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Nos da cierta pena dejar Samburu. Nos ha sorprendido y gustado tanto……
Pero por otro lado nos sentimos inquietos e impacientes… Nos vamos a Masai Mara y haremos realidad otro sueño viajero.
Samburu nos despide con unos cielos aborregados de pequeñas nubes y algunos animales nos dicen adiós al paso en el camino. El generuk con sus patas alzadas y comiendo, la jirafa reticulada, las cebras de grevy, la bandada de pintadas vulturinas….
En la reserva de Buffalo Spring hay un pequeño aeródromo que tiene el mismo nombre que la reserva. A las 8 de la mañana teníamos que coger un vuelo que nos llevaría a Masai Mara.
Trasladarnos por tierra desde Samburu a Masai Mara nos hubiera llevado el día completo. Un día de carretera infernal y de saltos en el jeep. Un día que aprovechamos ya explorando Masai Mara.
Para ello el vuelo de Air Kenya era la solución óptima. Con un horario que nos venía muy bien para estar temprano en Masai Mara.
No estamos acostumbrados a estos aeropuertos. Todo es fácil y está a mano. Tiene servicios y hasta tienda de Duty Free.
No hay que pasar control de equipaje, ni hacer el check in online, ni llegar al mostrador de facturación. Cuando llega el avión un operario comprueba el nombre en una lista y coloca el equipaje en su compartimento correspondiente. No hay quien pese el equipaje. Pero por regla general todos los equipajes se veían similares. Bolsas flexibles y de peso aproximado de 15 kg. que es lo que la aerolínea permite.
Una avioneta de hélices que no alcanza mucha altitud nos permite ir viendo los paisajes extraordinarios que vamos sobrevolando. El Mount Kenya, los lagos Nakuru y Naivasha, el Gran Valle del Rift, las llanuras infinitas de Masai Mara…. La lástima es que los cristales están coloreados y no muy limpios…
Hizo varias paradas. En Nanyuki, Mount Kenya, varias en la misma reserva de Masai Mara. Son paradas que no demoran demasiado. Recogen o dejan pasajeros y de nuevo en el aire. Los aterrizajes y despegues parecen cosa muy fácil. Pareciera como las paradas de un autobús.
La última parada es el Airstrip de Keekorok. Es nuestra parada.
Impresiona ver las llanuras y las colinas ondeadas de Masai Mara desde el aire.
Impresiona comenzar a ver sobre ellas puntitos negros que conforme pierde altura la avioneta puedes identificar.
Impresiona aterrizar en mitad de una pequeña pista en mitad de la sabana. Podrías aterrizar entre ñus o elefantes.
No fue el caso, pero podría ser.
Son las diez de la mañana. Hemos tardado dos horas en el traslado desde Samburu a Mara, con todas las paradas incluidas.
Tres jeep de Enkewa Camp nos están esperando. Uno de ellos se lleva nuestro equipaje al campamento y con los otros dos nos vamos ya de safari. Hay que aprovechar la mañana. Daremos una vuelta a ver lo que encontramos antes de llegarnos al campamento
Jose y tres masais de su equipo nos dan la bienvenida y nos reciben como si fuéramos viejos conocidos.
Me parece increíble estar atravesando estas llanuras que en muchas áreas no lo son tanto. Y tan verdes. La sabana de llanuras infinitas y amarillentas que siempre he imaginado se ha convertido en extensas praderas verdes con colinas ondulantes en las que crece vegetación de más altura. Aunque iríamos comprobando que en realidad es un paisaje cambiante. Y con tanta vida .......
En los safaris que hicimos el año anterior en Zimbabwe y Bostwana nos costaba trabajo tener avistamientos de animales. Aquí los tenemos casi por todas las esquinas.
Los miles de ñus que realizan su migración anual ya se encuentran en Masai Mara. Mires adonde mires, los ves en gran cantidad. Y toda la corte de animales que los acompañan. Y los que los buscan, con peores intenciones que de disfrutar de su compañía.
Masai Mara es una reserva nacional situada en pleno Valle del Rift. Es la más importante reserva de Kenia y la más visitada. Pero no está administrada por el servicio de parques de Kenia, sino por autoridades locales. El gobierno del condado de Narok controla unos dos tercios de la reserva, hasta el río Mara. El resto corresponde al área conocida como Mara Triangle y es gestionada por la entidad Mara Conservancy.
Ambas solo se comunican por un puente sobre el Mara cerca de la frontera con Tanzania y tienen entradas independientes. Las tarifas de entrada se pagan a una u otra autoridad local dependiendo de la puerta de acceso que se utilice.
Nosotros nos encontramos en el suroeste de Kenia, en el condado de Narok, y no muy lejos de la frontera con Tanzania, en el norte del Serengueti. En realidad Masai Mara es una extensión del parque nacional del Serengueti, ambos tienen el mismo ecosistema, solo que en dos países distintos.
En Kenia la reserva es de unos 1500 km.2, y se llama Masai Mara por los miembros de la comunidad masai que fueron sus habitantes y por el río Mara, el río más importante que cruza la reserva. Lo atraviesa de norte a sur para continuar su camino hacia el Lago Victoria.
Dicen que es el lugar del planeta con mayor vida salvaje por km2. Aquí se han rodado la mayoría de documentales que echan en la TV2 y que han alimentado nuestra imaginación.
Esta mayor vida salvaje que le da fama se nos ofrecerá a nuestra vista en los días que circularemos por el Masai Mara. Tendremos la ocasión de avistar todos los “cinco grandes”: león, leopardo, elefante africano, búfalo africano, rinoceronte negro. Si a esta lista añadimos el guepardo, la jirafa, la cebra y el hipopótamo, completamos la lista de los “big nine”.
La lista crece añadiendo gacelas y antílopes de varias clases, cocodrilos, avestruces, impalas, hienas, facóceros. Y algunos, más bien poquitos, de los 400 tipos de pájaros que dicen tener.
Y, sobre todo, el verdadero poblador de la reserva de Masai Mara, el ñu. Igual que en el parque del Serengueti donde el ñu también es el rey.
En cuanto recorremos los primeros kilómetros nos metemos de lleno en amplias praderas en una especie de valle cuajado de ñus que pastan en armonía con las cebras. Estas cebras del Mara son las cebras comunes, las de las rayas blancas más anchas.
Al no estar al lado de sus primas pijas, las cebras de Grevy, y no poderlas comparar entre sí, vuelven a lucir por ellas mismas.
Estamos mirando este panorama de ñus y cebras, pero notamos que tenemos compañía. Acabamos de llegar y ya nos hemos topado con nuestro primer guepardo. Increíble…..
Nos acercamos y lo vamos siguiendo sin dejar de observarlo. Es indiferente a la presencia de nuestros dos jeeps. El camina acercándose y sin dejar de observar a las manadas de ñus. Pero lo tiene crudo… Son muchos y no parece distinguirse una presa fácil.
No sabemos si al final consiguió su objetivo.
Podemos ver con claridad la diferencia del avestruz masai con el somalí que ayer vimos en Samburu. El cuello y las patas de este avestruz lucen el característico color rosa de esta subespecie. La hembra no estaba muy lejos y al poco se dejó ver también.
Mezclados con las cebras y los ñus se sienten más seguros y al amparo de los predadores. Son los alcéfalos, los de los cuernos en forma de corazón. Antílopes rápidos y resistentes, con las patas delanteras más largas, al estilo jirafa.
Aparecen entre la vegetación del Mara nuestros primeros ejemplares de árbol candelabro, la euphorbia tan bonita de este valle del Rift y alguna acacia aislada. Dando sombra a una jirafa, como no.
Típica estampa.
Las hienas más comunes que hay en el Mara son las moteadas o manchadas. Son la especie de hiena más grande.
Las hienas son una de las especies animales más denostadas. No suelen caer bien. Son feas por dentro y por fuera.
Tienen las patas delanteras algo más largas lo que da lugar a un andar encorvado, un pelaje corto con un color pajizo moteado de machas irregulares de color marrón, una especie de crin corta y de punta en su lomo y apariencia perruna. Un prototipo de belleza. Y todavía hay que añadir su risa macabra. No es de extrañar que esté incluida en la lista de “los cinco feos”.
A su favor cuenta que las hienas son muy inteligentes, reconocido científicamente. Son una mezcla de cazadoras y carroñeras, según les venga bien en un momento dado.
De camino al campamento el avistamiento de ñus es una constante. Agrupados, en fila india, pastando, debajo de un árbol a la sombra….
Uno de estos ñus ya ha caído. No se le ve herida aparente ni nadie está reclamando su presa. Está rodeado de una corte de diez o más buitres dorsiblancos y moteados y una cigüeña marabú. Miran para todos lados y ninguno se atreve a meterle el pico al ñu muerto. A que esperan?
El ñu tiene la piel muy gruesa y no se le ve ninguna herida por la que ellos puedan comenzar su banquete. Así que están esperando a que aparezca el único que puede rasgar esta piel tan dura. El buitre orejudo, el que tiene el cuello de color rosa.
El marabú es una cigüeña feísima y carroñera que ya vimos en el Lago Naivasha. Incluida en esta lista de “cinco feos”, al igual que sus horrorosos amigos los buitres. Los cuales tienen una apariencia desagradable y siniestra, en parte por el aspecto físico de la cabeza y cuello sin plumas y piel arrugada.
Tienen fama de ser aves de mal agüero-.
Con esa cabeza y cuello calvos pueden penetrar en aberturas de su “comida” sin el estorbo de unas plumas que se llenarían de sangre, grasa…..
Pero es bastante injusta esta reputación. Juegan un papel fundamental en el mantenimiento de muchos ecosistemas previniendo la propagación de enfermedades que podrían derivarse de los cadáveres en descomposición. Se alimentan de cadáveres y carne putrefacta cuya fecha de caducidad ya quizá pasó. Ellos lo aguantan porque tienen un ácido estomacal que mata las bacterias pero otros animales no.
Así que pese a su apariencia tienen más de indispensable que de siniestro. Mantienen toda la sabana libre de cadáveres dejando en pocos minutos un esqueleto completamente limpio.
El buitre orejudo aún no había llegado cuando nos fuimos. Pero lo veríamos en días posteriores. Tienen un pico grande y arqueado, un cuello musculoso con pliegues carnosos a ambos lados, parecidos a orejeras y de ahí gana su nombre. Una gran envergadura, es el más grande de Africa, y ese pico poderoso lo hacen capaz de arrancar pieles, tendones y otros tejidos gruesos. Por ello lo estaban esperando los otros carroñeros.
Más adelante volvimos a ver otra reunión muy numerosa de buitres en un arbusto y encaramados en un termitero. Pero aquí no había un menú dispuesto a la vista. Más bien parecía una reunión social.
Llegamos al Enkewa Camp donde nos haremos cargo de nuestra tienda, comeremos una rica comida mediterránea, descansaremos un poco y de nuevo al jeep a seguir buscando animales de la sabana de Masai Mara.
Los datos del campamento los he puesto en una etapa aparte: ENKEWA CAMP. EL ENCANTO DE UN LUGAR Y EL SABOR DE LAS COSAS BIEN HECHAS..
José pregunta qué queremos ver. Mis amigos tienen muchas ganas de ver leones. Nosotros también. Ya los vimos en Zimbabwe…, pero estaban muy lejos….
De nuevo en medio de estas praderas ondulantes y pequeños valles de esta parte de Masai Mara en los que enseguida estás en medio de multitud de ñus cuya visión se extiende en el horizonte. Llega un momento en el que te acostumbras y ya los ves como un elemento más del paisaje.
Algo lejano distinguimos a una familia de elefantes, la primera que vemos en el Mara. La mamá matriarca, sus retoños y otros parientes del grupo que se dirigen a beber a un pequeño oasis de agua, con palmeritas y todo. Otros componentes ya están situados en el oasis.
Mezclados con los ñus hay otro muchos animales.
Ahora nos fijamos especialmente en dos gacelas que son similares y si no las ves juntas pues no se nota mucho la diferencia entre ellas. Al menos nosotros. Que las hemos conocido en Kenia.
Las gacelas Thomson y las gacelas Grant.
Ambas tienen el nombre del explorador escocés que las descubrió, (Joseph Thomson y J.A. Grant). Ambas son antílopes, y de los más ágiles y elegantes.
Las gacelas Thomson son las más abundantes y acompañan a los ñus y cebras en su migración en busca de pastos frescos. Son el plato preferido del guepardo pero el resto de depredadores ninguno le hace ascos.
Ambas tienen un bonito color leonado y espléndidas cornamentas anilladas. Se diferencian en que la gacela Grant es de mayor tamaño y no posee la franja negra del costado que es un distintivo de la gacela Thomson.
Gatia en Samburu ya nos había explicado la diferencia entre ambas.
Y por supuesto que vimos leones. Unos cuantos miembros de la manada Black Rock.
Black Rock es una zona del Mara en la frontera con el Serengueti. En ella abundan afloramientos rocosos de color pardo negruzco. Con varios puntos de agua y pequeños bosquetes de acacia baja y espesos arbustos. Un hábitat idóneo para los leones. Lo que no quiere decir que siempre estén allí, pero sí que lo frecuentan.
Sobre un promontorio rocoso duerme un león macho joven soñando con una leoncita rubia, esbelta, monísima….
A la semi sombra de un arbusto, otro hermano parece compartir sueño. Tenemos el jeep a dos o tres metros del mismo.
Y muy cerca también, ente otros arbustos cercanos al riachuelo, dos leones también jóvenes y también dormidos y además espatarrados… enseñando solo la barriga y las patas.
La cercanía del jeep con el león dormido se vuelve inquietante cuando comienza a moverse. Y se mueve porque oye el ruido del arranque del motor del coche. Se vuelve a dormir. Abre algo los ojos y nos mira con cara de decir… ¡que pesados…. Y al final se tiene que incorporar hasta alcanzar la figura de una esfinge… mirándonos….
De forma instintiva te retraes al interior del coche. Aunque ya estamos en el interior del coche….
Os puedo asegurar que estábamos a pocos pasos del jovencito león. …
Pero en realidad nosotros le importamos un comino. En su posición de esfinge se dedica a cerrar los ojos haciéndose el dormido…., a limpiarse las patas y algo del dorso…. A bostezar--- Varias veces… y tiene ya unos colmillos…..
Por algún sitio he leído que cuando un león bosteza lo siguiente es que se mueve… Pues algo de verdad hay. Al poco… y harto ya de los paparazzi, se levanta, .. y muy lentamente asciende el promontorio rocoso para unirse a su compañero y seguir durmiendo.
Mientras se acicalaba y bostezaba, en la otra parte de la roca una leona bebía agua en el pequeño riachuelo.
Luego subió al montículo rocoso a hacerle compañía al bello durmiente de la cima. Ella era rubia, esbelta, monísima..… La leona de sus sueños?.. Parece que no…. Que era una hermana.
Son un grupo de 5 hermanos de la manada Black Rock.
Ya son tres en la cima del promontorio rocoso y los dos que siguen dormidos a la bartola, y sin apenas inmutarse, entre los arbustos.
Como se ve que tenían pensado seguir durmiendo y no dar espectáculo a los pesados mirones, que éramos nosotros, nos retiramos prudentemente.
En este recorrido es cuando vimos de nuevo otra hiena solitaria, a la que podemos ver sentada, de frente, caminando, mirándonos… O quizá sea la misma que vimos en la mañana……
Y otro encuentro con felinos. En este caso son dos leones macho, algo más adultos que los anteriores. A juzgar por su melena. Los dos también dormidos. A uno de ellos casi ni le vimos la cabeza. El otro abrió los ojos un par de veces y como no le interesamos en ningún aspecto, (un alivio por otra parte), siguió con su tarea diaria de dormir unas 20 horas.
En otro riachuelo algo más grande y con más agua, nos acercamos a ver una hippo pool.
La vegetación de la ribera es frondosa y variada. Hasta me pareció que había plantas de papiro….
Toca volver al campamento. Pero la tarde aún se guardaba una grata sorpresa.
Encaramados en un gran kopje contemplamos nuestro primer atardecer en Masai Mara. Un buen atardecer es el mejor colofón para un día lleno de emociones.
Y si para acompañar este momento te sacan del coche una mesa y todo lo necesario para tomarse un refresco o una copa de vino en COPA DE CRISTAL….pues ya te derrites del todo…
Un hermoso espectáculo natural lleno de colorido, amarillos, dorados, naranjas, rojos….
Y eso que, en cierto modo, el ocaso del sol se vio parcialmente eclipsado por unas nubes de humo del horizonte, provenientes de una quema de rastrojos en el lado tanzano.
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