De camino hacia Limerick.
Hasta nuestra siguiente parada, en Limerick, recorrimos unos 80 kilómetros. Nada más abandonar los Acantilados de Moher, entre otras panorámicas, divisamos los arenales de Lainch Beach y el Castillo de Dough, cuyo origen se remonta al siglo XIV, pero del que solamente quedan las ruinas de un pintoresco muro con una hilera vertical de lo que debieron ser ventanas.
Por el camino, siempre aparece alguna antigua abadía en ruinas, recubierta de musgo, y algún que otro rincón encantador...
Otra de las imágenes recurrentes en Irlanda son sus fantásticos campos de golf. Con ese clima, ya se puede… Vamos, tan felices las vacas como los golfistas
Limerick.
Con cerca de 100.000 habitantes, se trata de la tercera ciudad más poblada de Irlanda, si bien en el área urbana residen solo unos 60.000. Aunque se piensa que su origen es anterior, la primera referencia histórica se refiera a su colonización por los vikingos allá por el año 812. Los normandos la ocuparon en torno al siglo XII, dotándola de sus edificios medievales más significativos, por ejemplo, el Castillo del Rey Juan y la Catedral de Santa María.
Situación de Limerick en el mapa de Irlanda.
Desempeñó un papel crucial en las luchas de finales del siglo XVII y se convirtió en una próspera ciudad comercial durante el siglo XVIII. La hambruna provocada por la pérdida de las cosechas de patata (alimento básico de gran parte de la población) a mediados del siglo XIX causó una enorme depresión en la ciudad, que solo empezaría a superar a finales del siglo XX. Actualmente, está intentando convertirse en un centro de atracción turística.
No tenía muchas expectativas sobre esta ciudad, ya que había leído que es fea y poco atractiva. Y, quizás por esas opiniones, después de verla no me pareció tan mal en plan de dar un paseíto. Y desde los miradores que se asoman al río Shannon se pueden contemplar bonitas vistas del barrio medieval, del que se conservan cosas, no como en otros sitios, que está todo en ruinas, reconstruido o, directamente, se ha edificado de épocas recientes.
Junto a Thomond Bridge, se encuentra el monumento de la Piedra del Tratado (Treaty Stone), sobre la que supuestamente se firmó el Tratado de Limerick, que puso fin en 1691 a la guerra entre los partidarios de la restauración en el trono irlandés de la Casa de Estuardo y los de Guillermo III de Inglaterra.
Enfrente, se puede contemplar el Castillo del Rey Juan (King’s John Castle), situado en lo que se conoce como la Isla del Rey, y al que se llega cruzando el puente de Thomond. Los normandos finalizaron su construcción sobre el año 1200, y de su trazado original se conservan los muros exteriores y las torres fortificadas. No nos dio tiempo a visitar el interior, pero lo vimos por fuera desde diversos ángulos y nos gustó.
Donde sí entramos fue en la Catedral de Santa María, ubicada en la confluencia de los ríos Shannon y Abbey. Está considerado el edificio más antiguo de Limerick, ya que su fundación se remonta a 1168, cuando se erigió sobre el palacio del último rey de Munster, legendario lugar de encuentro vikingo. De hecho, la tradición cuenta que la puerta oeste de la Catedral pertenecía a dicho palacio.
La torre medieval se agregó en el siglo XIV y tiene 37 metros de altura. En el exterior hay un cementerio, cuyas cruces, algunas de estilo celta, le otorgan cierto aire lúgubre y misterioso.
Con la entrada (4,5 euros) nos proporcionaron un extenso folleto en español que nos sirvió para enterarnos de muchos y curiosos pormenores.
Además de los transeptos originales, destaca el único conjunto completo de misericordias que se conserva en Irlanda. Los 23 asientos, bellamente tallados en madera de roble entre 1480 y 1500, se podían levantar para permitir a sus ocupantes un descanso durante las largas ceremonias litúrgicas, pues tenían prohibido sentarse.
Después de comer en un restaurante del centro, estuvimos dando una vuelta por la ciudad para completar el paseo entre los tres puentes y la zona del antiguo mercado.
También nos fijamos en que están realizando diversas obras en sus calles, pues al parecer quieren ampliar las zonas peatonales para atraer más turismo.
Por cierto que el de la escultura de la derecha no está dedicada al famoso rey Juan, como pensábamos en un principio al verla, sino al actor Richard Harris, natural de esta localidad y que, entre otros muchos personajes, encarnó al rey Arturo en la película Camelot.