Después del subidón de adrenalina y pese a las agujetas que nos acompañaban ese día, nos levantamos temprano, aunque no tanto como acostumbrábamos, pero sin perder demasiado tiempo, ya que, a las 3 de la tarde venían a recogernos al pueblo de Santa Teresa, donde estaban las termas de Cocalmayo, para ir de vuelta a Cuzco y deshacer las 7 horas de camino del principio. Así que desayunamos tranquilamente para darle tiempo a la lluvia a que parase un poco y salimos del hostal sin parar de llover jajja.
Así, sin apenas hablar, una detrás de la otra, bajo la capa que ya era como una segunda piel de las veces que la habíamos utilizado en este viaje, comenzamos el camino hasta hidroeléctrica. He de decir que se hizo bastante largo, bastante monótono.
Cuando llegamos a Hidroeléctrica, habían 3 taxis. Le preguntamos el precio para ir hasta Santa Teresa, porque según ellos no había bus para llegar solo taxi. Después de una dura negociación, con otro chico agregado al coche y por solo 5 soles (1.30€) por persona llegamos a Santa Teresa. Nosotras pensábamos que esos 5 soles era hasta las termas, pero nos vio cara de turistas y quería por llevarnos hasta Cocalmayo 20 soles (5€) por las dos. Obviamente, solo por el orgullo de no sentirnos estafadas, amablemente le dijimos que no y nos bajamos del taxi. Empezamos a caminar por la calle y de camino muchos taxis y mototaxis se ofrecían a llevarnos. Finalmente llegamos a un acuerdo con una mototaxi y nos llevo a las dos por 6 soles (1.60€). La distancia desde el pueblo no es mucha, pero es una bajada estrecha, sin acera ni sitio para caminar y además había llovido toda la noche, habían desprendimientos por el camino y al llegar a las termas había un charco enorme de barro.

La entrada a las termas nos costó 10 soles (2.60€)por persona. Había lugar donde cambiarnos, baños y un pequeño bar del que no sabemos precios porque no consumimos nada ahí.
Nos cambiamos y dejamos las mochilas en una hamaca, con la idea de salir en algún momento de las piscinas. Pero no lo logramos. Personalmente era la primera vez que estaba en unas termas y quedé completamente enamorada de Cocalmayo. El día estaba oscuro y frío, por eso estamos en el cielo dentro de las piscinas. Completamente transparentes, con vistas a las montañas, el paisaje era increíble y estaban casi vacías a las 11 de la mañana. Las probamos todas, de la mas caliente hasta la mas "fría".

Finalmente, porque el hambre iba apretando salimos de las piscina, nos cambiamos y salimos de las instalaciones en busca de un taxi. No había ninguno, así que esperamos y llegó un coche a llevar a otros turistas, regateamos, nos pusimos de acuerdo y fue quien nos llevó de nuevo al pueblo.
En el centro, encontramos un bar frente a la plaza donde por 12 soles (3€) por persona comimos sopa, un plato de pasta y un vaso de limonada, bastante bueno por cierto.
A la vuelta, nos subimos al mini bus y pese a hacer varias paradas donde estirar los pies, se hizo larguísimo.
Finalmente llegamos a Cuzco a las 10 de la noche, con lluvia para no variar. Nuestro alojamiento era el mismo que habíamos reservado el primer día en Cuzco por 11 dólares las dos, así que sabíamos localizarlo sin problema. Vuelta a Cuzco, volvíamos a tener mal de altura.
Llegamos al hostal, ducha y a dormir que al día siguiente volvíamos a madrugar. Menos mal, que veníamos relajadas por el gran día que habíamos tenido.