Itinerario del día:
A: Las Vegas
B: Valley Of Fire
Dormimos pocas horas, pero el sueño fue profundo y reparador. Teníamos previsto comenzar la jornada celebrando nuestro bautismo de fuego, nunca mejor dicho, en las carreteras americanas: un aperitivo de apenas 55 millas -casi 90 kilómetros- para acercarnos a conocer Valley of Fire, uno de los parques naturales más próximos a Las Vegas. Por eso nos sentimos muy aliviados después de comprobar que cuando saltamos de la cama, a eso de las 5 y media, nos encontrábamos ya bastante recuperados de la fatiga extrema de la noche anterior.
Utilizamos por vez primera las máquinas de hielo del hotel, y bajamos al coche a llenar la nevera con dos o tres bolsas repletas de cubitos y muchas botellas de agua. El día se presumía achicharrante y convenía ir preparados para hacerle frente al calor del desierto. Un desayuno frugal a base de café con leche y minibollería en el Starbucks del lobby y, tras programar el GPS, comenzamos nuestra ruta.
Nos habíamos dado prisa en salir para estar en Valley of Fire lo más temprano posible y tener así la oportunidad de realizar algún trek antes de que la temperatura fuese ya excesiva. A las 8 llegamos a la entrada Oeste, y allí un ranger muy amable nos explicó cuál era el procedimiento a seguir para abonar el importe de la entrada: coger uno de los sobres que tienen a disposición de los visitantes, apuntar en él los datos personales y los del vehículo, meter 10$ en su interior, cerrarlo y llevarse la solapa a modo de resguardo. El pase anual America The Beautiful no es válido aquí, ya que éste no es un parque nacional, sino estatal. Nos hicimos con un mapa-folleto, y entramos.
Lo que más nos interesaba era el llamado Firewave, del que habíamos leído que venía a ser una especie de “sucedáneo” del fantástico The Wave (Coyote Buttes North), un lugar alucinante al que sólo se puede acceder teniendo suerte en el sorteo previo de los pases diarios. De hecho, las formaciones rocosas de ambos parajes guardan una cierta similitud, como bien puede comprobarse en las siguientes fotografías:
The Wave
Firewave
Y nosotros, en efecto, habíamos participado meses antes en la lotería online para visitar The Wave en julio pero, como era previsible, no nos había tocado, ya que durante el verano la demanda de plazas suele ser siempre muy alta y el número de autorizaciones diarias concedidas muy pequeño. No nos quedaba más opción que la de conformarnos con esta alternativa compensatoria, así que lo primero que hicimos una vez que nos adentramos en Valley of Fire fue atravesar el parque casi por completo y dejar el coche en el aparcamiento más cercano al punto donde se inicia el trail que conduce al Firewave. Es importante señalar, por cierto, que en el mapa que entregan a la entrada no aparece este sendero. Para llegar a él hay que tomar el desvío que sale hacia el norte desde la zona del Visitor Center, conducir en dirección a White Domes y detenerse a la izquierda de la carretera en el antepenúltimo parking. Justo al otro lado de la misma está el letrero que indica el comienzo del trail.
Sin perder un solo segundo nos pusimos a caminar, porque cada vez iba haciendo más y más calor, y temíamos que las altas temperaturas convirtiesen la milla de distancia hasta el Firewave en una eternidad. Además, tan solo encontramos alguna sombra en el primer tramo del recorrido, ya que después la senda transcurre por terreno pedregoso y a pleno sol. Ni que decir tiene que para completar este trek en verano se hace imprescindible beber mucho líquido y llevar bien cubierta la cabeza.
Intentamos mantener en todo momento un ritmo no muy elevado, pero a pesar de ello acabamos el paseo acalorados al máximo y sudando lo que no está en los escritos. ¡Y eso que aún no eran ni las 9 de la mañana! María sacó entonces su vena sardónica y dejó caer una de esas perlas suyas que tanta gracia me hacen siempre:
- ¿Saben aquél que diu que en el desierto el calor es muy seco y se suda menos…?
En cualquier caso, la recompensa final compensó con creces el esfuerzo realizado, puesto que aquello es sencillamente magnífico.
Tema musical: "Duchess" (GENESIS)
Servidora pasando calorcillo en el Firewave
Nos quedó, sin embargo, la sensación de que no habíamos elegido la mejor hora para disfrutar en plenitud del colorido del Firewave, ya que la intensidad de la luz solar provocaba que el tono general del paisaje quedase un tanto difuminado. Baste comparar la fotografía tomada por nosotros a primera hora de la mañana con la siguiente imagen vespertina del mismo lugar, obtenida de Internet:
Firewave por la mañana
Firewave por la tarde
De regreso al coche, le dimos caña al aire acondicionado y seguimos hacia el norte en dirección a las White Domes. Al llegar al aparcamiento en el que finaliza la carretera, le dije a María que a pesar del calor me iba a acercar al punto donde arranca el trail circular para intentar hacer el primer tramo del mismo. Su respuesta no se hizo esperar:
- Ah, vale, bueno… pero no apagues el aire, ¿eh?… tú vete yendo y luego ya, si eso, yo ya, yo…
Y me fui solo, claro. La pobre se había portado como una campeona en el trek anterior, pero las altas temperaturas la habían dejado casi derrotada, así que no podía pedirle nada más. Además, el bochorno seguía yendo en aumento y el aire tan caliente empezaba a hacerse insoportable de verdad. Avanzar penosamente por el terreno arenoso exigía un esfuerzo supremo y a cada rato me paraba a beber un sorbo de agua por miedo a la deshidratación, de tal modo que tan solo llegué hasta el punto donde se inicia la bajada más pronunciada del sendero. Si descendía hasta el fondo del cañón, luego tendría que volver a desandar el camino, y el reto de remontar aquella cuesta en tales condiciones de calor extremo se me antojaba del todo imposible. Y como no soy muy de plantearme quimeras, me di la vuelta y retorné al coche con María.
Tema musical: "Choosing a farmer (I)" (THE LENS)
Una vez de nuevo al volante, ya por fin a salvo del infierno exterior, me convencí definitivamente de que Valley of Fire no nos iba a dar la oportunidad de conocerlo como a nosotros nos hubiese gustado. A estas alturas de la mañana ya nos había quedado bastante clarito que el mes de julio no es el más apropiado para visitar este parque. No tenía sentido siquiera pensar en realizar ningún otro trek, por pequeño que éste fuese. Por eso decidimos que regresaríamos hacia la salida del parque recorriendo sus distintos puntos emblemáticos sin apartarnos demasiado de los miradores cercanos a los parkings.
La primera parada la hicimos en Silica Dome - Fire Canyon. Un sitio bastante bonito, con pequeñas montañitas de tonos marrones o rojizos y el cañón al fondo. Yo me bajé y caminé algunas decenas de metros para grabar varias tomas de vídeo, pero María permaneció en el interior del vehículo, bien fresquita.
Tema musical: "Nocturne" (ANTHONY PHILLIPS)
En la zona de Rainbow Vista apenas nos detuvimos un par de minutos para dejar constancia fotográfica y videográfica de la zona. Desde aquí se puede apreciar una panorámica bastante multicolor, sobre todo si miramos en dirección norte.
Tema musical: "Stagnation" (GENESIS)
Siguiendo hacia el Visitor Center, el siguiente punto de interés era el Mouse’s Tank. Se trata de una especie de estanque natural que se fue originando en una gran roca a la que se accede a través de un estrecho desfiladero. Este recóndito lugar, en el que abundan los petroglifos prehistóricos, toma su nombre de un indio llamado Paiute Sur, (“Pequeño Ratón”), que por lo visto se escondió en los alrededores a finales del siglo XIX, tras ser acusado de varios delitos de sangre. Llegué a asomarme un poco al trail de tan solo media milla, pero el efecto horno de aquel accidentado paraje impidió cualquier tentativa de paseo. No corría ni la más leve brisa. Yo calculo que los 50 grados no andarían muy lejos en semejante caldera.
Conduje luego hacia la zona Este del parque, dejando el Visitor Center a la izquierda y las Seven Sisters a la derecha, y llegamos hasta la curiosísima formación rocosa denominada Elephant Rock. El infernal calor solo nos permitió contemplar el perfil “menos bueno” del animal petrificado:
Tema musical: "Out of the roundabout"
(PREMIATA FORNERIA MARCONI)
Ver el elefante desde el mirador más conocido significaba tener que caminar una milla en subida, y tal cosa era inviable en un día así de tórrido. Estas dos fotografías obtenidas en Internet permiten hacernos una idea de lo que nos perdimos:
Dimos la vuelta de nuevo hacia la entrada Oeste por la que habíamos accedido al parque a primera hora. Nos fijamos algo mejor en las Seven Sisters, una simpática familia de rocas con diversidad de formas y tamaños:
Tema musical: "Beached" (AREKNAMES)
Tomamos el desvío circular que recorre los contornos de Atlatl Rock y Arch Rock. Atlatl Rock es otro de los lugares más conocidos de Valley of Fire. Su nombre procede de unos dispositivos que los antiguos indios acoplaban a sus armas para poder lanzarlas por el aire. Las grandes moles rocosas de esta zona están repletas de petroglifos alusivos a estos instrumentos utilizados en la caza.
Y a continuación llegamos al Arch Rock. Se trataba del primer arco natural que veíamos en nuestro viaje, aunque ya nos imaginábamos que después de éste vendrían muchos más. Es más bien pequeñín, pero no deja de tener su encanto:
Tema musical: "Se fossi cosa"
(PREMIATA FORNERIA MARCONI)
Aquí aproveché para sacar una toma en la que aparece el flamante Hyundai Accent, al que ya le empezábamos a coger cierto cariño:
Nuestro coche
Nuestro recorrido por el parque estaba ya tocando a su fin, pero todavía nos quedaba por conocer un sitio realmente destacable: Beehives, -las Colmenas-, unas sorprendentes formaciones estratificadas de arenisca que se pueden observar en detalle desde un mirador de fácil acceso, muy próximo a la carretera principal.
Tema musical: "Further away" (IQ)
Casi a mediodía, decidimos marcharnos y regresar a Las Vegas. La visita a Valley of Fire es recomendable, qué duda cabe, pero conviene asumir que hacerla en verano supone correr el riesgo de tener que prescindir de buena parte de los paseos por los trails del parque, ya que el calor puede llegar a ser inhumano e incluso potencialmente peligroso. Además, si volviese allí, intentaría hacerlo a última hora de la tarde, porque tengo la impresión de que ése es el mejor momento para disfrutar al 100% con el colorido de estas formaciones rocosas. El contraste entre unas y otras fotos del Firewave es un buen ejemplo de ello.
Llegamos a Las Vegas en torno a las 2 de la tarde, y nos dirigimos directamente hacia el gran Outlet del sur de la ciudad. La gazuza era importante, así que la prioridad no era sino buscar un sitio que nos gustase para comer. Dado que ambos somos bastante aficionados a la cocina turca, ésa fue nuestra elección: kebabs y ensaladas en un local llamado Pita's, si mal no recuerdo. Y nos equivocamos de pleno. De hecho, ésta sería, quizá, la peor comida de todo el viaje. Muy, muy flojita.
María tenía la intención de hacer unas compras, con lo que, después de tomarnos un café y una infusión, la acompañé en su garbeo por las tiendas del centro comercial y a media tarde retornamos a nuestro hotel. Ya en la habitación, acordamos tomarnos un par de horitas de merecido asueto. Ella se echó una siesta y yo me conecté a internet para ponerme un poco al día.
Más tarde, dejamos listas las maletas para salir al día siguiente a primera hora y cuando el sol se ocultó, a eso de las 8, volvimos a subir a lo alto de la torre para ver desde allí las luces de la ciudad y las aparatosas columnas de humo procedentes del incendio del Mount Charleston, que le había conferido al cielo de Las Vegas un intenso y llamativo tono anaranjado.
Tema musical: "Il mercante"
(CONSORZIO ACQUA POTABILE)
Tema musical: "Halloween (I)" (PULSAR)
Estuvimos un buen rato gozando de las maravillosas vistas hasta que llegó el momento en el que tocó despedirse de un mirador tan excepcional como aquél y bajar de nuevo al lobby, a comprarnos unas fichas del casino para llevárnoslas de recuerdo y cenar algo. Entramos en un mexicano y todo lo que pedimos estaba estupendo, con lo cual pudimos de algún modo quitarnos la espinita de la decepción que nos habíamos llevado a mediodía en el restaurante turco.
Eran más de las 10 cuando subimos a la habitación. Nos convenía descansar lo mejor posible, porque a la mañana siguiente, bien tempranito, comenzaba el viaje “de verdad”.
.
.