El bus que me lleva a Rahst es VIP (7€, 5’5 horas), pero con un sistema de aire acondiconado que tan pronto te lanza aire caliente como helador. Ha sido un viaje poco reconfortante, por decirlo suave.
Una vez en la Terminal de Rasht, ubicada como es habitual en las afueras (muy afueras) de la ciudad, le llamo a Arad, mi host, para que me ayude con el taxi. En efecto, sin problemas he llegado a su casa en menos de media horita (2,5€).
Arad es un chico que se define como miembro activo del colectivo LGTB en Irán, vamos que tiene unos webos más grandes que otros que se llaman valientes sólo de boca. No esconde su condición, manifestándola en su vida cotidiana en todo momento. Es un chaval extravertido y cariñoso, al que también he cogido cariño desde el primer instante.
La primera noche nos acompañan unos amigos suyos, Ali, Sirin y Merhdad, a cuál más simpático. Preparamos una cenita basada en arroz con otros aderezos nuevos, típicos de la zona y la charla no se acaba hasta las 3:30 am. Esto promete. Qué hay en Rasht, ni idea, pero promete.
Hoy, 1 de agosto, me acabo de levantar (Arad tiene WIFI) y son las 14:26!!!! Hemos compartido la cama enorme que tiene y he dormido como un bebé de teta. Aprovecho para pedirle que me limpie la ropa, pues no me queda ningún nicky.
Los iraníes a veces no controlan los horarios. Nos hemos puesto a comer a las 6:30 pm. Después, a las 8 pm nos hemos ido hacia el bazaar. Como era demasiado tarde, ya no había abierto ningún puesto de cambio de divisa, para poder comprar los vuelos Tehran-Ardebil para el sábado. Eso sí, hemos comprado pescado, no fresco, sino vivo.
A eso de las 10:00 pm nos hemos ido a tomar algo al cafe radio, un sitio bien chulete, y hemos llamado a Parvone, pero, evidentemente, le ha parecido tarde. En mal momento se me ha ocurrido preguntar a Arad por el plan de mañana. Porque como no da tiempo a ver todo en un mismo día (ni te cuento si me levanto a las 2 de la tarde), se le ha ocurrido dar un toque a un amigo suyo para ir hacia un pueblecito del Mar Caspio: Andaly.
Mañana lo tengo claro: antes de nada me voy al centro, cambio dinero y compro los billetes de avión para Farnoosh y para mí.
Menos mal que he seguido mi propio consejo, porque si espero a Arad y a Mohamad, tengo que hacerlo hasta las 3 pm, cuando se han levantado. He aprovechado la mañana para dar una vuelta por el centro de la ciudad, comprar los tickets de avión y el ticket para ir mañana a las 10:00 de vuelta a Karaj. A la vuelta me ha dado tiempo incluso a actualizar el diario.
Hacia las seis hemos ido con el seudo coche de Mohamad hacia masuleh, una población situada a algo más de una hora de Rasht. Todo el mundo me la había recomendado. Se trata de una ciudad ubicada en un paraje natural precioso, que me ha traído recuerdos nostálgicos del País Vasco. De hecho, he disfrutado más con el viaje en coche que con la ciudad en sí misma.
Es una aldea muy antigua, construida en la ladera de la montaña, con materiales aparentemente rudimentarios para una zona tan húmeda y lluviosa.
Al parecer suele estar llena de turistas locales, si bien hoy se podía pasear sin problema. El único guiri era yo. Después de comprar algún producto típico para llevar mañana a la casa de la madre de Nazanin, nos volvemos hacia casa. No obstante, en el trayecto Arad cambia de opinión y nos paramos en la casa de Ali y Sirin para tomar un te con unos dátiles y conversar media horita.
Mohamed nos deja en casa a eso de las 11 pm y, sorpresa: tenemos un grupo de jóvenes amigos de Arad esperándonos. No recuerdo muy bien los nombres. Lo que sí recuerdo es que a eso de las 12:30 se han puesto a cocinar. En resumen, otro día que igual cenamos hacia las 2 am…
A eso de las cuatro me voy a descansar, dejándoles libres para su fiesta particular. La sorpresa ha llegado a eso de las ocho, cuando me he despertado rodeado, literalmente, por los cuatro críos alrededor de la cama. Hostias. Y ahora cómo lo hago para salir de aquí… parecía un juego de mesa de esos que tienes que quitar piezas sin que colapse, pero con personas reales en este caso.
En definitiva, despierto al bueno de Arad para que me ayude y para poder despedirme en condiciones de mi nuevo amigo-anfitrión y en taxi para la Terminal. Se acaba mi estancia en Rasht.
Una vez en la Terminal de Rasht, ubicada como es habitual en las afueras (muy afueras) de la ciudad, le llamo a Arad, mi host, para que me ayude con el taxi. En efecto, sin problemas he llegado a su casa en menos de media horita (2,5€).
Arad es un chico que se define como miembro activo del colectivo LGTB en Irán, vamos que tiene unos webos más grandes que otros que se llaman valientes sólo de boca. No esconde su condición, manifestándola en su vida cotidiana en todo momento. Es un chaval extravertido y cariñoso, al que también he cogido cariño desde el primer instante.
La primera noche nos acompañan unos amigos suyos, Ali, Sirin y Merhdad, a cuál más simpático. Preparamos una cenita basada en arroz con otros aderezos nuevos, típicos de la zona y la charla no se acaba hasta las 3:30 am. Esto promete. Qué hay en Rasht, ni idea, pero promete.
Hoy, 1 de agosto, me acabo de levantar (Arad tiene WIFI) y son las 14:26!!!! Hemos compartido la cama enorme que tiene y he dormido como un bebé de teta. Aprovecho para pedirle que me limpie la ropa, pues no me queda ningún nicky.
Los iraníes a veces no controlan los horarios. Nos hemos puesto a comer a las 6:30 pm. Después, a las 8 pm nos hemos ido hacia el bazaar. Como era demasiado tarde, ya no había abierto ningún puesto de cambio de divisa, para poder comprar los vuelos Tehran-Ardebil para el sábado. Eso sí, hemos comprado pescado, no fresco, sino vivo.
A eso de las 10:00 pm nos hemos ido a tomar algo al cafe radio, un sitio bien chulete, y hemos llamado a Parvone, pero, evidentemente, le ha parecido tarde. En mal momento se me ha ocurrido preguntar a Arad por el plan de mañana. Porque como no da tiempo a ver todo en un mismo día (ni te cuento si me levanto a las 2 de la tarde), se le ha ocurrido dar un toque a un amigo suyo para ir hacia un pueblecito del Mar Caspio: Andaly.
Mañana lo tengo claro: antes de nada me voy al centro, cambio dinero y compro los billetes de avión para Farnoosh y para mí.
Menos mal que he seguido mi propio consejo, porque si espero a Arad y a Mohamad, tengo que hacerlo hasta las 3 pm, cuando se han levantado. He aprovechado la mañana para dar una vuelta por el centro de la ciudad, comprar los tickets de avión y el ticket para ir mañana a las 10:00 de vuelta a Karaj. A la vuelta me ha dado tiempo incluso a actualizar el diario.
Hacia las seis hemos ido con el seudo coche de Mohamad hacia masuleh, una población situada a algo más de una hora de Rasht. Todo el mundo me la había recomendado. Se trata de una ciudad ubicada en un paraje natural precioso, que me ha traído recuerdos nostálgicos del País Vasco. De hecho, he disfrutado más con el viaje en coche que con la ciudad en sí misma.
Es una aldea muy antigua, construida en la ladera de la montaña, con materiales aparentemente rudimentarios para una zona tan húmeda y lluviosa.
Al parecer suele estar llena de turistas locales, si bien hoy se podía pasear sin problema. El único guiri era yo. Después de comprar algún producto típico para llevar mañana a la casa de la madre de Nazanin, nos volvemos hacia casa. No obstante, en el trayecto Arad cambia de opinión y nos paramos en la casa de Ali y Sirin para tomar un te con unos dátiles y conversar media horita.
Mohamed nos deja en casa a eso de las 11 pm y, sorpresa: tenemos un grupo de jóvenes amigos de Arad esperándonos. No recuerdo muy bien los nombres. Lo que sí recuerdo es que a eso de las 12:30 se han puesto a cocinar. En resumen, otro día que igual cenamos hacia las 2 am…
A eso de las cuatro me voy a descansar, dejándoles libres para su fiesta particular. La sorpresa ha llegado a eso de las ocho, cuando me he despertado rodeado, literalmente, por los cuatro críos alrededor de la cama. Hostias. Y ahora cómo lo hago para salir de aquí… parecía un juego de mesa de esos que tienes que quitar piezas sin que colapse, pero con personas reales en este caso.
En definitiva, despierto al bueno de Arad para que me ayude y para poder despedirme en condiciones de mi nuevo amigo-anfitrión y en taxi para la Terminal. Se acaba mi estancia en Rasht.