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Amanecemos pronto porque queremos aprovechar al máximo nuestro último día de estancia en esta maravillosa ciudad. Jose ya está totalmente recuperado y toma un desayuno de adulto, jejeje. Como siempre nos situamos en una mesa con vistas para disfrutar doblemente si cabe.
Salimos del hotel y recuerdo haber leido que cerca de allí hay una pastelería alemana, así que nos acercamos. Se llama German Bakery. Mi estómago aún puede alojar algo más tras el desayuno, por lo que esperamos que se vacíe una mesa (porque son muchos los que están allí dándole buena cuenta a las tartas
) y nos sentamos mirando a los ghats. Jose es más discreto y solo pide agua. Yo me inclino por una taza chocolate y un pedazo tarta manzana (tipo apple crumble)
. 
Con unas cuantas calorías más en el cuerpo abandonamos ese pedacito de Europa en la India y nos disponemos a visitar el Palacio de la Ciudad.
Este palacio es el más grande del Rajastán con una fachada de 244 m de longitud y 30,4 m de altura.
Como siempre pagamos la entrada (más cara para los extranjeros que para los nacionales), el ticket para la cámara, nos dan las audioguías y hacia el palacio que nos vamos!. Tras franquear la primera puerta nos encontramos con un patio rectangular inmenso con una especie de jardín en el centro y con las alas del palacio rodeándolo como en un abrazo. Nos detenemos un momento al cobijo de la sombra, mientras contemplamos la magnitud del edificio. Realmente es grandioso e imponente aunque se aprecian numerosas partes golpeadas por el transcurso del tiempo (la falta de conservación es una constante en la India y es que hay tanto patrimonio que resulta imposible de abarcar). Sin embargo, es también esa decrepitud, esa decadencia lo que le otorga un encanto especial.
El complejo se compone de distintas edificaciones erigidas por varios marajás, aunque a lo largo de los siglos ha sabido mantener una uniformidad artística. Su construcción fue iniciada por Udai Singh II, fundador de la ciudad.
Tras este breve parón entramos por fin en el palacio. Tenemos suerte y no hay mucho turista, así que podemos disfrutar de cada sala con el silencio y el sosiego por compañía. Pasamos por delante del dios elefante (Ganesha), uno de los hijos de Shiva considerado como ayudante para superar dificultades. Si no llega a ser por la guía ni lo veo, tan ensimismada como estaba por no tropezar con los escalones (y es que una es un poco - un poco na mas- patosilla
). 
Se van sucediendo salas y más salas, pasillos y más pasillos, patios, miradores y balcones que ofrecen fantásticas vistas al lago Pichola y al Lake Palace. En uno de los patios suena una agradable música. Nos sentamos a la sombra de los árboles que allí crecen y mientras observo la melancolía de la fuente central, ahora seca, me transporto a la época dorada del palacio y juego a ser la maharani que seguramente descansaba en este banco mientras la frescura del sonido del agua acariciaba sus oídos y envolvía todo su cuerpo en las calurosas tardes del verano indio.
Seguimos atravesando salas mientras pasa paulatinamente el tiempo. Las explicaciones de la audioguía nos ayudan a entender los misterios y secretos que esconden aquellas paredes. Nos explican que en una ocasión se mandó por equivocación a varios príncipes misivas para presentarse en palacio para desposarse con la hija del marajá. Al acudir los 2 y como único medio de no provocar la ira de alguno si resultaba rechazado, se optó como mejor solución sacrificar a la joven. Si no había novia, no había boda y problema resuelto
(automáticamente me desdigo de mis anteriores pensamientos bucólicos en el patio! 
). 
Pasamos las horas de más calor refugiados por los muros del City Palace. Tras recorrerlo con detenimiento, damos la visita por terminada. Los dobles desayunos nos han ayudado a no tener hambre hasta bien entrada la tarde, jejejeje .
Tras tomar unas bebidas en una terraza con vistas al lago, nos dirigimos a nuestro querido hotel. Aunque aún estamos dentro del horario de la comida, ya no hay nadie. Hasta en la cocina brillan por su ausencia los cocineros. Esperamos pacientemente y al final alguien se da cuenta de nuestra presencia. Nos toman nota y sin prisas inician el ritual de la preparación, jajaja. Jose degusta cada bocado como si fuera el primero y el último. Las dhal (lentejas) siguen siendo su plato estrella (el año pasado en Thailandia fue el Green Curry). Como ya hemos abandonado la habitación nos quedamos en el rincón acolchado descansando (que Jose aún no está para muchos trotes, jeje). Jose se medio echa la siesta; yo, contemplo en silencio las inolvidables vistas que la terraza nos ofrece: el reflejo de los palacios en el lago y la belleza de los montes Aravalli al fondo.
Cuando el sol pierde su fuerza, nos trasladamos a la terraza superior (descubierta) donde nos aguarda otro rincón "a la India". Tomamos posesión y nos disponemos a dejar transcurrir las horas y esperar la puesta de sol.
Se suceden lassis y cervezas en la tranquilidad de la terraza. De repente empieza a sonar música que procede del templo Jagdish. Es de cadencia melancólica y lánguida, pero a la vez transmite fuerza. Me gusta, pero lamento no saber su significado para poder apreciarla mejor.
Empieza a obscurecer, mientras el sol brilla aún por detrás de las montañas enviándonos sus últimos rayos. Hoy sí es nuestra última puesta de sol en esta ciudad. Por un lado lamento el transcurso de los días, aunque por otro deseo conocer y enamorarme de otras ciudades, de otros rincones aún por descubrir.
Otra pareja de occidentales nos acompaña ahora en la terraza. Ya es de noche, pronto tendremos que dirigirnos a la estación pero me niego a abandonar ese pedacito de cielo y le sugiero a Jose cenar esa noche allí. Para mi sorpresa y alegría accede (y es que me consta que no se siente muy cómodo sentado en el suelo, ya sabéis: patas largas y poca flexibilidad, jajajaj).
A las 22.20 tenemos que coger el tren nocturno con destino a Ajmer. A una hora prudencial salimos en busca del autorickshaw. Cogemos uno al vuelo y le decimos que espere un momento mientras vamos a buscar las mochilas. Nos despedimos de nuestro hotelito encantador y hacia la estación que nos dirigimos.
Se vuelve a repetir la escenita de Jose pidiendo que le dejen subir, jajaja. Hoy son buenos y nos dejan subir al momento. Nos hacemos las camas (ya tenemos una práctica que alucinaríais!!!!!) y nos disponemos a dormir porque se supone que llegamos a nuestro destino a las 03,45 de la madrugada. Jose se duerme al momento; yo vuelvo a echar mano del MP4 para que me ayude. Sin embargo las horas pasan y no consigo dormir. Cada vez me voy poniendo más nerviosa y cada vez resulta más difícil conciliar el sueño. Escucho todas las canciones del MP4 y aún sigo despierta. Cada cm de mi cuerpo está alterado. Finalmente creo que me duermo, pero al momento ya me despierta Jose porque estamos a punto de llegar. Son las 03,30 y no habré dormido más de 30 minutos.
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