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El parque Maksimir está algo alejado del centro pero se puede llegar fácilmente en tranvía. La parada, del mismo nombre, deja justo enfrente.
Los billetes se pueden comprar en quioscos y cuestan 4 kn. Se pican en una máquina dentro pero, por más que miramos, no la vimos.
Maksimir fue uno de los primeros parques europeos levantados conforme a un diseño. En el siglo XVIII, cuando fue inaugurado, era el primer paseo público en la Europa Oriental. Es una mezcla entre parque y bosque inmenso, tan grande que se necesita mucho tiempo para recorrerlo. Con la inauguración del servicio de tranvías de caballos en 1892 se llenó de visitantes. Y así sigue. Gente paseando, con los perros o haciendo deporte. Hay varios lagos, hoy algunos en obras. Y los que no lo están, ni llegamos a verlos (ya digo que es enorme).
Vidikovac, conocido también como "el Quiosco“, es uno de los elementos principales del parque. Es una especie de torre que fue construida de 1841 a 1843, en la época del obispo Haulik. Se encuentra en la colina por encima del camino principal. Tiene 17 metros de altura, un pórtico en la planta baja, terraza en la primera planta y una terraza pequeña en la tercera. En cada planta hay una habitación pequeña, y en el segundo piso había una habitación destinada para el descanso de Haulik. Hoy, en la planta baja del mirador, hay una cafetería. Aquí fue donde en 1970 se filmó la película "Tko pjeva, zlo ne misli“ (Quien canta no puede ser malo), una de las películas más vistas croatas.
Allí está el zoo de Zagreb (entrada de pago), la mitad en obras en nuestra visita. Está allí desde 1925. Destacan los lémures o el panda rojo. Pasamos un rato entretenido.
Al sur del centro, cerca de una zona residencial, está en lago Jarum. En realidad está formado por dos lagos, El Grande y El Pequeño, que se formaron cuando se extrajeron los guijarros del río Safa después de una inundación de 1964. Los lagos fueron arreglados en 1980 para los Juegos Universitarios de 1987. Hoy la gente va allí a pasear o a hacer deporte y en verano se convierte en una playa de piedras.
Hay varias islas: la Isla de los Juegos Univeritarios, la Isla Trešnjevka, la Isla de la Juventud Croata, la Isla de Remadores, la Isla Salvaje y la Isla del Amor.
A mucha gente ir a los cementerios les da repelús. Sin embargo, el de Mirogoj bien merece una visita ( aunque no reconozcamos a tantos personajes como en los parisinos).
En 1873, el concejo Municipal compró una antigua villa propiedad del lingüista, periodista y lider del renacimiento croata Ljudevit Gaj. En 1876 se abre el cementerio de Mirogoj. El diseño del cementerio de Mirogoj fue encargado al polémico arquitecto austriaco Herman Bollé. Este impresionante monumento no se terminó hasta 1929.
Lo primero que debe tenerse en cuenta es la construcción misma, con sus bellos pabellones y cúpulas, hoy dañados y apuntalados por el terremoto. Lo segundo es que acoge a todas las religiones. En la parte central del cementerio, destaca el Monumento en Memoria a los soldados caídos en la primera Guerra Mundial (1919). También hay un monumento al héroe nacional yugoslavo.
Por motivos de seguridad no pudimos caminar por las arcadas, donde están enterradas las personalidades y grandes familias. Sí vimos la tumba del propio Bollé asi como la de Franjo Tuđman, el controvertido primer presidente de Croacia.
Se puede llegar en autobús desde el centro (106 o 226).
Ya comenté que los habitantes de Zagreb acostumbran a ir a Samobor el fin de semana. Y no es que ellos no tengan montaña cerca. Zagreb se encuentra a pie de la cordillera de la Medvednica cuyo pico más alto es el Sljeme.
Desde hace 20 años, la parte más alta y occidental de la Medvednica, con una superficie de 228 km², es Parque Natural. Aparte de varios caminos para los senderistas, otro atractivo es la cueva de Veternica, una de las mayores en Croacia. Pero lo que más destaca es la fortaleza Medvedgrad, construida en el siglo XIII y renovada hace 15 años cuando se le dio la función de monumento al soldado desconocido, defensor de la patria. La vimos desde uno de los caminos.
Dimos un paseo por la montaña y comimos allí. Por cierto, por inspiración húngara un plato era gulash. Y apple strudel de postre.
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