No es una excursión que motive a todo el mundo. Personalmente y por culpa de unas cuantas películas sobre el tema me llamaba la atención visitar el mítico triángulo del opio.
Nos recogieron en una van compartida con una familia libanesa y 4 chicas españolas.
Tras una primera parada en un área de servicio donde hay un hot spring y un mercadillo habíamos llegado a las afueras de Chiang Rai.
El famoso templo blanco o Wat Rong Khum

Es una obra inacabada del artista Chalermchai Kositpipat a quien encontramos en su interior trabajando mientras los curiosos miramos boqueabiertos esta obra que nada tiene que ver con el arte tailandés que hasta ahora habíamos visto.
Hay que pasar por el infierno para llegar al templo a través de un estrecho puente

El templo empezó a construirse en 1997 y se calcula que hasta fin de siglo no se habrá concluido.
De un blanco cegador y decorado con espejos es su interior lo que nos deja perplejos: escenas de Matrix, Michael Jackson, Doraemon, Kungfu Panda... aunque no lo dejan fotografiar
Es tal la afluencia de gente en estos momentos que nos ha resultado imposible hacer una foto "en condiciones"

Continuamos el viaje hasta el Triángulo de Oro.
El río Mekong y el Ruak forman en su confluencia una Y que se viene conociendo con este nombre y en mitad de la cual se juntan las fronteras de Tailandia, Laos y Myanmar. Ese lugar sería más o menos aquí

Hace más de medio siglo en esta zona se cultivaba masivamente la planta del opio.
El negocio, en manos de poderosas mafias, suministraba heroína y otros opiáceos a Europa y Norteamérica en la época en que la adicción estaba en su punto álgido.
La familia real tomó cartas en el asunto modificando la legislación en cuanto a tráfico de drogas se refiere, incluyendo la pena de muerte como mayor de las condenas.
A los indígenas campesinos de la zona se les instó a cambiar los cultivos de opio por alimentos y poco a poco se consiguió erradicar los cultivos.
En las inmediaciones está el museo del opio al que no pude entrar por falta de tiempo. Sin embargo, en los tenderetes de la zona hay objetos curiosos como pipas de opio e instrumentos para cultivar y cosechar la adormidera.

También hay un enorme buda en una especie de templo-barca que solo vimos por fuera.
El paseíto en barca es agitado y sirve para poder decir que has estado en aguas birmanas y que has pisado Laos.
Bueno, de hecho, es una turistada más.
Un enorme cartel nos recuerda que es otro país y un sellito en el pasaporte nos lo corrobora

No hay nada, solo un enorme mercadillo de falsificaciones muy barato en el que adquirí una mochila para transportar las últimas compras y tabaco (baratísimo)
Al final del mercadillo hay una especie de aldea con gente local pero nada digno de nuestra atención.
Paramos a comer en un sitio bastante malo. Buffet libre pero poca variedad y muchísima gente intentando servirse.
Nuestra siguiente visita fue la etnia de las Kayan/ Karen, conocidas como las mujeres jirafa
Tenía miedo, pensaba que sería una especie de ghetto, pero no fue así.

Esta etnia es originaria del desierto del Gobi y llevan unos 2000 años desplazándose, muchas veces huyendo, entre Mongolia y Tailandia. De la antigua Birmania huyeron en la década de 1980 a causa de la guerra civil y hoy viven como refugiados en el norte de Tailandia sin tener status de ciudadanía de ningún estado

Una agricultura de subsistencia y lo que puedan vender de los productos que fabrican en estos telares manuales son su único sustento.
Los mitos y leyendas cuentan que los anillos se los colocaban en cuello, brazos y piernas para evitar la mordida de los tigres.
Quizás fue cierto en su origen, pero realmente nadie sabe cómo empezó y ya simplemente es una cuestión estética y tradicional.

Aunque pueda parecer lo contrario los anillos no separan las vértebras del cuello, lo que hacen es hundir las clavículas provocando este efecto.
Estas son sus casas y aquí viven siempre, con sus niños, preciosos y cariñosos a los que les enseñan a trenzar pulseritas que te ves obligada a comprar. Estas caritas lo merecían.

El regreso a Chiang Mai se hizo eterno y al llegar a la guest Víctor nos dijo que nos habían cambiado el horario de la excursión de mañana. La haríamos por la tarde.