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MARTES 6 DE SEPTIEMBRE DE 2016
Ese día tocaba el Sea World y cambio a Disney.
Bajamos las maletas y las dejamos en el mostrador que hay para ello.
Al dejar las maletas, te dan unas tarjetas que tienes que entregar cuando las recoges. Este es el sitio, junto a la recepción.
Os dejo una foto:
Pues cómo hicimos el resto de días, cogimos al bus del Cabana Bay y nos dirigimos al City Walk.
En el caso de hoy, teníamos que dirigirnos al mismo lugar que el día anterior, pero el bus a coger, era distinto.
Para entrar, nos volvieron a pedir la reserva. En unos 10 minutos ya estábamos en el Sea World.
Esta es la reserva del Busch Gardens y está algo deteriorada, pero para que os hagáis una idea.
El bus os deja en un lateral del parque.
El error que cometimos, es que llegamos una hora y media antes. La chica a la que le pedí la tarjeta del bus, me dijo que abrían una hora antes, y le pedí el bus que primero salía, así que nos tocó hacer cola en la entrada durante una hora y media. Podíamos haber aprovechado para ir a la piscina o a la chocolatería, snifff sniffff.
Esto se hubiera arreglado, si en vez de preguntar a la chica, hubiese mirado en la aplicación a la hora que abría el parque.
Para ese día, llevaba varias cosas interesantes apuntadas, pero se me olvidaron completamente.
Al igual que Busch Gardens, puedes hacer actividades que no están muy a la vista, pero que pueden ser bastante interesantes.
Yo quería haber dado de comer a los tiburones y a las mantas, incluso haber hecho el encuentro con los delfines, pero cuando me acordé y me acerqué a preguntar, los cupos de ese día se habían llenado.
También se me olvidó que había un restaurante desde el que puedes comer con vistas a la parte subacuática del acuario de tiburones, supongo que es algo parecido al Coral Reef.
Otra cosa que llevaba para hacer que no hice, fue ver las vistas debajo del agua de las orcas.
Parece un parque pequeño, que se puede ver de sobra en un día, pero ya os digo, que a mí no me dio tiempo hacer todo lo que quería.
Ese día tuvimos suerte, porque aunque había cosas cerradas, no eran las atracciones más importantes. Estaba cerrado el Sky Tower, que es una especie de torre que asciende despacito, como un mirador, la parte de Wild Artic, que tenía focas, y la zona de atracciones infantiles que está al lado.
Después de esperar en la cola una hora y media al solito, conseguimos entrar.
Como en Busch Gardens, la entrada que llevábamos era de tipo C, así que tuvimos que entrar por esa puerta.
Para evitar las colas, tomamos un camino distinto al Manta, y nos topamos con el paseo de flamencos. Fue muy divertido vernos completamente rodeados de flamencos. Los llevan de una zona a otra del parque, pasando entre la gente, como si fuera un rebaño de ovejas.
También sacan algunos animalillos para que los puedas ver de cerca.
Como en el resto de parques, teníamos que dejar las cosas en las taquillas. En esa ocasión, no sacamos la tarjeta para todo el día, ya que tiene pocas atracciones y pensamos que no nos iba a salir rentable. Sale por 84 centavos cada uso de una hora el tamaño SM.
El sistema es el mismo, eliges el idioma, metes una clave, te indica la taquilla, y te imprime un ticket con el número de dicha taquilla y la hora en la que cumple el servicio.
Muchísimo cuidado con la clave, que no os la vea nadie, porque a unos chicos alemanes le abrieron la taquilla y se lo quitaron todo. La pobre muchacha no paraba de llorar, contándole lo que había pasado al guarda, y desde el parque no se responsabilizan. La verdad es que había un grupo de personas que estaban mirando las taquillas, cuando estábamos guardando nuestras cosas, y al quedarme mirándolos, me dijeron riéndose que sólo querían aprender, así que tapé con la mano los dígitos al marcar la clave. Tened cuidado con esto.
Primero, nos montamos en el Viaje a Atlantis, que estaba totalmente vacía. Es del estilo de Jurasic Park, pero me parece muy muy bonita, y además va con sorpresa. Esta atracción me gustó muchísimo, tanto que repetimos otra vez.
A la salida, tienen algunos acuarios. Creo que estas fotos son de esos acuarios, pero tampoco os lo puedo asegurar, porque en el parque hay bastantes acuarios en todas las zonas.
El dragón de mar es precioso. La gente piensa que es un alga, pero no, es un precioso animalito.
Como aún quedaba tiempo para que cumpliese la taquilla, nos dirigimos directamente a Kraken.
Es una montaña rusa de acero, que tiene también alguna vuelta. Tiene algo de traqueteo, pero al igual que Kumba, no me llamó la atención nada de la atracción. No es que esté mal, simplemente es que no me parece que tenga nada que destaque mucho que haga que me acuerde de ella.
En esta foto se ven entrelazadas Kraken, que es la verde, y Mako que es la morada.
Os dejo algunas fotos de Pinterest para que veáis el recorrido.
Después del Kraken, recogimos las mochilas y nos dirigimos a Mako, que es nueva de este año.
Es un estilo a Shambala de Port Aventura, de hecho tiene el mismo asiento.
Es la más larga, la más alta y la más rápida de Orlando.
No me gustan este tipo de coasters, pero en su favor he de decir que de estas que son por el mismo estilo, es en la que menos mal lo he pasado.
La zona es muy bonita y tiene mucho colorido.
Al lado, se puede entrar en el acuario de tiburones.
El acuario de tiburones es muy grande, y tienen varios ejemplares gigantescos.
Os dejo fotos de Pinterest:
Una vez que salimos del acuario, nos dirigimos a Manta.
Esta era sin duda la que más cola tenía. Es una montaña rusa inversa, que además cuando te montas, recogen el asiento hacia arriba, por lo que te quedas mirando al suelo, como si volaras.
La sensación es fuerte, sobre todo, cuando te quedas mirando cara al cielo, porque vas de espaldas y no sabes qué dirección va a tomar.
Probablemente, esta sea la atracción más dura de todas las que nos hemos montado en Orlando, pero no la que más miedo me ha dado, que ha sido Rock it.
Fotos de Pinterest:
A mi marido, le dolió la cabeza tras la atracción, así que nos dimos una vueltecita por el acuario de las mantas, que como sospecharéis, está al lado.
Como ya era la hora, fuimos despacito al estadio de Shamu, para ver el espectáculo de orcas.
En este espectáculo, también mezclan actuaciones de los entrenadores, para supongo aliviar el trabajo de las orcas. Las orcas hacen algunos saltos, echan agua a los visitantes, etc.
Al salir, nos fuimos a la zona de la Antártica, que está decorada como si fuera el polo, todo lleno de nieve. Es una zona muy bonita.
La atracción de los pingüinos estaba rota, pero se podía entrar para poder verlos. Os aconsejo que os abriguéis porque hace mucho frío. De hecho, mi marido se puso la sudadera que tenía, la cual se le mojo en el Atlantis y entre la sudadera mojada y el frio polar, acabo en unos días posteriores de muy mal cuerpo, y bastante resfriado.
Tienen tres zonas distintas, con varias especies de pingüinos.
Como ya teníamos hambre, comimos en esa zona, concretamente en Expedition Café. Pensábamos que tendría aire acondicionado, pero después de elegir la comida de los distintos mostradores que había, nos tuvimos que ir a comer al patio, menos mal que hacía sombra.
Dos refrescos, un plato de pasta y pollo 32 dólares.
Después fuimos a ver el espectáculo de delfines.
Salen varios tipos de delfines haciendo piruetas, pájaros, y los entrenadores también participan en el espectáculo, haciendo algo parecido a un musical.
Como nos había gustado tanto, volvimos a repetir con Atlantis.
Al volver de la zona de Wild Artic, porque estaba cerrada, nos metimos en el Sea Lion Stadium, que aunque había empezado el espectáculo, el guarda nos dejó entrar.
Es un espectáculo muy gracioso en el que focas y leones marinos van a una especie de universidad.
Para hacer un alto en el camino, nos sentamos con toda la tranquilidad a disfrutar de un dipping dots, que me encantan. 8.51 dólares.
Después, hicimos un recorrido por las zonas de rehabilitación de tortugas y manatíes.
Había un manatí que tenía varios cortes, y en la zona de las tortugas, ya recuperada, había una tortuga con el caparazón totalmente destrozado y sin patas traseras.
Pudimos ver a delfines pequeñitos en la zona de la guardería.
Para terminar, fuimos a la zona de los encuentros con delfines, y de lejos vimos como las personas que habían pagado por esto, tenían interacciones con los delfines junto con un monitor.
Podías tocarlos, darles de comer, gastaban “bromas” con el agua. De vez en cuando teníamos suerte, y algún delfín se acercaba para saludarnos. Aunque los guardas se cercioraban de que ninguno de los que no han pagado se acercara a la piscina (la cual podías acercarte ya que ni estaba vallada ni nada) no vaya a ser que el delfín le hiciera algo, todo por nuestra seguridad decían, supongo que nada tenía que ver con el hecho de que la familia de al lado había pagado un pastizal para interaccionar con ellos y tenerlos cerca y los que no hayan pagado también pudieran estar cerca.
Luego bajamos a la zona en la que los puedes ver dentro del agua.
Son muy curiosos y se acercan bastante. Estuve un buen rato haciéndoles videos y fotos, es que me parecen unos seres algo fantásticos.
Os dejo un batiburrillo de fotos, que no sé muy bien dónde ubicarlas:
Como estábamos muy cansados, cogimos el primer bus de vuelta. Aún así, ya no nos daba tiempo de pasarnos por la chocolatería ni de bañarnos en la piscina.
Nos pusimos a esperar la hora de llegada del coche en unos asientos muy cómodos en la zona para quemar los marshmallows de mi querido Cabana Bay. Ese día estaba realmente cansada, y mi cerebrito ya no daba más de sí.
Recogimos las maletas y en la puerta ya nos estaba esperando el coche que habíamos contratado para que nos llevara al Pop Century.
El camino se nos hizo muy ameno, el hombre hablaba español y nos iba contando muchas cosas de los parques. Lo más curioso era que decía que la carretera la estaban arreglando porque iban a poner más carriles y porque estaban haciendo un tren de alta velocidad del aeropuerto de Miami al de Orlando, que pasaba por el Busch Gardens.
Pues darle una propina al hombre, pusimos el pié en el Pop Century.
Hicimos el check in y la chica nos dio todo tipo de información y nos felicitó por todo lo que habíamos estudiado, jajaja.
Llevábamos todo preparado, pulseras, fast past, reservas restaurantes, etc, estaba muy sorprendida de que ya lo trajéramos todo todo aprendido.
Cruzamos el hotel hasta nuestro bloque que era el 10, concretamente, el que tiene el triciclo gigante.
Al abrir la puerta, la verdad que nos llevamos un chasco. El cuarto nos pareció mucho más feo y antiguo que el del Cabana Bay y por más que mirábamos, no nos convencía mucho.
Pero mi marido estaba muy ilusionado por el tema de las pulseras, así que nos las pusimos y a tontear con ellas jejeje
Para ver si nos animábamos un poco, cruzamos el puente para cenar en el Food Court del Art of Animation.
Allí cogimos nuestros famosos mug, y pudimos comprobar todos los pastelitos y comida “gratis” que podíamos comer a partir de ahora, con un solo gesto de muñeca.
¡Vivan las magic bands!.
Cenamos con dos créditos de quick service, y véis que no están nada mal:
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