Llegamos a Isfahan hacia las 17:40. Allí me esperaba otro amigo de un amigo de Mehregan. Había ido a recogerme a la estación de autobuses, que está a las afueras, para llevarme al hostel que me ha recomendado. Casualidad era el mismo al que había ido el forero Conrao: Amir kabir hostel.
En Isfahan tengo opción de alojarme con tres posibles anfitriones, pero también tengo demasiadas personas a las que visitar, así que por 9€ que cuesta el alojamiento, me permito hacer la reserva para la primera noche al menos, así tengo más independencia para organizar mi horario de quedadas.
Habia contactado con un chico de Isfahan (uno de los que se ofreció a alojarme, Aman) para dar una vuelta cuando él saliera del trabajo, pero ha resultado que Alireza, el que me ha recogido en el bus y me ha traído al hostel, me ha dicho que querría dar una vuelta conmigo y presentarme a sus amigos. La solución, sencilla, Aman se ajusta al nuevo horario y me ofrece ver el partido de la final de la eurocopa con sus amigos, en la casa de soltero de uno de ellos (Anticipo, no ha habido llamada a nadie con final feliz)
Alireza es un joven estudiante, de unos 22 añitos, y sus amigos son de igual edad en su mayoría. Vamos, que me siento como su aita. En total hacemos un grupo de unas 12 personas.
Como vamos en coches, deciden compartir conmigo el mode de entretenimiento típico de los jóvenes de Irán: me han llevado a un parque, muy chulo y extenso, donde hemos montado en un telesilla.
Tras deambular por la zona hemos ido a cenar pizza iraní (una mezcla entre italiana y americana) que estaba cojonuda. Allí les he animado a aprender algunas palabras en castellano: Hijo puta Jamenei (les he dicho que significa Jamenei es el líder). Es curioso el miedo que tiene todo el mundo aquí a expresarse en público. Cuando hablamos yo no oculto mi opinión y me sale de vez en cuando el típico “mother fucker Hamenei”. En esos momentos me miran como si tuviesen una cerilla prendida de los calzoncillos a punto de hacer explotar un cartucho de dinamita que les deje sin descendencia.
La verdad es que lo he pasado en grande con este grupo heterogéneo de iraníes compartiendo sus confidencias e inquietudes.

Me despido de ellos con las esperanza de que no sea definitivo. Alireza me lleva a casa de Iman, donde me espera otro grupo de iraníes, treintañeros, con testosterona desbordante para tomar algo (incluido Cognac) y ver el partido que da la eurocopa a Portugal.
Iman se comporta como un anfitrión en toda regla, sirviéndome también de traductor. A las 2:30 am me lleva hacia el hostel, dando un recorrido de media hora en coche mostrándome por la noche (qué a gusto se iba con la ventanilla abierta) otra cara de Isfahan y dándome consejos sobre qué sitios visitar.
Hoy comenzamos semana nueva, ya es 11 de Julio, qué rápido pasa el tiempo. Entre los planes del día están el de ir poco a poco actualizando el diario y organizar a su vez el caos de contactos, móviles y leches que tengo montado con tantos contactos. Me ha llevado algo más de dos horas, pero al menos he podido subir las fotos de las primeras cuatro etapas al blog.
En ello estaba cuando he recibido un mensaje de Mehdad, un chico de Shiraz que anda por Isfahan, para ir a comer con él. Ha nombrado la palabra mágica, comida, así que he dejado todo lo que estaba haciendo y he pillado un taxi para ir al restaurante en el que me ha citado. Otra pasada de restaurante tradicional donde, en compañía de Mandy, una chica holandesa que ha venido con él desde Shiraz, hemos comido el plato típico de Isfahan: una especie de kebab hecho con carne del cuello de la oveja, ¡sin arroz! Y acompañado de unas patatas con canela. La comida casi tan rica como la compañía.



Después me he vuelto al hostel, pues tenía tiempo hasta las 18:30 para la siguiente visita. Esta vez con Mojtabah, que me quiere llevar en coche al templo del fuego, a 10 kilómetros de la ciudad, desde donde al parecer se tienen muy bonitas vistas de la misma.
También tenía otro compromiso para las 20:15, pero he tenido que aplazarlo a mañana ante el riesgo de no llegar. Como véis esto es un no parar. Menos mal que estoy en un hostel, tengo telegram, viber, whatsapp,…
Bueno, pues ya estoy de vuelta. En resumen la experiencia con Mojtabah en la línea: sensacional.
Hemos quedado en el barrio armenio-cristiano de la ciudad, a unos 15’ en taxi del hostel. Allí había quedado a las 18:30, llegando cinco minutos tarde. Para encontrarnos le he dejado el móvil a un chico iraní de la calle para que hable en farsi con él y resulta que es un tío que tiene más de doscientas referencias de CS… pequeño que es el mundo.
Me estaba esperando Mojtabah con su hijo, un renacuajo hiperactivo y simpatiquísimo de 8 años. En coche nos hemos dirigido hacia el templo zoroastriano del fuego. La entrada al mismo cuesta unos 4 euros para los extranjeros (él no ha pagado nada). Además de la belleza del mismo y la antigüedad, destaca por sus imponentes vistas de la ciudad desde las alturas.

Para acceder hay que dominar un tanto la técnica de las cabras para subir colinas, ya que no resulta cómoda la ascensión a veces. Se tardan unos quince minutos, pero el esfuerzo merece la pena.

Claro que casi más arriesgada es la bajada, por el mismo camino de subida.
Desde allí, como no teníamos prisa, al cambiar el plan de la noche, nos hemos vuelto a la ciudad y hemos llegado a la plaza principal de Isfahan. Como no tengo palabras para describirla, digamos que es la rehostia. Si de noche es tan bonita, cómo será de día… Espero poder sacar algunas fotitas para que Luccino no me diga nada mañana

Nos hemos metido por el bazar para ir a una cafetería escondida donde hemos tomado unos dulces típicos y el dum o como se llame el yogour ese que ponen con sal y especias. Cada vez más delicioso.


La noche avanzaba y el crío se estaba cansando, pero aún así el padre me ha llevado a ver un pequeño palacio y los jardines tan bonitos que lo rodean. Todo por la noche tiene una iluminación muy sugerente en esta ciudad.
Ya de vuelta hacia el hostel, en busca de un batido de frutas (otra perdición) recién hecho con leche, me he encontrado de frente con los húngaros. Qué ilusión, ya que en principio igual quedaba con ellos esta tarde para dar una vuelta, después de la excursión al templo. Menos mal que ellos no tenían Internet y se han echado la culpa a sí mismos de que no hayamos quedado.
He decidido que hoy sea mi último día en Esfahan, así que tengo que aprovechar para ver algo turístico. A pesar de ello, a las 10:30 he quedado con una chica de CS, Reihaneh en el puente Fardoshi, lo que me permite admirar la simetría de varios de los puentes de la ciudad. Es una pena que no corra el agua por la cuenca del río. De hecho, me han comentado que sólo en otoño el río es propiamente tal. Al parecer hay problemas de abastecimiento de agua por un incremento exponencial de la población y la industria en la zona, así como por una mala organización municipal.

Ella conocía una cafetería donde he degustado mi segundo café con leche desde que estoy aquí (y ya han pasado 12 días). Lo hemos acompañado de dos porcionazas de tarta de chocolate y una conversación distendida. La pena que para las 12:00 ya tenía que ir para casa para preparar la comida

Bueno, no hay mal que con bien no venga. Así he tenido un poquito de tiempo para mí y para visitar la gran plaza de día (preciosa, pero de noche tiene más encanto) y el bazar que la rodea. En la plaza hay dos mezquitas, pero a la hora que me he acercado (13:30) estaban cerradas. Ambas tienen precios exagerados para los extranjeros. No sé si al final entraré, ya que mi prejuicio hacia ellas hace que me canse de verlas cuando ya he admirado tres o cuatro en otras ciudades. Imagino que si algún host me lleva por allá, entraré.


Esta tarde, a las cinco he quedado, de hecho, en la gran plaza con otra chica iraní, Neda. Espero poder tener tiempo para ver los puentes por la noche y el gran hotel… A fecha de hoy la idea es ir mañana a la casa de otro host a 27 km de Esfahan para pasar un día con él, antes de dirigirme hacia Yazd.
La chica iraní ha resultado que ha venido acompañada por otra chica más, Maryam, ambas religiosas practicantes. Hemos dado una vueltilla y hemos acabado yendo a la misma tetería escondida de ayer. Esta vez, por variar a tocado te, delicioso. Hemos discutido sobre montón de cosas, de manera cortés e inteligente. La verdad es que las dos hablan un inglés espectacular.
Como hasta las ocho no habían quedado, hemos tenido tiempo para pasear. Así, me han acompañado hasta en frente del hotel Abbasi, donde hay varias librerías. Por fín he encontrado “los versos del capitán”, por si acaso he comprado cuatro ejemplares. Uno se lo he regalado a Neda. Hemos quedado mañana a las 7:00 am (va en serio) para ir a desayunar, por fin, la famosa cabeza de cordero. Está en la otra punta de Esfahan, pero merecerá la pena, seguro.

No me deja de llamar la atención el hecho de que la gente de Irán que me estoy encontrando lea tanta poesía. A todos les gusta. Incluso te recitan algún verso. Es hermoso.
Cuando me he despedido de mis dos nuevas amigas me he metido, como tenía previsto, en el hotel Abbasi. Espectacular. Hay que entrar en su salón de te y en sus jardines. Por poco más de un euro tienes un tetera plena de rico te y mejores vistas. Las chicas más bonitas que he visto de momento en Irán estaban allí.


Estando en el hotel recibo una llamada de Alireza para que me una a una fiestuqui que están orgnizando con unos amigos. Le comento que primero quiero ir a ver el puente iluminado y que seguido me acerco.
El puente iluminado es otra preciosidad. Una pena que no haya agua en el cauce del río. A pesar de ello no desmerece. Allí he estado un buen rato, leyendo poesía, escuchando música, paseando… hasta que Alireza me ha devuelto a la realidad.


Hemos quedado para comer algo de fast food, otra vez. Una guarrada en toda regla, en pleno parque. Esta vez ha venido con más amigos nuevos, igual de simpáticos.
En poco tiempo me ha descubierto el plan. Hay que ir a casa de sus padres y pillar un pedo. Para ello, hemos dado vueltas con el coche por la ciudad siguiendo las indicaciones del “camello” de alcohol. En media hora teníamos una botella de litro y medio de vozdka casero, aderezado de patatas fritas y chetos.



La juerga ha sido inefable. Como yo era el extranjero, todos estaban pendientes de que mi vaso estuviese lleno… y lo he notado. Dios… hacía tiempo que no acababa tan mal. En menos de dos horas de fiesta hemos (he) terminado la botella y estaba mal tirado en el suelo. Al día siguiente he comprobado que los muy cabrones se han sacado fotos con mi móvil mientras dormía, en plan “resacón en Esfahan”.

Seguramente no te acuerdas que has leído que tenía que estar a las 7:00 comiendo la cabeza del cordero… bienvenido al club. A eso de las 6:50 recibo una llamada al móvil, que me despierta… Hostias, dónde coño estoy; esto no es mi hostel, estoy tirado en la alfombra con los pies encima de… jodé, claro, Alireza. No me da tiempo a coger la llamada, pero al comprobar que es Neda… mecagoenlaputa, pero si me están taladrando la cabeza con un martillo neumático.
A pesar de ello, despierto (a base de golpes) a Alireza para decirle que me tengo que pirar, que me diga cómo se sale de su casa y dónde puedo agarrar un taxi. El buen hombre intenta ayudarme, pero al final recurrimos al GPS para encontrar alguna calle principal. Lleno de vergüenza, llamo a Neda, como puedo balbuceo mil disculpas y me dirijo para el sitio de la cabeza de cordero (kalapacheh). Jodé, qué pintas tendría! Hago un esfuerzo supremo para no potar mientras intento comerme los sesos (por la resaca, ya que los sesos me encantan) y no dejo de pedirles perdón porque se me fue de las manos la fiesta de hace unas horitas.

Las acompaño en taxi a su centro de estudios y me vuelvo para el hostel. El portero me mira con cara de “peroquéhostiastehapasado, buenhombre”. A la cama directo.