora veo a uno con una bombona de butano enganchada al hombre; ahora otro que lleva un armario. Sí, sí un armario!! Entonces recuerdo que al preparar el viaje leí que Shimla es peatonal y todo se tiene que subir a mano o a espalda. Recuerdo que avisaban de la existencia de porteadores en la estación para subirte el equipaje hasta tu hotel o casa. Buff! Es decir.. que el de la caja de nevera de antes… llevaba la nevera dentro!!!!!!!!!!!


Seguimos caminando y distingo un edificio conocido. El nombre del hotel también me resulta familiar. Entramos a pedir presupuesto para las dos noches que tenemos sueltas aún. Nos dan presupuesto, estamos intentando negociar un poco y se acerca el manager. Nos baja un poco más el precio y nos pregunta si queremos ver la habitación. Contestamos que de acuerdo. Nos enseñan una. Realmente está muy bien. Ok, gracias nos lo pensaremos. El señor dice que es una buena oferta y yo le digo que me lo creo pero que daremos una vuelta.
Al cabo del rato entramos en otro hotel que también tiene muy buena pinta, es algo más caro. Andando, andando nos recorremos todo el paseo de Shimla conocido como The Mall. Atravesamos la zona comercial, muy animada, pasamos bajo la Iglesia que corona la cumbre y por el mercadillo tibetano. Decidimos ir andando hacia el Oberoi Cecil a ver qué tal. El paseo resulta agradable. Hay gente pero no resulta molesto. Se puede caminar con tranquilidad, respirar aire fresco no contaminado e incluso oír nuestros pasos al andar. Ya no recordaba esa sensación después de tanto tiempo oyendo pitidos, motores y gente, a mucha gente.
Quizás caminamos media hora hasta el Oberoi. Les preguntamos por precio de habitación y también nos enseñan una. Desde luego el hall es precioso y el sitio en el que está situado espectacular. Decimos que nos lo pensaremos. A mi casi me da hasta vergüenza entrar allí con las pintas que llevamos. Se les ve a todos tan elegantes y pulcros. Ahora somos nosotros los que parecemos andrajosos en comparación a la gente que pulula por las salas y el restaurante. Pero si queremos darnos el capricho, dinero aún tenemos! Habrá que alquilar un traje, pero… jajajjaaj.
De vuelta hacia el centro vamos discutiendo razonadamente la elección del hotel. Finalmente, optamos por el primero (por el del manager regateador) ya que es el más barato y tiene buena pinta. Además nos ha dicho que montan fiesta especial para el día de Navidad. Tengo curiosidad por ver cómo es una fiesta de Navidad india, jejeje. Así que volvemos a entrar en el mismo hotel, el manager sigue allí, remoloneamos un poco, conseguimos que nos rebaje un poco más y… hacemos la reserva. Ya tenemos sitio en el que dormirrrrrr! YUJUUUUUUUUUUUUU!
Regresamos al hotel, nos duchamos, llamamos para que nos preparen la cena y esperamos a que nos avisen. El comedor es pequeño (recordemos que el hotel solo tiene unas 7 habitaciones). Hay otra mesa de 2. Al momento nos sacan todo lo que hemos pedido por teléfono que tienen en la carta. Vamos a hacer otra vez un régimen…. Y a sufrir, sobre todo a sufrirrrrrr! Sacan la bandejita del naan (pan) y no puedo sino felicitar al camarero. ESPECTACULAR! Le digo que es el mejor naan de los que he probado en la India y llevo unos cuantos eh! La comida está también para chuparse los dedos, ay qué dura es la vida en las montañas! Un acierto este hotel, por todo: la comida, el sitio, la gente, el precio (la oferta) y la quietud.
Terminamos de comer y nos sentamos en la terraza que hay junto a nuestra casita a contemplar las estrellas. Parafraseando a Neruda podría decir que: “la noche está estrellada y tiritan azules los astros a lo lejos. El viento de la noche gira en el cielo y canta…” Porque realmente es así. La noche está estrellada y en Shimla los astros tiritan azules, da igual si lejos o cerca. La noche está estrellada y nada nos impide disfrutar del incansable titileo de miles de cuerpos luminosos. Hace fresco, pero sacamos una manta y disfrutamos un rato de la paz de Shimla, de la tranquilidad y la soledad que la montaña nos regala.